Capítulo 11: Peleadores

CANCIÓN: For The Moment - Augustine

Todo el cuerpo de Jungkook estaba bañado en lo que parecía rocío que relucía e iba cayendo por la alfombra, mientras que Taehyung trataba de borrar todo y empapaba el piso, dejando un charco. Lo invadió un enfado repentino que sabía luego lo dejaría exhausto, pasar rabias era casi un pasatiempo para él. ¿Por qué el guardián no podía vestirse enseguida y se quedaba sentado en la cama como si fuera un príncipe esperando que su sirviente le pasara sus nuevas prendas?

—Bien, ¿qué quieres ponerte hoy? —dijo seco.

—Déjame buscar —se aproximó—. Veamos... Uh, esto está lindo —sacó una polera de los Sex Pistols.

—Es de mis favoritas —recalcó el otro.

—¿Me la prestas?

Kim Taehyung suspiró.

—Adelante —sacó una sonrisa falsa de oreja a oreja.

—Tienes ropa bastante linda, aunque también bastante de abuelo.

—¿Qué abuelo se viste con los Sex Pistols?

—Un abuelo increíble y a quien me encantaría conocer. Y en realidad me refería a las otras camisetas y sobre todo pantalones. Ahora… —dijo una vez que sacó unos jeans negros—. Date la vuelta.

—¡Ni que quisiera ver! —Taehyung se dirigió a la ventana. Logró apreciar una mariposa posándose en lo que alguna vez había sido una flor (ahora sin vida) en su escritorio grisáceo.

—Qué pesado eres de repente.

Ese comentario le hirió el ego. ¿Él, pesado? Qué se creía ese tal Sueño, o bueno, Jungkook, de andar tratando al resto de pesados cuando él era la encarnación de todos los engreídos de la historia. ¡Y combinados! Un combo de cien millones por uno, vaya que se había sacado la lotería, pensó. Decidió ignorarlo, como solía hacer con la gente de la que quería deshacerse en determinadas ocasiones.

—¿Qué haremos con mi ropa?

—La botaremos, no puedo excusar de dónde la he sacado. Tendrás que vestirte como abuelo.

—Ja, ja, ja.

—Lo lamento, no queda otra opción.

Jungkook fue el que suspiró esta vez.

—Está bien, pulga.

La cara de Taehyung se puso paulatinamente roja de puro enojo, y su vena del cuello salió a la luz, parecía una raíz. Ya le bastaba con tener que tolerarlo todos los días todo el día como para que además le faltara el respeto. No lo aguantaría. Al parecer al poder moverse se había vuelto más insoportable... No, siempre había sido igual. Su paciencia se agotó.

Se acercó para tomarle la camiseta por el cuello, alzando el puño, recordó cuando tuvieron esa conversación sobre peleas y sonrió en su interior, le mostraría de qué estaba hecho, pero Jungkook no se quedó atrás y también agarró su camisa por el cuello. Ambos estaban tan cerca que sus respiraciones se confundían entre sí. Si esto fuese una película, cualquiera pensaría que estaban a punto de besarse para romper la tensión, cuando simplemente querían molerse en base a golpes.

El teléfono de Taehyung vibró, interrumpiendo la escena. Era Jimin. Lo tomó y se alejó.

—Oye, ¿cómo amaneciste? Déjame decirte que tu amiga es bien loca.

—¿Uh? ¿Ha pasado algo? ¿Por qué lo dices?

—Anoche apenas llegó, se tomó una botella de vodka, ¡sola! Mi botella de vodka, la sacó del estante. Insistí en que no siguiera bebiendo, hasta pensé que le podría pasar algo, pero fue inútil, y tampoco me sentí en derecho de reclamarle.

—Ay, no —había olvidado ese “pequeño detalle”. La adicción de su amiga—. ¿Entonces significa que no puedes alojarla?

—Yo no tengo drama si se calma y no deja que su adicción la domine. Sabes que soy relajado. Pero si sigue así, tendré que sacarla de mi departamento. Imagínate se pone violenta o algo por el estilo. Entiendo que es tu amiga de confianza, Taehyungie. Pero yo no la conozco de nada. Espero lo comprendas.

Maldición. Eso no era una opción, él no podía recibirla. ¿A dónde iría de no comportarse? Tenía que ayudar a Jungkook a recuperar su aura lo más pronto posible.

—Está bien, hablaré con ella. Discúlpala.

—Tranquilo. Te llamaba solo para eso. Ah y, ¿cómo estás? ¿Quieres venir hoy?

—Mhm, me temo que no puedo Jiminnie. Quizás otro día, ¿sí? Por el momento he estado muy ocupado. Te quiero, adiós —cortó sin que su amigo tuviera la oportunidad de decir algo más.

—¿Jiminnie? —rió Jungkook—. Qué apodo más tierno, por el amor de Dios.

—En serio te estás ganando ese combo.

—Ven, déjame ver qué tienes —le hizo una señal para que se le acercara.

Taehyung no dudó sino hasta el último segundo, sabía que tenía la mano pesada y no podía darse el lujo de dejar sangre, aunque fuese poca, en el cubrecama y menos en la alfombra. Había golpeado a varios compañeros en el colegio, defendiendo a otros de sus bullies, y todavía le quedaba un pelín de fuerza desde esos años escolares. Se preguntaba dónde estarán todos esos compañeros de clase. Claro, el hijo de la señora Jung era del curso paralelo, quizás él sabía algo sobre ellos. No extrañaba la escuela, para nada, es solo que lo invadía la curiosidad. Más adelante podría buscarlo.

Sin embargo, algo más lo detuvo, otro factor que había sido sorpresa en su cabeza, y es que no podía evitar sentir un poco de pena por la situación de Jungkook, estar atrapado en un cuerpo humano no debe ser muy común para cualquier guardián.

—¿Y? ¿No vas a golpearme?

—No vales la pena ni siquiera para un golpe.

—Auch.

—No te hagas el dolido, Jeon Jungkook, tú empezaste —reclamó yendo al clóset y sacándose la ropa mojada. Por suerte el piso no se mancharía permanentemente tan solo con agua. Sacó su camisa de señor de sesenta años que juega golf (no podía faltar en su outfit) y sus pantalones sueltos.

El otro soltó una risa que no alcanzó a disimular.

—¿De qué te ríes? Date vuelta.

—Sí, sí, tranquilo —alzó los brazos a modo de rendición y tapó su cara, pero miró entre sus dedos solo para molestarlo.

—¡Jungkook!

Éste rodó los ojos, estaban blancos casi por completo.

Una vez que ambos estaban vestidos, Taehyung se sentó en su cama con su computadora en el regazo.

—¿No me darás un espacio? —el menor fingió estar ofendido.

—Ya puedes moverte, te toca ponerte en el colchón.

Lo vio y estaba todo desinflado, así que tuvo que ponerse en marcha otra vez a menos que quisiera recostarse en el suelo. Se demoró unos siete minutos que se le hicieron eternos debido a la fuerza que ocupó, mientras más fuerza ocupaba, más se cansaba y por ende, más largo se hacía cada minuto.

—Ahora sí, Stanford —Taehyung comenzó a redactar, el sonido constante y agudo de las teclas fastidiaron al otro muchacho.

—Aish, por qué tienes que escribir tan rápido, es desagradable.

—No empieces con tus tonterías. Ya acabaré pronto. Paciencia.

—¡Está bien! —podía jurar que su mirada lanzaba rayos X hacia el laptop del pelinegro. No aguantó y se sentó a su lado, ganándose la mirada fulminante del mayor—. ¿Entonces cómo piensas ayudarme?

A Jungkook le encantaba la atención y eso se notaba a leguas. Además, todo lo que tenía de inteligente también lo tenía de descarado, por lo que no le importaba sonar necesitado con tal de lograr su cometido.

—¿A qué?

—Vamos, a recuperar mi aura. Si no me ayudas tú no podré sobrevivir solo en este mundo humano.

—No lo sé. Ahora déjame escribir el correo.

Kim Taehyung hablaba en serio cuando afirmaba que no tenía idea de qué hacer para ayudarlo. Ni siquiera sabía cómo ayudarse a sí mismo, se sentía cada vez más perdido en los desiertos de su mente. Le encantaría poder decir lo contrario, mas cada suspiro iba envejeciendo y sonando más agotado, cual teja añeja en casa antigua.

—Déjame pensar —Taehyung se tomó unos segundos para reflexionar.

El menor se resistió al impulso de preguntarle si acaso pensaba, no quería más drama por el momento.

—Tendremos que usar la lógica, ya que en Internet es imposible que esté y, dudo que alguien que haya tenido contacto con los guardianes haya escrito algo en algún libro, recuerda que se debe guardar el secreto para siempre.

Jungkook rascó su cabeza, confundido.

—Quizás hasta cuándo estaré aquí —la pena se apoderó de él y, pronto comenzó a sollozar. Taehyung hizo una mueca, y trató de consolarlo.

—Hey, descuida, hallaremos la forma.

—¡No! Tú no entiendes. Todo esto es nuevo para mí, hasta las emociones que he experimentado me parecen extrañas y no logro comprender qué me pasa, pero me trago todo con tal de no molestarte —se sinceró—. Es cierto que me gusta sacarte de quicio, pero jamás he buscado que te sientas mal o desprotegido, solo quiero ayudarte.

Aquella confesión tomó desprevenido a Taehyung que, solo pudo dejar su laptop a un lado y posar su mano en su hombro. Esa cercanía se sintió diferente, era una más mansa y llena de ternura, la empatía era una de sus cualidades más bonitas, y verlo mal también lo hizo sentir culpable por haberlo amenazado con un golpe.

—Lo siento. ¿Hay algo que pueda hacer para que te sientas mejor?

—Lo dudo, solo quiero irme de aquí y…

Taehyung no dudó en apretarlo fuerte, envolviéndolo con un abrazo, tal vez podría hacerlo sentir mejor con un poco de contacto físico, incluso si eso significaba que el galope de su corazón se intensificara por la vergüenza de lo que había ocurrido hace unos momentos, en el baño. Sacrificó un poco de su orgullo para tratar de enterrar el miedo y pánico que sentía el castaño.

—Sé que esto sonará un poco repentino pero, me apena verte así. ¿Te parece si nos volvemos amigos? —le propuso.

Hola, chicos. ¿Cómo están? Espero que bien ♥︎ Ojalá hayan disfrutado de la lectura.

Los quiero, besitos.
Pascale.

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