Capítulo 19

Dos días para la boda

La boda de Hope y Vance se realizaría en la residencia familiar de los Harper, en Salisbury. Los tíos de Hope administraban el lugar como una hostería vacacional durante el año, pero debido al gran acontecimiento habían decidido cerrar la hostería a los clientes para recibir a los invitados.

Arden y Rhys habían viajado junto a Idris, quien se había ofrecido a llevarlos. Si el joven percibió la tensión entre ellos, no dijo nada. Era imposible que no hubiera notado las escasas palabras que compartían o como rehuían la mirada del otro, así que Arden estaba agradecida porque Idris había evitado hacer preguntas incómodas y había entablado una conversación con Rhys durante el viaje.

Sophie también había optado por una posición neutral. Al regresar de la visita de su amiga a la mañana siguiente, había encontrado a la pareja durmiendo en diferentes partes de la casa. Mientras desayunaban en silencio, mantuvo un brillo de suspicacia en los ojos y una sonrisa ladeada en los labios.

—Arden, todo saldrá bien, así que relájate un poco —le había dicho al despedirse.

La mediadora también había susurrado algo en el oído de Rhys antes de partir y, aunque se moría de curiosidad, Arden no preguntó de qué se había tratado.

Al llegar a Salisbury, Hope y su familia habían esperado su llegada para realizar un recorrido por el lugar.

La hostería era como un paraíso en medio de la naturaleza. El complejo principal estaba dividido en varias casas de diferentes tamaños con estilos rústicos en medio de un sendero principal. También disponía de una piscina, un invernadero y un lago donde se podían realizar actividades al aire libre, como acampar, pasear en bote, andar en bicicleta o montar a caballo.

La pareja había escogido ese lugar para la boda porque habían pasado muchas vacaciones allí cuando eran niños; además, el ambiente en ese lugar era muy diferente al apresurado y ajetreado Londres. Arden estaba impresionada con el lugar, ¡era tan bonito y pacífico! Detenerse en medio de la naturaleza y respirar en calma, casi cesaba sus incesantes pensamientos.

Al finalizar el recorrido por las áreas principales, Hope los llevó hacia un sendero con una hilera de cabañas.

—Idris, te quedarás con Jude. —Señaló una cabaña con puerta azul—. Llegó hace unas horas, así que debe estar esperando.

—¡Vaya, qué afortunado soy! —respondió con un guiño y una sonrisa—. El escritor taciturno y el bailarín hablador. ¡Tendremos tanto de qué hablar!

Hope respondió su sonrisa con otra burlona, antes de volverse hacia ellos.

—Arden y Rhys, ustedes estarán en la cabaña de al lado —informó—. Es una de nuestras mejores cabañas para parejas.

Ella sonrió, Rhys agradeció y apartaron la mirada.

Hope percibió el ambiente entre ellos, pero tampoco dijo nada, solo les ofreció una sonrisa radiante. Arden lo agradeció sin palabras, porque ya tenía los nervios a flor de piel y los pensamientos en caos.

—Madame Taylor organizó un almuerzo de bienvenida para los invitados —anunció Hope—. Pueden vestir algo semiformal y acudir a la cabaña principal en una hora. —Dicho esto, se despidió.

Rhys le dio la espalda y entró primero a su cabaña. Ella lo siguió y soltó la respiración, resignada a que le tocaría convivir de cerca con Rhys, pues se suponía que eran esposos. Sin embargo, aunque había pensado que estaba preparada, al contemplar la única cama en la habitación Arden sintió que de nuevo le costaba respirar.

Ambos se distrajeron inspeccionando alrededor. La cabaña era como una suite de un piso y tenía dos ambientes: la habitación principal, al final de un pasillo, y una pequeña sala, comedor y cocina en la parte frontal. La decoración era de un estilo rústico, pero el mobiliario lucía de alta calidad. El ambiente era acogedor, aunque el silencio persistía entre ellos, incómodo y denso.

Se prepararon para el almuerzo, sin mediar palabras.

Arden se trenzó el cabello en una larga trenza y se maquilló un poco, tal como Sophie le había enseñado. Luego seleccionó uno de los vestidos que Sophie también había escogido junto a ella, para asegurarse de que fueran acordes al evento, incluso para el día de la boda.

Ella se enfundó un vestido de seda celeste con pequeñas flores amarillas y una hilera de botones en el frente. Se acomodó las mangas bombachas y alisó la falda, que caía por debajo de sus rodillas. Observó su reflejo en el espejo, comprobando que su aspecto fuera correcto.

Cuando Rhys apareció vistiendo un traje de tres piezas azul oscuro, Arden se quedó sin aliento. Su mirada siguió su figura mientras abrochaba los botones de los puños de la chaqueta y abría los primeros de su camisa blanca. No llevaba corbata y eso le daba un aire más casual, pero elegante. Se veía muy atractivo.

Sophie había hecho un maravilloso trabajo al escoger el color de ese traje que combinaba a la perfección con sus ojos y cabellos castaños.

—¿Estas lista?

Arden reaccionó y lo miró; sus ojos eran serios y apacibles. Ella asintió.

Cuando llegaron a la cabaña principal, Arden esbozó una sonrisa antes de entrar y Rhys acortó la distancia entre ellos, colocando una mano en su espalda, en lugar de tomar su mano. Arden se obligó a ver al frente.

Madame Taylor se encontró con ellos en el salón. Rhys elogió la decoración y la mujer se deshizo en sonrisas, contenta de verlos. Hope se acercó después; estaba preciosa con ese vestido de seda azul que se pegaba a sus curvas y hacía brillar su piel morena. Ella realizó las presentaciones pertinentes: primero a sus padres, que lucían como una pareja muy elegante, pero que eran tan amables como su hija; después, al resto de sus familiares y amigos.

La familia de Vance era más pequeña: solo eran su padre y un par de tías y primos. Su padre tenía un estilo más casual y relajado, y se podía ver en su rostro que estaba orgulloso de su hijo, pero, más que nada, que lo amaba.

Ambas familias parecían ser opuestas, pero se llevaban bien y se trataban con respeto. Cuando Arden estudió los hilos de colores entre ellos, apreció que eran sólidos y brillantes. Todas las personas en esa habitación estaban unidas entre sí por algún vínculo especial.

Arden vio a Jude e Idris entre los invitados; estaban de pie en una esquina y hablaban con calma. También reconoció algunos rostros, como los de las damas de Hope o de los amigos de Vance que habían asistido a la clase de baile.

Aunque no había tantas personas como había imaginado, a Arden le estaba costando recordar nombres o entablar conversaciones de forma casual, pero intentó que su incomodidad no fuera visible.

Al contrario, Rhys era cálido con todas las personas. Él era educado al hablar, sonreía de manera encantadora, se reía de las bromas, respondía con elocuencia y escuchaba. Cuando hablaba con alguien de verdad escuchaba, no aparentaba hacerlo; era como si toda su atención estuviera puesta en esa persona, y la gente lo notaba, por eso se acercaban a charlar con él.

Aun así, nunca ignoró a Arden ni fingió indiferencia. Al contrario, era educado al presentarla y la incluía en la conversación con naturalidad. También la ayudaba a responder las preguntas personales sobre su relación o su matrimonio. Y le sonreía; era su sonrisa de siempre, y Arden casi podía pretender que todo estaba bien entre ellos.

Rhys conversaba con una de las tías de Hope, Meg Harper, cuando él se excusó para traerles unas bebidas. Sonrió a la mujer y acarició su mano antes de marcharse; Arden se estremeció, aunque sabía que estaban interpretando un papel. Era una demostración de cariño que se esperaba de una pareja de recién casados, y el gesto no pasó desapercibido.

—Tienes mucha suerte de que sea tu esposo —comentó Meg con una ligera sonrisa—. Son tan diferentes como el día y la noche, pero se complementan.

Arden pestañeó.

—¿Nos complementamos?

La mujer asintió.

—Él sonríe, tú sonríes. Él te mira, tú lo miras. Él responde una pregunta, tú continúas la respuesta —explicó—. Solo... deberías relajarte un poco más.

Y ahí estaban de nuevo: palabras similares a las de Sophie. ¿Qué era lo que otros veían que ella no? ¿Qué estaba pasando por alto?

El tercer momento especial en la relación de Hope y Vance, la primera vez que se habían dicho «te amo», había sido en esa misma hostería, en una de las vacaciones de verano, durante una fogata entre amigos.

Varias horas después del almuerzo de bienvenida, Rhys y Arden se reunieron con Idris, Jude y las damas de Hope en la zona de camping de la hostería. Kaia, quien conocía muy bien la hostería que sus padres dirigían, guio su camino hacia una zona desierta en medio del bosque junto al lago.

—Fue aquí —dijo, mirando alrededor—. Lo recuerdo bien porque celebramos mi cumpleaños en esa fogata.

Arden lo sabía —estaba escrito en el expediente—, pero necesitaban su ayuda para definir los detalles mínimos. Los detalles eran importantes, sobre todo en este último momento que rememorarían. Aquello podría significar la diferencia entre que su plan saliera bien o mal.

Kaia había traído consigo globos, luces de colores y otros artículos con los que había decorado ese mismo lugar el pasado. Todos se dividieron las tareas: Jesse y un amigo de Vance encendieron la fogata; Kaia y las otras damas se encargaron de las bebidas y los bocadillos, y Rhys estaba ayudando en la decoración, así que Arden y Jude quedaron rezagados.

Arden giró y caminó hacia el lago. Sus ojos escanearon la orilla, hasta que encontró un par de botes de remos atados a un árbol. Se acercó y soltó uno, intentando empujarlo hacia el agua sin mucho éxito. Se sorprendió cuando Jude apareció y la ayudó; entre los dos pudieron conducir el bote de madera hacia la orilla.

—¿Cómo lo supiste? —la pregunta de Jude fue inesperada. Ella lo miró, ladeando la cabeza—. ¿Lo del bote?

Arden no se apresuró a responder. Según el expediente del amor, en medio de la fogata, Hope y Vance habían dado un paseo por el lago en un bote de remos y, bajo la luz de la luna y las estrellas, se habían dicho que se amaban. Había sido un momento íntimo, solo de ellos. Muy pocos parecían saberlo. Arden no podía decirle que había sacado la información de un expediente del amor.

—Hope me dijo —mintió con un encogimiento de hombros.

Jude no le creyó, pero no insistió.

El atardecer estaba cayendo y ambos regresaron a la zona de fogata, siguiendo un sendero. Arden se sentó sobre una roca y buscó a Rhys: estaba junto a Idris, guindando unas luces como cordeles entre los árboles. Estaban hablando e Idris se reía en voz alta.

Una sensación incómoda se instaló en el estómago de Arden. Esta vez, la emoción no fue desconocida, la había experimentado a través de los sujetos de sus misiones. No podía engañarse: estaba un poco celosa.

Idris era hermoso, con ese rostro de bebé, los grandes ojos verdes y sus labios voluptuosos. Tenía una figura muy refinada y era amigable. Él podría causarle celos a cualquier mujer. Además, entre todo el grupo de amigos, Rhys había congeniado mejor con Idris.

Arden se preguntó de qué podrían estar hablando o por qué se reían tanto. Ella no hacía reír así a Rhys, o quizás reía así cuando él la provocaba. De cualquier forma, ella no era la mujer más divertida. Sarcástica y precipitada sí, pero no divertida o elocuente, mucho menos ahora que se mantenían alejados casi por un acuerdo tácito.

No hablaron de esa noche. Arden pensó que él la confrontaría como siempre, pero Rhys solo se distanció, dejándola confundida. ¿Debía confrontarlo? ¿Pero qué diría? ¿Que no podía dejar de pensar en su beso? ¿Que había arruinado su control y revuelto sus emociones?

Arden ya no se sentía indiferente. Tenía que aceptar los hechos y las consecuencias.

Rhys la había besado, y ella a él. Y no es que estuviera prohibido; de hecho, no existía una regla que prohibiera las relaciones entre emisarios, pero tal vez estaba implícito que no debían existir relaciones románticas entre compañeros y, por ello, Arden había escuchado de alguna pareja. Después de todo, los emisarios eran muy neutrales con sus sentimientos y su tacto era frío. ¿Sería posible que otras parejas sintieran tensión entre ellos? ¿Qué es lo que hacían al respecto? ¿Qué hacían si algo salía mal?

—Estás diferente hoy.

Arden se sobresaltó y el hilo de sus pensamientos se perdió. Jude estaba a su lado, apoyado contra un árbol y con los brazos cruzados.

—¿Disculpa?

Él continuó como si Arden no hubiera hablado:

—Siempre eres muy observadora, con esa mirada seria y profunda. Pero hoy estás distraída.

Sus miradas se encontraron y Arden creyó que se estaba burlando de ella, pero su expresión era inescrutable. Aunque intentara fingir indiferencia, sus ojos la desafiaron.

—No es cierto.

Hubo una larga pausa. Arden desvió la mirada, incómoda. Había algo en Jude que la hacía sentir muy consciente de sí misma. ¿Si se levantaba y se alejaba, sería de mala educación?

—No te agrado, ¿verdad?

Ella fingió no escucharlo.

—¿Quieres saber mi teoría?

Aquello llamó su atención. Además, se sentía muy infantil seguir ignorándolo.

—Somos muy parecidos —explicó—. Nuestras personalidades no son las más brillantes. Somos callados y reservados. Y estar cerca, nos hace darnos cuenta de nuestras propias carencias, por eso te sientes incómoda conmigo.

Arden no respondió porque eso implicaría admitir que tenía razón. Su deducción tenía sentido y ahora entendía su recelo hacia él.

—Así que está bien si no quieres hablar —continuó—. Pero si quieres...

Jude se encogió de hombros y pateó una roca con la punta del pie. Parecía estar a punto de alejarse y Arden debió tener un minuto de locura, porque lo detuvo.

—No sé cómo sentirme con respecto a algo y eso me confunde mucho.

Él la miró.

—¿Puedo saber con respecto a qué?

Arden tragó con fuerza. Los demás estaban lejos, así que nadie escucharía su conversación.

—Rhys me besó.

La expresión de Jude, siempre inexpresiva, se volvió confusa, e inclinó la cabeza hacia un lado.

—Pero es tu esposo.

Arden titubeó al reparar en su error. Estaba considerando la idea de huir o fingir un desmayo cuando Jude se adelantó.

—¿Acaso tuvieron un matrimonio arreglado?

—¡Sí! ¡Sí, es eso! —se apresuró a decir ella—. Éramos más como compañeros, sin sentimientos, pero ahora hay tensión y él me besó.

—¿Y eso te hace sentir incómoda? ¿No te gustó?

Arden tragó saliva y sintió que su rostro se calentaba. Jude emitió una suave risa. El sonrojo empeoró. La respuesta era obvia.

—¿Entonces cuál es el problema? ¿Por qué no darle una oportunidad? —preguntó Jude—. Él luce como un buen hombre y es evidente que le interesas.

Arden sabía las razones, pero no podía decirle la verdad porque él no lo entendería. Como emisarios, no podían compartir su naturaleza con los humanos; sin embargo, intentó ser honesta:

—¿Y si algo sale mal?

—Si comienzas pensando que saldrá mal, entonces saldrá mal —teorizó Jude.

Sus miradas se encontraron.

—¿Sabes, Arden? Cuando era pequeño, mi naturaleza era pensar demasiado en cada cosa que sucedía en mi vida, en especial mis emociones y sentimientos. Mi madre solía decirme que dejara vivir a mi corazón un día a la vez. Es un buen consejo que podrías seguir. Si vives tus emociones un día a la vez, quizá tu corazón no tenga tanto temor, ¿no crees?

Arden reflexionó acerca de sus palabras. Sintió una sensación cálida y agradable en su pecho; quizás le había conmovido su consejo o que se hubiera quedado a escucharla.

—Gracias —murmuró, esbozando una pequeña sonrisa—. No eres tan malo como pensaba.

Jude correspondió con otra sonrisa sutil.

—Tú tampoco. Solo tienes que relajarte un poco.

«Relajarme», pensó. «Es la tercera vez que me lo dicen».

Volvieron a quedarse en silencio. Jude miró alrededor y Arden siguió su mirada. El cielo resplandecía con estrellas, pero las luces decorativas y la fogata iluminaban la zona del camping.

—Se ve tal como lo recuerdo —murmuró.

—¿Estuviste en la fogata?

—Por supuesto. Siempre estábamos juntos —explicó él—. Tenemos muchos recuerdos compartidos aquí, en Londres, y en Inverness.

Arden reconoció la nostalgia en su voz y no pudo evitar hacer la pregunta:

—¿Estás feliz por la boda?

Jude tardó en responder. En ese momento, Hope y Vance llegaron a la fogata. La risa alegre de la mujer inundó el ambiente y contagió a los demás.

Arden y Jude observaron a la pareja, de lejos. Él también sonrió.

—Estoy feliz, si ellos están felices. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top