003: El motociclista

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EL MOTOCICLISTA
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      Un nuevo día amanecía sobre la ciudad, tiñendo el cielo de tonos azulados mientras el bullicio matutino se extendía por las calles. En el aula, Choi Hyemin pasaba las páginas de su libro de ciencias, sumergida en su lectura. Sabía que la profesora Ahn había anunciado un examen para la próxima clase, y con la certeza de que en casa sus sobrinos reclamarían toda su atención, prefería aprovechar el tiempo en la escuela para estudiar.

      El sonido de la puerta deslizándose interrumpió la tranquilidad del aula.

      —Buenos días, chicos—saludó con energía el profesor Han al ingresar.

      Los estudiantes se pusieron de pie al unísono, inclinándose con respeto hacia el mayor.

      —Buenos días, profesor Han—respondieron en coro antes de volver a sus asientos.

      El maestro esbozó una sonrisa astuta y caminó hacia el escritorio.

      —Hoy haremos una lección oral—las protestas se hicieron escuchar por todo el salón—. Vamos, no se preocupen. Será fácil porque los quiero—bromeó con un guiño—. Yo haré la pregunta y quien sepa la respuesta, que levante la mano. ¿De acuerdo?

      —¡Okey!—gritaron todos al unísono, salvo una persona.

      El profesor esbozó una sonrisa de satisfacción antes de formular la primera pregunta:

      —¿Quién fue el primer presidente de Corea?

      Sin sorpresa alguna, los dos primeros lugares de la clase alzaron la mano casi de inmediato. Sin embargo, lo que tomó a todos desprevenidos fue que la nueva estudiante transferida, Hyemin, también lo hiciera.

      —Hyemin—dijo el profesor, curioso por comprobar sus conocimientos.

      Desde su asiento, Lee Suho desvió la mirada hacia ella. Había escuchado en conversaciones previas que Hyemin destacaba en letras (Sabía que estaba mal ser un chismoso, pero no pudo evitar sentir curiosidad), pero ahora quería ver qué tan versada estaba en historia.

      —Kim Ilsung—respondió con seguridad.

      —¡Muy bien!—felicitó. El maestro continuó con la siguiente pregunta: —¿En qué año las fuerzas norcoreanas invadieron Corea del Sur?

      Esta vez, además de los tres anteriores, un cuarto estudiante levantó la mano.

      —Jisoo—llamó el profesor.

      —El 25 de julio... ¿de 1960?—respondió con inseguridad.

      Una risa generalizada se esparció por la sala cuando el profesor negó con la cabeza.

      —Solo acertaste el día. En el resto te equivocaste.

      Jisoo se encogió de hombros, sintiendo el calor de la vergüenza subir por su cuello.

      —No se rían de su compañero—regañó el profesor—. Al menos está intentando obtener una buena calificación. Soojin, dime la respuesta correcta.

      —El 25 de junio de 1950.

      —¡Correcto!

      —Sabía que la señorita Segundo Lugar no fallaría—bromeó Sooah, levantando ambos pulgares.

      El profesor Han volvió a sonreír antes de lanzar un desafío mayor.

      —Esta pregunta será más difícil. ¿En qué año el Mayor General Park Chunghee dio un golpe de Estado?

      El salón quedó en silencio. Solo dos estudiantes levantaron la mano: Lee Suho y Choi Hyemin. Ambos se miraron con desafío.

      —Bien. Responderán al mismo tiempo. A la cuenta de tres... Dos... ¡Uno!

      —¡1961!

      —¡Correcto!—gritó el profesor.

      El aula estalló en murmullos impresionados y exclamaciones de asombro.

      Desde ese momento, ambos iniciaron una competencia silenciosa, tratando de superarse en cada pregunta. Pregunta tras pregunta, su rivalidad se intensificó hasta que finalmente sonó la campana anunciando el cambio de clase.

      Pero para Hyemin, la siguiente hora representaba un verdadero infierno: matemáticas. O como le decía la chica, La Hora de Estrés, pues no lograba resolver ni un solo ejercicio bien.

      Sentada con el ceño fruncido, Hyemin luchaba con los números frente a ella.

      —Hyemin, ¿cuál es la respuesta?—preguntó la profesora.

      —¿18?—se aventuró, esperando un milagro.

      La maestra negó con la cabeza, mientras Suho hablaba con tono confiado:

      —Es 45—respondió, mirándola con cierto desdén.

      —Muy bien, Suho. Pasemos al siguiente ejercicio.

      Hyemin apoyó la frente contra el libro, deseando desaparecer para que Suho dejara de burlarse de ella. Pero cuando miró su reloj, las manecillas parecían moverse con una lentitud tortuosa.

      "Infierno, acábate ya", pensó con desesperación.

      Cuando finalmente la clase terminó, Hyemin soltó un suspiro de alivio. Se estiró en su asiento antes de caminar hacia sus amigas, sin darse cuenta de que Suho la observaba de reojo.

      —Realmente eres mala en matemáticas—bromeó Soojin.

      —No eres la primera en decírmelo—murmuró cabizbaja.

      —¡Aigoo! No te deprimas—rio Sooah—. Al menos eres buena en letras, a diferencia de nosotras.

      Jukyung asintió de inmediato.

      —Es cierto... ¿Cómo lo haces, Hyemin?

      Hyemin sonrió tímidamente, señalándose la cabeza.

      —Memoria fotográfica.

      —¡Wa~!—soltaron las tres con admiración.

      Soojin rodeó los hombros de Hyemin con un brazo, obligándola a caminar hacia el lugar de comida.

      —No te preocupes. Yo te enseñaré todo lo que sé de matemáticas—le guiñó el ojo.

      Hyemin la miró con gratitud antes de abrazarla con cariño.

      —¡Gracias!

      El grupo de amigas salió del salón, pero cuando pasaron por los baños, el grupo se dividió en dos. Mientras Soojin y Sooah se dirigían a la cafetería, Hyemin y Jukyung entraban a los sanitarios.

      —Sabes, yo entré a la escuela una semana antes que tú—sonrió la castaña mientras se lavaba las manos.

      Hyemin salió del cubículo al mismo tiempo que se planchaba la falda con ambas manos.

      —¿También eres una estudiante transferida?—cuestionó, y Jukyung asintió mientras esperaba al lado de la puerta de salida a que su amiga terminara de lavarse las manos.

      —¿Por qué te cambiaste?—preguntó inocentemente la castaña, recibiendo como respuesta un silencio total por la parte de la más baja—. Lo siento, no es necesario que me contestes—el silenció tras ello la hice remover incómoda, lo que la hizo volver a hablar: —Yo tuve que venir acá porque me mudé.

      —Vaya. Un cambio de aires siempre es bueno—respondió Choi con cierta incomodidad, mientras su compañera asentía feliz.

      Hyemin salió de casa a regañadientes, abrigándose con la polera mientras el aire fresco de la tarde le erizaba la piel. Su tía, con su dulzura manipuladora de siempre, la había convencido de ir a comprar un pintalabios para el cumpleaños de la vecina.

      "Cuando juras que no volverás a caer en sus encantos... y lo haces otra vez."

      Suspiró, recordando con frustración su promesa de no dejarse llevar por los caprichos de su tía. Pero, como siempre, la mujer sabía exactamente cómo doblegarla.

      —Dulce Hye, no querrás que tu tía camine sola por las calles de noche, ¿verdad?—había dicho con voz melosa—. Encima que me duelen los pies de estar parada todo el día. Cuidar a los niños es más fácil para mí que ir hasta la tienda.

      Y ahí estaba Hyemin, caminando rumbo al paradero del autobús, preguntándose en qué momento se había convertido en la cómplice perfecta de los antojos de su tía.

      Metió las manos en los bolsillos de su polera, sintiendo la brisa nocturna envolverla. El sol se ocultaba lentamente en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos naranjas y lilas, mientras que, en el extremo opuesto, la luna ya asomaba tímidamente.

      Todo parecía en calma, hasta que sus ojos se toparon con una figura conocida en el paradero.

      "Maldición."

      Allí estaba Suho, de pie, esperando el mismo autobús. Hyemin chasqueó la lengua y, sin alternativa, se acercó a su lado.

      —Por si acaso, no te estoy acosando—soltó sin mirarlo, queriendo cortar cualquier idea equivocada antes de que él pudiera hablar.

      Suho giró el rostro hacia ella con una expresión neutra.

      —Eso diría una acosadora.

      Hyemin bufó, cruzándose de brazos.

      —¡Ash! Eres un dolor de cabeza, ¿sabes?

      —Lo mismo digo.

      Y con eso, el intercambio quedó zanjado. Subieron al autobús sin más palabras. Suho bajó primero, deteniéndose en la tienda de cómics, mientras Hyemin continuó hasta su destino.

      Cuando descendió del bus, el cielo ya se había oscurecido por completo. Las luces de la calle parpadeaban intermitentemente, y el aire nocturno tenía un ligero aroma a tierra húmeda. Caminaba distraída, perdida en sus pensamientos, cuando chocó de lleno contra alguien.

      —¡Oh, lo siento! se disculpó de inmediato, dando un paso atrás. Pero al ver el rostro de la persona, se quedó helada—. ¿Jukyung?

      La castaña no dijo nada. Sus ojos estaban enrojecidos y las lágrimas surcaban sus mejillas. Apenas Hyemin pronunció su nombre, Jukyung salió corriendo, como si huyera de un fantasma.

      —¡Jukyung!—gritó Hyemin, su pecho encogiéndose de preocupación. Sin dudarlo, comenzó a seguirla—. ¡Espera, por favor!

      El sonido de sus pisadas resonaba en el asfalto mientras la persecución las llevaba a un callejón apartado. Y entonces, un grito ahogado escapó de los labios de Hyemin.

      Más adelante, Jukyung estaba en el suelo, temblando, y a unos metros de ella, un joven yacía junto a una motocicleta derrapada. Jukyung estuvo a punto de ser atropellada.

      Hyemin corrió de inmediato hacia su amiga, arrodillándose a su lado.

      —¿Estás bien?—preguntó con voz agitada, revisándola de arriba abajo. Jukyung asintió con dificultad, sin un solo rasguño visible, aunque aún temblaba.

      Apenas sintió alivio por su amiga, Hyemin giró hacia el motociclista. No importaba que casi hubiera arrollado a Jukyung, necesitaba asegurarse de que estuviera bien.

      Se acercó con cautela, tocándole el hombro.

      —Disculpe... ¿se encuentra bien?

      El chico no respondió de inmediato. Hyemin y Jukyung intercambiaron una mirada nerviosa.

      La pelinegra se mordió el labio inferior, observando con inquietud al desconocido.

      —¿Qué debemos hacer?—susurró Jukyung, su voz temblando—¿No está herido?

      —Parece que no...—murmuró Hyemin, aunque no estaba segura.

      El silencio se rompió cuando el joven se llevó las manos al casco y, con un movimiento lento, se lo quitó.

      Y entonces, ambas quedaron sin palabras.

      Bajo el reflejo de la tenue luz de la calle, el rostro del motociclista se reveló. Su piel tenía un brillo dorado bajo la iluminación, y su cabello oscuro caía en desorden sobre su frente. Sus ojos, intensos y afilados, las observaron en completo silencio.

      Hyemin sintió un escalofríorecorrerle la espalda

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¡Annyeonghaseyo!
❝안녕하세요❞
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CÓMO ESTAN, ESPERO QUE BIEN

¡SEOJUN ENTRE A LA HISTORIA!

A HYEMIN CASI LE DA UN PAROCARDIACO AL VER A SU AMIGA CASI ARROLLADA

¿CREEN QUE SUCEDA ALGO ENTRE SEOJUN YO HYEMIN?

POR CIERTO, ¿ME DARIAN ALGUN NOMBRE PARA EL SHIPP DE HYEMIN YO SUHO?

ESTE CAPÍTULO ESTA DEDICADO A _vamilhy_, GRACIAS POR COMENTAR Y VOTAR ♡

PUBLIQUE ESTE CAPÍTULO HOY DIA, YA QUE ES EL CUMPLEAÑOS DE VALEN, POR FAVOR DESEENLE UN FELIZ CUMPLEAÑOS EN ESTE COMENTARIO ♡

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© Kriss-sama

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