Capítulo 13
Nueve días para la boda
Celebrarían el cumpleaños de Hope en una de las cafeterías temáticas más reconocidas de Londres. El dueño era amigo del padre de Vance, por lo que no tuvieron problemas para reservar el lugar, a pesar de su popularidad. Madame Taylor y su equipo se encargarían de la decoración, simulando la fiesta de cumpleaños del pasado. La mujer estaba tan emocionada luego de que Rhys le contara cómo pensaban recrear el primer encuentro entre ellos, que había llamado a la madre de Hope para conocer más detalles de la dichosa fiesta de cumpleaños.
Rhys llegó temprano a la cafetería para ayudar con la decoración y asegurarse de que Vance estuviera preparado para su interpretación. Arden llegaría después porque Sophie se había ofrecido a llevarla a comprar un vestido para la fiesta. Su compañera no se sintió particularmente entusiasmada con la idea, pero tampoco se atrevió a aplacar el entusiasmo de la mediadora.
En ese momento, él estaba sentando en una terraza, viendo cómo Vance tocaba los suaves acordes de Stand By Me. Aunque Vance no quisiera admitirlo, era muy bueno con el violín; tal vez no fuera un prodigio, pero Rhys detectaba su habilidad para tocar el instrumento, que debía provenir del talento innato de su padre con la música. Quizá Vance se había equivocado, y la música también habría sido una buena carrera en su vida.
Mientras escuchaba la melodía, Rhys no podía evitar pensar en la noche anterior. Recordó la silueta de Arden bañada por la luz de la luna y la tranquilidad que había sentido en ese momento, incluso aunque su corazón había golpeado con fuerza en su pecho. Ella realmente lo había sorprendido.
Arden no era una mujer que necesitara compañía para sentirse protegida o calmada. Ella prefería su soledad y sus pensamientos silenciosos; callar, no hablar. Era opuesta a él, pero esta vez no lo había dejado fuera. Mientras estaba sentado a su lado, escuchando esa canción que hablaba sobre amistad y amor, Rhys se había sentido especial. Nunca se había sentido así en ninguna misión cuando era emisario. Pero cuando estaba al lado de Arden, Rhys se sentía...
—¿Rhys? —la voz de Vance lo hizo reaccionar. Se miraron—. ¿Qué te pareció?
—Es maravilloso —dijo con una ligera sonrisa—. Hope estará sorprendida. Sé que lo disfrutará.
Vance correspondió su sonrisa y se pasó una mano por el cabello ondulado, echándolo hacia atrás. Luego murmuró algo entre dientes mientras revisaba el violín, pero Rhys no lo escuchó, aunque le pareció que era algo sobre las cuerdas.
—¿Arden no vendrá? —inquirió Vance.
—Sí, solo está un poco retrasada.
—Cualquiera diría que ya estás acostumbrado a que una chica siempre se tome su tiempo —comentó Vance—. Por cierto, ¿cuánto tiempo llevan casados?
Rhys titubeó un segundo, aun cuando sabía la respuesta. Arden y él había ingeniado una historia sencilla entre ambos, por si las personas preguntaban; sin embargo, la pregunta lo tomó desprevenido. Era extraño hablar sobre un matrimonio que no existía hacía una semana.
—Tenemos un año de casados. Nos conocimos por amigos en común. Fue amor a primera vista —recitó todo de memoria.
—¿En serio? ¿Amor a primera vista? —inquirió Vance, cruzándose de brazos—. No es una crítica ni nada, pero Arden parece más del lado reservado y práctico. No imaginé que fuera una romántica y creyera en el amor a primera vista.
«Y no lo hace», pensó Rhys.
—Tienes razón —admitió con una suave risa—. Quizá no fue tan amor a primera vista de su parte, sino más bien de la mía, y tuve que perseguirla por meses.
Vance rio.
—Son la primera pareja de recién casados que conozco que no se comporta como una —comentó—, aunque eso no significa que no se amen. Hope piensa que son una linda pareja.
Su corazón se aceleró, pero Rhys mantuvo su expresión neutra.
—Gracias. Arden puede ser difícil a veces, pero también es maravillosa —dijo y creyó cada una de sus palabras.
—Eso no lo dudo. Conozco a alguien que me recuerda mucho a ella y es una persona extraordinaria.
La expresión y la voz de Vance tenían un rastro de nostalgia y calidez. Rhys inclinó la cabeza hacia un lado, interesado en saber más detalles, porque estaba seguro de que no hablaba de Hope. Sin embargo, una chica del equipo de Madame Taylor interrumpió su conversación, diciendo que alguien estaba buscando a Vance.
Vance se marchó y Rhys se quedó pensando en su conversación.
¿Acaso sospecharía que su matrimonio no era real? ¿Otras personas también lo harían, solo porque no se comportaban como recién casados? De cierta forma, tenía sentido: él había observado el inicio del amor de muchas parejas y esos primeros momentos siempre se caracterizaban por momentos llenos de romance.
Quizá debía discutir eso con Arden, aunque estaba casi seguro de que ella no sería muy colaborativa al respecto.
Rhys consultó la hora en un reloj en la pared. La fiesta estaba comenzando. Los invitados seguían llegando, pero aún no había rastro de Arden. Incluso Hope ya estaba allí.
Salió de la cafetería en el mismo instante en que Arden se bajaba del auto de Sophie. Uno de sus pies trastabilló al verla, pero no le importó; no podía apartar la mirada. La visión frente a él lo dejó sin palabras.
Sophie había dicho que convertiría a Arden en una dama con clase, y lo había conseguido. No había habido algo mal con ella antes, pero Arden la emisaria, que solo usaba un traje negro y que no le interesaba su estilo, era muy diferente a esta mujer, que se veía alta y estilizada con un vestido blanco, corto y bordado con pequeñas flores azules; su cabello estaba recogido en una coleta alta que hacía que sus pómulos altos y sus ojos resaltaran en su rostro.
Estaba radiante.
Había un nuevo brillo en ella que Rhys ni siquiera estaba seguro de que ella notara; sin embargo, los otros sí lo percibían. Varios pares de ojos giraron en su dirección, pero fue a él a quien ella buscó. Rhys sintió simple y pura satisfacción masculina mientras la observaba acercarse.
¿Tendría una expresión boba en el rostro? No le sorprendería.
—Te ves muy linda —dijo, y tragó con fuerza.
Los ojos de Arden eran de un suave color avellana, grandes y muy expresivos, y en ese momento había un atisbo de incertidumbre en ellos.
—¿No es mucho? —murmuró, insegura.
Rhys se permitió mirarla de arriba abajo, de nuevo, y sonrió para sí mismo. Nunca había considerado con seriedad qué lo atraía de una mujer, pero, en ese momento, se consideraba un fan de sus piernas largas y bien torneadas, que nunca había visto.
—No, eres perfecta —las palabras salieron antes de que pudiera detenerlas, pero no le importó. Era cierto, y estaba cansado de callar lo que quería decir.
—Tu también te ves bien —respondió ella con murmullo apresurado.
A Rhys le pareció que se sonrojaba, pero no estuvo seguro porque se apresuró a entrar en la cafetería. Rhys sonrió y fue tras ella.
Subieron juntos a la terraza donde se desarrollaría la reunión. Madame Taylor había hecho un trabajo exquisito al decorar el lugar con un estilo moderno, juvenil y acogedor. Había flores de colores, luces guindando de finos cordeles y globos con helios.
Los invitados estaban repartidos entre los muebles de colores que ocupaban las esquinas, en la pequeña pista de baile central o en la barra de bebidas.
Hope se acercó a saludarlos con un abrazo. Si a Arden le incomodó el contacto, no lo demostró. Incluso esbozó una sonrisa antes de entregarle una pequeña caja de joyería con un listón de regalo; seguramente Sophie la había ayudado a conseguirlo.
—Gracias por venir —dijo Hope con una sonrisa radiante—. Vengan, quiero presentarles a mis damas de honor.
Hope les presentó a cuatro mujeres: dos eran sus mejores amigas; las otras, sus primas. Jesse, una de sus amigas, saludó a Rhys con un beso, muy cerca de la comisura de los labios, y un guiño. Rhys retrocedió, acortó la distancia con Arden, y ubicó una mano detrás de su espalda para guiarla hacia un sillón libre. Hope se sentó con ellos, mientras le contaba a Arden sobre la última prueba de su vestido. La joven estaba feliz; su personalidad siempre entusiasta y transparente.
Lo que le sorprendió a Rhys fue que Arden no se sintiera cohibida a su lado; al contrario, parecía haberse acostumbrado a Hope. Él percibía las diferencias entre ellas, pero, de alguna forma misteriosa, hacían una buena combinación.
Hope estaba intentando convencer a Arden de que la acompañara a la última prueba del vestido pero, de pronto, se quedó muda. Su rostro pasó de la perplejidad a la emoción en un instante. Entonces, se levantó y corrió hacia la entrada de la terraza.
Rhys miró en su dirección e inspeccionó al hombre que Hope apretaba entre sus brazos. Aunque les asombró la reacción de la mujer, nadie lo demostró; ni siquiera Vance. Había una sonrisa de cariño en sus labios cuando se acercó a ellos.
—¿Te sorprendí? —le preguntó a su novia.
Hope se alejó del recién llegado y les dirigió una mirada suspicaz a los dos.
—Ustedes... —comenzó, intentando contener una sonrisa—. ¡Sabía que me estaban ocultando algo! —Luego, miró al otro hombre—. Creí que irías directo a Salisbury para la boda.
—No me perdería tu cumpleaños por nada —dijo el desconocido, acariciando el cabello de Hope.
Rhys entrecerró la mirada, analizando ese repentino encuentro. Otros invitados también se acercaron al trío y saludaron al hombre con familiaridad, así que Rhys dedujo que debía ser un familiar o un amigo muy cercano; incluso sus mejores amigas lo trataban con confianza.
Al cabo de un rato, Hope regresó con ellos, sin dejar escapar a su acompañante.
—Chicos, él es Jude Foster —lo presentó—, uno de nuestros mejores amigos.
Rhys sonrió y compartió un breve saludo amistoso con él, pero estudió cada movimiento.
—Jude también vivió en Inverness —agregó Vance, rodeando a su amigo con un brazo—. Era nuestro vecino e iba a la escuela con nosotros. Nos conocemos de casi toda una vida.
Los tres amigos compartieron una sonrisa y continuaron su ronda de saludos con el resto de los invitados.
Poco después, una de las amigas de Hope, Jesse, tomó un micrófono y empezó a leer el programa que habían preparado. Ella parecía ser el alma de las fiestas, por lo que Rhys no se sorprendió de que estuviera encargada de animar el evento. Vance había mencionado algo sobre eso, ya que su interpretación con el violín sería la última.
A su lado, Arden se distrajo mirando la pista de baile, pero Rhys continuó lanzando miradas disimuladas hacia los tres amigos que también miraban el show. Hope estaba conmovida, se notaba en su cara. Vance estaba feliz de que su novia estuviera feliz y Jude...
Rhys no podía descifrar las emociones en su rostro, pues su expresión era serena, pero inescrutable. Muy controlada. Como no lograba percibir las emociones de sus vínculos, no estaba seguro de lo que Vance sentía. Sin embargo...
Cerró los ojos y, al abrirlos, visualizó los hilos de colores con puentes entre ellos.
Había pensado encontrar un hilo de Philia —blanco—, de amor entre compañeros, pero, en su lugar, había uno azul: Storge, el amor fraternal. Hope, Vance y Jude compartían un vínculo más profundo que la amistad, uno que había madurado a un amor familiar. El hilo era sólido y brillante y tenía una cuarta bifurcación que no estaba atada a ninguno de los invitados.
«¿Quién es esa cuarta persona?». Rhys estaba dándole vueltas al asunto, cuando anunciaron la interpretación sorpresa de Vance. Jesse pidió que todos los invitados se reunieran alrededor de la pista de baile y llevó a Hope al centro. Cuando la novia vio que Vance aparecía con el violín, comprendió todo de inmediato.
—¡No puede ser! —Rio, nerviosa y contenta—. ¡Es el mejor regalo!
Se acercó y le dio un sonoro beso en la mejilla antes de que empezara a tocar. Todos guardaron silencio cuando la suave melodía del violín empezó a mezclarse con el viento. El rostro de Hope era un poema: sus ojos eran brillantes; su sonrisa, amplia. Estaba tan emocionada que se encontraba al borde de las lágrimas.
Alrededor de ellos, los invitados también estaban disfrutando de la presentación. Rhys contempló cómo las parejas se abrazaban o besaban, compartiendo la emotividad del momento.
Rhys despegó la mirada de los novios y se fijó en Arden, de pie frente a él. No pensó antes de actuar, solo rompió la distancia y colocó las manos en sus caderas. Arden se tensó y le dirigió una mirada breve sobre el hombro.
—¿Qué estás haciendo? —murmuró.
—Solo imito a los otros —respondió él.
Observó cómo ella lanzaba miradas disimuladas a las otras parejas y sonrió cuando pareció aceptar que tenía razón. A pesar de su reticencia, Rhys envolvió sus brazos alrededor de su cintura y atrajo su espalda contra su pecho.
—Cálmate —susurró en su oído—. Se supone que somos esposos.
Arden se mantuvo tensa por varios segundos, pero poco a poco se relajó. Rhys se acostumbró a su calor, a su aroma sutil a fresas, a la suavidad de su cabello, a la forma perfecta en la que sus cuerpos encajaban, a la solidez de su piel bajo sus dedos. Abrazó su cuerpo con más fuerza para asegurarse de que fuera real.
Y disfrutó de cada instante, porque todo era perfecto: la manera tan especial en la que Vance estaba interpretando Stand By Me para Hope de forma tan especial, la recreación de ese recuerdo tan nostálgico y único del pasado, el atardecer que caía despacio sobre sus cabezas y teñía las atmósfera de romance e ilusión, la compañía de los amigos más cercanos, Arden en sus brazos...
¡Todo era tan perfecto!
Hasta que una de las cuerdas del violín reventó y golpeó el rostro de Vance.
Y entonces todos terminaron en el hospital.
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