Capítulo 7: Dancing Queens
Un DJ, algo de papel de colores, esferas disco heredadas desde la era de que los Bee Gees eran la banda pop del momento, y alumnos de todos colores, géneros y clases en sus mejores ropas; sin duda, el comité había logrado organizar un baile digno y decoroso para los estándares de su escuela.
Claro, esa era la teoría: ¿la práctica? Siempre existían algunos grupos de solitarios que en su vida se verían parados en un evento así: aquello era para los bellos, los hermosos, los prósperos o los afortunados.
Mas por una noche, Dalia lo era.
Más o menos.
—Me siento un poco tonta —la morena dijo en lo que se acercaba a la entrada del gimnasio, modificado como salón de baile para la noche.
—¡Ah no vieja! —reclamó Harry tomada de la mano de Dalia, menos como gesto de afecto y más para que no se pierda—. ¡Ya me la pase tratando de ponerla guapa, ahora se aguanta!
Y no había hecho un mal trabajo en realidad: le soltó el cabello, le puso un vestido negro y unos zapatos de tacón alto; le favoreció también el maquillaje (bendito sean los tutoriales en YouTube) y sin sus gafas se podía ver una señorita elegante y hermosa.
El problema es que la señorita elegante y hermosa sin sus gafas no podía ver más allá de su nariz.
—¿De cuánto es la graduación de tus lentes, de todas formas? —Harry preguntó.
—Todavía han debate en la comunidad oftalmológica sobre si cae en las escalas actuales o si se debe inventar una nueva.
—Igual que con los resultados de enfermedades venéreas de mi abuelo.
—¿Nombres? —indicó un alumno del último grado a las puertas del recinto.
—Oh, claro, claro —Harry comentó—. Mire, somos Ariana Grande y Kyle Jenner: nos anotó en la lista el señor Mark Zuckenberg, él es nuestro Sugar Daddy y... ¿y lista? ¿En serio estás buscando? —comentó al encargado—. ¡Es una escuelucha pública! ¡No el Studio 54!
—S-sólo necesito ver su credencial.
—Claro, claro. ¿Dalia, querida, haces los honores?
—Aquí tiene.
—Eso... es un cupón de descuento para el tratamiento de callos en los pies en una clínica en el centro —señaló el encargado con el documento entre manos—. Y expiró hace siete años.
—Pues es una lastima porque con una noche usando estos zapatos no me caería mal un masajito —dijo Harry entre-buscando en las cosas de su bolso —. ¿Qué tal esta?
—¿Tu segundo nombre es Jagoda?
—Es un viejo nombre familiar.
—¿Tú familia te odia?
—¡No, tú familia te odia y la mía también! —Harry reclamó avergonzada—. ¡Y es un nombre duro! ¡Significa "Chupala forro"!
—De hecho significa "baya" o "fresa", dependiendo del contexto —Dalia comentó con su vista postrada en su celular.
—¡Ah, pero eso sí lo puedes ver!
—Pueden entrar —les indicó el encargado—. Sólo ya no me hablen, por favor.
—¡Ah, mira! ¡Es justo lo que me dicen mis abuelos cada año en sus cumpleaños! —Harry exclamó.
Tan pronto como ingresaron, sus ojos se ocuparon buscando a Jo y/o a Jeremy, esperando que la rubia no hubiera resultado herida para ese punto por la verdad. Pero temías sobre qué pasaría si es que no era así.
No obstante, también debía cuidar de alguien, y cuidarse de alguien.
—Sólo espero que Jeremy tenga al menos un poco de sentido del honor —Harry murmuró—. No es fácil pasar por lo que pasa, no son tan insensible para no comprender, pero... p-pero, ¿Dalia? ¿Qué carajos haces?
—Me estaba sirviendo algo de ponche.
—Eso no es ponche, es limpiador para pisos.
—Oh... eso explica el sabor a limón...
—¿¡Quién carajos deja el limpiador de pisos en la mesa del ponche de todas formas!? —Harry exclamó oliendo con sutileza aquel liquido para comprobar su naturaleza—. ¿¡Y dónde está el ponche, a todo esto!?
—Lo juro, estos líquidos para limpiar cada vez están más rebajados —declaró el conserje, limpiando los baños del edificio C en aquel justo momento—. Aunque el aroma a ponche de frutas es nuevo.
En lo que alejaba cualquier otra substancia que pudiera confundirse con un jugo cual si se estuviese cuidando a una bebé curiosa sobre botellas de veneno de colores brillantes, Harry también echó un vistazo a su alrededor, esperando que se notase el rostro de Jo: sonriente o no, eso ya sería algo que trataría en su respectivo momento.
Por lo pronto, lo vital era encontrarla: era cual buscar una princesa en un castillo.
El gran detalle es que primero debía de tropezar con muchos goombas.
—Hola, Harry —un cierto pelirrojo llamó a su nombre.
—Hola O'Brien, hola... eh, espera: ¿alguien te invitó al baile? ¿De verdad?
—¡Oh, ella! —contestó el muchacho—. ¡Es sólo una vieja amiga, nada más, tú no te fijes!
Pues ni tan vieja era la amiga; alta, piel bronceada, cabello avellana y ojos grises. Una figura que toda modelo de Instagram envidiaría, y unos labios carnosos y brillantes.
E incluso no vestía mal; nada más de echar un ojo, aquel vestido entallado que ostentaba debía valer más que su guitarra, y ni hablar de los zapatos. Parecía ser una clásica sugar baby y...
—¿De dónde conoces a esta amiga, O'Brien, por cierto? —Harry preguntó.
—Oh, p-pues de la clase de artes manuales.
—Estoy segura que muchas "artes manuales" has practicado sólo pensando en ella. Pero... vamos, ¿en serio? ¿No se ve un poco mayor para un novato?
—Quizá, ¿pero no es eso un feo prejuicio? ¡Tu amiga está saliendo con alguien mayor también!
—No creo que sea lo mismo; no me preguntes por qué, sólo siento que no cuenta igual.
—¡Eso es tan injusto! ¡Y tú lo sabes! —O'Brien chilló indignado—. Estamos en un nuevo siglo: las viejas ideas se están erosionando y creo que debemos estar listos para abrir nuestras mentes hacía una nueva realidad. No podemos seguir teniendo estos dobles estánd--
—¿Me vas a pagar ahora o después? —aquella acompañante preguntó.
—¡Después, después, ya te lo había dicho! —O'Brien se apresuró a contestar.
—Mejor dejaré a la feliz pareja por su cuenta tratando de saldar precisamente eso —Harry comentó, tratando de no reír (demasiado) y un poco sorprendida que él pudiera costar una chica de tan buen ver (aunque fuera de seguro por sólo un par de horas).
En todo caso, finalmente los divisó; haciendo su entrada triunfal, y con buena parte de los asistentes posando su atención a la feliz pareja, llegaron Josephine y Jeremy, vestidos como si fueran a posar para la portada de la revista People.
Si bien en una edición con el subtitulo "un gran secreto revelado" escrito debajo de la fotografía.
—¡Oh, Jo! —exclamó a la distancia Harry, buscando paso entre varios compañeros de los distintos clubes de los cuáles Jeremy formaba parte—. ¡Oh, Jerry, amigo! ¡Qué maravilla el poder verlos al fin!
—¡Harry! —la rubia exclamó dichosa, extendiendo sus brazos para ofrecerle a su amiga un abrazo—. ¿Qué haces aquí?
—Vine con una compañera.
—¿Una compañera? ¿O sea que...?
—¡No, no! ¡A mí no me van las chicas! Pero, ¿es algo malo el venir y destruir los roles tradicionales de género y toda esa palabrería de mierda que dicen tanto en Tumblr?
—Oh... supongo que eso está bien. ¿Dónde está tu cita en todo caso?
—Está ahí —Harry señaló
—¡Ah, ya la veo! —Jo sonrió—. ¿No es la chica lista de tu clases de biología y química?
—Es una mente brillante: como pocas veces se han visto o se verán en este país.
—Parece que está mordiendo las hojas de una maceta.
—Es... parte de su nuevo experimento.
—¿Cómo se llama el experimento? —Jeremy preguntó.
—Se llama "no experimentó tanto como tú en el campamento de verano"...
—¿Dijiste algo, Harry?
—Dije que tengo que ir a ayudarla porque es algo grande lo que planea... entre ello, el evitar envenenarse sola —Harry comentó, casi partiendo su ser en dos para postrar una mirada en Jo y la otra en Dalia—. Ya regreso, ¿de acuerdo? No se pierdan de vista ni se encierren en el closet...
—No, en serio: ¡¿Qué dijiste?!
—¡Ya vuelvo!
Ella logró evadir algunos colegas de clubes más de Jeremy, de pasó escuchó la jugosa discusión entre O'Brien y su cita (una cita que reclamaba que no aceptaba pagos tan grandes en monedas, no importa cuantos domingos el pelirrojo tuvo que ahorrar) y finalmente alcanzó a evitar que su acompañante diera una mordida más a esa ensalada improvisada que estaba disfrutando.
—¡Para ya, Hiedra Venenosa! —le indicó—. Que lo único venenoso pueden ser estas hojas.
—¡Ay, ya sabía yo que ninguna ensalada iba a saber tanto a clorofila! —replicó la morena.
—Eres... la persona lista más tonta que he conocido —Harry pensó queriendo decirle a Dalia.
Queriendo, aclaro; pero no de hecho llevando tal acción a cabo. Su atención se requería en otra parte.
—En realidad... se ve feliz —Harry murmuró, notando una enorme sonrisa en el ya de por sí bello rostro de Jo.
Sí: tenía sentido. A darle un par de años, y Josephine no tendría problema alguno para ser una de las estudiantes más admiradas y queridas de todo Hopewell High. Por lo menos la labor de relaciones públicas ya se estaba llevado a cabo con gran aceptación.
—Hay algo que no me has dicho —Dalia comentó—. Francamente ya ni sé cómo preguntarlo. O si es que debo de hacerlo en absoluto.
—¿Te refieres... a lo del asunto de esos dos? ¿J y J? —dijo Harry, asintiendo con sus cejas arqueadas—. No es algo que por mí cause muchos problemas, o siquiera que me interese. Pero no me corresponde juzgar a nadie, y lo digo de modo sincero, no como esos cristianos santitos que dicen "yo no juzgo a nadie" cuando en realidad sabes muy bien que CLARO que te juzgan en silencio. No me toca a mí revelar la verdad. Eso es un asunto entre Jeremy y Jo, porque además...
—Muy bonito —interrumpió la morena—. Pero quise decir, ¿dónde carajos pusiste mis lentes?
—¡Oh, ya, ya te los doy! ¡Qué ni de chiste me la voy a pasar evitando que te caigas en una sanja o que inventes el ponche sabor limpiador de limón en el proceso!
Harry buscó en su bolso las gafas de su acompañante y no tardó en entregárselas; de poco servía el haberle hecho un makeover si la nueva bella del baile no podía ver a la nueva bella del baile frente al espejo.
—Gracias.
—De nada Dal. De nada.
Dalia tomó un espejo compactó de un bolso que en turno Harry le había prestado; por fin podía ver cada detalle de su apariencia nueva por aquella noche con justo la debida atención merecida. Harry sonrió, un poco por gusto, otro tanto por pena al ver una dicha total iluminando el rostro de esa jovencita a su lado.
—No esperaba que supieras hacer esto.
—¿Qué? —Harry preguntó.
—Arreglar gente; es decir, tienes una imagen de chica dura y rockera. No es lo que imaginaba de ti.
Harry resopló, rascando un costado de su mejilla con ligeras energías.
—La gente se deja llevar mucho por las apariencias —aseveró—. Hay más en mí... para el caso, hay más en ti de lo que los ojos dejan ver.
—En especial ahora que puedo ver más allá de mi lesiones oculares de nacimiento.
—¿Me disculpas? —Harry preguntó con una mano detrás de su cabeza—. N-necesito aclarar un asunto. No tardo, ¿vale?
—E-esperaba que f-fueramos a bailar al menos un poco.
—¿Eh?
—¡Es b-broma! ¡Vamos, yo espero! —la morena declaró en un tono que no se sentía tan de broma.
Harry le sonrió una vez más a Dalia (a sabiendas que ahora sí podía notar tal gesto), y se adentró una vez más entre el mar de gente y los ruidos del sonido del DJ.
Pero no le gustaba ser la portadora de malas noticias... vale, usualmente sí (en especial cuando es un mensaje de la familia de Odessa para un deudor y ella podía quedarse con lo que hubiera en los bolsillos del pobre diablo al que tendrían que desaparecer), pero no Josephine; ella no merecía tal desencanto. ¿Y la apuesta? Oh, eso pondría a Harry adelante en la carrera, y sin embargo, este asunto era diferente. Un tema aparte. Por primera vez, sintió que podía ganar, y pero no lo deseaba.
Tampoco hacía fácil el recorrido aquellas luces que hacían parecer a Jo un ángel más allá de lo normal; un cabello deslumbrante que casi podía sentir que antiguos poetas griegos llamarían hilos de estrellas doradas. Y ojos azules llenos de esperanza e ilusión, cual vitrales de la más hermosa capilla jamás edificada.
Y Harry traía en sus noticias un martillo listo para hacerlos mil pedazos. Vandalismo emocional.
Incluso escuchó su nombre.
—Harry... Harry...
Pero no era la dulce y femenina voz de la rubia la que entraba de frente a sus oídos; sino más bien el cobarde y tibio llamado de un muchacho muy atribulado.
—¿Quién llama? —la chica preguntó.
—¡Harry! —exclamó Jeremy.
La sorpresiva aparición del chico hizo tropezar a la joven, y se hubiera dado un duro golpe contra el piso de no ser que él la sostuvo colocando una mano en la cadera y la otra en la nuca.
Justo en ese instante, la música del DJ se detuvo.
https://youtu.be/sqgW-2orQQg
—¡Ay, lo siento! —se excusó el músico por aquel inconveniente silencio—. ¡Desconecté esto por error! —señaló a su equipo.
Lo volvió a enchufar, reanudando la pista de audio, y la atención de todos los asistentes pasó de esos dos, a de nueva cuenta, la música (y a quedar bien con su cita para tal evento, claro está).
Excepto en un caso.
—¡Jo! —Harry exclamó como si hubiera visto un fantasma o a un agente aduanero con un perro policía —. ¡N-no es lo que parece!
La rubia se cruzó de brazos, y la alegría en su cara se transmutó en una expresión tan dura como un muro de grava y ladrillo, y con el mismo colorido del gris de una superficie mal acabada.
—Oh... Harry... Jeremy —dijo con rigor poco escuchado de su parte—. ¿Entonces... es así, eh?
—¡Para nada! ¡No tienes idea de qué estás... viendo! ¡Vale, sí fue pero no fue! —Harry contestó con la claridad de alguien armando un rompecabezas a ciegas—. ¡Es que él me instigó y...!
—Querida, querida, querida —dijo Jo, callando la verborrea de su amiga con el simple pose de su dedo indice por encima de su boca—. ¡Es broma! ¡Sólo quería hacer una de esas escenas de dramas de película!
—Oh, oh, c-claro, s-sí —Harry tosió por un segundo—. ¿Tipo, "no es lo que parece" cuando en realidad es justo lo que parece?
—Así mero —Jo sonrió, deleitada de vivir algo digno de un buen drama—. Debes agradecer a Kolob que no soy celosa.
—Para nada... lo siento amiga por, em, pues ponerme así.
—¡Está bien! —Jo abrazó a Harry mientras le contestaba—. Igual, no me ocultarías algo así sobre los dos, ¿no es así?
—Claro que sí —pensó—. Claro que no —contestó.
—Oye, quisiera hablar con tu amiga, Jo, si no es mucha molestia —Jeremy interrumpió.
—Oh... ¿sucede algo acaso?
—Todo —Jeremy pensó—. Nada en especial —terminó por replicar—. P-pero verás... necesito su ayuda.
—¿Necesitas ayuda de Harry? ¿DE HARRY? ¿Esta Harry? ¿Mi Harry?
—¿Podrías fingir no estar tan sorprendida? —la aludida sugirió.
—Es que... ella...
—...Jeremy me dijo que estaba pensando en contratar una banda en vivo para el próximo baile —Harry saltó al ruedo con el conjunto de palabras más o menos coherente que su cabeza había fabricado al momento—. Este DJ es medio corrientito...
—¡HEY!
—¡Oh, en el fondo lo sabes! —la chica le gritó al encargado de la música.
—¿Es... verdad eso, Jeremy?
—Sí; todo lo que ella dijo —el muchacho contestó—. No me pidas que lo repita palabra por palabra, pero es la pura verdad.
—Bueno, está bien, los dejo solos, pero no tarden: y si me vas a poner el cuerno al menos me honra que sea con mi mejor amiga.
Harry se llevó del antebrazo a la cita de Jo a uno de los pasillos, lo suficientemente lejos del bullicio del baile para poder hacer preguntas importantes y de mayor envergadura.
—¿Eso fue broma, verdad? —Jeremy cuestionó—. ¿O lo dijo en serio?
—Ay mira, ya ni sé: soy mujer y ni yo carajos entiendo a mi maldito género; pero eso lo trataremos en otra ocasión.
—¿Así que, eres músico?
—¡Eso no! —gritó, por un segundo agradeciendo que la música de la pista del baile eclipsó su voz más allá de los muros del pasillo—. ¡Pero... buscame como "Harry Jet" en redes sociales varias si quieres contratarme!
—Lo tendré en mente.
—Ahora... ya en serio y con la publicidad echa de lado por un momento... Jeremy. Amigo, ¿puedo llamarte amigo?
—No.
—Pues te aguantas —Harry asintió, colocando sus dos palmas juntas—. Amigo, entiendo que debes tener mucha presión, así que seré breve: SÉ UN PUTO HOMBRE Y HABLA A JO CON LA VERDAD ANTES QUE SE ILUSIONE DE MÁS.
Harry esperó una respuesta inmediata; quizá de miedo, quizá de enojo, quizá la huida de un cobarde. En su lugar, él se quedó plantado frente a ella, con su mirada apiñada hacía la suya. No estaba habituada a voluntades tan sólidas para confrontar como la de ella misma.
Y sin embargo, ese chico bonito, delicado, bello, en su rostro bien cuidado reflejó una dureza: parecía veterano de una guerra que sólo él conocía.
—¿Fui... muy dura? —Harry preguntó, apoyando su espalda en la pared—. ¿Muy grosera? No sería la primera vez que me dicen eso: maestros, familiares, gente del censo...
—No. En realidad no —Jeremy por fin respondió con un rostro liberado de gestos—. Y para el caso: tampoco sería la primera vez que alguien me dice eso.
—¿Qué cosa?
—Que sea un hombre.
Harry tomó aire; de pronto ese pasillo se sentía muy angosto.
—Puedo imaginarme lo que te han dicho, y no de la manera más amable posible —ella aseveró—. Siento ser muy ruda al respecto.
—Decir que está "bien" sería ir muy lejos; pero lo entiendo. Entiendo que quieres proteger a tu amiga, y no: no me han dicho eso en el mismo contexto que tú. Tienes razón. Tú sí; el ser hombre para ser honesto, sincero; eso de verdad es comportarse como alguien digno.
—Hablar es fácil. O al menos es más fácil que el actuar.
Jeremy asintió; concedió derrota ante tal verdad, y no la iba a rebatir.
—No puedo... Harry. Lo siento, de verdad... fue un error el aceptar su invitación. No puedo hacerlo; ni siquiera he podido decirlo de mis propios labios sólo para mí. Tú tuviste la "suerte" de descubrirlo.
—No me dejas opción; si tú no eres honesto con mi amiga, tendré que serlo yo.
—Haz... haz lo que tengas que hacer.
Harry bajó su mirada y caminó de regreso a la pista de baile, albergando un poco de esperanza que Jo viera la cita con Jeremy como un asunto pasajero y nada más.
—...entonces al tercer hijo, si es varón, pensé en "Brigham", y si es niña, "Jayleen" —Jo comentaba a lado de la mesa de bebidas a la cita de Harry por aquella noche.
—¿De verdad crees que eso va a pasar? —Dalia preguntó.
—¡Cierto! ¡De seguro él también tendrá nombres en mente!
N/A: Damos y caballeras, gracias por leer y seguir esta historia una vez más. Siete episodios, el número de la suerte, y espero que sean mis amuletos y recomienden esta obra con más gente porque la verdad no sé qué carajos más hacer para medio darle promoción al libro.
En fin, la pregunta de la semana: ¿Nombres para futuros hijos? O en su defecto, ¿gatos, perros, celacantos
Shalom camaradas.
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