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JeongIn salió del salón de matemática. Ya todos se habían ido, pero él se quedó a pedirle una mini explicación a su profesor, el cual sin problemas lo hizo. Los pasillos estaban solitarios, solo se escuchaba el ruido de su andar y del viento sumamente fuerte golpeando contra los muros de la escuela. 

El día estaba gris, iba a llover. Últimamente ya no le importaba como estaba el clima, ya que él estaba igual de triste que todos los días de la semana, en la cual solo hubo mal tiempo y lluvia. 

En uno de esos días, se sentó junto a la ventana de su habitación, siendo atraído por aquellas gotas transparentes que se pegaban al vidrio, parecían lágrimas. 

Recordaba perfectamente como su madre le decía que se portase bien, sino el cielo lloraría por su culpa. Y en la noche, cuando la tormenta se acercaba, un niño de seis años con sus mejillas se pegaban a la misma ventana de hoy, pidiéndole disculpas al cielo, diciéndole que no llorara más.

Estaba en la misma situación, solo que ya no sabía cómo ni a quien pedirle disculpas. 

Él era ese cielo nublado con una tormenta fuerte. La lluvia se había convertido en sus lágrimas. Ya no había nadie, solo un extraño vacío y dolor, ¿Dónde diablos había quedado ese JeongIn inocente? 

Se lo había llevado la tormenta aquel día, en el que decidió entregarlo todo. 

Quería dejar de llorar, al menos un rato, y sabía que, con el pasar del tiempo lo haría. Olvidaría sus caricias, sus besos, esos te amo ciegos... olvidaría a Hwang HyunJin. 

Y volvería a ser aquel JeongIn, enamorado de la idea del amor. 

Uno correspondido. 

Pensaba que estaba solo en la escuela, que los demás alumnos se habían ido ya que el timbre finalizando la jornada había sonado hace veinte minutos. Pero no, ahí estaba HyunJin, en el medio del pasillo, con su cabello despeinado y su camisa salida del lugar, mojada por la lluvia. Un escalofrío le recorrió su cuerpo, haciéndolo temblar, pues sus ojos se habían encontrado y Hwang había dado un paso en su dirección. 

-Te vi en la cafetería con SeungMin, pero no me quise acercar. Quería hablar contigo a solas, te esperé afuera pero como no saliste, me preocupé y fui a buscarte. 

Su voz era baja y JeongIn sentía que ya no la conocía. 

-¿Te preocupaste? -quiso reír, sin embargo siguió con su semblante serio. 

-Sí... además, no quería dejar pasar el momento. Hace unos días fui a tu casa, pero no me animé a tocar..... 

-¿Quieres que me sienta culpable de que no puedas hacer las cosas que quieres? 

-No, claro que no, JeongIn, yo solo... quiero que sepas... que estoy haciendo lo posible para arreglar lo nuestro.

Hwang dio otro paso, quedando a pocos centímetros de JeongIn, pero este retrocedió. 

HyunJin agachó la cabeza y cerró fuertemente sus ojos, conteniendo las ganas de abrazarlo. Sin embargo, aquel retroceso de su parte le hizo saber que lo puso incómodo, por lo tanto, dio un paso hacia atrás. 

JeongIn se lamió los labios y lo observó atentamente, sintiendo como su corazón comenzaba a latir. 

-¿Qué quieres decirme? Tengo poco tiempo. 

Apartó la mirada cuando HyunJin levantó su cabeza en su dirección. 

-Y-Yo...-tartamudeo, sintiendo las ganas de llorar aproximarse, por ende, su voz se quebró-. Lo lamento, en verdad, Jeongin, lo siento - JeongIn volteó su mirada y se encontró con los ojos rojos de Hwang-. Yo en verdad quiero... 

-¿Qué es lo que quieres?-interrumpió- ¿Por qué vienes a pedirme perdón? Estás solo ahora, ¡terminamos, HyunJin! ¿Por qué no vas con Yujin? Ahora tienes el camino libre, ¿o quieres que la consciencia no te pese? Aunque, por lo que recuerdo tú no eras consciente de nada. 

-¡Ya basta! Por dios, vengo a pedirte perdón, vengo a solucionar las cosas porque te amo, yo.. 

-Tú no me amas... 

-¡Claro que si! ¿Sabes? Me di cuenta de ello a las tres de la mañana cuando quería tenerte conmigo, durmiendo en mi pecho mientras te acariciaba el cabello. Pero lo jodí todo desde un principio y ahora lo que tengo es tu desprecio hacia mi y... 

-Tenías razón-interrumpió de nuevo con su vista pegada al suelo.-Cuando casi tuvimos sexo, me llamaste bonita porque estabas pensando en ella, ¿sabes cómo me sentí? Pero eso no es lo importante, tenías razón HyunJin: ella es bonita. ¿Cómo no la ibas a amar con toda tu alma? Ella es como un ángel. 

-No digas eso...

-¿Por qué tratas de evadir la realidad? Te pareces a mí- JeongIn volvió a levantar su mirada, esta vez con lágrimas recorriendo su mejilla, y no mentiría al decir que se sorprendió al ver los mismos rastros en la cara de HyunJin-. Cuando me convencía de que me amabas, o de que pronto te olvidarías de ella... no fue así y me destruiste y ahora tienes el camino libre, pero sigues viniendo a mí...-sonrió sin gracia-¡¿Qué más quieres, eh?! ¡¿Qué te la traiga aquí y les diga que duren para siempre?! ¡¿No has tenido suficiente?! ¡Déjame en paz! 

Gritó. Su rostro se había puesto rojo y su mano derecha apuntaba a su corazón. 

-¡Has destruido mi corazón! ¡Lo has hecho con tus propias manos! ¡Me has hecho pedazos! 

Las piernas del menor flaquearon y HyunJin lo notó, se acercó lentamente y lo abrazó con fuerza. Escuchaba como su pequeño sollozaba en su oído, mientras que esas manos que solían acariciarlo con dulzura, se aferraban a su espalda con fuerza y necesidad. Ambas piernas flaquearon y los dos terminaron en el suelo. 

JeongIn lloraba como nunca lo hizo. 

Estaba abrazando a HyunJin como nunca lo hizo. 

Lastimado, perdido y vacío. 

Lo abrazaba tan fuerte que eso también era dañino. Lo empujó con las pocas fuerzas que le quedaban, logrando que Hwang quedase en el piso y que él salga de ahí torpemente. 

Se fue. 

Y HyunJin supo que aquel había sido su último abrazo.


Adaptación autorizada

Maratón 9/11

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