⚘25
El corazón de HyunJin se detuvo abruptamente. Su respiración se quedó atrapada entre los pulmones, imposible de salir. Imposible de revivir los latidos.
Sus ojos son inexpresivos, pero tienen un dejo de tristeza en ellos. Como si contuviera con todas sus fuerzas las lágrimas, para no parecer débil. JeongIn quiere llorar, pero ya ha llorado tanto, que hasta pensarlo, sus ojos ardían.
El fuego quemaba todo su interior. Queria escapar, de los demás, de si mismo; de sus pensamientos que cada vez se volvían más estúpidos. De sus emociones que solo lo llevaban a una larga noche sin dormir. De sus sentimientos, los cuales se convertian en una noche desolada y triste. Sin nada. Sin vida.
Ambos se sentían así. Una flor marchita que aún mantenía sus petalos unidos. Una princesa que conservaba su corona, pero carecía de amor. Risas sin emoción. Como si estuviesen muertos en vida.
HyunJin aún no podía procesar aquella pregunta. Abrió su boca para contestar, pero las palabras no salían de su boca, dándose cuenta que no podía articular alguna con claridad. Lo tomó de la mano y avanzaron por el pasillo. Pensó que JeongIn se quejaría o que se detendría, pero allí estaba, siguiéndolo.
La hora de salida ya había pasado, por lo que los salones están vacíos. Entró a uno y cerró la puerta. Dirigió a JeongIn hasta la mesa del profesor y lo acorraló allí, para luego sentarlo y dejar sus brazos a cada lado de su cuerpo, impidiéndole que se baje.
Y en cuanto vió una lágrima deslizarse por las pálidas mejillas, llevó ambas manos a su rostro, para acunarlo con toda la delicadeza del mundo. La delicadeza que se merecía.
-Te hice tanto daño, pequeño -su voz se quebró-. Rompí a la única persona que en verdad me amó.
Sus ojos se nublaron, sus labios temblaron. No aguantó los orbes negros de JeongIn sobre los suyos, así que apartó los ojos y siguió.
-Y-yo... en verdad... JeongInnie... -tragó saliva, sin siquiera saber qué decir ante aquella pregunta—. Lo lamento tanto, por todo. Por lo que te he dicho, por como he actuado... enserio, lo siento tanto.
Apartó las manos del rostro y las coloco sobre la mesa. Pero su fuerza falló. Sus brazos temblaron, con un poco de miedo, mezclado con tristeza y desesperación. Y ocultó su rostro en el cuello contrario, sin tocar otra parte del cuerpo de JeongIn.
-Mañana comenzaré las sesiones de terapia. Quiero sanar, JeongIn. Por mi bien, y por el tuyo. Quiero remediar todo lo que he hecho.
-Ambos sanaremos, Jinnie-alegó. Colocó sus ojos en un punto fijo, y sin temor a arrepentirse, alzó su mano para dejarla en el cabello negro de HyunJin, dejando tiernas caricias.
Como solía hacer.
Como extrañaba hacerlo.
-Perdóname por lo que dije en el pasillo, no quise hacerlo. No pude no recordar esa vez, parecía un deja vu.
-¿Tú también me perdonarás? -la desesperación se podía escuchar. Quería saberlo con cada latido de su corazón.
Apartó la cabeza de aquel lugar. El rico aroma de coco impreganado en la piel de JeongIn, se fue en cuanto vió sus ojos tristes, pero no había lágrimas.
Ya había llorado demasiado.
-No hoy. No mañana. Pero en un futuro, ¿lo harías? -quiso saber, dejando expuesto una vez más su desesperación en sus palabras.
La cercanía era demasiada, tanta que sus respiraciones se mezclaban, al igual que los latidos erráticos de sus corazones.
Se sumergieron en un silencio. Parecido a sumergirse en el agua de un lago congelado, en pleno invierno, sabiendo a la perfección que te enfermarás, o que morirás. El agua entra con ímpetu. Desgarra todos tus órganos y congela tu sangre. Pequeños hilos de hielos puntiagudos se clavan como espadas en tu corazón hasta que por fin el hielo y el agua llegan a tus pulmones, para arrancarte todo el aire. Para dejarte sin alma, sin vida.
JeongIn se había ahogado. Su amor era cálido, suave, hermoso. Estaba vivo. Su sangre de un color rojo que te cegaba los ojos. HyunJin era el agua. Fría, perdida, sin sentido alguno. ¿Acaso eso podia cambiar?
-No te tienes por qué disculpar... —siguió. HyunJin se acercaba cada vez mas-. Lo merezco... merezco que me hagas sentir como te hice sentir: como una mierda.
-Ambos sanaremos-reiteró-. Ambos volveremos amar sin lastimar a otros.
Trató de mantener la cordura. Trató de ignorar los labios de HyunJin, de que no le apetecía probarlos una vez más.
Quizás el último beso. La última espina en su corazón. El último aliento.
Quizás no.
Sus ojos se encontraron y brillaron a la par. Sus corazones encontraron un solo ritmo, palpitando con desespero y deseo. JeongIn subió ambas manos para colocarlas sobre el cuello de HyunJin y atraer sus labios hasta los suyos.
Lo volvió a besar.
Su corazón estalló, como un fuego artificial, enviando chispas a todo su cuerpo, quieriendo revivir aquel sentimiento. Aquel que se llamaba amor.
Aunque quería quedarse ahí para siempre, HyunJin fue quien se separó primero. Lo miró a los ojos por unos segundos y apoyó su frente con la de Yang.
-Te amo tanto -hizo una pausa-. Lo siento, bonito. Lo siento por darme cuenta tan tarde.
Unas lágrimas se deslizaron por las mejillas sonrojadas del menor. Mordió su labio inferior y alejó a HyunJin lentamente. Se bajó de la mesa y caminó hasta la puerta del salón.
-Ambos sanaremos -aseguró.
No lo vió, pero escucho un sollozo de parte del mayor. Ignoró las ganas de abrazarlo. De correr hacia él y estrecharlo entre sus brazos.
Y de decirle que también lo amaba.
Adaptación autorizada
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