2- Al costado del mar

-relato corto-

Al costado del mar estábamos sentados.

Te pedí que me acompañaras por un momento, buscando ese sitio de tranquilidad.

Casi de inmediato accediste. Y entonces me pregunté, ¿Qué razón podría haber?

El sonido del agua llenaba el ambiente y se volvía como música para mis oídos. La brisa despeinaba mis cabellos, los tuyos también sufrieron el mismo destino.

Risas. Es un poco gracioso.

Los momentos de caminatas suelen ser reflexivos, sentarse y charlar no tiene otra definición más que la que se sobrentiende; hablar largo y tendido.

Me hablaste de tus preocupaciones, tú oíste las mías.

Me expresaste tus más sinceros deseos, yo hice lo mismo.

Un intercambio justo, y una retroalimentación certera.

Estamos en sintonía. En particular me gusta mucho estas ocasiones así, tú me aconsejas, me sonríes y me mimas. Yo sucumbo ante la amabilidad y gentileza, puesto que aspiro a ser como tú. Asimismo, me sorprende, que a veces necesites ser aconsejado. A mi punto de vista es irónico, sin embargo, luego caigo en la realidad.

Que incluso al costado del mar, sentados hablando y reflexionando, tú también quieres ser escuchado.

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