Capítulo 2: La cucaracha
CANCIÓN: Sticky Little Words - Maya Hawke
¿Se pasaría de listo si realmente intentaba huir de la casa? Después de todo, sus padres se volverían locos, en especial su madre. La imaginaba angustiada y, siendo honesto, no quería que sufriera tanto. Además era probable que él también perdiese un poco la cordura, el estrés de ser constantemente buscado y por ende, el temor de ser encontrado, sería algo difícil con lo que lidiar. ¿Y a dónde diablos iría? ¿Terminaría en la calle? Ningún familiar sería su cómplice, de eso estaba seguro. Igual que sus amigos, a excepción de su Leslie, que se encontraba del otro lado del océano, por lo que no era un opción.
Sacó lápiz y hoja para escribirle, le gustaría saber de ella, no recibía cartas suyas desde hace una semana, quizá sería hora de romper el acuerdo y llamarle por teléfono. La necesitaba. Pero antes de cualquier decisión, bajó por algo para comer, no porque tuviera hambre sino porque ya era cerca de la hora del almuerzo. Vio en la cocina la canasta de frutas vacía y comenzó a divagar mientras se servía un vaso de agua, dándose cuenta de que era lo único que podría ingerir.
—¿Mamá?
No obtuvo respuesta alguna. De seguro había salido de compras por lo mismo.
Vio algo por el rabillo del ojo, algo negro y rápido a unos metros suyos, en el guardapolvo. Pudo jurar que se deslizó y se escondió tras la puerta. Taehyung era un cobarde, tan cobarde como para querer arrancar, pero más miedo y ansiedad le causaba el saber que dejar a ese insecto suelto podría acabar con él en su habitación. Terminó con un gran sorbo y, lo único que tenía a mano era uno de los periódicos de su padre (los coleccionaba, podría decirse). Lo malo es que el insecto quizá volaba, y eso volvería las cosas mucho más complejas.
Movió la puerta lentamente y ahí estaba, una asquerosa cucaracha (como diría Taehyung) que lo repugnó hasta la médula. No tenía nada contra los bichos, es más, algunos le llamaban la atención, pero había una gran diferencia entre una horrorífica cucaracha y una tierna mariquita, y si había algo que detestaba eran los bichos grandes. Preferiría tomar una culebra antes que matar a una de esas, pero no le quedaba de otra. Aunque pensándolo bien... Tampoco se sentía capaz de matarla, no por compasión, sino porque no se consideraba lo suficientemente audaz, así que probablemente debería dejarla ir en el jardín. Genial.
Se acercó con paciencia y la atrapó, ésta se movía chocando con todas las murallas y bordes del vaso, desesperada por escapar.
—No te me escaparás tan fácil.
Ni él sabía cómo había dicho tan temeraria frase. Corrió hasta el patio y la lanzó, botando el vaso de vidrio al pasto y entró rápido con el periódico en mano. La cucaracha era asustadiza también parece, ya que voló lejísimos, perdiéndose de la vista de Taehyung.
Cerró el ventanal y escuchó una voz masculina y ronca a sus espaldas.
—Qué estabas haciendo con mi periódico.
—Papá, hola. Disculpa. Yo pues... Estaba leyendo.
El señor Kim alzó una ceja, suspicaz.
—¿Tú? ¿Leyendo sobre el nuevo cohete y los avances más recientes de la ingeniería? Hasta donde sé, eres un humanista hecho y derecho. A mí no me engañas.
—Está bien. Te seré sincero. Usé tu periódico para sacar una cucaracha de la cocina.
—¿Qué? —se le acercó y, Taehyung se preparó para algún cachetazo. Le quitó el diario de un solo tirón, y mientras estaba yéndose, Taehyung decidió seguirlo.
—Lo siento —se excusó—. No quería. ¡Pero no había nada más a mano!
La aprobación de su padre brillaba por su ausencia. Desde siempre había sido así, no recordaba ni un solo evento escolar al que haya asistido. Estaba tan acostumbrado al desapego que, después de cierta cantidad de días, los regalos manuales que le hacía de pequeño estaban en la basura. Una vez lo llevó ahí a propósito, para mostrarle que no lo quería, acompañado de esas palabras: Tú no eres mi hijo.
Y es que en efecto, no era su hijo. Taehyung había sido el resultado de una aventura que su madre tuvo más de veinte años atrás. Por eso el señor Kim le tenía tanto rencor. A menudo el chico se preguntaba qué había hecho mal, qué había hecho para merecer tanto odio, pues él no tenía la culpa y desde que tenía memoria había tratado de ganarse el cariño de él, pero presentía que sería una duda con la que se quedaría hasta la muerte. A veces, cuando lo miraba con esos ojos de desprecio, era él el que se sentía como una cucaracha. Como alguien que molestaba, que sobraba, que nadie quería ver y de quien todos querían deshacerse. Lo triste es que no era algo que hablase con alguien, detestaba dar pena.
Se dio cuenta de que había tenido esos vívidos recuerdos mientras lo seguía, mas el viejo se encerró en su habitación después de refunfuñar.
Taehyung subió veloz por las escaleras, tan veloz que se tropezó en un escalón y cayó de golpe a la alfombra, donde sus silenciosas lágrimas pronto comenzaron a caer y, él se las limpiaba mientras escondía sus sollozos en su manga. Después de unos segundos, se paró erguido y con dignidad, porque era lo único a lo que podía seguir aferrándose bajo ese techo.
Justo, como si no hubiera sido coincidencia, recibió una llamada de su mejor amigo, y Taehyung abandonó toda pizca de orgullo que había quedado de su última discusión telefónica. Jimin, de hecho, lo había llamado para resolver las cosas, no soportaba estar peleado con su compañero de aventuras, y al escucharlo tan mal, quiso ir a visitarlo.
—¿Sabes? —Jimin se acarició la nuca—. No es por ser pájaro de mal agüero pero, ver cucarachas la mayoría de las veces no es una muy buena señal.
—¿Qué quieres decir con eso?
—Tal vez solo hace falta fumigación, la verdad. Es solo que el otro día estaba leyendo sobre los significados espirituales de los insectos, y entre ellos salía la cucaracha.
—¿Y qué decía?
—No mucho más de lo que ya te dije, que las cucarachas simbolizan que alguna desgracia o algún evento negativo viene en camino.
—¿Y qué debo hacer? —Taehyung tenía una expresión triste, buscando consuelo en cualquier rincón.
—No lo sé. Pero amigo, ni siquiera sé si es real, solo estaba en un libro de mi casa. Lo más probable es que tan solo forme parte del mundo de la superstición.
—Está bien. Averiguaré más sobre el tema. Gracias.
—Lo lamento, no quería empeorar las cosas.
—Al contrario, Jimin, ahora que le das esa vuelta, podría llegar a ser muy interesante. Es bastante fantástico eso sí.
—¿Has estado comiendo bien, Taehyung?
La repentina pregunta del rubio lo dejó sorprendido.
—Sí, quiero decir, no he comido tanto últimamente pero, nada que salga de lo común. Aunque nosotros hablábamos de cucarachas. ¿Por qué la pregunta?
—Te lo pregunto porque eres mi amigo y me preocupo por tu salud. Te ves muy delgado, hombre, deberías comer más.
Ahora que se lo mencionaban, se detuvo a ver su reflejo en el ventanal del jardín y, es cierto que tenía un aspecto mucho más esquelético.
—Lo extraño es que he perdido el apetito hace varios meses —se tocó la cara, viendo cómo se le marcaban los huesos.
—Lamento decírtelo pero, realmente me preocupas y, si no me preocupo yo, ¿quién lo hará? Para eso estoy. Para siempre. Y lo sabes.
—Gracias, hermano.
—No tienes nada que agradecerme, pero sí puedes prometerme una cosa.
—¿Qué cosa?
—Nunca dudarás en decirme cómo te sientes realmente. No quiero que te guardes nada, ¿sí?
Taehyung asintió.
—Y con respecto a lo de Stanford. Olvídalo. Si no quieres ir, al diablo. De todas formas me caen mal esos pretenciosos alumnos que disfrazan su vida haciéndola ver perfecta.
—Gracias.
—¿Y qué quieres hacer?
—¿Ahora?
—No. Me refiero con tu vida en general.
—Pues, me gustaría abrir un negocio de vinilos en alguna calle comercial.
—¿Pero en cuál? —rió—. Hay demasiadas.
—Dongseongno.
—¿En serio? Te gusta soñar en grande después de todo —le tomó el cachete, haciendo que el muchacho soltara una carcajada.
—Sí. ¡Y venderé cien vinilos todos los días, hasta el fin de los tiempos! —Taehyung se puso de pie con los brazos en jarra—. Hasta ya tengo el nombre: VforVinils. ¿Qué te parece?
—Suena bien.
—Gracias, gracias —hizo una reverencia. Era increíble cómo estar con Jimin, aunque fuera unos momentos, cambiaba su estado anímico en un cien por ciento. ¡O más!
—Hey, ya debo irme. Procura cuidarte, ¿sí? Recuerda no saltarte comidas.
—Está bien. Gracias nuevamente. Te dejo en la entrada. ¿Viniste en auto?
—Sí.
Jimin le dio un abrazo, y acto seguido se metió en el auto para echarlo a andar.
Taehyung caminó unos cuantos metros para despedirse una última vez, para que el rubio lo viera a través de la ventana, que le aleteó.
Sintió un olor extraño, y se demoró poco en descubrir que venía de sus zapatillas. Era una cucaracha (probablemente la misma) reventada. Su semblante cambió de confundido a asustado, alejando el zapato de su rostro. No sabía si Jimin la había atropellado o si él la había pisado. De cualquier forma, le sirvió como recordatorio para investigar.
Holaaaa, aquí va el segundo capítulo, espero que les haya gustado. ¿Están ansiosos porque aparezca Jungkook? Jajaja, yo estoy igual de emocionada por mostrárselos...
Si les gustó, voten o comenten para hacer que esta historiecita llegue a más personitas.
¡Gracias! Saludos,
Pascale.
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