Paso 67º.

"Paso 67º: Siempre escucha lo que tienes que decir; puede revelarte mucho".

~H.

Either.

Leí y leí sin entender, igual que un pato detenido en el lago. –¿Qué?–.

Amor: 1. Sentimiento de vivo afecto e inclinación hacia una persona o cosa a la que se le desea todo lo bueno.

2. Sentimiento de intensa atracción emocional y sexual hacia una persona con la que se desea compartir una vida en común.

Amor a primera vista Enamoramiento que se produce en el primer encuentro.

El recuerdo de Myra mientras leía punzaba mi mente. Algunas veces me pedía que hablara sobre mí, aunque no quisiera terminaba por hacerlo solo para que se callara, hasta que se convirtió en una costumbre lo que ella llama desahogo. Ah. Ya recuerdo. Para formar un hábito se necesitan 21 días. Eso... –¿Ahora de qué hablas?–.

Tide miraba los alrededores, girando el volante con preocupación. Me distraía observando sus ojos irregulares de color rojizo buscando algún lugar donde aparcar. Sus anillos pesados hacían un poco de ruido irritante.

Volteó a verme, mostrando su tatuaje pequeño de una ola de mar azul oscuro debajo de su oreja. Solo me miró el tiempo en que metía unas mentas a mi boca.

¿Tengo algo en la cara? ¿Un bicho? ¿Me salió una bola?...

¿Por qué no dices nada?

—¿Estás tratando de decirme algo? —Bromeó de mala gana.

—No.

—¿Y...?

—¿Por qué los gatos hablan?

Hizo una mueca, parando el auto de golpe. Mi carne al borde de la muerte y la indiferencia de Tide ante la oferta que me había costado obtener fue ruda. La carne iba a entristecerse después de haber sacrificado a su familia; ella misma.

—No sé de qué hablas, pero tengo entendido qué hay una raza especial que comenzó a ganar fama en internet... —sonaba muy normal.

—Mentiroso —negué, tratando de reír por su mala actuación, pero creo que mi rostro le asustó.

Fue ese un momento incómodo. Quería bajarme, pero él no decía que podía hacerlo. Un dilema, en el que podía poner un pie afuera y ser asesinado o mantenerme en el espacio cerrado y ser llevado a un corral de ganado para alimentar a ricos con problemas mentales. Las personas estaban un poco locas según Mirt; la mayoría decía cosas sin sentido que no tenían nada que ver con los zapatos.

—En serio, carajito, deja de buscarme. No soy un taxista, y me cansa un poco comprar cosas que necesitas. Elimina mi número —dijo un tanto hastiado, pasando su mano por su nuca.

—Ah. No quería comprar nada —me miró más extraño—. Quería hablar de eso.

—Pudiste empezar por ahí —suspiró, sacando sus llaves. Trató de girarse para poder verme de frente, haciendo el asiento hacia atrás—. No puedo darte una respuesta clara, pues es un sentimiento que no has experimentado y yo no amo tanto. Creo que el amor... —divagó, sonriendo levemente—, es algo trascendental, caótico y difícil de entender. Sí te sientes bien a lado de esa persona, y los momentos que compartes son acompañados de sentimientos diferentes a cualquier otro, es lo que necesitas para tener un punto de partida. Más allá de su aspecto físico, no puedes apartar la vista de sus movimientos ni evitar pensar en ella.

—Entiendo. —Respondí, abriendo la puerta para bajar y volver a mi dormitorio—, hasta luego.

—¡Espera! ¡¿Y mis "gracias"?! —Exclamó deteniéndome con su brazo. Su agarre era fuerte, y la teoría del secuestro para ser vendido aumentó las posibilidades.

No quiero ser comida.

—¿Gracias de qué?

—¡LARGO DE AQUÍ!

No supe cómo lanzó una patada demoníaca a mi torso, pero lo hizo sacándome por completo. Cerró su puerta y se encerró en el carro a escuchar música, quería relajarse antes de comenzar a manejar.

¿Por qué es tan raro?

Miré detenidamente dentro de la bolsa para ver el estado de mis carnes frías. Debía llevarlas a mi residencia para ponerlas en el congelador y más tarde preparar algunas con mis ingredientes que Mike había enviado de España. Aunque estuviera lejos, él mantenía su preocupación por mí.

Deberías odiarme.

Dante también enviaba paquetes constantemente, pidiendo cosas indecentes. La mayoría terminaron entre mi basura y solo los que consideraba adecuados eran entregados por mí a su actual dueño. También aparecía algunas veces en la ciudad, pero se negaba a venir a saludar por la misma razón que se fue sin despedirse.

Elevé la cabeza y seguí mi camino rodeando el edificio principal lleno de ventanales, deteniéndome cada cierto tiempo a observar las aves que pasaban en bandadas. Eran similares a gorriones, así que no cuestioné ello. Los recuerdos del libro que había leído recientemente en clase me abrigaron. "Lluvia de gorriones".

A veces quería ser un ave también. Podría volar lejos y alimentarme de gusanos, saborear su sabor... triturarlos y...

No.

Bajé la mirada que tenía puesta en el horizonte, sin poder evitar que mis manos temblaran. Un zombi, un deseo de mala muerte. Todo me estaba saliendo mal. Retrocedí, tratando de recordar lo que había sucedido en ese carro.

Lo he hecho.

Traté de recordar a Tide. Pensé en su tatuaje, en sus anillos, y el cómo me miró cuando lo metía a mi boca.

Lo he hecho en serio... en ese carro.

Oh. Desgracia. Me he dado cuenta de mi error, que me costará ambas piernas. Era el último paquete que tenía, y quedó allí junto a él.

Lo he hecho... he olvidado mis mentas en su carro.

Limpié el empañamiento de mis anteojos. Giré en mis tobillos, decidió a regresar por las mentas concentradas que mi señora madre me había enviado desde lejos. Tide parecía comerse todo lo que encontraba, diciendo que era "su nueva propiedad", y sentí aquella extraña premonición que me decía "se las comerá todas".

Comencé a andar, mirando mis pisadas para asegurarme de no aplastar ninguna línea y no morir explotado. Repentinamente daba brincos cuando la adrenalina subía. Rind siempre me decía que era un poco raro, pero Amber brincaba conmigo diciendo que era divertido jugar.

No es divertido morirse, pero me pregunto sí hay algo más allá de aquel lugar del que nadie vuelve vivo —le respondí.

Cuando los pilares del edificio describieron mi vista, no pude ver en ninguna parte el Audi preferencial de Tide. En el medio del estacionamiento habían dos personas, una abrazando a la otra de espaldas, mientras se miraban en silencio. La luz del atardecer no me dejaba ver.

Un sentimiento de compresión parecía atravesar mi cabeza como la fiera de un tenedor –Repito. ¿Qué?–. Vislumbré el cabello blanco característico de ese ser desconocido que me irritaba como la mosca de mi habitación que vivía más de tres días sin saber exactamente lo que me molestaba de su existencia poco útil.

¿Qué están...?

Alejé un poco la frente, volviendo rectamente hasta golpear su craneo y hacer que dejara caer la bolsa que ambos sostenían. Pude escuchar el quejido de ambos, pero no me importó.

Supongo que me molesta lo poco considerado que es con todos.

Nos vimos los tres, pero ellos tenían una mirada diferente a la mía.

—Enano...¡Gracias por la ayuda pero tu cabeza duele más de lo que me gustaría! —Exclamó Near con gemidos falsos, tomando las cosas que había dejado en el suelo—. Tengo que ir justo ahora a un lugar, pero con este golpe me veré como Megamente —suspiró, dando la espalda a ambos.

Se despidió con un breve saludo con la mano izquierda de scout y siguió su camino después de arrebatarle una bolsa de tela a Aley. Nos dejó a ambos solos en el sitio, hasta que Hisao rompió el silencio.

¿Le devolvió la camiseta ilegal?

Aunque no podía preguntarle a Hiray quien era ese chico, debía encontrar alguna forma de callar a Rind y su cerebro poco rendidor. Él era una persona de buenos sentimientos, pero a veces quería descuartizarlo y comerlo en menos de 9 días.

—Entonces de verdad la gravedad nos está haciendo colisionar —se dirigió a mí, pero no dijo nada después un momento—. Hablas poco, ¿no?

Abrí los labios para darle una respuesta.

No. Yo creo que hablo mucho. No hablo tanto como un niño de 7 años buscando excusas después de haber tomado el dinero de su padre y llorar para que no le quemen las manos, ya que no soy un niño pequeño, soy mayor de edad y me gustan mucho los gatos, en especial Gato, pero el punto es que soy alto y no soy un niño. ¿Te gustan los gatos? Me gustan sus ojos, son filosos pero gentiles. Sus patas son lindas. Patas... Así que yo diría que...

—No, ¿por qué?

—¡¿Ibas a decir eso?! —Gritó, expresando enojo en su rostro pálido.

—Ya me voy —le informé sin comprender lo que decía. Miré las carnes en mi bolsa para asegurarme de que el calor no las dañara pronto.

Volvió a interrumpir.

—¿Qué hiciste justo ahora? —no entendía lo que decía—. Me refiero al golpe. ¿Por qué entraste tan de repente? ¿Tienes algún problema? ¿Algo contra mí?

¿Golpeé a alguien?

Se acercó más a mi rostro, tratando de leer mis acciones. Me mantuve imperturbable, sin siquiera mover la comisura de los labios e incluso traté de no parpadear. Quienes trataban de buscar algún error en tus movimientos no me sacaban gracia, ni siquiera los monos. Aún así, traté de manejar una expresión distinta como el superior Mirt me había enseñado. Decirle a aquellos lectores de movimiento que no deberían evaluar a un humano sí ellos también lo son.

—¿Acaso tú estás interesado en mí? —Bromeó con una sonrisa, haciendo que extrañamente me molestara. Se acercó aún más a mi rostro, haciendo que rozáramos nuestras narices. El sonreía igual de mal que Tide, pero yo no podía sonreírle. Nunca sonreía, y mucho menos mostraba nerviosismo, así que solo permanecí dejando que levantara mi barbilla—. Tienes un delicioso olor a menta. ¿Tienes una por ahí?

Es como lo denominado "zorra" que explicó Tide.

—No. Ve a comprar —susurré, apartando la mano que él estaba arrastrando dentro de mi pantalón.

¿Quiere robarme? Eso no se hace.

Apartó su mano de mi rostro con brusquedad, chasqueando la lengua. Me miró, juzgando mi apariencia poco a poco. No quise interrumpir su análisis, así que solo la mantuve sereno hasta que terminó.

—Eres un aburrido —soltó, dándole un ligero golpe en el pecho—. ¿Ni siquiera querías una chupadita en los baños? Pensé que por eso me estabas siguiendo.

—¿Chupadita? ¿Tienes carne en el baño? Entonces sí quiero —Me miró de la misma forma en que el narrador Ethan veía a todos... como estúpido.

—Nah, me quitaste las ganas más rápido que una chica —respondió incrédulo, cruzándose de brazos—. Volviendo al tema, sí de verdad tienes algún interés en mí, me veo limitado a solo una noche pues justo ahora estoy interesado en alguien más.

Roté la cabeza, mostrando curiosidad. Dicen que sí haces eso parece que quieres preguntar algo eso es mejor que no mover la boca.

—Hablo de tu amigo —incliné la cabeza una vez más, abriendo la boca un poco en sorpresa—. No, no hablo del vándalo poco convencional. Me refiero al otro... Narciso.

—¿Quién?

—Quiero acercarme un poco más a Near, ya sabes, conocerlo... a profundidad —explicó con una sonrisa, mirándome sobre su hombro—. ¿Tienes alguna objeción con eso, cuatro ojos?

—No, ¿por qué? —Le devolví la mirada enseriado.

Juntó las cejas, aplicando una expresión de desagrado. Tomó la mochila negra que había dejado caer cuando ambos se abrazaban, y la montó a su hombro. Antes de darme la espalda, informó algo innecesario.

—Entonces... deja de entrometerte en las cosas de solo "un amigo".

—Espera —trastabilló para detenerse—. Puedo preguntarte. ¿Qué es lo que necesitas para gustar de alguien? En este caso, puede ser él.

—¿Necesario para gustar de alguien? —Lucía confundido, pero aún así me dio una respuesta—. Sí lo vemos de un punto psicológico, podría decir que el amor romántico y sexual nace en la expectativa de que un ser humano cercano pueda causar a otro satisfacción y felicidad existencial. La existencia de esa persona, la forma que quieres verla, acercarte, tocarla... depende cada uno, pero el sentimiento varía no muy lejos.

~•~•~•~

Recargué mi cabeza contra la pared detrás de mí, tomando fuertes respiraciones para buscar tranquilidad en mi mente. Todo daba vueltas, el sudor caía de mi frente y mis labios se sentían resecos. Sacudí un poco la cabeza para poder ver el techo.

Roñoso, un mar de arena blanca sobre mí. Me sentía observado y culpable. No pude moverme por un tiempo más, esperé sentado a que me encontrara más relajado. Suspiré otra vez cuando sentí que estaba listo para reincorporarme.

Me levanté del asiento, apartando con el codo la cortina blanca del baño que siempre me estorbaba. Me dirigí al lava manos, limpiando los alrededores con papel. Vertí un poco de jabón y me lavé, también mojando mi rostro para mantenerme despierto.

El sábado estaba por finalizar y lo único que yo había realizado era hacer las compras. Había quedado con reunirme con Rind en un restaurante, pero el salvaje bicho dijo que Amber le había llamado y juntos verían una película.

El recuerdo de Hisao Aley diciéndome cosas raras no dejaba de carcomerme y hacerme sentir incómodo. No comprendía que era lo que él buscaba de Hiray, al igual que no entendía porque Rind amaba a Amber. Todo eso me irritaba.

Odio esto. Lo odio.

Tomé un pañuelo al costado, secando mis manos. Estaba agotado, así que mis reacciones eran lentas. Me detuve a observar mi rostro en el espejo, pero realmente no observaba mi condición sino las cosas detrás del espejo que podían verse.

Debo ordenar ahí.

Tal vez sí fuera más expresivo, hubiera dado un brinco repentino, pero solo pude lograr que mis ojos se contrajeran cuando mi teléfono comenzó a sonar. Era una canción rara japonesa que Vibes había puesto en mi celular, y no me importó dejarla.

Miré con desdén el número que estaba registrado como: Myra, mi amor.

Rind... le pondré contraseña a esta cosa.

Respondí la llamada sin más, preguntando quien hablaba aun sabiéndolo. Ella tardó en responder, parecía estar con alguna amiga. Su voz sonaba un poco lejos, pero estaba igual de animada que siempre. Myra era la persona más sinceramente feliz que he conocido.

—¿Cómo ha estado el jugador de póker más hábil de la historia?

—¿Cómo voy a saberlo? —Respondí, haciendo que riera más fuerte.

Habló de su buen fin de semana, me reclamó por no haberle invitado a salir. Y habló de varias cosas más, a las que sólo escuché en silencio mientras dejaba el cuarto de baño y ordenaba el área donde dormía Gato.

Sus grandes ojos café y su pelaje color chocolate claro, casi blanco, siempre me parecía bello. Me ignoraba cuando estaba cerca, pero cuando no lo acariciaba se tumbaba frente a mí y maullaba mucho.

—Oye... Ei... —Su voz al otro lado de la línea sonaba más serio.

—¿Sí?

—¿Ya lo has pensado? ¿Aceptarás lo que dije? —se preocupaba más de lo que yo quería, pero tenía razón. Yo aún lo seguía pensando, pero ya tenía una respuesta para ella

—Sí —asentí sabiendo que no podía verme—. Quiero hacerlo. De verdad. Creo que nunca había querido hacer algo como esto.

—¡¿Hablas en serio?! ¡Por favor, escríbeme, debemos planearlo todo! Haré una reservación, ¿vale? Me siento orgullosa de mi talento —su emoción olvidó que yo seguía a la llamada y colgó de inmediato, dejándome con las palabras en la boca.

Creo que no lo entiendes, Myra Sart... de verdad voy a hacerlo, pero aún es demasiado pronto.

~•~•~•~

La madrugada del domingo a las 4:26 am, el sonido satánico del celular me despertó, haciendo que me sentara en la cama para estirarme y responder la llamada. Podía ser una emergencia, y sí no era así, entonces iba a cenarme a alguien... aunque fuera una lagartija. Las hormigas saben ricas.

Traté de parpadear un poco para ver el número registrado, pero el sueño no me permitió ver. Respondí, esperando a que la otra persona hablara.

¿Quién...?

Tardé en escuchar voces. El sonido de un ukelele comenzó a irrumpir en la llamada. Un ritmo lento pero pegajoso, dulce y capaz de regresarme a la almohada. Escuché atentamente, disfrutando la melodía que era muy similar a las cosas que había oído en algunos viajes.

Dame de tu vida y de tu tiempo. Suficientes para ver dentro de tus ojos el momento que me obligue a renacer. —La voz del cantante, aguda y rasgada.

—Soy yo —la voz de Near hizo presencia con un tono apenado—. Estoy escuchando un poco de música, perdón por eso.

—Mh. —Asentí, recargándome en la pared y bajando un poco la sábana que me cubría hasta los hombros.

Dame vida y dame aliento, que yo ya perdí el conocimiento. Solo quédate un momento hasta evaporarnos en el viento.

—¿Estabas dormido? —Preguntó, apagado. Parecía que estaba aplastando su boca contra la almohada—. Yo acabo de llegar de fuera... por el toque de queda.

—No, estaba despierto estudiando —respondí, negando con la cabeza.

No puede verme, ¿por qué me muevo?

La música continuó sonando, evitando que sintiéramos incomodidad porque nadie irrumpía el silencio. Quería saber porque llamaba, pero no iba a preguntarle. Tal vez sólo quería hablar, y también había tratado de contactarse con otros que no respondían a esa hora.

Miré el techo, solo escuchando el compás.

No hay motivos para decirnos adiós tan pronto. Sigo vivo, créemelo mi amor no soy tan tonto. Si tú quisieras esta noche ir a bailar un chachachá yo te puedo enamorar.

—Cha... cha... chá... —Repetí, haciendo que Near riera al otro lado.

—Jaja, en verdad eres raro.

Después de decir eso, continuó tratando de aligerar las cosas después de lo que él llamó "mi chiste". No le veía chiste a nada.

—¿Tu compañero no dice nada del ruido?

—Estoy acostado en la habitación de a lado. Mi superior casi nunca esta aquí.

—Ya veo.

—¿Has visto las estrellas recientemente? —La pregunta no la esperaba, así que no pude darle una respuesta inmediata—. Las he estado viendo más de lo normal estos últimos días, cuando vuelvo tarde.

¿Por qué vuelves tarde?

—Quiero ubicar constelaciones, pero termino viendo cosas que no quiero ver.

El ritmo cambió un poco, volviéndose más rápido y más fuerte sin llegar a ser cansado. Me permití escuchar poco la letra, dando un espacio para pensar lo que quería decirle.

Dame de tu vida y de tu tiempo, que te quiero conocer. Déjame sentir el movimiento de tu cuerpo al florecer.

No comprendía muy bien la letra. Me hizo sentir inútil.

—Sí, las he estado viendo. Me gustan aún sabiendo lo lejos que están, a pesar de ello brillan para este mundo y guían a los viajeros —las ideas comenzaron a fluir—. En clase escuché una historia. Había una manzana que vivía en lo bajo de un manzano, pero estaba enamorada de las estrellas. Le pidió a un hombre, como su mayor deseo, que la llevara más arriba para poder verlas de cerca. El hombre lo cumplió pero la manzana quería más, así que le pidió que la llevara a las copas para poder verlas. En la copa, el viento soplaba fuerte, pero la manzana aún no se sentía feliz, así que llamándole al hombre nuevamente le pidió que la llevara al cielo para estar junto a las estrellas.

—Dame vida y dame aliento, que yo ya perdí el conocimiento. Solo quédate un momento, hasta evaporarnos en el viento. No hay motivos para decirnos adiós tan pronto. Sigo vivo, créemelo mi amor, no soy tan tonto. Si tú quisieras esta noche ir a bailar un chachachá, yo te puedo enamorar.

—¿Y subió al cielo? —Preguntó, segundos después.

—No. El hombre la arrancó y la cortó a la mitad.

—Auch, eso fue rudo... —trató de reír, pero sonó peor que antes.

Porque el centro de la manzana era una estrella. —Al finalizar el relato él solo rió, pensando en la referencia que acaba de hacer con una vieja historia que se leía constantemente en cualquier lugar.

—No hay motivos para decirnos adiós tan pronto. Sigo vivo, créemelo mi amor no soy tan tonto.

—Either... —estaba por quedarse dormido, exhausto.

—¿Sí?

—Sí tú quisieras esta noche...

—Gracias por lo de la tarde. Gracias por tu ayuda. Y gracias... gracias por tratar de sonreírme.

Sus palabras me hicieron percatarme. Él lo sabía, pero no me preguntaba nada conociendo mi personalidad y parte de la razón por la que yo no me portaba como un cobarde. Él evadía el tema, y yo no lo iba a tocar para no hacerlo sentir incómodo.

Hiray Near siempre creía que las personas lo buscaban porque necesitaban algo de donde sostenerse cuando él no tenía a nadie. Pero en eso estaba un tanto equivocado, pues aunque me costó recordar su ayuda yo lo veía ajeno a lo que sentía.

Ir a bailar... un cha...cha...chá...

—Yo es... —me detuve al escuchar su respiración pesada, buscando el sueño.

No colgué la llamada. Permanecí en el espacio vacío de mi habitación, mirando el techo roñoso con imagen de arena blanca, pensando en la situación donde había aparecido. El corazón me palpitaba con rapidez y oprimía, el estómago comenzaba dolerme.

Mis reacciones eran raras, al punto de golpear a Hisao y conseguir que Tide se diera cuenta. Incluso Rind lo sabía. Todos lo sabían y yo no sabía cómo manejarlo.

Yo te puedo enamorar...

La canción finalizó, dejando que suspirara relajado.

•••••••••••••••••••

Chale, ahí tienen la razón del comportamiento de Either, el porqué se niega a abrazar a Near o estar con él solo, entre otras cosas.

Lo siento por esa escena de mastubación disfrazada, pero era necesaria, WUUUU.

Tenemos algo más a pensar; "¿en qué momento Either comenzó a ser así?". Desde su viaje a España y la posibilidad de irse sin decir nada, se dio cuenta bien de lo que sentía, y por eso formó amistad con Myra, quien le ha animado a declararse todo este tiempo.

Pero Hisao es un causador de salseo intencional, peor que Tide.

Con respecto al uso de la canción "Chachachá", se las súper recomiendo. Jósean es un buen amigo de mi hermana mayor, ya que participaron juntos en un concurso (premio de compositor, Armando Manzanero) cerca del 2017 cuando se presentó con otra canción llamada "Beso". Es alguien a quien respeto mucho por ser un buenazo de persona, así que ámenlo. 🤠

Y perdón, pues Near no se dará cuenta rápidamente de lo que en realidad siente Either. Near cree que se porta raro con él solo porque recordó que le debe casi la vida, no porque tenga un sentimiento encontrado. :c
De todas formas, Hisao es toda una coja, ¿no? HAHA.

Solo les pediré que no se ilusionen. Y ahora me retiro esperando lo que tengan que decir con un "LOS AMOOOOOO". <3

~MMIvens.

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