Compañeros

- ¡Ah! ¡Ah! - los suspiros y gemidos no eran lo único que llegaban a él. Podía sentir en su pecho y estómago algo peludo y largo que se movía de un lado a otro. Pero, en realidad, lo único que le importaba era la presión deliciosa que sentía sobre su eje.

Las fiestas escandalosas no eran lo suyo, sobre todo cuando estaba cansado. Había llegado a ese pueblo hace dos días, la mudanza y el trabajo como leñador no le daban un segundo de paz. Pero no podía decirle a sus nuevos compañeros que no, sobre todo a Chen que parecía tener toda la energía del mundo para convencer y, además, sabía dónde vivía.

Todo parecía bajo control, hasta que, llegada la media noche, su cuerpo demostró tener sus propios planes. La música que sonaba lo mareó y distorsionó sus sentidos. Media hora después, había secuestrado y apricionado un cuerpo contra la pared y no tenía ninguna intención de liberarlo. Sus manos estaban complacidas con las proporciones de la presa y disfrutaban sin límites de los beneficios.

- Para... - logró escuchar.

Los cuerpos se trasladaron, inseparables, a una habitación. Estaban más que ansiosos, era algo indescriptible. La ropa se volvió un recuerdo una vez que sus extremidades tocaron la cama. Un instinto animal, voraz, lo obligó a suprimir al otro, dominarlo. Sus colmillos ardían y los sentia al rojo vivo como el hierro que es expuesto al fuego y su lengua estaba sedienta de algo, algo cálido que lo atrajo con un olor dulce, un néctar embriagador.

Todos sus músculos estaban duros y listos para actuar. El otro, el que estaba debajo de él, era todo lo opuesto. Sus piernas largas y blancas eran proporcionalmente exquisitas. El camino que comenzaba en ellas llevaba a la gloria... unas nalgas que tenían engatusadas a sus manos y no podía dejar de apretar; una cintura pequeña que cabía perfectamente en su antebrazo; unos pezones rosados que lamió hasta ponerlos rojos y erectos; su cuello, su cuello lo tenía aturdido, algo tenía que hacer ahí; sus labios chupaban su verga con ansias y sus ojos, aunque cerrados, no evitaban que su rostro mostrara una expresión de satisfacción con cada movimiento.

Su boca estaba bien, pero quería mucho más que eso, lo colocó boca abajo y sumergió su lengua en el néctar que liberaba su entrada. Los quejidos y gemidos que soltaba su, ahora, pareja lo ponían más duro. Tenía sus dudas acerca de si la rústica cama soportaría lo que se vendría. Con sus dedos tanteó la dilatación, introdujo su glande y luego, con una estocada, ingresó todo su pene. Un ardor se hizo presente en su brazo derecho, su pequeño lo había mordido. ¿Cómo protesta o cómo una señal para seguir adelante? Le dio una nalgada como respuesta y castigo.

Sujetó con fuerza las caderas de su contraparte y arremetió sin compasión alguna contra el joven. Escucho un sonido largo pero conocido, la pequeña fiera había desgarrado con sus unas y colmillos las almohadas, por su parte, estaba agradecido de que no fuera alguna parte de su cuerpo.

La tensión era potente de ambos lados. Una mirada al cuello del otro lo hizo inclinarse y atacar. Clavó sus colmillos y un sonido ronco que escaló desde su pecho hasta su boca derrumbó al otro que, en respuesta, abrió las piernas y levantó las caderas. Estaban presos del éxtasis. Fundidos en uno solo.

Liberó la presión en sus dientes y lamió la herida. Una cola blanca y larga se sacudió frente a él y en un movimiento rápido su compañero lo enfrentó. Unos ojos azules como el océano chocaron contra los suyos que eran de un color rojo sangre. El escrutiño no duro mucho ya que Chanyeol volvió a penetrarlo. Cayeron en la cama y Sehun cedió ante la evidente invasión de su cuerpo.

Con la sumisión, los instintos salvajes tomaron posesión absoluta de sus cuerpos. Las entrañas de Sehun apretaban, calentaban y humedecían su pene como si trataran drenarlo. El joven gritaba, sonreía y provocaba con palabras sucias a su alfa.

¿Éste era el mismo chico virginal que se resistió a él minutos antes? No era posible, aunque, ni él podía reconocer sus propios actos. ¿En qué momento se decidió a atacar a un joven y arrastrarlo a una cama? Quería romperlo, ensuciar su boca, marcar su cuerpo y hacerlo suyo.

El chico gritaba sin parar y levantaba sus caderas para acompañar los golpes. Se vinieron con fuerza. El omega se retorció debajo de su depredador y el alfa cayó adormecido sobre su presa pero sin cortar la unión.

Para ambos lo que había sucedido sólo tenía un significado: estaban juntos en esto. Chanyeol se recostó de lado, acarició el rostro de Sehun y lo besó con un cariño, un beso dulce y lento. El omega se aferró al pecho de su alfa y le devolvió el beso.

Era luna llena. Las parejas destinadas están obligadas por el destino a encontrase y unirse en los lugares más inéditos. Ninguno de los dos buscaba, sin embargo, su estadía en esa fiesta y en esa habitación habían sido preparadas desde sus nacimientos.

Estaban esperando por ellos. El sistema de supervivencia de una especie tan poderosa y respetada, como temida. A ellos, a los de su especie, no les gustaba ese nombre porque no era solo sobrevivir, era amor, respeto, confianza, compañía y familia.

Eran dos almas que no podrían vivir solas. Una vez que se encontraban la unión era inevitable.

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