XXXI
—Bien, entiendo. Pero, ¿qué demonios quieres en mi casa en plena madrugada? —me acurruqué en el sofá, con un vaso de chocolate caliente y una manta. Mantenía los ojos entrecerrados por el sueño.
—Es que he venido antes de mi entrenamiento —Naruto rió un poco, rascándose la nuca.
—¿Y qué es tan importante para que oses interrumpir mi sueño? —gruñí. Volteé hacia la ventana, dónde el sol apenas estaba asomando, dejando a la vista una gran cantidad de azules oscuros y morados.
—¿No estamos en verano...? —el rubio me miró raro.
—Solo contesta mi pregunta.
—¡Ah, cierto, 'ttebayo! ¡Ya que tu brazo está bien ahora, tenemos que ir con la abuela Tsunade de inmediato para que te regresen al equipo 7! —exclamó, emocionado. Yo intenté serenarme para no clavarle mi puño en medio de su cara. A veces, tenía que aceptarlo, se lo merecía.
—¿Y por qué no has venido después de tu entrenamiento? A esta hora Tsunade ni siquiera está en la torre Hokage —intenté razonar. Él, por otro lado, pareció darse cuenta de ese pequeño detalle hasta que lo mencioné.
—Es que quería hacerlo lo más pronto posible, así que no pensé en eso... —gruñó, frustrado. Después sonrió cuando le vino una idea—. ¡Ya sé, 'ttebayo! ¡Vayamos a casa de la abuela Tsunade para decirle!
—En primera, ella no es tan amable como yo, y te golpeará apenas vea tu cara frente a su puerta a estas horas. En segunda, ni siquiera sabes dónde vive —enumeré, y observé como a Naruto parecían atravesarle un par de flechas.
—¿Entonces qué haremos... ? —lloriqueó, desesperanzado, cuando se dió cuenta que faltaba buen rato para su entrenamiento y volver a dormir no era una opción para ninguno.
—No voy a ser la única persona racional de la aldea despierta a estas horas. Iremos por más gente —me levanté de mi sofá, decidida—. Pero déjame cambiarme el pijama primero.
(...)
—¡Buenos días, estrellita, la tierra te dice hola! —entré gritando por la ventana de la casa de Kakashi, tan alto como mis pulmones me lo permitían.
—¿Estás segura de que esto está bien? —Naruto susurró detrás mío.
—Ustedes se meten por mi ventana todo el tiempo. ¿Hasta ahora te preocupa?
—Bueno, es porque eres tú —se alzó de hombros, despreocupado. Le ví mal.
—De todas formas, como te he dicho, no planeo ser la única persona con más de dos neuronas despierta —suspiré, mirando al rededor. Me enfoqué en una pequeña mesa donde habían algunas fotos del viejo equipo de Kakashi, y unas nuevas de nosotros—. Además, descuida, Kakashi no puede dañarme a mí.
—¿Y qué hay de mí...? —susurró, siguiendo mis movimientos. Yo le di una larga mirada antes de contestar.
—No puedo prometer nada —me alcé de hombros.
—¡No es justo, 'ttebayo! —reclamó ante mi respuesta.
—Ah, y hablando del rey de Roma —ignoré las palabras de Naruto cuando escuché pasos. Dos segundos después, la puerta se abrió y Naruto se escondió detrás de mí para evitar cualquier daño.
—¿Qué hacen aquí, chicos? —Kakashi, despeinado pero con su máscara bien puesta junto con su camiseta interior negra, preguntó al vernos, con una pequeña sonrisa simpática.
Podría lagrimear solo por verlo.
Naruto, en cambio, tembló y se aferró a mi camiseta con fuerza. Parece algo que ya le ha sucedido antes y le dejó severos traumas.
Pobre cosita fea.
—Te aseguro que no hemos venido a ver tu bello rostro, aunque no estaría de más —saludé de regreso, pasando por un lado de él para entrar a otra habitación. En la que estábamos no había casi nada realmente.
Naruto, que se quedó atrás unos momentos, volteó a ambos lados y después de escabulló detrás de mí.
—Es inesperado verlos —Kakashi suspiró y medio intentó acomodarse su cabello (sin éxito, pues no tenía su banda) cuando nos siguió hasta la sala de estar, cerrando la puerta de la habitación detrás de sí.
—Culpa de Naruto —me alcé de hombros, ahora contenta por tener buena vista en la mañana. Kakashi me vio con sospecha.
—¡No me eches toda la culpa a mí, 'ttebayo! ¡Tú fuiste quien-! —le tapé la boca en ese instante, sin quitar la sonrisa de mi rostro.
—No tienes que hacerle caso, se pone medio tontito por no dormir —le resté importancia. Después, cuando sentí que Naruto me lamía la mano con la que cubría su boca, hice una mueca de asco y quité mi mano.
—¡Eso te pasa! —se carcajeó el rubio.
—¡Te vas a arrepentir! —no dudé en tumbarme sobre él para limpiarme la saliva en su cara.
—¡Ew, no, alejate de mí! —se retorció para evitarme, pero no lo logró por mucho.
—Chicos, chicos —Kakashi tuvo que separarnos, cargandonos a cada uno con un solo brazo, tomandonos por la tela de nuestras camisas como niños pequeños.
—¡Fue ella quien empezó, 'ttebayo!
—¡¿Ah?! ¡Fuiste tú quien-!
—Verónica —me nombró, con un serio tono de advertencia. Mi sentido de peligro me detuvo de repente.
—¿Sí? —me volteé hacia él con voz inocente y grandes ojos, intentando prevenir un regaño. Supe que me había salvado cuando él suspiró—. No estamos peleando en serio, no te preocupes.
—Bien —se calmó y nos bajó al suelo por fin.
—¿Qué le hiciste al maestro Kakashi? —Naruto se acercó a mi oído para susurrarme, incrédulo.
—¿A qué te refieres?
—Está siendo muy... permisivo —el rubio le miraba con desconfianza, mientras que Kakashi se dirigió a su cocina para prepararse algo.
—Oh, querido —sonreí hacia el rubio, con cierto tono de saber algo que él no—. Lo que pasa es que tú no sabes tocar la fibra sensible de las personas. Todos la tienen, incluso un ninja como Kakashi.
—¿A qué te refieres? —se interesó en lo que decía.
—Hay una cierta forma de pedir las cosas para conseguirlas, ¿entiendes? —indiqué, y proseguí al ver que él me miraba con un interés absoluto—. Mira, te cuento. Primero, tienes que usar un tono de voz suave, para que te tengan confianza, y mantener un poco de contacto corporal, sin llegar a invadir su espacio —enuncié, como una maestra del tema.
—¿Y entonces puedes lograr algo así? —parecia tener algo realmente perverso en mente.
—Por supuesto que no —negué, y sus esperanzas se desinflaron de inmediato—. Te faltará siempre algo muy importante.
—¿Y qué es eso?
—Vulnerabilidad —dije, y seguido asentí a mis palabras, completamente segura—. Las personas tienden a dejar sus defensas cuando tienes una apariencia frágil.
—Esas son patrañas, 'ttebayo. Solo quieres engañarme —se quejó.
—¿No me crees? ¿Quieres que te muestre? —el rubio me vio con desconfianza, ambos brazos cruzados. Yo sonreí y señalé a Kakashi, en la cocina, que prefirió mantenerse alejado de nuestra conversación.
—No lo vas a lograr.
—¿Cuánto apuestas?
(...)
—Huele tan bien. Kakashi, ¿qué estás cocinando? —él me observó sobre el hombro cuando yo me asomé desde la espalda, tomándolo del brazo izquierdo, dónde tiene su tatuaje.
Bendecidas sean mis manos que han podido tocar su piel directamente.
—Ya que vamos a salir a entrenar después de esto, tengo que desayunar algo —comentó de lo más natural.
—¿Me puedes hacer un poco a mí también, por favor? Naruto no me ha dejado desayunar nada —puse rostro para causar pena. Él, en cambio, sonrió como si lo que acababa de decir fuese gracioso.
—Seguro, espera a que termine.
—¡Eres el mejor! —celebré, y me senté en una de las mesas que estaban a un lado de la estufa para esperarlo. A él no le molestó.
Desde ahí podía ver a Naruto en la sala, que tenía la boca abierta hasta el suelo, incrédulo. Me burlé un poco de él con una sonrisa.
Pronto, se animó él a intentarlo también.
—Maestro Kakashi —se pegó a él con voz empalagosa, meneando las caderas sobreexageradamente. Yo di todo lo que tenía para aguantar la risa.
—Eh... —Kakashi, por su parte, le volteó a ver a él y luego a mí, preguntándome indirectamente algo como "¿Y ahora qué le pasa a este?". Me alcé de hombros—. ¿Le sucede algo a tus piernas?
Y ya no aguanté la risa.
(...)
—¡Que bonito está el día, 'ttebayo! —Naruto exclamó cuando llegabamos al campo de entrenamiento, contento y con el estómago lleno.
Al final, tuvo que rogarme para que convenciera a Kakashi para que le diese algo de comer a él también, porque si no se moriría de hambre. Aunque, realmente, nuestro maestro ya estaba cocinando desde un principio lo suficiente para tres personas.
Lo peor es que, conociéndolo, si no le pediámos no nos daría, asumiendo que ya habíamos desayunado. Yo aún no podía decifrar porqué en casos como ese no decía directamente las cosas, creyendo firmemente que la palabra "timidez" realmente no pegaba con alguien como Kakashi, pero a la vez, de forma extraña, sí.
Aunque ahora tenía cara de muerto viviente, siendo conciente que tendría que soportar a Naruto por unas dos horas más en lo que llegaba el maestro Yamato.
—No te hagas, sabes que nos adoras —le codee, riéndome de su cara.
Él me dió una larga mirada, pero no me contestó.
—Ponganse en posición —yo dejé mi sonrisa atrás para acatar sus órdenes de inmediato, poniéndome alerta.
—¿Posición para qué, 'ttebayo? —no tuve tiempo para contestarle, pues el primer golpe se dirigió hacia él. Y al estar distraído, salió despedido unos cuantos metros atrás.
No alcancé a reírme porque el siguiente golpe venía hacia mí, apenas dándome tiempo para alcanzar a cubrirme.
—Ah, para eso —escuché a Naruto un poco más atrás, con voz mareada. El siguiente golpe me dió de lleno cuando solté una risa.
(...)
—Hoy se ven con mucha energía —saludó Yamato, alias Tenzo, con una energía envidiable.
—Ya no puedo más... —Naruto se arrastró en el suelo, estirando su mano para rogar por ayuda.
—Ya lo he cansado por ti —le saludó Kakashi, sereno.
—¿Verónica está descansando? —preguntó entonces, notando como yo me burlaba un poco del estado de Naruto.
—Ya que ella es mi alumna, no podía cansarla tan rápido —sonrió él. Aunque la verdad, solo había podido descansar como por treinta segundos, antes de que llegara Yamato.
Era mejor parar, había sido una buena coincidencia, tenía que considerar que él aún seguía siendo parte de raíz y podría pasarle reporte sobre mis capacidades a Danzo. Era mejor hacerle creer que era débil.
Y después le corto el cuello en cuanto tenga oportunidad.
—Aunque parece que no has recordado que Naruto es mi alumno ahora —comentó Tenzo, haciendo surgir una especie de enfrentamiento pasivo entre ellos.
¿Tan sensible era el tema de los alumnos?
—Bueno, así es por ahora. Y parece que realmente no ha mejorado nada —contestó mi maestro, con su típica sonrisa y actitud calmada.
—Uh, te chingó —me carcajeé detrás de él, sorprendida y orgullosa de Kakashi.
Ambos después, al verme, regresaron a un semblante más profesional.
—¿Qué hacen todos aquí? —Sasuke, por su lado, acababa de llegar y observaba la situación algo confundido. Después notó a Naruto en el suelo y se le quedó mirando por un largo rato, sin saber si burlarse o no.
(...)
—Te he dicho que pongas atención, Verónica —Kakashi me regañó. La verdad, estábamos aquí realmente para ver cómo avanzaba el entrenamiento de Naruto, pero como Danzo y Sai estaban en el lugar, no podíamos entrenar realmente en serio.
—Claro, sí, te estoy poniendo atención —regresé mi vista a él, pero de inmediato, como si de un imán se tratara, regresaba a la imagen de Sasuke entrenando.
Era inevitable para mí y mis ojos, mantenerse alejados de esa maravillosa, bella, hermosa y refinada... espada.
Que envidia. Él podía entrenar con una, mientras que yo y mis brazos cortos tenían que confirmarse con Taijutsu mal practicado.
—Verónica —volvió a usar ese tono de advertencia que daba miedo.
—Te he dicho que te estoy poniendo atención —suspiré.
Ahora estábamos sosteniendo un pseudo-combate de Taijutsu, pero más lento de lo que estábamos ambos acostumbrados, por lo que no me costaba nada sincronizarme a sus movimientos para evitar sus golpes aún sin poner atención.
Pero que envidia no poder usar una espada. Y el imbécil Sasuke se miraba tan feliz con ella.
—Bien, vamos a tomar un descanso —anunció Kakashi al notar que no estábamos logrando nada. Por ahora, al menos sabíamos que el entrenamiento de Naruto estaba yendo perfectamente (y al parecer, el de Sasuke y su espada también), pero nosotros no podíamos hacer nada por ahora.
—Claro —contesté, sentándome en el césped para tomar algo de agua.
—Tal vez deberíamos de conseguir una forma para optimizar tu entrenamiento —murmuró él, pensativo.
—¿Es por tu nueva rivalidad con Tenzo? —me recosté en el césped, para ver al cielo un rato.
—No, no es así. Tengo la sensación que de ahora en adelante necesitarás ser más fuerte.
—Eso suena jodidamente aterrador. No digas esas cosas, me echas la sal.
—¿La sal?
—Es un decir —me alcé de hombros, él asintió.
—Por ahora, quiero oír tu opinión. En una pelea contra los del nuevo equipo 7, ¿cómo crees que sería el resultado?
—Entonces sí es por tu rivalidad con Tenzo —rodé para verle a la cara. De paso, acomodé mi cabeza sobre su regazo para dormitar un poco.
—No lo es. Quiero saber qué es lo que piensas tú de eso, nada más —analicé su tono de voz, pero parecía que lo decía seriamente.
—¿Peleas individuales? —abrí un ojo para ver que sonreía y asentía como respuesta—. Contra Sai, no sé, nunca le he visto pelear en vivo. Pero él es probablemente mejor en tácticas de combate que yo, y su jutsu de los dibujitos es fácil de adaptar para cualquier tipo de combate.
—Mm-hmm —Kakashi soltó un sonido afirmativo, para que siguiera.
—Naruto es tonto y apesta en muchas áreas. Pero tiene una suerte increíble, una mucho mejor resistencia que yo y más fuerza física —enlisté—. Probablemente me ganaría en un combate real.
Kakashi, por su parte, hizo otro sonidito para que siguiera hablando.
—Ni siquiera tengo nada que decir de Sasuke. Si lo consideras seriamente, incluso es ridículo compararnos. Él tiene como 10 años de entrenamiento de ventaja sobre mí, porque yo aún no llegaba a este mundo, es un prodigio en todo, tiene el Sharingan, es físicamente más fuerte que yo, tiene ese sello de la serpiente pervertida que aprendió a controlar y, además, los brazos lo suficientemente largos para sostener una estúpida espada —suspiré, abatida. Era duro enfrentar la realidad.
Tal vez en algún momento pude vencerle, pero él era aún un niño, sabía que había mejorado. Además, yo contaba con que él estaba debilitado por la reciente marca de Orochimaru en ese momento, tal vez sin ello, ni siquiera tenía oportunidad.
Vaya mierda.
—Veo que subestimas tu propia capacidad, también tendremos que lidiar con ello —apuntó mentalmente.
—No me subestimo, solo he dicho hechos reales. Objetivamente ellos cuentan con muchas ventajas por sobre mí.
—Claro —contestó, con gran ironía, como si mis palabras fueran ridículas.
—A callar —yo tampoco estaba dispuesta a darle la razón ahora. Me di la vuelta para acomodarme mejor y descansar—. Tus piernas son tan cómodas —suspiré.
—Tendrás que despedirte de esa comodidad ahora, hay que seguir con tu entrenamieto —afirmó, y seguido se puso de pie.
Yo armé una pequeña escena dramática cuando me dejó tirada en el suelo, como si hubiese interpretado a Rose cuando Jack se hunde, pero mejor. Kakashi tuvo que regresar para alzarme, con una expresión divertida.
(...)
No me crean cuando digo que voy a actualizar pronto, probablemente será justo lo contrario, jajajajsjajs
La verdad es que escribí uno o dos especiales de año nuevo, no funcionaron y se fueron a papelera. Ya será para San Valentín (ja, ja, o tal vez no, les quiero<3).
Eso es todo por hoy, bais~
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