Cómo obtener un beso: Forma #3
Comprar un pastelito, sonreír y marcharse.
Cada día a las doce treinta de la tarde, Amelia caminaba por el mismo pasillo de la escuela y simulaba sorpresa al ver un puesto de cupcake. Y no, su objetivo real no eran los pasteles. Su objetivo, era el apuesto chico que los vendía. Aquel chico con el que fantaseaba tener un hermoso romance de película. Adrien, último año, miembro del club de voluntarios, apuesto, pero no tanto como para llamar la atención de muchas chicas. Eso último regalaba a Amelia algo de paz y esperanza.
Sin embargo, creía que lograría algo con él asistiendo cada día a su negocio (que era más bien de la escuela) a ofrecerle algo de dinero y una sonrisa radiante para luego partir sin siquiera decirle una palabra, o letra.
Amelia se detuvo frente a la fila de personas dispuestas a conseguir un postre y sonrió al ver a Adrien atendiendo a todos con una sonrisa en el rostro.
Ladeó la cabeza para observarlo mejor. Su cabello claro estaba alborotado, se había quitado los anteojos, llevaba sobre el uniforme escolar un mandil blanco con una galleta dibujada en el centro. Amelia creía que Adrien se veía mucho mejor con las gafas puestas, lo hacía parecer interesante, según ella.
―¿Hola? ¿Amelia?
Amelia sacudió la cabeza y se dio vuelta rápidamente. Sus mejillas adquirieron un color rojizo, temía que alguien la hubiese visto babeando mientras observaba a Adrien. Se tranquilizó un poco al saber que solo era su primo Arnold y a su lado la mejor amiga de este, Amanda.
― ¡Arnold! ―exclamó Amelia― ¿Vienes a comprar?
― No exactamente. El novio de Amanda está detrás de esa mesa llena de postres ganando dinero para la escuela ―respondió él encogiéndose de hombros― Solo vine a acompañarla.
― ¿Tú novio? ―preguntó Amelia dirigiéndose a Amanda, de pronto nerviosa― ¿Adrien es tu novio?
―Oh, no, no. Mi novio es el chico que lo acompaña ―Amanda apuntó con su dedo en dirección a Brad Griffin, quien al verla sonrió ampliamente y le guiñó un ojo.
Amelia dejó escapar todo el aire que había inhalado. No había notado que esta vez su chico estaba acompañado, ¿siempre estuvo Brad a lado de Adrien?
― ¿Acaso te interesa Adrien, Amelia? ―preguntó Amanda en tono pícaro.
― ¿Qué? Puf... no, claro que no ―hizo un gesto con la mano restándole importancia y se dio vuelta, tratando de evitar que la chica haga más preguntas. Arnold y Amanda compartieron una mirada cómplice.
― ¿Enserio? ―preguntó Arnold― Adrien y yo nos hemos hecho muy unidos estos días. De hecho, al terminar las clases iremos a tomar café. Tal vez quieras ir.
― ¿Cómo dices? ―se giró, sus ojos brillaron con ilusión.
― Que puedes salir con Adrien y yo, si quieres.
― ¿Dejarías que vaya con ustedes?
Arnold asintió. Amelia empezó a imaginar cómo sería tener una cita con Adrien. Aunque lo que su primo estaba ofreciendo no era exactamente una cita romántica con su crush, definitivamente era más de lo que ella esperaba.
― ¡Genial! ―exclamó― Iré con ustedes.
Arnold rió.
Amelia centró su atención nuevamente en la ahora corta fila delante de ella y esperó pacientemente para comprar el pastelito, sonreír a Adrien y marcharse.
Unas horas después, cuando la campana que daba por terminadas todas las clases del día sonó, ella corrió fuera del aula hacia el salón donde creyó que estaría su primo.
Y sí, ahí estaba. Charlando junto a la persona con la que Amelia pensó jamás tendría algún tipo de comunicación. De pronto los nervios empezaron a atarcarla. ¿Cómo actuaría? ¿Qué diría? ¿Y si decía algo estúpido? ¿Y si Adrien creía que era una tonta? Se alegró de que su primo estuviera con ellos todo el tiempo, pues en caso de que algo sucediera, Arnold la ayudaría.
―Y ella es mi prima ―dijo Arnold, señalándola. Amelia miró a Adrien. Tan apuesto como siempre y con esa radiante sonrisa en su rostro capaz de alegrar su día con solo verla― No sé si se conocen. Su nombre es...
―Amelia ―respondió Adrien― Creo que ese es tu nombre. Muy lindo, por cierto.
En ese momento, Amelia sintió que su corazón explotaría.
―G-gracias ―dijo en un susurro casi inaudible, que sin embargo lograron escuchar ambos chicos frente a ella.
― ¿Vamos ya? ―preguntó Arnold mirando a Amelia con una sonrisa demasiado grande y exagerada. Ella pensó que tramaba algo.
Y así era.
A unos cuantos metros de llegar a la cafetería, el celular de Arnold sonó. Este se detuvo y contestó.
― ¿Amanda? Sí, ¿Qué sucede? Oh, está bien. Voy para allá ―y colgó para luego mirar de forma traviesa a Amelia, quién comenzó a desesperarse― Lo lamento tanto, Amanda me necesita, es una emergencia. Tal vez podemos postergar el tomar café para otro día o... ―una expresión fingida de inocencia se formó en su rostro― pueden ir ustedes dos. Solos. ¿Qué dicen?
―Por mi está bien ―respondió Adrien, encogiéndose de hombros. Le lanzó una mirada de reojo a la chica a su lado antes de preguntar― ¿Qué piensa Amelia?
Amelia abrió la boca unas cuantas veces para contestar, pero nada salía de ella. Todo su rostro había adquirido una tonalidad rojiza. Asintió con la cabeza, indicando estar de acuerdo con la idea.
―Genial. Adrien cuida a mi prima, si algo le pasa es culpa tuya y no dudaré en arrancar tus tripas ―advirtió Arnold antes de dar la vuelta y marcharse.
El resto de camino hacia la cafetería la pasaron en silencio, hasta que Amelia se dispuso a romperlo. No quería que Adrien pensara que era aburrida.
―No lo dice enserio ―rió ella ruborizada― Sé cuidarme sola, y lo de las tripas es... broma.
―Lo sé, no te preocupes ―contestó, haciendo un gesto para restarle importancia.
Adrien se detuvo frente a las puertas transparentes del local y abrió la puerta, luego se hizo a un lado sosteniéndola aun para que esta no se cierre y su acompañante pueda pasar. Amelia ingresó y se dirigió a una mesa situada junto a la ventana con Adrien siguiéndola detrás.
―Iré a ordenar, espérame aquí.
Amelia agradeció aquella acción, pues le daría tiempo a pensar que podría decir para tener una conversación agradable con el chico. ¿Qué tenían en común Adrien y ella? ¿Qué le gustaba hacer en sus ratos libres? Podía preguntar eso.
―Café para ti, café para mí y un pastelito para ambos ―explicó Adrien mientras colocaba sobre la mesa cada cosa y se sentaba frente a ella.
― ¿Cuánto te debo? ―preguntó Amelia sacando su cartera.
―No debes nada. Yo invito.
―Pero...
―La próxima pagarás tú, si eso te hace feliz ―rió.
― ¿P-próxima? ―balbuceó la chica. El chico asintió.
¿Próxima vez? ¿Eso significaba que Adrien estaba de acuerdo en salir algún otro día? No, solo era cortesía. Sin embargo, dependía de la impresión que Adrien se llevaría de esa primera cita el hecho de que en un futuro no muy lejano pueda existir otra.
"No, Amelia. Esto no es una cita", se dijo a sí misma.
―Entonces... ―empezó Amelia. No quería pasar todo el rato en silencio. Quería saber un poco más sobre aquel chico sentado frente a ella que tanto le gustaba. Apenas habían charlado unas cuantas veces (trece para ser exactos, pero eran parloteos poco importantes), eso no era lo suficiente para conocerlo. Y tomando toda la valentía que llevaba dentro, continuó― ¿por qué no me cuentas algo sobre ti?
Y así inició una agradable conversación entre ambos adolescentes. De un tema, pasaban a otro y luego a otro. Casi no hubo silencios.
Pero todo tiene un fin. Las horas pasaban rápido y no podían hacer nada para detenerlas. Las agujas del reloj siguieron avanzando, y sin que Adrien o Amelia lo notaran, marcaron las 10 pm.
Un minuto más tarde, una anciana se acercó a ellos y habló.
―Me temo que es hora de cerrar.
Ambas personas se mostraron sorprendidas, observaron el lugar y repararon en que eran los únicos clientes que aun quedaban en él. Se pusieron de pie con una sonrisa de disculpa y salieron del lugar.
Adrien ofreció a Amelia acompañarla hasta su casa, y a pesar de las respuestas negativas por parte de ella (aunque por dentro era un rotundo sí), lo hizo.
Cuando se detuvieron frente al pórtico, cayeron en cuenta que el tiempo de despedirse había llegado.
―Fue una gran tarde ―expresó Adrien extendiendo su mano y esperando que Amelia la estreche. Ella lo hizo.
―Lo fue ―dijo Amelia.
En un movimiento rápido, Adrien la acercó a él y besó su mejilla, permaneciendo ahí unos cuantos segundos (seis, según lo que Amelia pudo contar). La chica abrió los ojos de par en par y sintió su corazón latir desenfrenadamente.
―Espero que se repita ―mencionó él dando paso hacia atrás.
―Igual yo.
― ¿Qué tal el viernes? ¿Estás disponible? ―preguntó.
―Sí, sí, viernes me parece bien. ¿Le aviso a Arnold?
―No, solo nosotros ¿está bien?
―Sí, está genial ―comentó esperanzada. "Solo nosotros", repitió en su cabeza. ¿Era esa una señal? ¿Debía emocionarse? Adrien quería salir solo con ella. Con ella.
―Genial. Buenas noches, Amelia ―besó su otra mejilla y se marchó.
Amelia llevó sus manos al lugar donde los labios de Adrien habían estado hace unos instantes, sonrió lo más que pudo y cuando se aseguró que Adrien estaba lo suficientemente lejos de su casa como para escucharla, gritó. Gritó de emoción.
Su crush, el chico que le gustaba, había besado la piel de sus mejillas.
La besó.
❝No todos los besos son en los labios❞.
¡JOJOLAAA!
Tuve algunos pequeños problemas al escribir el capítulo, tenía pensado publicarlo la semana pasada... en feeeeen. Y lamento publicar a esta hora (En mi país son 2:50 a.m.).
Esta Amanda siempre presumiendo a su Brad >:v Seguro se preguntaran ¿y Guy? ¿Y Greer? Pues Greer me cae mal. JAJAJAJA, ok es mentira. Tal vez sepan de ellos en el siguiente capítulo, o el que sigue a ese, o no sé, algún día :v
Espera, no te vayas aun, tengo unas preguntas acerca de tu crush. 7u7
¿Real o literario?
¿Sabe de tu existencia?
¿Está soltero?
¿Cómo lo conocieron?
¿Han probado sus sabrosos labios u otra parte de su cuerpo? (No piensen mal, pervertid@s).
Ah, yo no :'v
Maxon Schreave (La Selección) es mi personaje literario favorito, luego le sigue el Emperador Kaito (Crónicas Lunares), y luego Ethan Wate (Hermosas Criaturas). ¿Cuáles son los suyos?
No sé, estoy muy preguntona, aiudaaa. (?
Ahora sí, adiós. 7w7
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