Capítulo 5: Rata Madrina

Jo aprovechó la tarde del día del baile de bienvenida para buscar entre tienda y tienda del centro comercial un vestido ideal para la ocasión, y Harry, un tanto a regañadientes aceptó acompañarla.

Y no es que esta última se sintiera fuera de lugar; con tal de salir de una multa o una sentencia mayor, sabía muy bien que pocas cosas ayudaban como verse bien en el atuendo indicado para poner a tu favor la no siempre moral balanza de la justicia.

No: su actitud tenía un origen distinto. 

Lo diferente claro, no era que supiera datos que podrían poner en problemas a alguien más, sino que sentía el pesar de que una de las afectadas, para variar, le importa. 

—¿Qué opinas Harry? —Jo preguntó.

—¿Disculpa? —meneó su cabeza.

—Te estaba preguntando que qué opinas sobre este —la rubia indicó con un vestido por encima de su figura.

—Oh... sí, sí, eh... ¿está bien?

Jo tenía que insistir un poco más, y esperaba de Harry un mayor esfuerzo para fingir fervor (bien sabía que de ella no podía esperarlo de manera natural y legítima). 

—¿Te lo pondrías tú?

—Oh, cariño; si yo tuviera tu cuerpo, me pondría todo. Es más, creo que de hecho no me pondría nada. En absoluto.

—¡Harry, por favor! —susurró Jo con el rostro colorado.

—¿Qué? ¿Una ya no puede dar un halago a una dama?

—Hablo en serio Harry —Jo declaró, cubriendo su figura con el atuendo entre manos—; no quiero lucir toda fachosa o que piensen que soy una campesina o algo así.

Ese era un temor legítimo; Jo había nacido y vivido gran parte de su vida en las Provincias del Oeste: inclusive en su hablar se notaba un ligero acento de vaquerita que nunca había notado hasta que se mudó a Toronto, y una vez que se lo señalaron, siempre parecía querer morderse la lengua cada vez que sentía que emergía de más. Se volvió tan consciente de su forma de hablar que ahora solo se asomaba cuándo Jo perdía la compostura. Algo que por su propia personalidad, significaba que ya no se escuchaba demasiado.

—Tienes clase; y tu modo de ser un cierto encanto... una especie de encanto... encanto... 

—No digas campirano —Jo la interrumpió.

—Vale, no lo diré: lo que iba a...

—Tampoco "campestre".

—Bueno, ya... es solo que...

—Ni rústico, bucólico, agreste, rural, agrario, labriego...

—¡Nena, no conozco ni la mitad de esas palabras! —Harry exclamó al borde del desespero—. ¿Qué carajos es bucólico? ¿Lo que se inyecta en el botox?

—Eso es butólinico.

—¡Eso lo será tu abuela! ¡Y en todo caso yo no soy el enemigo aquí!

Jo bajó su rostro y suspiró.

—Es verdad; lo siento, me estoy impacientando con algo que solo debería ser diversión.

—¿Los bailes se supone que son divertidos? Porque solamente calificarían así si incluyen las palabras "Magic" y "Mike" en la ecuación.

—Será un interesante modo de celebrar el cumpleaños 18, pero en todo caso... ¿qué color te gusta más?

—Oh, Jo, Jo: sabes que eso de colores y mezclas y todas esas cosas no es lo mío.

—Vamos Harry, te necesito.

—¡No soy de todo esto tan girly y delicado!

—Una opinión no te matará.

—Pero...

—¡Vamos amiga, por favor!

—¡Vale! ¡Mira! ¡Tienes una complexión muy veraniega, lo que es típico de las chicas de ojos claros y cabellos rubios como lo eres y a veces envidio eso! Pero dejando fuera asuntos futiles de inseguridades físicas que no vienen al caso, si fuera por mí, si estuviera empleada en este sitio y te viera entrar, lo primero que sería es decirte que te recomendaría un color pastel o algo neutral bajos tonos rosas o azules celestes. Quizá una coloración lavanda podría servirte; también siento que lo mejor sería evitar el negro y el naranja: esos no te harían nada de bien y queremos que luzcas aquí. Ahora, no tengo que repetirtelo porque lo han hecho albañiles indiscretos en la calle, pero debo señalar que tienes mucho busto, ¿has pensado en un escote halter? Es un diseño que enmarcaría muy bien tu figura, pero si no te gusta, podría funcionar algo con tirantes para favorecerte pero tendría que ver la tela para que no resulte muy molesto y... Jo, ¿qué pasa? ¿Por qué de pronto tu mandíbula está en el piso?

—N-no, nada es que... eh... g-gracias, pero creo que un "luces linda en rosa" hubiera bastado.

—¿Te... molesté?

—N-no, en absoluto —Jo agitó su cabeza, con el colorado de sus mejillas radiando todavía más—. Es que no pensé que fuera un área en la que tuvieras mucho conocimiento.

Harry sonrió entre la dicha y la pena.

—Puede ser, pero a decir por mis padres y maestros, nadie nunca espera que tenga áreas de conocimiento, en general.

—Igual, muchas gracias: ahora sé que sabes esto, y me lo dices porque quieres ayudarme.

—¡Sí! ¡E-exacto! —Harry replicó con el habla entre-cortada—. ¡Y-yo... yo te d-diría si supiera algo en especial!

Jo no puso demasiada atención; esta se encontraba enfocada buscando un atuendo que le deleitara la pupila.

Tras encontrar uno, se apresuró a ir a la zona de vestidores: entre tanto, Harry se sentó cual marido impaciente con su mujer. Pero era más ansiedad que impaciencia la que recorría sus venas.

—¡D-dame eso! —recordó a Jeremy gritar con aprensión, arrebatando un panfleto de su mano, aquel día tras detención.

—No pasa nada; no pude ver que era —Harry contestó.

—¿De verdad?

—De verdad.

—¡Bien!

Jeremy caminó rebasando a Harry, pensando que se libró de preguntas impertinentes. Vaya que era obvio que no la conocía aún.

—No tiene nada de malo —ella le dijo.

Jeremy se detuvo por completo.

—¿De qué hablas? —preguntó mientras volteó hacía ella con lentitud.

—Que en sí mismo, eso no importa: no es la gran cosa —Harry agregó, dando pasos hacía el encuentro del muchacho—. No en estos días.

—O al menos no debería de serlo.

—Oh... entonces, ¿si sientes identificación con...?

—¡No! ¡No fue lo que quise decir! —Jeremy gritó, a la defensiva como ratón acorralado—. ¡E-es...!

Al ver batallar con explicaciones que todavía no daba siquiera, Harry le arrojó un salvavidas:

—¿Para el amigo de un amigo?

—Mira... yo... como una figura conocida de la comunidad de Hopewell, tengo muchas obligaciones; y algún día quisiera lanzarme como presidente estudiantil: para ello, b-bueno, es c-cosa de tratar de entender a todos los alumnos de todas razas, orígenes...

—¿...orientaciones sexuales?

Jeremy calló por unos segundos; con cada respiración, con cada nueva bocanada de ese denso aire, sentía que envejecía un año de vida.

—No tiene nada de malo —Harry agregó—. De verdad: que te guste...

—No lo digas...

—...es incluso un tanto simple para los estándares de hoy en día: mi compañera de la clase de arte es trans y, ¿a quién le importa si va sentada o de pie ahí a miar en el baño?

—¡Podrías ser más discreta! —dijo la voz de una chica baja y morena emergiendo de la puerta del sanitario—. ¡Soy más que solo una postura para el sanitario!

—Sydney...

—¡Acabó de salir del baño pero soy más que ir al baño! —agregó la jovencita—. ¡Soy fan del hip-hop francés!

—El francés es muy meloso para mí, pero eh: cada quién lo suyo.

—¡Oh, más vale que te retractes de ese comentario, connard de merde

 —Nos vemos Syd: siempre es un placer.

Aquella chica partió tras poner sus auriculares y disfrutar de la música de Akhenatton, y los dejó solos de nueva cuenta, frente a frente.

—Hablando en un escenario hipotético —Jeremy comentó tras aclarar su garganta—. ¿No es malo, cierto? ¿Esa parte es verdadera o estoy en un error?

—Francamente me importa un carajo —Harry replicó encogida de hombros—. Pero...

—¿Eh? ¿Pero?

—No te conozco; no sé qué tan buena persona seas. He oído cosas geniales de ti, eso sí, y todos parecen amarte: maestros, chicos, todos por igual. Esa fama la debes de tener por algo. Lo que no estaría bien, y no sería de una "buena persona" sería que ilusionaras a alguien más que quizá deja volar su imaginación más de lo que debería.

Jeremy sintió un grueso nudo en la garganta; la honestidad sin duda parecía estorbarle en aquella cavidad, y se le dificultaba tanto escapar como el volver a esconderse.

—¿Te refieres a tu amiga, verdad?

—¿A quién más? —Harry le dijo.

—Sería sólo una cita inocente; ni siquiera eso. Un tonto baile, ¿acaso importa?

—A ella sí; y si a ella sí, a mí también. Y no te parecía un "tonto baile" cuando lo andabas promocionando.

—¡Es diferente!

—Quizá sí. Quizá no. Me importa un cacahuete. ¿Pero Jo? Ella me importa un mundo.

Jeremy cerró un poco su postura, ladeando el ángulo de su torso para evitar seguir viendo directamente a Harry.

—¿Tú amiga es de las que se ilusionan mucho?

—Harry... ¡Harry! —Jo trajo de vuelta a su amiga al momento—. ¿Qué te parece?

—¿Uh? ¿El vestido?

—¿No parece muy de novia? —la rubia comentó con sonrojo—. Aunque bueno, con suerte, algún día podría ocurrir: cosas más raras han pasado.

—C-claro: cosas más raras, retorcidas, desviadas...

—¿Dices algo, Harry?

—N-no... eh... sí, bueno, sólo hay que mantener la mente abierta pero los pies en la tierra.

—Pues igual, no me convence de todo —dijo tras dar una vuelta—, deja me pruebo otro.

En lo que regresó al vestidor, Harry siguió remembrando aquella conversación.

—Ella... ve las cosas de un modo demasiado idealista—recordó decirle a Jeremy en los casi desiertos pasillos de la escuela.

—Yo mismo me metí en este problema, ¿no? —el joven contestó—. Y...

—No puedo decirle a nadie que salga del clóset ya o en un momento en particular; entiendo que eso no sería justo para ti, y eso en última instancia es tu decisión. Pero mi amiga no tiene que sufrir.

—Sufrirá igual si cancelo la cita, ¿no?

—Es muy llorona, pero lo superará.

—¿Y tú... le dirás?

—Si no se lo dices tú para el día de la cita, tendré que hacer el trabajo sucio yo; no me gusta, no lo voy a disfrutar, no tengo ilusiones al respecto, pero lo haré.

—No sabes lo que es. No tienes derecho a juzgarme.

Jeremy respiró hondo: dio media vuelta, y se marchó sin responder más. La advertencia había sido hecha, ya el tiempo indicará si él iba a actuar, o le tocaría a Harriet hacerlo.

—¿Y... este? —Jo salió del vestidor una vez más.

El vestido era de un rosa pálido con unos bordes blancos; apenas rebasaba la rodilla, y sus zapatos eran de un tono crema que hacía un clic muy notorio con cada paso que la rubia dio.

—Es bonito —Harry asintió—, pero creo que es más bien cosa de la chica que lo usa.

—Gracias —contestó Jo sonriente, acomodando su ondeante cabello hacía sus costados.

—Pero... quería decirte que...

—¿No se me ve muy mal la cintura, verdad?

—P-para nada —Harry rascó su nuca—. Te queda bien esto. Te queda bien todo.

—Cuando dicen que te queda bien todo, es que no te queda bien nada.

Harry cumpliría su promesa, pero vaya que esperaba el no tener que llegar a ese punto; las malas noticias se tienen que dar, pero apesta el que la responsabilidad recaiga en los hombros de alguien que no tiene sentido de responsabilidad en otros aspectos de su vida.

Pero quizá le ayudaría entender que Jeremy no mentía de todo en su argumento: no era fácil encontrarse en su posición.

—¿Tienes algo de que hablarnos, jovencito? —Joel, el padre del muchacho le indicó en la mesa, con toda la familia Liebmann reunida para la cena en el comedor.

—Eh... tengo una cita para el viernes, para el primer baile de la temporada.

—Hijo —la madre, Golda, interrumpió—. Por favor: sabemos que te castigaron.

En ningún momento Jeremy pudo alzar su mirada para poder siquiera sentir que ponía algún tipo de oposición o defensa; no podía tolerar el ver los ojos de sus padres decepcionados, o el de su hermana, Rachel, disfrutando el no ser la persona regañada para variar.

—¿Y bien, Jeremy? —su padre dijo, a sabiendas que el uso de ambos nombres era señal de completa solemnidad y autoridad—. ¿Qué fue lo que ocurrió?

—M-me... m-me metí en una pelea.

—Habla fuerte por favor, hijo.

—Me metí en una pelea.

—¿Podemos saber la razón? ¿O acaso fue por una tontería?

Había un motivo, de eso no cabía duda; Jeremy no iba a dejar que alguien cuestionara una parte tan fundamental de su ser.

—¿Y qué te pasa, niño bonito? —recordó la voz de su hostigador tras una pequeña reunión del comité de bienvenida escolar—. ¿No es un tanto...?

—¿Un tanto qué? —replicó a aquel chico.

—¿Un tanto afeminado? ¿Esto del baile? ¿No es una mariquera barata?

—No uses esa palabra por favor —le advirtió.

—¿Qué? ¿Ahora es políticamente incorrecto decir las cosas como son?

—No se trata de eso: sólo por favor, no vuelvas a usar esa palabra aquí.

Aquel sujeto se le acercó para confrontarlo; torso alzado y al frente, ceño fruncido, soltó una simple cuestión en una voz tan gruesa como hostil.

—¿Por qué? —susurró—. ¿Qué harías?

—¿Hijo? —el padre llamó su atención, notando el breve lapso de distracción en la mirada del adolescente.

—No papá... no mamá: la verdad... es que no hubo un buen motivo; fue por una tontería sin importancia.

—Eres un buen muchacho, Remy —la madre habló con un tono más compasivo que el del patriarca de la familia Liebmann—. En verdad que sí, y la mayor parte del tiempo no haces más que hacernos sentir a tu padre y a mí orgullosos.

—Sin dudas, hijo —Joel reconoció con sobriedad.

—Has hecho muchos méritos para forjarte un buen futuro; ir a una buena universidad, conseguir un buen empleo... casarte con la chica correcta.

—¡Mamá! —Jeremy reclamó—. ¡F-falta para eso!

—¡Ay, lo sé, lo sé! —Golda replicó apenada—. ¡Pero una madre judía hará lo que una madre judía debe de hacer! ¿Entiendes, no?

—Em... sí, sí entiendo mamá —Jeremy contestó, no entendiendo realmente.

—El caso es que, espero que sea la última vez que te vemos en un problema así, ¿entendido? —el padre advirtió, sonando más afable y conciliador.

—Entendido.

—Ahora... lo sé, soy un fastidio —la madre comentó—. Pero dijiste que tenías una cita para lo del viernes, ¿no es así?

—Eh, s-sí, sí la tengo mamá. Es... es muy hermosa.

Los padres se vieron entre sí, sonrientes y de nuevo recobrando un cierto sentido de orgullo; no podía ser más opuesto que lo que la mirada caída de Jeremy patentizaba.

Pero el tener una pareja y el ser feliz no tenían porque ser asuntos relacionados. 

N/A: Gracias por leer. Volvemos después de un receso de 2 semanas tras asistir a Pixelatl, y luego les contaré qué ocurrió ahí, ando un tanto emocionado al respecto, pero eso es harina de otro costal.

Por lo pronto, la pregunta de la semana... ¿por qué los padres rompen tanto los huevos con lo de tener pareja? ¿O sólo son los míos?

Shalom camaradas.

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