El tiempo pasaba tan rapido que cuando menos lo había pensado, un largo año había pasado y su amistad con Yoongi se había vuelto de lo más rara, con este actuando fríamente desde hace un mes y con Taehyung que todo se sentía muy bien, sobretodo porque podían hablar de muchísimas cosas y tenían mucho en común, pero su mente ahora estaba alejada de pensar en cosas como esa, sobretodo, con una erección del tamaño de un gigantesco árbol.

—¡Ah! —gimió por milésima vez en lo que llevaba despierto en la mañana, su erección matutina siendo atendida por sus manos mientras recordaba algunas palabras de noches anteriores que no podía recordar, noches que sentía habían sido borradas de su mente o que mejor dicho eran un lejano sueño que nunca podía alcanzar por más que corriera tras el.

"Te amo"

Lo había escuchado de una voz profundamente ronca alguna vez, pero su ingrata mente lo había hecho olvidar al ser que haya gemido esas dulces palabras en su oído, haciéndole delirar y retorcerse mientras se aferraba a la espalda de esa persona sin rostro.

—Mmm —suspiró de placer, mientras escuchaba en su mente una y otra vez esas palabras que Yoongi había dicho hace unos meses atrás y ¡por todas las sagradas melenas del mundo! Estaba tan excitado.

Sentía escurrir el líquido blanco de siempre de entre sus piernas y con curiosidad, de nuevo llevó sus dedos a la zona más escondida de todo su ser y los insertó.

—¡Dioses! —exclamó.

¿Desde cuándo jugar con su ano se sentía tan bien?

No podía pensar en nada más que sólo el placer que sentía al meter y sacar sus dedos aunque al principio doliera un poco. Su mano desocupada atendía su pene, mientras con la otra estiraba su culo, queriendo sentir algo más que sólo sus dedos.

—¡Demonios! —chilló con voz aguda, cuando sus pequeños dedos no eran suficientes como para terminar de sacar el abundante líquido blanco de su ser y a la vez, brindarle el placer que quería sentir sin saber cómo —.  Yoongi —llamó sin ser consciente de ello, a su mejor amigo, mientras sacaba sus dedos de su ano y lo llevaba a sus testículos, apretando lo suficiente como para chillar y retorcerse de placer en la cama y a la vez con su otra mano encerraba la roja punta de su pene, imaginando que unos suaves labios color rosa, muy delgados, envolvian en un beso para luego sumergirlo en su garganta hasta hacerlo casi desmayar —. ¡Dios, Yoongi!

Gemia alto. No estaba en celo, pero sentirse llenó de aquello que desconocía, lo hacía sentirse como en uno.

—Te quiero —dijo, pero esta vez sí estaba consciente de lo que decía y más el momento en el que lo estaba diciendo —. ¿Te quiero? —se preguntó en voz alta, mientras sus manos seguían manoseando su cuerpo como a él le gustaba y lo deseaba —. ¿Qué demonios estoy diciendo?

Estaba confundido, nunca había sentido la sensación de querer algo, pero no saber que, pero su León interno se lo hacía saber enviando imágenes de un hermoso y sonriente Yoongi a su mente y con eso y una última y fuerte jalada a su sensible falo caliente, terminó por correrse gimiendo en alto el nombre de aquel alfa que se negaba a salir de sus pensamientos.

—¿Qué es esto? —se preguntó nuevamente, queriendo respuestas que tenía en la punta de la lengua, pero que simplemente ignoraba en su inocencia —. Esto es malditamente enfermo —se reprendió, golpeando a puño cerrado la cama, sintiéndose débil y asqueado de si mismo. Levantándose y dirigiéndose al baño, para eliminar con abundante agua y jabón lo sucio que se sentía al pensar de esa forma de un alfa.

¡No era normal! Y ese otro alfa que ocupaba su mente y era objeto de los sucios deseos de su animal interno, no era nada más y nada menos... ¡Que su mejor amigo!

Por eso, todo se sentía mal, no era correcto tocarse pensando en un mejor amigo.

¡¿Cómo lo vería a la cara al llegar a la Universidad?!

Era una desgracia.

Deshonra.

Y sí, trajo problemas desde que nació.

—Eres un alfa, Park Jimin —se reprendió, viendo en el espejo, las usuales marcas que ahora portaba —. ¡Eres un maldito alfa!