CAPÍTULO 8: LA OPORTUNIDAD
CAPÍTULO 8: LA OPORTUNIDAD
Sam decidió darle espacio a Blaine. Le dolía no poder completar su plan para ser popular, pero no podía hacer nada. Su única opción era esperar que una de las animadoras rompiera con su novio. Suspiró cansado, había muchas cosas que no entendía. ¿Por qué le dolía tanto que un chico le rechazara? ¿Por qué no podía dejar de pensar en él? ¿Por qué había soñado con esos dulces labios? ¿Por qué quería volver a besarlo? Había tantas preguntas sin responder que empezaba a dolerle la cabeza.
–¿Estás bien? –Jeff le preguntó. Estaban sentados en clase de matemáticas, pero no prestaba mucha atención. Ese día Ryder y Evans se habían sentado delante de la pareja.
–Sí. –Sam no quiso explicar lo que sentía.
–¿No te has enterado? Blaine le rompió el corazón el viernes. –Brittany hizo un puchero porque le entristecía la situación.
–¿Qué pasó? –Sterling preguntó intrigado.
–Al parecer, se besaron, pero Blaine terminó el beso antes de tiempo. Sebastian nos lo ha contado a Marley y a mí. Blaine estaba destrozado y han pasado todo el fin de semana con él. –Lynn les informó.
–¿Él estaba destrozado? ¡Fue él quien me rechazó! –Sam se indignó.
–No es tan sencillo... Blaine... Él... –Jeff quería contarle al otro lo que había pasado, pero era un secreto de su amigo y no podía traicionarle.
–Habla con él. Pídele que sea sincero contigo. Puede que no todo, pero te contará parte de lo que le pasó y así entenderás por qué se comporta así. –Ryder propuso.
Cuando las clases acabaron, Sam decidió seguir el consejo de Ryder e ir a buscar a Blaine. No le extrañó que estuviera con Sebastian y Hunter, parecía que no tenían nada más que hacer que estar junto a él las 24 horas del día.
–Hola. –El rubio se armó de valor para hablar. Sabía que no iban a ser amables, pero quería saber qué pasaba. Sobre todo, porque empezaba a darse cuenta de que le dolía porque sentía algo. No sabía qué suponía eso para él, pero sí sabía que quería descubrirlo junto al capitán de los Cheerios. –Blaine... ¿Podemos hablar?
–Sí, claro. –El moreno aceptó, sabía que le debía una explicación.
Los dos entraron en un aula vacía y cerraron la puerta. El ojimiel miró al otro algo avergonzado, sus mejillas tomaron un color rojizo.
–Los chicos me han dicho que te pida que me expliques por qué ayer pasó...Bueno, ya sabes. –Evans decidió ser sincero porque quería dejar todo claro.
–Verás... Antes de conocerte, tuve un novio... O bueno, creo que es la manera más clara de referirme a él. Andrew parecía el chico perfecto. Era tres años mayor que yo, pero pensaba que me comprendía y me quería. Yo me enamoré, era la primera vez y estaba muy ilusionado. Le di mi primer beso y fue algo maravilloso... Una noche... –Anderson suspiró, esos recuerdos eran muy dolorosos. –Una noche descubrí que todo era mentira... No voy a entrar en detalles de lo que pasó, no puedo ni pensar en ello... Pero dejé de creer en el amor.
–Entiendo... Pero yo no soy como él... –Evans agarró con suavidad las manos del otro. –Sé que apenas me conoces y que no tienes motivos, pero te pido que confíes en mí. ¿Por qué no me das una oportunidad? Una cita. Tú y yo en un restaurante solos, conociéndonos mejor para que te des cuenta de que no te haré daño.
–Está bien, pero tendrás que tener paciencia, iremos muy despacio.
Blaine y Sam estaban besándose apasionadamente en el asiento trasero del coche del rubio. Habían ido a Breadstix para cenar y habían descubierto que tenían muchos intereses en común. Habían pasado una noche agradable y después se habían ido a dar un paseo. Tardaron muy poco en empezar a besarse y acabaron "trasladando" su momento íntimo al coche.
A pesar de toda la pasión, los dos cuidaban mucho no dejarse llevar demasiado. Sabían que no estaban preparados para ir más allá, pero eso no impedía que disfrutaran de ese momento que sí querían que pasara.
–¿No íbamos a ir despacio? –El moreno preguntó en un momento en el que se separaron para respirar.
–No estamos haciendo nada malo, ¿no? –El rubio sonrió antes de volver a besarlo.
–No, pero...
–No le des más vueltas, disfruta... –El ojiverde lo volvió a besar y esa vez fue más dulce.
Al final, después de mucho tiempo besándose, se dieron cuenta de que había llegado el momento de ir a casa. A pesar de todo, se volvieron a besar al despedirse. Cuando Evans vio que Anderson entraba en su casa, arrancó de nuevo para ir a casa.
Pam estaba leyendo un libro cuando vio a su hijo entrar. Ella podía notar el sonrojo de las mejillas de Blaine, la cara de enamorado, el brillo en los ojos, los labios más rojos y marcados, la sonrisa dulce... Ella estaba contenta porque había tenido momentos en los que pensó que su pequeño no tendría una adolescencia normal, pero ahí estaba, llegando a casa después de una cita.
–Deduzco que todo ha ido bien. –La mujer sonrió.
–Sí, lo he pasado muy bien. –El rubor en las mejillas del joven aumentó.
–Ve a contárselo a Hunter, sé que estás deseando.
Blaine besó la mejilla de su madre antes de subir corriendo a su habitación. Se puso algo más cómodo porque había elegido un modelito realmente ajustado para la cita. En cuando estuvo listo, se tumbó en la cama y buscó el número de su amigo en su teléfono.
–Hola, ¿qué tal la cita? –Sebastian fue el que respondió, por lo que el moreno dedujo que estaban juntos.
–Muy bien... Hemos ido a Breadstix y nos hemos besado... mucho... –Anderson informó con una sonrisa.
–Pongo el altavoz para que nos lo cuentes a los dos a la vez. –Smythe advirtió antes de hacerlo.
–Quiero saber todos los detalles de la cita. –Clarington pidió.
La pareja escuchó pacientemente a que les contaran todos los detalles. Ellos se dieron cuenta de lo feliz e ilusionado que estaba Blaine y se alegraban mucho. Era cierto que seguían teniendo miedo de que le rompieran el corazón, pero no podían dejar que esos miedos les impidiera vivir.
–Entonces... ¿Sois novios? –Hunter quiso saber.
–Oficialmente no... Pero...
–Tú quieres. –Sebastian terminó la frase por él.
–No lo sé... A veces estoy bien, pero de repente me acuerdo de Andrew y me bloqueo. –El moreno confesó.
–No les des esa satisfacción... A ellos les encantaría verte así, sería otra victoria... Pero tú tienes que demostrarles que no lo consiguieron, que puedes vivir como tú quieres. Que puedes enamorarte, que puedes ser feliz y que jamás dejarás que te dicten como vivir. –Clarington lo animó.
–¿Sabes qué? Tienes razón. Voy a seguir tu consejo, mañana voy a ser yo mismo, sin miedos... Y si me apetece besar a Sam, lo haré... Y si me apetece otra cosa... También lo haré.
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