XXVIII

—¿Qué demonios quieres a las 5 de la mañana, Kakashi? —le gruñí en la entrada de mi casa, aún con mi ropa para dormir puesta y con el cabello todo enredado.

—No podía resistirme a ver tu hermoso rostro en la mañana —contestó, con su típica sonrisa y tono burlesco.

—Hermosa y una mierda. Déjame dormir —contesté, cerrando fuertemente la puerta en su cara.

Seguido, no la pensé ni un momento para regresar hasta mi cuarto y tirarme a mi cama nuevamente. No había podido dormir muy bien por estar meditando acerca del asunto de lo que iba a suceder pronto con Shikamaru y su maestro, sin poder llegar a una conclusión.

—Bien, aquí vamos —Kakashi, que había entrado nuevamente por mi ventana, me levantó sin mucha dificultad.

—Que terco puedes llegar a ser —suspiré, manteniéndome erguida cuando él me soltó para rebuscar en mi clóset.

—Es parte de mi encanto —me contestó, sacando dos camisas del mueble. Puso ambas frente a mí—. ¿Quieres usar la verde o la rosita? —alzó una y la otra según lo decía. Yo fijé la vista, no recordaba tener camisetas color pastel en mi armario.

—¿Qué se supone que vamos a hacer? —pregunté, por fin, quitándole ambas camisetas y haciéndolas a un lado. Tomé mejor una negra básica para cambiarme.

—Tenemos que ir a ver a Lady Tsunade, Verónica. Y después entrenar.

—Me sorprende que puedas ser puntual. Te hubieses perdido mejor por los caminos de la vida para dejarme dormir media hora más —me quejé, a punto de quitarme la camiseta a botones que usaba para dormir.

Me detuve de repente, frunciendo el entrecejo. Aunque sabía que tenía una camiseta ligera debajo, ¿desde cuándo y por qué me era tan natural cambiarme enfrente de Kakashi?

—¿Qué pasa? —preguntó él, al ver que me quedaba pasmada por unos segundos.

—Sal y espérame. Salgo en cinco minutos —indiqué.

(...)

—Entonces, la organización consiste en diez miembros. Pero por lo que sé, dos de ellos ya están muertos —comenté, mientras observaba como Tsunade me terminaba de vendar el hombro.

—Tres —me corrigió la rubia.

—¿Tres? —me confundí por un momento, hasta que recordé mi más reciente encuentro con Itachi. Con él no venía Kisame—. Oh...

—¿Tienes información sobre sus miembros también? —preguntó entonces la rubia. Yo asentí.

—Sí. De todas formas, han adherido a un miembro más, llamado Tobi, así que siguen siendo ocho miembros. Eso es todo lo que te puedo decir por ahora —concluí, me guardaría la información de sus habilidades hasta que sea necesario, sino todo sería un desastre.

—Bien —por otro lado, Tsunade se alejó de mí, tomando un portapapeles—. Te has recuperado completamente del brazo. La verdad es que estoy muy sorprendida, te felicito —yo sonreí, recibiendo el cumplido.

—¿Es todo por ahora? —le hice ojitos, que provocó que ella me observara como una mamá a punto de regañarme. Pronto suspiró y quitó esa mirada, rindiéndose.

—Shizune te espera afuera con tu recompensa —me indicó, haciendo que yo sonría. Después volteó hacia Kakashi, que seguía en una esquina de la habitación del hospital—. Necesito hablar contigo antes de que salgas, Kakashi.

Yo asentí, acomodándome la camiseta cuando entendí a lo que Tsunade se refería. Avancé hacia fuera para encontrarme a Shizune, sosteniendo una bolsa de monedas para mí.

—Gracias —sonreí, guardandola en la bolsa de mi pierna rápidamente—. Oye, iré a comprar una bebida, avísale a Kakashi cuando salga, ¿sí? —cuando ella asintió, me volteé para retirarme, despidiendome vagamente.

Si seguía aquí, podía escuchar toda la conversación que estaban teniendo allá dentro. No era como si no quisiera escuchar, de hecho quería hacerlo, mucho, pero no por eso debía desatender el respeto a la confianza que teníamos.

Si ellos me podían permitir guardar cierta información para mí, desgraciadamente, lo más sensato es que yo también respete su decisión.

Sin embargo, mientras me alejaba, suspiré cuando a lo lejos escuché un débil "... En esta situación es necesario sustituir a Danzo de su cargo, pero los ancianos...". Parecía que esos dos tenían algo grande en mente.

—¿Verónica? ¿Qué haces aquí? —no me sorprendió cuando Ino se acercó a mí, mientras yo daba el último trago de mi bebida. Aplasté la lata y la tiré a la basura antes de contestar.

—Revisión —mostré la venda de mi hombro y brazo, ella asintió. Después, reparé en el ramo de flores que llevaba en manos—. ¿A quién vas a ver? —decidí iniciar una conversación para aprovechar el tiempo libre.

—Vengo a ver a Sakura. Aún no ha despertado, pero ya casi se termina de recuperar. Quiero que cuando al fin despierte encuentre flores a su lado —yo asentí lentamente, un poco conmovida. Ino podía ser muy linda a veces.

—¿Te puedo acompañar?

(...)

Ino saludó a las enfermeras de camino a la habitación, yo concluí que ya debió de haber estado aquí varias veces antes, por eso ya les tenía tanta confianza.

Ella abrió la puerta y yo le seguí detrás.

—Buenos días, Sakura —saludó la rubia como si lo hubiese hecho cientos de veces antes—. Mira lo que te he traído esta vez —se acercó a ella, haciendo un movimiento como si le estuviese enseñando el ramo. Después, suspiró y se dedicó a quitar un antiguo ramo de un jarrón que reposaba a un lado de la cama, a cambiar el agua y colocar las nuevas flores.

Era una visión bastante triste.

Me acerqué un poco cuando Ino se sentó a un lado de su cama, intentando servir de consuelo si era necesario. Pero ella, a pesar de que su chakra fluía con una lánguida tristeza, se sentó a platicarle con una sonrisa sobre cosas triviales.

Le observé por unos minutos, hasta que le dijo que se tenía que ir y volvería más tarde. Se despidió de mí también, antes de salir de la habitación.

Pasé lentamente mi vista hacia Sakura otra vez. Le pasé una mano por enfrente del rostro, como si no pudiese creer que ella estaba en ese estado.

Probablemente Kakashi ya había terminado su conversación y me estaba buscando en la máquina de bebidas.

Antes de irme, me acerqué cuidadosamente a ella.

—Lo siento, realmente no quería que terminaras en este estado —incliné un poco la cabeza, antes de darme la media vuelta y salir de la habitación.

(...)

—Entonces, ¿qué vamos a hacer? —me empecé a estirar en cuanto llegué al campo de batalla, más por costumbre.

—Ya que Naruto ha estado entrenando últimamente, no puedo dejar que mi alumna se quede atrás.

—¿Y Sasuke? —cuestioné con una ceja alzada.

—También entrena con Tenzo —suspiró.

—Así que tus polluelos dejan el nido, ¿eh? —me burlé. Él hizo como si se limpiara una lágrima.

—De todas formas, de ahora en adelante necesitarás ser más fuerte. ¿Quién mejor para entrenarte que yo?

—Siempre podría pedirle ayuda a Tenzo —me alcé de hombros.

—Ni se te ocurra —contestó de inmediato, provocándome una risa.

—No te preocupes, no podría dejar a uno de mis mejores maestros solo —fingí ser piadosa, con cierto dramatismo en la voz.

—¿Solo uno? Oh, pensé que me considerabas el mejor de todos ellos. Que decepción... —me siguió en el fingido dramatismo. Se le daba muy bien, a decir verdad.

—Jiraiya es insuperable, amigo —me reí de la cara que puso, como de sorpresa—. Si él llegara en este momento y me pide que entrene con él, no la pensaría dos veces.

—Oh, ¿qué dices? —Kakashi después de que hablara hizo una seña como si no me escuchara—. ¿Que quieres que duplique tu entrenamiento, dices?

—¡No seas cabrón! —me quejé, cuando escuché que él se reía de mí. Iba en serio.

—Bien, por ahora tenemos que enfocarnos en mejorar tus habilidades de Taijutsu. Son horribles —Kakashi también empezó a estirar, a mí no me agradaba lo que sabía que venía.

—Me halagas —contesté con obvia ironía, poniéndome en guardia por reflejo al verle acercarse.

—Después veremos qué hacer con tu castigo por insultar a tu maestro —y tiró un primer golpe, que apenas logré esquivar.

(...)

—¡Ugh! —sentí que el aire se me salió de los pulmones al recibir una patada que me tiró al suelo. Me quedé unos segundos más ahí para recuperar el aire.

Kakashi se puso de cuclillas frente a mí, cuando vió que era necesario un descanso.

—No peleas tan mal después de todo —halagó, yo sabía que le había causado unos problemas a lo largo de la pelea, aunque la mayoría de golpes los recibí yo. Sonreí orgullosa—, para ser un genin —y se me borró la sonrisa.

—Estás siendo especialmente agresivo hoy. ¿Frustrado? —suspiré en el suelo, cansada.

—Y tú estás demasiado distraída —apuntó, ignorando mi sátira y siguiendo la crítica del entrenamiento—. Tenemos que mejorar tu ataque, tienes poca fuerza en los brazos, pero buena resistencia a los golpes. En el próximo entrenamiento evaluaré tu genjutsu.

—A veces creo que él tú que es maestro es un hijo de perra.

—Solo deseo lo mejor para mis alumnos —me dio una de sus típicas sonrisas.

—Regresen al niñero Kakashi, el maestro me cae mal —lloriqueé. Él, en cambio, rió un poco.

—No puedo ser amable si te estoy entrenando, sino no vas a mejorar —Kakashi negó.

—Bien, el entrenamiento ya acabó. Invítame un gran plato de comida —alcé las manos, esperando a que me alzara. Él me subió a su espalda sin quejarse.

—Ustedes quieren dejarme en la quiebra —se refirió a Naruto y a mí, mientras empezaba a caminar. Yo pensé un poco antes de contestar.

—Entonces vamos a mi casa. Tomamos una ducha y me haces comida, de todas formas hay algo que quiero consultarte —Kakashi me volteó a ver sobre su hombro con interés sobre lo último—. Te contaré allá —agregué, para que no insistiera en preguntar.

—Me parece bien —asintió, cambiando de dirección.

—¿Tomamos la ducha juntos? —pregunté entonces, al verlo de buenas. El suspiró con una sonrisa, negando—. Tenía que intentarlo al menos.

(...)

Quién fuera Verónica.

¿Qué les pareció?

En este punto de la historia, no sé si tirarle el rollo a Kakashi o a Verónica. Me vale que sea mi propio personaje, JAJAJAJAJS

Sayonara~
(Ay, Sa-yo-na-ra. Yo solita me deprimí).

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