Capitulo 7
Colette se despertaría... Tranquila, sin miedo a diferencia de muchas otras veces. Al abrir los ojos, vería al chico que tanto quería atrapándola entre sus brazos.
Edgar era todo lo que necesitaba y lo tenía a su lado... Escuchaba a lo lejos la alarma que le avisaba la hora de levantarse.
–Edgar...– diría Colette despertandolo delicadamente.
–¿Qué pasa?– preguntaría el chico bastante somnoliento.
–Tenemos que ir a trabajar...
–Oh, cierto– respondería Edgar dándole un último abrazo y levantándose.
Ambos se levantarían, Colette sentiría algunos mareos, pero preferiría no decir nada.
–¿Estás bien?– preguntaría Edgar
–Si, si, todo bien... Un pequeño mareo.
–¿Segura?
–¡Si! No te preocupes.
–Está bien– diría dándole un beso en la mejilla–. Vamonos.
Ambos se dirigirían al trabajo. Se irían al mostraron y esperarían a que llegarán los clientes.
–¡Edgar!– gritaría un poco molesta Bibi entrando a la tienda.
–¿Ahora qué pasa?– preguntaría el chico.
–"¿Qué pasa?" ¡Nunca llegaste! Ya van como tres veces que me dejas plantada.
–Oh, lo siento, tuve cosas que hacer.
–¿Qué cosas?
–Pues...– voltearía a ver a la peliblanca, quien lo miraba un poco nerviosa–. Estar con Colette.
–¿Con Colette?– preguntaría Bibi con disgusto–. ¿Preferiste estar con esa cosa que con nosotros?
–Si.
Bibi lo miraría un poco molesta.
–Con el tiempo te darás cuenta de los que si valen la pena– diría la chica saliendo de la tienda.
–¡Hace rato que me di cuenta!– responde Edgar.
Pasaron varias horas y Colette tuvo que ir a hacer algunas cosas a la bodega. Mientras Edgar estaba solo, entra otra persona.
–Hola, Edgar.
–Hola, ¿Cómo estás?
–¡Bien! Aunque ayer no viniste a la fiesta.
–Disculpa, tenía cosas que hacer...
–Y esas cosas que hacer... Son Colette, ¿Verdad?– preguntaría Fang con una sonrisa.
–Puede ser...
–Mira Edgar, tú puedes salir con quién quieras. Soy tu amigo, yo te quiero ver feliz.
–Gracias– respondería Edgar con una sonrisa–. Desde ayer somos novios...
–¡Qué bien! Deberíamos ir a festejarlo.
–Oh, sería una buena idea, pero no quiero que hagan sentir mal a Colette, ya sabes cómo son.
–De eso no te preocupes, hermano. Invitaré a gente que yo sé que sabrán comportarse, además, no será tan grande, solo una pequeña reunión para festejarlo.
–Muchas gracias, Fang.
–No agradezcas... Por cierto, te dije que iba a hablar con Brock ¿Recuerdas?
–Ah, si ¿Cómo te fue con eso?
–Pues, se lo tomó bien, creo... Ya sabes, realmente lo único que quería es ganar la apuesta, le dije que ya no molestara a Colette.
–Genial.
–Bien... ¿Te parece si el viernes hacemos la reunión en tu casa?
–Claro, que sea sorpresa para Colette, ¿Va?– dice Edgar.
–Bien, tú trae a Colette y nosotros organizamos lo demás.
Fang se salió de la tienda, luego de un rato Colette volvió con unas cajas.
–Oh... Déjame ayudarte– diría Edgar levantándose de su asiento y cargando las cajas.
–Gracias... ¿Vino un cliente?
–Ah no, vino Fang.
–Oh, ¿Y qué tal?
–Pues, bien– respondería Edgar con una ligera sonrisa–. Se tomó muy bien lo nuestro.
–¡Genial!– diría Colette un poco emocionada.
–Oye... ¿El viernes quieres salir a algún lugar después del trabajo?
–Claro, sería un gusto.
Ambos terminaron su jornada y cerraron la tienda. Cómo siempre Edgar acompañó a la chica a su casa, luego se despidieron.
–Nos vemos mañana, Colette– diría Edgar.
–¡Nos vemos!– respondería la chica abrazando al pelinegro.
–Te quiero– dijeron ambos al mismo tiempo, luego se dieron un beso y Colette se metió a su casa.
Colette se preparó la cena y se puso a ver la televisión un rato, para luego acostarse esperando ansiada volver a ver a su novio.
–Es lo más bonito que he visto en mi vida– diría Colette, luego se durmió.
Pasaron los días, Colette y Edgar se veían diariamente en el trabajo y a cada rato se abrazaban y besaban, realmente disfrutaban plenamente la compañía del otro. Pasó toda la semana y finalmente llegó el viernes
El amanecer llegó, los rayos del sol golpearon la ventana de la peliblanca. Al levantarse de la cama volvió a sentir algunos mareos.
–¿Qué está pasando?...– diría Colette mientras esperaba a que se fueran los mareos.
Luego, continuó con su rutina, bañarse, cambiarse, desayunar y luego dirigirse al trabajo, dónde la esperaba como siempre aquel chico.
–Buenos días, Colette.
–¡Buenos días!– diría la peliblanca abrazando a Edgar.
–¿Cómo amaneciste?
–Bien...– respondería Colette ocultando lo que había pasado al levantarse–. ¿Y tú?
–Yo amanecí muy bien, con ganas de tenerte entre mis brazos...– respondería Edgar.
Ambos continuaron con su trabajo. Faltando una hora para que terminara su turno, recibe mensajes de su amigo.
–Edgar.
–¿Qué pasa, Fang?
–Ya está todo listo para la reunión ¿Van a venir cuando termine el trabajo?
–Si, ahorita vamos... Muchas gracias.
–Por nada, aquí los esperamos, ¡Adiós!.
Edgar esperaba pacientemente que llegara la hora de terminar el turno.
Cuando llegó el momento, ambos se dirigieron directamente a la casa de Edgar, lo cual le pareció algo extraño a la chica.
–¿A qué vamos a tu casa?– preguntaría Colette.
–A por unas cosas...
–Oh, ya veo, de acuerdo.
Ambos siguieron caminando hasta que llegaron finalmente, Edgar abrió la puerta y ambos entraron.
–Felicidades– todos los invitados gritaron al ver llegar a la pareja.
–¿¡Que pasa!?– preguntaría Colette bastante sorprendida.
–Edgar me contó que tú y él estaban saliendo... ¡Así que decidimos festejarlo entre nosotros!– respondería Fang.
No era una fiesta grande, pero habían varias personas, alrededor de diez invitados.
–¡Muchas gracias!– diría Colette con una mezcla de pena y emoción.
Apenas llegaron, empezaron a platicar, comer, beber, jugar a distintas cosas, etc.
–Muchas gracias, Fang– le diría Edgar a su amigo.
–Te dije que no es nada, somos amigos ¿No?
–Claro– responde Edgar con una sonrisa.
En la otra parte de la casa, estaban varias chicas platicando, entre ellas Colette.
–¡Hacen muy bonita pareja!– diría Piper.
–¿En serio?– preguntaría emocionada Colette.
–¡Si! Se ve que si se quieren– respondería Piper.
–Mmh, ¿Y desde hace cuánto se conocen?– pregunta Bea.
–Oh, pues desde que yo me metí a trabajar en la tienda de regalos... Aunque era un poco amargado.
–Oh, no es sorpresa en Edgar, jaja.
Todas las chicas se empezaron a reir.
–Jaja, aún así lo quiero, ¡Y mucho!
–Esperamos que les vaya muy bien, mucha suerte, Colette.
Todos siguieron divirtiéndose, obviamente no iba a faltar el alcohol, ni mucho menos iban a faltar las borracheras...
–¡Vamos, solo un traguito– gritaba Rosa acercándole una copa a Colette.
–Ya saben cómo me pongo...– responde entre risas la peliblanca–. Vamos a terminar todos borrachos.
–¡Eso es lo divertido! ¡Vamos!– diría en voz alta Shelly.
–Como son malas influencias– diría Edgar también riéndose.
–Dale, Edgar... ¡Una al año no hace daño!
–Mmh, supongo que tienen razón.
La fiesta ya estaba por terminar, y la mayoría de personas ya no estaban en sus cinco sentidos.
Continuaron un poco la reunión hasta que todos se tuvieron que ir, quedando totalmente solos Edgar y Colette. Pasó el rato y ambos se fueron a la habitación del chico.
–¿Disfrutaste la fiesta?– decía Edgar mientras se acostaba al lado de Colette.
–¡Si!...hip... Estuvo increíble.
–Siempre terminas borracha, jaja.
–Jaja, no te preocupes, solo un poquito.
–¿Te digo algo?
–¿Que pasa?– pregunta Colette.
–Cada segundo que paso contigo, me enamoro todavía más.
Las palabras del chico hicieron que la chica sintiera una profunda felicidad.
–No sabes lo feliz que me haces, Edgar...
–Y tú a mí, me encantaría estar todo el día contigo...
–Te quiero tanto, Edgar– diría Colette dándole un pequeño beso en los labios.
–Y yo a ti, Colette...– diría Edgar dándole un apasionado beso, el cual duraria bastante tiempo–. Tus besos saben cómo a... Alcohol, jaja.
Ambos se empezaron a reir, pasó el rato y finalmente ambos se durmieron, Colette se acurrucaba en él chico, Edgar simplemente acariciaba la cabeza de su amada.
"Quisiera estar en tus brazos hasta el último día de mi vida"
Fue lo último que se escuchó en la habitación.
___________________________________________
Hasta aquí el capítulo, ojalá lo hayan disfrutado.
¡Nos vemos! 🫂
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top