Capítulo 7
Mirando con gran sorpresa, Imperio Ruso solo se atrevió a decir:
-no te regresaré, eres mía.
-eso no importa, no importa y si encierra en una celda o en una torre aislada, tarde o temprano llegará el momento en que logre salir. -dijo Chile
-no voy a permitirlo -dijo el Ruso
-en verdad piensa que voy a pedirle permiso? -dijo la chilena de manera seria.
-cuida tus palabras, tienes enfrente a un emperador. -dijo Imperio Ruso enojado.
-y usted en frente me tiene a mi! Chile! -dijo ella igual de enojada.
el imperio salió de los aposentos muy enojado, al salir vio a los sirvientes y criadas, quienes esperaban afuera, le reverenciaron a modo de respeto, el ruso dijo:
-vigílenla día y noche, cuídenla si ella llega a salir de esos aposentos correrá sangre.
los sirvientes y las criadas, bajaron la mirada a modo de acato a la orden, sin embargo el ruso dijo:
-si me entero que la volvieron a atacar, no habrá perdón.
cuando el se fue, las sirvientas entraron a los aposentos, estaban obligadas a cumplir hasta cierto punto las ordenes de Chile.
esta tenía la mirada fija en la ventana, una sirvienta se acerco a la ventana y la cerró diciendo:
-tenemos ordenes expresas del emperador, de vigilarla y no dejarla sola.
Chile sonrió con cierta burla, y dijo:
-increíble... ahora debo estar bajo vigilancia de sirvientes. esto es patético.
mientras tanto en el reino de Prusia, este se encontraba en su despacho junto a su hijo Second Reich, quien este ultimo le decía:
-como pudiste mandarla allí? te das cuenta de lo que hiciste? lanzaste la presa a ala bestia. tenemos que ir por ella.
-se arruinará mi plan. -dijo Prusia
-eres consciente de que no has tenido ninguna noticia de Chile, desde que la enviaste a territorio ruso. quizás él ya la mató. -dijo Second Reich
-no hay que ser pesimistas. ella va a estar bien. -dijo Prusia.
-padre... -intento reprochar el menor
-si después de tres días, no hay noticias de Chile, debemos prepararnos para la invasión y recuperarla.
en cuanto a Chile, ella se encontraba junto a una sirvienta, esta dijo:
-es momento de que tomes un baño señorita.
Chile solo asintió con seriedad y ambas se dirigieron al baño de la habitación. luego de quitarse la ropa, Chile entraba a la bañera, que ya estaba llena de agua fría. esa criada, ni siquiera se tomo la molestia de poner el agua caliente.
sin embargo no le molesto, pues las cicatrices sangrantes de su espalda aún ardían y el agua fría aliviaba el dolor. la sirvienta comenzó a tallar con delicadeza el jabón en el cabello de la chilena, la sirvienta quedo observando aquellas cicatrices.
"por traidora, te las tienes bien merecidas." fue lo que pensó la sirvienta para si misma.
más tarde, luego de terminar de bañarse. Chile se encontraba de regreso en la habitación, vestida con una bata de ceda, sentada en la cama, ella miraba la nada, planeando el como escaparía.
mientras que la sirvienta le secaba y peinaba su larga cabellera azul oscuro, luego de de tenerle el cabello peinado y acomodado de manera elegante cayendo sobre su hombro.
en cuanto a Imperio Ruso, este ya se había calmado y pensaba fríamente, fue entonces que salió de sus aposentos dirigiéndose a los de Chile, sabía que quizás iba a por otra discusión con ella. pero quería que ella no le viese como el malo, lo que menos quería era ser su enemigo. llego a la puerta de la habitación, que era custodiada por dos guardias.
quienes abrieron las puertas, entonces la vio allí sentada sobre la cama, mirando la nada.
-Chile. -dijo el imperio acercándose a la chilena.
sacándola de sus pensamientos, haciendo que ella le mirase.
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Continuará.
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