trois.
DongMin iba leyendo las cosas restantes de la lista, cuando sacó su llave para abrir la puerta y así poder entrar a la comodidad de su casa.
La tercera era:
«Número tres; cuando llegas a casa demuestra su felicidad»
― ¡Hannie, ya estoy en casa!
SanHa estaba sentado en la mesa, entretenido con la tablet de DongMin, por lo que al oírlo solo levantó la mirada, arqueó la ceja y dijo:
― ¿Y qué ocurre?
El pelinegro solo sollozo en silencio, para tachar otra más de la lista.
¿De verdad aquel ser alto tenía en su ser una mitad perruna?
―Tengo hambre, haz algo de comer, humano.
DongMin comenzaba a creer que habían sido timados por el veterinario del centro de adopción.
Siete más, y definitivamente me odia, pensó antes de ponerse a cocinar algo.
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