XXV
Aclaraciones:
Verónica mide 1.45 a lo largo de todo el libro. No, no crece.
(Jaja, 'ta chikita, no puele).
En cambio, recordemos que ella en su realidad medía 1.70. Lo siento por las personas chiquitas que leen esto, aunque no siento que la altura sea un factor determinante, mi yo del pasado quería tener una prota alta, ah
Prosigamos:
—Ya que últimamente se han hecho más frecuentes los avistamientos de los miembros de la organización Akatsuki, es necesario tomar las precauciones pertinentes.
—La aldea se encuentra bajo la debida protección del sistema shibobi, señor Kazekage.
—De todas formas, no deben de bajar la guardia porque les superen el número. Además, necesitamos implementar un sistema para que las implicaciones económicas en cuestión de la infraestructura sean... —mientras Gaara seguía hablando, decidí que era mejor hundirme en mi asiento mientras ocultaba mi somnolencia.
Ahora mismo nos encontrábamos en una clase de junta acompañados de los hermanos de la arena y algunos importantes ninjas que se encargaban de liderar diferentes sectores administrativos de la aldea, en la que, por cierto, Kakashi y yo no pegábamos para nada.
Me tuve que aguantar un bostezo cuando Gaara siguió hablando de un montón de cosas técnicas que, aunque entendía su importancia, no me impedía morirme de aburrimiento. Por otro lado, Kankuro no se molestó en ocultarlo y bostezó en voz alta.
Todos le vieron, generando un pequeño silencio incómodo, y él solo pudo hundirse en su asiento. Yo me erguí antes de que me señalaran a mí también, solo por precaución.
—Al parecer, los miembros de Akatsuki se han visto cerca del área donde nuestros invitados recorrieron. Esto se pensaría como una coincidencia, pero dado la inusual actividad de dicha organización en los últimos días, se tiene la sospecha de que están buscando directamente a Verónica.
Tras las palabras de Gaara, ahora las miradas se dirigieron a mí, juzgadoras. ¿Por qué una organización como Akatsuki estaría detrás de una simple genin? Podía saber que se preguntaban.
—Por lo mismo, hemos optado en utilizar un apellido temporal para su ingreso a la aldea, de esa forma evitar llamar su atención durante su instancia aquí. Además, se aconsejaría que tomen precauciones al momento en el que se desplacen entre aldeas ninja.
Yo asentí, entendiendo ahora la confusión que hubo en la entrada de la Aldea. Por ahora, era mejor no usar el apellido Sarutobi porque, de hecho, es del tercer Hokage, y de esa forma evitar llamar la atención de cualquier tipo.
Me incliné hacia Kakashi, a mi lado.
—Psssst... —susurré bajito para llamar su atención. Él me volteó a ver de reojo para indicar que me estaba escuchando—. Entonces, ¿por qué Hatake?
—Es el primero que se me ocurrió —se alzó de hombros, sin mucho interés. A mí me pareció razonable viniendo de él.
—Por cierto, han afirmado que ya hubo contacto entre los miembros de Akatsuki, por lo que a continuación se tomará la declaración de Verónica al respecto, para proceder en...
Mucho texto.
(...)
—Aaaahhhh... —solté un suspiro cuando por fin logré ser libre de toda ese cúmulo de aburrimiento, llamado junta. Me estiré y esperé afuera de la entrada del salón cuando todo se dió por concluido.
Kakashi me volteó a ver, con una clara interrogación en el rostro.
—Adelantate a mi habitación, necesito hablarte de algo, pero primero quiero saludar a los hermanos de la arena —él, en respuesta, asintió distraídamente, empezando a caminar con los brazos detrás de su cuello.
Me quedé unos pocos segundos más esperando hasta que por fin logré ver a Temari y Kankuro saliendo del salón, la rubia regañándole por su comportamiento. No me la pensé ni un poco para acercarme a apretujarles con un abrazo a cada uno.
—Les he extrañado tanto —les sorprendí con la muestra repentina de cariño, riéndome un poco por como Kankuro pareció desinflarse por la fuerza que usé.
—¡Verónica! —en cambio, Temari me regresó de inmediato el abrazo—. Me sorprende que regresaras tan pronto, veo que ya te has vuelto a meter en problemas —bromeó cuando nos separamos.
—No es como si yo los hubiera pedido. ¿Qué clase de cosa debe haber hecho una persona simple como yo, para ganar la atención de una organización como Akatsuki? —comenté de regreso, melodramática.
Engañar a Itachi cuando acababa de ser promovida a genin, tal vez.
Haber enfrentado a Orochimaru durante el examen genin sin morir, puede ser.
Haber sanado a Gaara cuándo iba a morir porque le fue extraído el Shukaku, no sé.
O tener rumores sobre que puedo ver el futuro.
Bueno, ¿cuál de todas sería la razón?
—Creo que puedes ser todo, menos una persona simple —se burló Temari. Yo suspiré, rendida.
Kankuro parece apenas haberse recuperado, inhalando mucho aire.
—¿¡Cómo?! —me apuntó, ignorando mi conversación con Temari. Yo no capté a qué se refería—. ¿¡Cómo le has hecho para regresar tu brazo?! —cuestionó directamente.
—Oh, ¿esto? —enseñé mi mano derecha como si no hubiese notado que estuviese antes ahí, él asintió—. ¿Debería decírtelo? No sé, puede que no seas de fiar —le seguí tomando el pelo. Él suspiró, exasperado, cuando vio que aguantaba una risa.
—No es necesario que Verónica nos provea de explicaciones —me sorprendí al escuchar que una tercera voz se unía a la conversación, pero pronto la identifiqué como Gaara.
A pesar de que hablaba con la espalda recta y voz madura, como si el Gaara que participa en las juntas fuese uno diferente al que convive con sus amigos, alzó la mano para saludar con un deje de timidez.
—¡Gaara! —me emocioné por un momento, pero después me di cuenta que seguíamos rodeados de algunos de los ninjas que seguían saliendo del salón o sosteniendo conversación entre ellos, deteniéndose un momento para mirarme raro—. Ejem, digo —me aclaré la garganta bajito—, señor Kazekage.
Temari no reprimió una carcajada.
—"Señor Kazekage" —Kankuro se repuso para burlarse de mí, con una expresión excesivamente seria.
—Síguele, cara rayada —le susurré en advertencia, a la vez que le di un codazo en las costillas.
—Es bueno ver que Verónica sigue igual de enérgica, ¿no crees? —preguntó Temari a su hermano, a lo que solo me quedó poner cara de niña que no mataría ni a una mosca.
(...)
—Entonces, ¿ha sucedido algo importante que hayas omitido? —Kakashi me recibió acostado en mi cama, como si se tratara de su habitación propia, mientras leía (o releía, en todo caso) su famoso librito.
Yo suspiré.
—Me he encontrado con el otro experimento de Danzo mientras huía de Akatsuki —le comenté rendida, sentándome en la orilla de la cama. Esperé su reacción, entre sorpresa y preocupación antes de seguir hablando—. No, no me ha intentado hacer daño —respondí la pregunta que formuló no verbalmente, le ví tranquilizarse un poco entonces para ponerme atención—, sin embargo, es también una víctima de raíz. Se encuentra físicamente en condiciones deplorables.
Suspiré, sin mirarlo a la cara. Kakashi esperó en silencio durante unos segundos en los que yo buscaba mis siguientes palabras.
—El era... solo un niño cuando le trajeron. No merecía todo eso —bajé la mirada, intentando no entristecerme por eso. Pronto regresé la vista al rostro de Kakashi con más energía—. Pero ahora no es momento de hablar de ello, quiero mostrarte algo —me levanté de la cama casi brincando, y jalé de Kakashi después para que se desperezara.
—No confío cuando tienes esos cambios de humor repentinos —se quejó, con desconfianza en lo que haría a continuación.
—Tú tranquilo, yo nerviosa. Ya verás que es algo bueno —le contesté felizmente mientras le daba la espalda para buscar algo entre mis cosas. Cuando lo encontré, regresé y se lo entregué en las manos, emocionada.
—¿Un kunai? —miró el objeto entre sus manos con ligera confusión, mientras yo me deshacía de mis guantes y me alzaba las mangas.
—Claro. Mira, a continuación —sostuve mi muñeca izquierda frente a él con la mano derecha, como si me estuviera preparando para algo—, usa eso para cortarme la mano —Kakashi casi cae al suelo de la sorpresa de mis palabras.
—Sabía que no tenía que confiar en lo que me pedirías —sonó decepcionado.
—Uhm, bueno, puede que una mano sea algo excesivo, y dolería mucho... ¡Un dedo! ¡Kakashi, ven, cortáme un dedo! —le pedí, pero el ya me estaba ignorando mientras guardaba de regreso el kunai en su bolsa.
—Si quieres mostrarme que puedes regenerarte, no es necesario, me basta con ver que tienes tu brazo de regreso —me comentó con cierta renuencia—. En cambio, mejor ahorra tu chakra mientras seguimos fuera de la aldea, y descansa por ahora —me acarició la cabeza como forma de despedida.
Él se dió la vuelta, en unos momentos en los que yo seguía considerando algo, insegura. Entonces le tomé del brazo para detenerlo.
—Todavía quiero mostrarte algo más —indiqué, el se volteó de nuevo con el interés renovado.
—¿Qué es? —preguntó, siendo precavido.
—Esta vez no es algo peligroso, te lo prometo —contesté, quitando un espejo largo que estaba colgado en la pared, y colocándolo en vertical para simular uno de cuerpo completo. Él me siguió con la vista, cuando suspiré algo nerviosa.
—¿Para qué es eso? —preguntó para destensar el ambiente, cuando me vio intentando autoconvencerme.
—Voy a... ¿Recuerdas de lo que hablamos tiempo atrás? —le pregunté, haciendo que él intentara recordar algo que tuviese que ver con esta situación—. Si lograba hacer el jutsu de transformación, quería intentar... —se me dificultaba encontrar el aliento para seguir hablando, entre la emoción y el nerviosismo.
—¿Cuándo preguntaste sobre transformarte en hombre? No te conocía esos gustos, pero no me quejo —bromeó, haciéndome sacar una carcajada antes de continuar.
Parecía que él estaba buscando una manera de quitarme los nervios en esta situación.
—Quiero intentar transformarme a mi verdadera apariencia —declaré por fin, decidida. Él asintió.
—Bien, te esperaré —dijo, acomodándose en la orilla de la cama, atrás de mí. Podía verlo a través del espejo.
Entonces fijé la vista en mí. Era bajita, como una niña, mi cabello que apenas me empezaba a llegar a los hombros estaba despeinado, y tenía algunas cicatrices por aquí y por allá que no sabía de dónde provenían.
Mis manos estaban temblando, yo no sabía si de emoción o de miedo.
—Todo estará bien, Verónica —comentó Kakashi, como si supiese qué estaba pensando en ese momento. Yo asentí, apretando mis manos en puños para hacerles dejar de temblar .
Cerré los ojos, para permitirme concentrarme. Y seguido, escuché el típico sonidito que hace el jutsu en cuestión.
Le siguió un largo silencio, en los que tomé valor para abrir lentamente los ojos.
Y lo siguiente que ví, me dejó cautivada por largos momentos. Se sentía definitivamente como un sueño cuando volví a ver mi rostro en el espejo y esta vez era yo, con mis antiguas facciones, con las verdaderas.
Mi vista me recorrió por completo; ahora era realmente más alta y, aunque yo me recordaba menos atlética y en mi mundo nunca había vestido el uniforme de ninja, me inundó una inexplicable nostalgia. Me dediqué a revisar minuciosamente cada uno de los elementos que integraban mi rostro, sintiendo mi emoción aumentar cada vez más. Esos eran mis ojos, mi nariz, mi boca, mis orejas, mis lunares donde los recordaba, la forma del rostro, la extención de mi cabello incluso más larga, como si esos años que estuve aquí hubiesen afectado eso en específico.
Me di una vuelta frente al espejo, para verme vestida con la ropa que ahora usaba. Mi emoción fue tal que, cuando me volteé de regreso para buscar la expresión de Kakashi, fue con los ojos tan aguados de la felicidad que no me permitían más que ver una mancha borrosa con el cabello plateado.
Me lancé sobre él sin pensarlo.
—No sabes lo feliz que me hace esto —le comenté, con los brazos apretujados sobre sus hombros—. Es como, como si volviese a ser yo después de mucho tiempo, y no sé. Es, me siento realmente contenta —pronuncié muy rápido, inundada de felicidad.
—Te dije que todo estaría bien —sentí su aliento en mi cuello cuando me correspondió el abrazo, su cabello haciéndome cosquillas y sus manos envolviendo mi cintura.
Nos desenredamos después de unos momentos de forma natural, cuando el ambiente se calmó.
—Ah, que rápido crecen —bromeó en seguida, limpiándose una lágrima falsa. Yo le di un golpecito en el hombro en respuesta, aguantando la risa.
—No arruines el momento —le regañé, haciendo que él riera y, en consecuencia, yo le siguiera un poco. Cuando paré, exhalé lentamente y lo volví a ver, notando esa extraña confidencialidad que había entre los dos desde hace tiempo y que no había notado que existía—. Gracias por ayudarme siempre —concluí seriamente, mirándole.
Y él me besó.
(...)
LO SIENTO POR DEJARLO JUSTO AHÍ, NOMEMATENPORFAVOR.
Pero todas las personas tienen sus límites, en mi caso mepongodemasiadonerviosaescribiendocosasasí. Perdón, pero tendrán que esperar a un siguiente capítulo, he explotado
Pero, ¿qué les ha parecido?
Ay, sí me estoy muriendo de pena, haga aquí les dejo. Nos leemos en el siguiente capítulo, les quiero, ah
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top