CAPÍTULO 6: LA FIESTA

CAPÍTULO 6: LA FIESTA

El día de la fiesta de Karofsky llegó y, como habían prometido, los Adorables se habían reunido para disfrutar de un rato juntos en casa de Blaine antes de reunirse con las chicas para ir a casa de Dave. Sam también estaba con ellos, para ese momento casi todo el McKinley le consideraba uno más de ese grupo. A pesar de todo, Sebastian y Hunter no eran demasiado amistosos con él, pero era sólo por lo protectores que eran con Anderson.

– ¿Qué tal la primera semana? – Mike preguntó con una sonrisa.

– Bien, el McKinley es diferente a mi antiguo instituto, pero todos estáis siendo muy amables conmigo. – El rubio respondió con una sonrisa.

– Somos los adorables, era de esperar que fuéramos amables, ¿no? – Jeff bromeó.

– Eso lo dirás por ti, nosotros no somos así. – Sebastian añadió de muy mal humor. Incluían a Evans porque se había hecho amigo de ellos, pero él no le gustaba mucho. Cualquiera que pudiera hacer daño a Blaine era alguien a quien quería mantener lejos.

El castaño sintió una mano en su brazo y se encontró a Anderson, que intentaba suavizar todo. No quería que discriminaran al nuevo sólo porque él se sentía atraído por él y había pasado por una experiencia traumática.

– ¿Os apetece un Karaoke? – El moreno preguntó para distraer a todos de la tensión que se había formado entre ellos.

Horas más tarde, pasaron a buscar a las chicas, que se habían preparado juntas para la fiesta. Ninguno llevaba coche porque sabían que iban a beber y no querían jugarse la vida cogiendo el coche después. Enseguida las parejas caminaron juntas hasta la casa de Karofsky, hablando de sus cosas. Ryder y Marley hablaban con Unique para que ella no se sintiera desplazada.

Eso hizo feliz a Sam porque pudo caminar con Blaine y eso permitió que hablaran a solas y tranquilos por primera vez. Pronto se dieron cuenta de que ambos compartían muchas aficiones y no tardaron en comenzar una conversación sobre las mutaciones de los X-Men.

Al llegar a la fiesta, la música estaba muy alta y había mucho ruido. Ninguno dudó un segundo y se sirvieron las bebidas. A pesar de que todos se conocían y que compartían varias horas a la semana, no se mezclaba, al menos durante los primeros minutos. Cuando el alcohol comenzó a hacer efecto, las cosas se animaron.

Tanto así que Santana cogió la botella de ron que acababa de vaciarse y anunció que había llegado el momento de jugar a la botella. Todos se sentaron en círculo deseando que empezara el juego. Comenzó la latina, que acabó besando a Shane. Éste giró y le tocó besar a Jake, aunque ninguno de los dos estuvo muy contento y apenas llegaron a un rápido toque de labios. Al menor de los Puckerman besó a Brittany, que después tuvo que hacer lo mismo con Sam.

El rubio puso su mano en la botella y deseó con todas sus fuerzas que señalara a Blaine. Se había preparado una gran oportunidad para él y deseaba que pudiera aprovecharla. Sin embargo, la botella señaló a Unique, que muy feliz lo besó, aunque no de forma muy intensa. Después ella besó a Sebastian, al que le tocó Bree, quién besó a Blaine.

El moreno hizo girar la botella, pero su sonrisa desapareció cuando se dio cuenta de que señalaba al nuevo Quarterback de los Titans. Eso era lo que menos deseaba, todavía no había superado su atracción por él y no quería añadir más leña al fuego.

El rubio humedeció sus labios con la lengua esperando poder besar al otro de manera que se quedara realmente impactado.

Sus labios se juntaron en el mismo momento en el que el ojiverde puso su mano en la mejilla del otro. Ese beso no era nada parecido a los que sus amigos se habían dado antes. Evans tardó apenas dos segundos en intensificar el beso y apenas tres en meter su lengua en la boca ajena.

El beso estaba siendo realmente intenso y pasional y ellos perdieron la noción del tiempo. Dejaron de ser conscientes de que había muchas personas alrededor y de que todos los miraban asombrados mientras seguían besándose como si el mundo fuera a acabarse.

Lo único que sentían eran las mariposas en sus estómagos y sus corazones acelerados. Era como si la temperatura a su alrededor subiera varios grados. Anderson no pudo evitarlo, la excitación era tan inmensa que emitió un gemido que quedó ahogado en la boca del otro.

Ese sonido rompió la magia. Blaine se separó de Sam tan rápidamente que parecía que se hubiera quemado. Sam lo miró dolido, él había sentido algo en ese beso, lo que no se esperaba. Su insistencia por besar al moreno había sido porque era el capitán de las Cheerios y deseaba salir con él para ser titular. Sin embargo, al primer contacto de sus labios había sentido cosas que nunca antes había sentido.

Empezó a preguntarse qué había pasado, él había besado chicas antes, pero ninguna había hecho que se sintiera así, como si fuera la persona más especial del mundo. Esas mariposas nunca habían aparecido y eso le aterraba.

Vio la cara asustada del ojimiel y él mismo sintió esa desazón. Lo último que quería era hacerle daño. Sintió un gran instinto protector, quería abrazarlo y llevarse todo el dolor lo más lejos posible.

La fiesta siguió, pero ninguno de los dos siguió animado. Anderson se refugió en la bebida, custodiado por Hunter y Sebastian durante todo momento. Evans deseaba hablar con él a solas, pero no encontró el momento.

– No es nada personal. – Jeff se acercó a él y pasó su brazo por el hombro del otro rubio.

– Era un momento especial, pero él no... – Ni siquiera sabía cómo explicarlo.

– Blaine es una persona magnífica, pero ha pasado por muchas cosas. Realmente vale la pena luchar por él. Tendrás que tener paciencia y demostrarle que quieres una oportunidad. – Sterling explicó.

– Además, le gustas y quiero que hagáis bebés unicornios. Estoy segura de que serán preciosos. – Brittany comentó emocionada.

– No creo que puedan hacer bebés unicornio, pero seguro que se divierten mucho intentándolo. – Jeff bromeó.

– Es muy pronto para pensar en eso. Si consigo conquistarlo, quiero hacer las cosas bien. Primero tengo que conocerlo y esperaremos hasta que sea el momento adecuado. – Sam explicó, deseando que su excusa sonara sincera. Se alegró al ver como a sus amigos se les iluminaba la cara con una sonrisa inmensa.

– Eres el chico ideal para Blaine. – Ella suspiró.

– No te rindas, Sam. – Sterling suplicó. – Tal vez seas el que derribe el muro que rodea el corazón de Blaine... Aunque para eso deberás convencer primero a Hunter y Sebastian, son demasiado protectores.

Sam miró hacia donde los tres amigos estaban. Anderson había bebido demasiado y parecía que en cualquier momento acabaría durmiéndose. Estaba apoyado en el hombro de Clarington, que tenía su brazo alrededor de su cintura de forma protectora. A su lado, Smythe no parecía para nada incómodo con la cercanía de su novio a otro chico.

La mirada de Evans se encontró con la de Sebastian y los dos adoptaron una postura desafiante. El castaño era el "guardián" del tesoro que Sam quería conseguir.

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