Cuando estas cerca

Todo en cuanto podía pensar era en la desagradable risa de Bill, celebrando cuanta tontería hiciera Hiccup. No había caso, traté por todas los medios que conocía pero no pude sacármelo de encima. Ni a él ni a mi grupo de amigos que parecían inseparables justo cuando los quería a veinte metros de nosotros.

Pasamos los recreos del día charlando, enseñándole a Hiccup a jugar basquetbol y comiendo dulces, y el tiempo en que no estábamos juntos solo escuchaba el parloteo de los chicos hablando sobre lo lindo y tierno que era mi nuevo hermanito. Si Bill seguía mirando con esa cara de baboso a Hic el resto del año, no me hacía responsable de mis actos...

No sé como había sobrevivido aquel agitado día sin asesinar a alguno de mis confianzudos compañeros, por suerte las clases habían acabado y ya quedábamos libres por el resto de la tarde. Como todos los días, caminé hasta llegar a casa, pero esta vez no venia solo. Hiccup revoloteaba a mi lado charlando animadamente sobre lo mucho que le habían gustado mis amigos y los chicos de su salón. Yo solo le respondía con monosílabos sin quitar mis vista del camino y de la piedra que venía pateando desde que salimos de la escuela. No hablamos más desde que llegamos y Molly nos recibió con el almuerzo. El menor le contó todo, absolutamente todo lo que hizo en su primer día a mi nana a que asentía muy feliz sin dejar de repetir lo encantador que era. Por otro lado estaba yo, sentado al otro lado de la mesa y mirando con cara de odio a los vegetales de mi plato.

No entendía que pasaba ni por qué estaba tan molesto. No había sido un mal día; había ganado en el recreo jugando basquetbol e incluso saque un sobresaliente en matemáticas. Por que entonces tenía ganas de romper algo y encerrarme en mi cuarto...

-Jack...-. Me llamó Molly. –si no tienes hambre puedes pararte de la mesa.

-gracias, voy a estar en mi habitación-. Cabizbajo caminé hasta las escaleras, podía sentir ese par de ojos verdes que me pesaban en la espalda, pero no iba a voltearme. Estaba demasiado molesto y dolido. Y aunque Hiccup no tuviera la culpa, no tenía ganas de hablar con él en esos momentos.

Una vez arriba, corrí hasta la habitación para tirarme a la cama. Cerré los ojos y no supe en qué momento me quede dormido.

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Frio. Frio y mucha sed era lo que sentía. La tela de las sabanas me rozaba causándome escalofríos. Abrí poco a poco los ojos para encontrarme con mi dormitorio a oscuras iluminado a penas por la luna detrás de las cortinas, suficientemente claro como para adivinar los contornos de las cosas. Me refregué los ojos aun adormilado para ver el reloj de la pared marcando la una y media de la madrugada. Había dormido toda la tarde, con razón estaba muriendo de hambre y sed. No escuchaba ningún ruido en la casa así que con todo el cuidado que pude, bajé por la escalera para ir al baño. Ya no iba a encontrar comida a esta hora pero al menos podía tomar un poco de agua.

Cuando regresé ya aliviado de la sed y con la vista acostumbrada a la oscuridad, vi un pequeño bulto en la cama de abajo de la litera. Hic había entrado a la habitación para dormir y yo ni cuenta me había dado. Fui hasta su lado para verlo más de cerca. Su rostro apacible lo delataba, seguramente estaba cansadísimo cuando se fue a acostar. Su pecho subía y bajaba tan lentamente que por un momento pensé que no respiraba. Tenía que comprobar si mi hermano seguí vivo, así que me subí sobre él a horcajadas con cuidado de no aplastarlo. Estaba de espaldas, con el cuerpo totalmente extendido y relajado, dejándome una vista perfecta de su rostro de muñeco. Con mi cabeza pegada a su pecho escuchaba el latido de su corazón, aunque no estaba seguro de si eran los suyos o los míos que resonaban tan fuertes que seguramente todos en la casa y en podían escucharlos. Estaba tan concentrado que me asuste al escuchar la voz somnolienta del castaño.

-¿Qué haces?

-H-HICCUP!! N-no es lo que crees

-pensé que estabas durmiendo, ¿Qué haces encima mío?

-estaba... escuchando tu corazón, quería ver si seguía latiendo-. El menor soltó una risita

-claro que late, estoy vivo tonto

-no lo creo, no escucho nada así que debes ser un zombi

-¿Qué tal así?-. Tomó mi mano con una delicadeza que me desconcertaba. Desde que conocí a Hiccup vivía en un estado de desconcierto tan estresante como lindo, no sabía como lo hacía pero el castaño lograba ponerme los nervios de punta. Puso mi mano pegada a su pecho y sentí de pronto los golpecitos que daba su corazón. –no sé porque, pero late más rápido cuando estas cerca.

Mi cuerpo y mi cerebro se quedaron paralizados, no encontraba las palabras para decirle que a mí me pasaba exactamente lo mismo.

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holi :) antes de decir cualquier estupidez quiero agradecerles todo el apoyo que le han dado a este fic. sus cometarios, votos o el simple hecho de ver que cada vez son mas las lecturas hacen que me den ganas de escribir. Las quiero demasiado, Jack les manda un beso enorme

ya casi vamos a llegar a las mil leidas asi que voy a contarles una intimidad no tan intima: amo con todo mi corazon a gerard way, es la cosita mas linda del mundo y solo quiero apapacharlo. no se por que les digo esto xD supongo que hay que difundir el amor hacia Gerard.

jack: si no saben quien es Gerard Way, tienen una triste vida...

nos leemos ^w^ byeee <3

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