Capítulo 12: Aura

CANCIÓN: Push and Pull - Mini Trees

En ese instante Jungkook se sintió protegido, y fue ahí cuando se prometió que lo protegería también a él. Recibió el abrazo que, luego de unos momentos cambió el ritmo de su respiración a uno tranquilo. La luz del sol comenzó a darle en la cara, nunca había sentido la calidez de un abrazo junto a rayos así de calientes.

—Gracias por la cordialidad y, respondiendo a tu pregunta, sí, podemos serlo. O al menos intentarlo. Nunca he tenido un amigo, así que te concederé el mejor deseo de tu vida...

—¿Deseo? Pero si yo nunca...

—Ser mi primer amigo —le interrumpió con una sonrisa radiante. Taehyung miró a la nada, rendido, tendría que acostumbrarse a tener un amigo egocéntrico—. Genial, ¿no es así? ¿Qué se siente tener al mejor amigo del universo, eh? De seguro se siente increíble.

—Sí, es maravilloso, tú lo eres —le siguió el juego.

—Lo sé, gracias por recordármelo.

Taehyung recordó que debía botar la ropa de Jungkook al basurero, así que sacó una bolsa de plástico que tenía guardada en un cajón y se dirigió al baño, para luego llevarla escondida entre otro montón de ropa sucia, esperando no toparse con nadie en el estrecho camino. Por suerte, así fue.

Cuando volvió a la habitación, terminó de redactar el correo, veloz e ingenioso, para Stanford. Si de derrochar palabras bonitas se trataba, ¡más les valía llamarlo a él! Tenía una mano preciosa para escribir, se le daba muy bien, eso era una de las tantas cosas que quería ser de pequeño, escritor.

—Muy bien, Kim Taehyung. ¿Qué quieres hacer hoy?

—¿Que qué quiero hacer? Quiero que te vayas... ¡En el buen sentido! Quiero que estés en casa.

—Yo no tengo casa.

—Lo mismo, lo mismo. Se entiende.

—Bien. ¿Y cómo planeas hacerlo? Recuerda que no podemos comunicarnos con ellos. ¡Y ya ha pasado un día entero! Ya se habrán dado cuenta, ¿por qué no envían a Pena o a Gloria?

—No me habías hablado de Pena.

—Oh, sí. Es la guardiana que se encarga de cuidar las tristezas de la gente. Una tarea muy, muy importante.

—¿Y por qué no bajaron con ustedes?

—Alguien debía quedarse cuidando La Puerta.

—Comprendo. Bien, ¿algún plan?

—No tengo ninguno... —se tomó la barbilla—. ¿Qué tal si...? Vamos a la biblioteca, de seguro hay algo ahí.

—Ya te lo dije, nadie debe haber escrito sobre ello.

—No perdemos nada con intentarlo. Además, ya estoy harto de estas cuatro murallas, sácame de aquí.

—Está bien. Vamos —Taehyung se acercó a la ventana para abrirla, mientras que el menor estaba estático y confundido—. ¿Y bien? No pensabas que saldrías por la puerta, ¿o sí?

—No, jaja. ¿Cómo se te ocurre? —fingió gracioso.

Jungkook se asomó por la ventana y, cuando vio que no había nadie, se colgó del marco. Sin embargo, Taehyung no vio sus dedos y cerró la ventana, haciendo que el castaño se soltase y cayera en el pasto de un solo golpe.

—¡Auch! —se levantó y sobó los tobillos, pues había aterrizado con ellos.

—Muy bien... ¿Vamos? —preguntó el mayor una vez afuera y cerrando la entrada—. Y guarda silencio, ninguno de mis padres puede verte le susurró.

—¿Y cómo se supone que volveremos a entrar?

—Buena pregunta. Ahí nos las arreglaremos.

En el camino, Jungkook evitaba pisar las líneas, cual niño travieso.

—Esto es muy divertido. Deberías intentarlo.

—Lo hice toda mi infancia.

—Anímate a hacerlo conmigo ahora.

Taehyung bufó y le siguió el juego, saltando ambos uno al lado del otro. El mayor se tropezó con una cuneta y, cuando creyó ya estar en el piso, sintió un caluroso tacto en su antebrazo, era la mano de Jungkook, lo había sujetado antes de golpearse. Se lo agradeció y siguieron su camino, no sin él antes de sonrojarse para sus adentros. Era peculiar cómo un pequeño cariño en su piel podía causar semejante reacción.

El edificio no quedaba muy lejos, unos veinte minutos a pie. Era amarillo y tenía ventanas pequeñas que transmitían la sensación de estar construido hace mucho tiempo atrás. Unos pilares descomunales se hacían presentes y las escaleras que estaban en la entrada daban un aire de grandeza. Podía decirse que hasta parecía un museo.

—¿Los puedo ayudar en algo? —preguntó la bibliotecaria con una sonrisa de oreja a oreja.

—No, gracias...

—De hecho —se metió Jungkook—. Estamos buscando la sección de espiritualidad.

—Por el pasillo principal hasta llegar al quince a la derecha.

—Muchas gracias.

Buscaron y buscaron pero no encontraron nada, solo libros de viejos maestros como Jesucristo o Buda, alguno que otro de autoayuda y descubrimiento del yo interior, con títulos tan largos que nadie los recuerda bien.

Jungkook deslizaba sus dedos por las columnas y tapas de los libros y, sus ojos terminaron posándose en un libro rojo con detalles dorados. Le llamó la atención el color, así que lo tomó.

—Un viaje irrepetible, Josef Gatica —leyó.

—¿Mhm? ¿Dijiste algo, Jungkook?

—Sí, mira esto. Está muy bonito —se lo mostró.

—Está hermoso, ¿de qué tratará?

—No lo sé, habrá que leer la tapa trasera.

—"Donde un guardián mágico me visita estando en la penumbra, para devolverme el sentido de la vida y recuperar los fantásticos regocijos habidos y por haber". Suena interesante.

—Llevémoslo.

Se dirigieron a la recepción, donde la bibliotecaria leía a Isabel Allende y masticaba un chicle verde.

—¡Nos llevamos este! —exclamó el castaño emocionado.

—¿Uh? —lo tomó—. Este está descontinuado. De hecho no debería estar aquí, en ninguna parte. Ya no está en el sistema. Me temo que no podrán llevárselo.

—¿Me dejaría ver algo de la tapa?

La mujer le extendió el libro a Jungkook, que miró a Taehyung tratando de hacer que lo siguiera en lo que estaba a punto de hacer.

Salió corriendo con el libro.

—¡Hey! ¡Vuelva aquí inmediatamente!

Taehyung lo siguió, no tenía más remedio, y realmente quería leer ese libro, así que ¿por qué no escapar con él? Quizás no podrían encontrarlo nunca en ningún lado. Era mejor asegurarse.

Los gritos de la señora asustaron a las demás personas que, a pesar del terror, no se movieron ni un pelo.

Se metieron a la estación de metro más cercana y chocaron con un mar de gente. La estación siempre estaba llena.

De alguna manera u otra, lograron escabullirse entre la gente y, pudieron volver a casa sanos  y salvos.

Taehyung metió la llave a la cerradura pero, su madre abrió antes de que girase la manilla. Ella y Jungkook cruzaron miradas, la suya incrédula y la de él, incómoda.

—¿Quién es este muchacho?

—¡Má! Hola, él es Jungkook —se apresuró en idear una mentira por lo menos un poco creíble—. Fue mi compañero del curso paralelo de arquitectura.

—Un gusto en conocerla, señora Kim.

—Mhm, sí, ajá. Bien, pasen, tengo leche de plátano.

—Genial, gracias, má.

Le parecía extraño este atento comportamiento de la mujer, pero decidió dejarlo pasar y aprovecharlo, no quería drama alguno.

Así fue cómo se escondió el sol y salió la luna.

—Se ve súper interesante, ¿ya lo dije?

—No, yo fui quien lo dijo, pero es que es cierto. Mira tan solo la tapa. Aún así, no puedo creer que robamos un libro.

—No lo robamos. Lo tomamos prestado de manera indefinida, eventualmente lo devolveremos —sonrió inocente, ambos sabían que eso no era verdad.

Una campana sonó a lo lejos. Taehyung sospechó de que se trataba. Una luz radiante pareció entrar de golpe a la habitación y se metió al clóset, entre la ropa, para luego salir una mujer de apariencia joven. Cabello corto y ojos enormes, pálida como la nieve y delgada cual árbol naciente.

—¿Pena? ¡Qué haces acá! Al fin, ayúdame, por favor, te lo suplico.

—He venido porque he pedido permiso en La Puerta, ¿qué diantres haces aquí y por qué eres de colores?

—¿Colores? Ah...ajá. Con respecto a eso... Soy humano.

—¡¿Humano?!

—Sí —se rascó la cabeza.

—¿Hay alguna forma de recuperar su aura? —interrumpió Taehyung.

—Sí, la hay. Pero no es una tarea fácil.

—¿Y bien? Escúpelo —Jungkook estaba impaciente. Pena soltó un suspiro.

—Tienes que encontrar las seis flores de humo escondidas en Corea del Sur, la verdad es que suelen estar lejos unas de otras. Una vez que recuperes las seis flores, debes venir hasta aquí otra vez y comer un pétalo de cada una de ellas. De manera inmediata obtendrás tu aura.

—Genial... ¿Y pues dónde están? ¿Y por qué sabes todas estas cosas?

La guardiana sopló en su mano, creando un mapa de neblina que, al tocar la mano de Jungkook se transformó en papel.

—Aquí tienes. Espero que te sea de utilidad. Debes apresurarte, tienes hasta el 6 de agosto, cuando acabe el verano. De lo contrario...

—Me quedaré humano para siempre.

—No, te desvanecerás, te convertirás en polvillo de guardián y volverás a la Fuente.

—¡¿Qué?! O sea que moriré.

—Mhm, algo así.

—Entiendo —Jungkook tragó asustado—. Está bien, Pena. Gracias por todo.

—No hay de qué, y recuerda, 6 de agosto hasta la medianoche —se fue tan rápido como llegó, dejando tan solo un pequeño haz de luz que, desapareció a los pocos segundos.

—¿Qué tal? Podremos pasar tiempo juntos hasta el 6 de agosto —dijo Jungkook contento.

—¿A cuánto estamos?

—3 de julio.

—Un mes y tres días... Bien, podemos trabajar sobre eso.

Holaa, ¿qué me cuentan?

Lamento muuuuucho la tardanza, me dolía tanto a mí como a ustedes no poder actualizar. Tuve un bloqueo de escritora enorme y, además estuve de vacaciones donde me enfermé jaja, lo sigo un poco de hecho. Tuve que devolverme a casa desde la playa.

¡Espero que les haya gustado el capítulo!

Saludos, los quiero un montón montón.
Pascale.

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