Capítulo 26

—¿Olivia está lista? —le pregunto a Karla una vez que la veo salir de su habitación. Anoche luego de leer las cartas, no pude dormir. Me siento una basura al haberme ido, dejándola sola, haciendo que su vida se convierta en un infierno. Ella no se merece nada de lo que le pasó y de lo que le está pasando.

Siempre soñaba en que nuestros caminos se volverían a cruzar, pero nunca creí que realmente sucedería. Ahora, que la vuelvo a ver, hubiese deseado que no fuera de esta forma.

—Ya está vestida, está terminando de arreglarse el pelo. Puedes pasar si quieres. —sonrío agradecido y me acerco a la puerta del dormitorio. Abro un poco y veo como ella tararea la misma canción que ayer mientras se arregla el pelo y el maquillaje. Termino de abrir la puerta y ella, al notar mi presencia voltea.

—Hola. —sonrío y me acercó a ella. Se tensa y sonríe.

—Hola. —dice suavemente.

—¿Lista? —miro alrededor del cuarto y todo está perfectamente ordenado. Vuelvo mi mirada y descubro que me estaba observando atentamente. Aparta la vista rápidamente y sigue haciendo lo suyo.

—Algo así. Mi pelo es un desastre y no sé cómo arreglarlo. — lo acomoda frustrada y sonrío.

—Estás hermosa. —ella me mira a través del espejo y un rubor se hace presente en sus mejillas. Agacha la cabeza y no me responde.

—Antes de entrar al cuarto, escuché como tarareabas una canción. La misma de ayer, ¿Cómo se llama? —pregunto y ella mueve sus ojos como intentando recordar y hace una mueca de dolor.

—No lo sé. Lo tengo en mi cabeza desde que desperté. Pero no recuerdo cómo se llama. —hace una mueca.

—Si me lo cantas capaz sepa cómo se llama. —ella ríe y niega con la cabeza.

—Me da vergüenza. —me acercó aún más y ella voltea. Quedamos uno cerca del otro, da un paso hacia adelante y cuando creo que me quiere besar, la puerta se abre haciendo que nos separemos.

—Olivia ¿Estás lista? —pregunta Karla y parece no haber visto nada. Ella asiente y salimos del cuarto.

Luego de despedirnos de Federico y que ella le agradezca por todo, salimos del hospital y nos subimos a mi auto. Todo el camino voy concentrado en lo que estaba por pasar en el cuarto. Miro por el espejo retrovisor y descubro que ella me estaba mirando. Aparta su vista para dirigirla a la ventana.

Prendo la radio por miedo a que los rápidos latidos de mi corazón se hagan oír por todo el auto. La canción de Oasis se hace escuchar y Olivia abre los ojos impresionada.

—¡Ése ése! —habla sonriendo. Río y ella empieza a tararear Wonderwall.

Aparco frente a su casa y ellas bajan. Las sigo y Karla me hace pasar. Olivia mira a su alrededor como si nunca hubiera estado ahí. Siento mucha impotencia al verla así. Es su casa, donde vive su mamá, donde ella vivía y no recuerda absolutamente nada.

Una señora de unos cuarenta y tantos baja las escaleras con una taza en la mano y una bata envolviéndola. Ella ya sabe lo ocurrido con Olivia. Apoya suavemente la taza sobre la mesa y Olivia la mira sonriendo.

—Hola. —dice ella—. Me llamo, Olivia.

Le tiende su mano y la señora temblando la toma.

—Lo sé, soy tu mamá. —Olivia abre los ojos—. Me llamo,

Cielo.

Dice ella. —Tuve mucho miedo de que no volvieras a casa.

Olivia se acerca y la abraza.

Agustina Brusco

—Creo que tenemos muchas cosas qué hablar. —dice Olivia y Cielo dirige su mirada hacía mí.

—Quiero agradecerle que se haya encargado de mi hija y de haberla traído de vuelta conmigo. —dice.

—No hay de qué. Me alegro de que Olivia haya salido del hospital y de que esté bien. —Cielo me sonríe y noto como Olivia está muy perdida en sus pensamientos. Creo que ya es hora de irme.

Me despido de todas y antes de poder cruzar la puerta, Olivia me detiene tomando de mi mano. El tacto de su mano con la mía me hace estremecer. Giro y mi mirada choca con la suya.

—¿No le gustaría quedarse a cenar? —me pregunta y frunzo el ceño.

—Perdón, pero ya me tengo que ir. —ella hace una mueca de disgusto y me acerco a besar su mejilla para luego susurrar a su oído.

—No me trates de usted. —puedo ver su rostro ruborizarse. Me suelto de ella y salgo de la casa. Una vez dentro de mi auto, respiro hondo. Odio tener esta reacción cada vez que estoy cerca de ella.

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