XXIX

—Huele bien —me senté a la mesa a esperar a que Kakashi terminase de cocinar, con un libro en una mano y el cabello aún empapado.

—Entonces, ¿qué querías decirme antes? —preguntó, mientras revolvía algo en un sartén de mi cocina.

—Bueno, quería comentártelo ya que es más cercano a ti que a mí, pero es algo delicado. Esperaré a que termines la comida —me estiré un poco en el asiento, sentía el cuerpo adolorido con los probables futuros moretones que tendría.

—No tendrás que esperar mucho —prontó sirvió la comida en dos platos y los trajo en la mesa. Puso cara de reproche al verme—. Te vas a enfermar si no te secas el pelo.

—Es más probable que me saquen otro brazo antes. Anda, pásame un tenedor —dejé el libro de lado para apreciar el platillo que dejó frente a mí. Por su parte, Kakashi regresó para tomar un par de palillos para él y lanzarme un tenedor—. Gracias —contesté, cuando llegó a mis manos.

—¿Qué hacías leyendo sobre... —se sentó e inclinó para revisar la portada del libro—, juegos de mesa?

—Es lo que tenía a mano —me alcé de hombros. Removí un poco la comida con el tenedor, y le volteé a ver de nuevo de reojo—. ¿Qué harías... si te dijera que Asuma muere?

—¿Quieres impedirlo? —preguntó en respuesta, sin ningún tipo de reacción. Tomó otro bocado de su comida y yo quise saber cómo demonios le hacía para comer sin dejar ver su cara, como si calculara el momento perfecto en el que yo parpadeo.

—No estoy segura —es a dónde quería llegar—. Su muerte desencadena muchas cosas, el crecimiento de todos los que están a su alrededor. Además no sé si seamos capaces de evitarlo tampoco, arriesgaríamos mucho.

—¿Entonces qué piensas que es mejor para que hagamos?

Lo pensé unos largos segundos antes de formular una respuesta.

—Asuma... va a tener un hijo —Kakashi por fin dió una muestra de reacción, ahogándose un poco con su comida. Aclaró su garganta para disimular—. Tal vez me esté moviendo por sentimentalismos, pero al menos quiero intentar hacer algo para evitarlo.

—¿Tienes algo en mente?

—Puede ser, pero necesitaremos a alguien más —alargué una sonrisa, sosteniendo el libro sobre juegos de mesa frente a mí. Kakashi se miraba un poco confundido, pero no preguntó nada al respecto—. Pero será mañana, porque estoy cansada por la paliza que me diste y quiero dormir.

(...)

Gruñí, despegandome de mis sábanas cuando escuché a alguien tocando la puerta como loco. Llevaba así los últimos cinco minutos.

—¿Qué demonios tienen con despertarme tan temprano? Al menos dejen que el sol termine de salir, demonios —me quejé antes de abrir la puerta—. Ah, eres tú —contesté sin mucho gusto.

—A mí tampoco me alegra verte —no se detuvo a esperar a que terminara de abrir la puerta y simplemente pasó dentro. Suspiré y cerré la puerta detrás de él.

—¿Qué demonios quieres, Sasuke? Que vengas a tocar a mi puerta es algo nuevo.

—Escuché que tu brazo se ha recuperado por completo, ¿es cierto? —preguntó, impaciente.

—¿Para qué quieres saber eso? —repliqué, extrañada.

—Solo contesta.

—Sí, ya me he recuperado. Gracias por preocuparte por mí o lo que sea, ¿pero qué mosquito te ha picado?

—Entonces pelea contra mí —ignoró completamente lo que había dicho antes.

—Ah, claro. ¿Y también quieres azúcar en tu té, príncipe? —decidí dejar de prestarle atención y darme la vuelta para prepararme un café.

—Antes, me venciste durante el examen chunin. Pero ahora soy más fuerte.

—Felicidades. ¿Dónde te hago tu jodida fiesta?

—Deja de ser tan imbécil. ¿Acaso tienes miedo de perder contra mí? —gruñó, molesto. Yo tomé aire para reestablecer mi paciencia.

—Mira, Sasuke —me volteé a verle de frente—. Yo no estoy buscando ningún tipo de competencia con nadie. No sé qué tipo de fijación tienes con conseguir más poder, pero eso no tiene nada que ver conmigo, yo ya tengo mis propios problemas para que todavía me vengas con esto. Así que, o te tomas un té para calmar tus nervios y dejas de joder, o ahí está la puerta —expliqué lo más calmada que pude. Sasuke, sin meditarlo ningún poco, bufó, con cierta superioridad, y dió la media vuelta para irse—. Que patán.

(...)

—A buena hora llegas —comenté a Kakashi un par de horas después, cuando entraba silenciosamente por mi puerta, mientras yo le esperaba en el sofá con un libro en manos. No evitó verse sorprendido al saber que estaba despierta.

—Lo siento, me he perdido por los senderos de la vida.

—No necesitas justificarte —sonreí al escuchar su frase—. De todas formas, no me he despertado por voluntad propia. Sasuke a llegado y ha maltratado mi puerta para obligarme a abrirle. Que maleducado.

—¿Sasuke? ¿Y qué quería? —se sentó en otro de los sofás para seguir la conversación.

—Pelear —me alcé de hombros. Deducí que Kakashi dió con la razón por su expresión de entendimiento—. No te voy a mentir, disfruté haberle ganado aquella vez —sonreí.

—¿Y aceptaste pelear contra él? —preguntó entonces.

—Por supuesto que no —negué rotundamente, como si el hecho de pensarlo resultara ridículo—. Es un gasto de energía. Además, Sasuke todavía tiene la marca de maldición, ahí la va enseñando por todos lados. No me voy a enfrentar a él en un duelo serio así.

—Parece que la ha controlado hasta cierto punto, la usa para su beneficio —indicó Kakashi.

—Aún peor —me derretí en el sillón en el que estaba sentada—. Antes me han dicho que era la única que podía quitarle el sello, pero no hemos hecho nada al respecto.

—Todavía no es tan urgente. Veamos lo que sucede de ahora en adelante, antes de intentar hacer algo.

—Claro.

(...)

—¿Quieres intentar manejar todas las naturalezas de chakra? —me preguntó en el campo de entrenamiento, después de pensar en un rato qué podía enseñarme.

—¿Te has vuelto loco o qué? Eso suena completamente ridículo —negué rotundamente.

—Si tomamos el hecho de que tomas la naturaleza de chakra de quién está alrededor, no suena tan disparatado —razonó frente a mí. Yo lo pensé un poco.

—Pero sería muy difícil tener a alguien de cada naturaleza al rededor de mí, ya sea a lo largo del entrenamiento o en una pelea. Apenas he podido manejar el chakra de rayo porque me la paso pegada a ti como chicle, pero muchas veces pierdo la oportunidad de usarlo en una pelea —pensamos por un largo rato más, antes de que continuara—. Si llego a aprender algo, tiene que ser algo que pueda usar todo el tiempo. Sobre las naturalezas de chakra, a menos que sea el viento, como Naruto, no me ayudaría, pero él ya lo está aprendiendo. Entonces...

—Naturalezas de chakra descartado. Entiendo —él asintió—. Bien, intentemos con otra área. ¿Cómo te va con el genjutsu?

—El genjutsu y yo no pegamos, a decir verdad —me alcé de hombros—. Ni me pueden inducir en un genjutsu a mí, ni viceversa. Terminaría matandolos antes por mandar mi chakra a su sistema nervioso. Es igual con el ninjutsu médico.

Kakashi se alzó de hombros.

—¿No sería eso el mejor resultado en contra de un enemigo?

—¿Te quieres ofrecer de tributo para que yo entrene? —propuse yo. Él entendió porqué era imposible practicarlo para mí.

—¿Y si intentas usar una espada? Creo que te quedaría bien.

—Demasiado largas para mí. Mis brazos son cortos, no podría ni sacarla de la vaina —él ahogó una risa cuando estiré mi brazo, para corroborar lo que decía. Seguido yo solté un suspiro—. ¿Por qué es más difícil decidir qué aprender que aprenderlo en sí?

—Es porque eres un caso especial —Kakashi se alzó de hombros—. Aunque Naruto ya hubiese optado por aprender lo primero que dijera.

—Sí, bueno, si yo me comportara como Naruto ya tendría el cuello cortado por la mitad —yo lo identificaba como desventajas de no ser el protagonista, pero tenía que aceptar que la suerte del rubio era a veces increíble—. Por ahora quiero intentar mejorar mi auto-sanación con el jutsu de transformación. Sería muy útil poder usarlo varias veces durante una pelea.

—Bien, pero eso no podemos entrenarlo en este lugar. ¿Estás segura de eso?

—¿A qué te refieres?

(...)

—¡Hijo de puta! —exclamé, sintiendo mi estómago removerse del dolor. Mi mano cayó al suelo, junto con un montón de mi sangre, y yo nada más pude apretar los dientes con fuerza.

—¿Estás segura de seguir con esto? —preguntó mi maestro, preocupado.

Tsunade nos había prestado el salón de interrogatorios cuando Kakashi se lo pidió para mi entrenamiento. El ambiente era sofocante, y yo solo sudaba y me removía con fuerza en la silla.

Asentí con fuerza respondiendo a su pregunta, con los ojos apretados. ¿Por qué me había metido en esto voluntariamente?

—Lo has soportado bien, tranquila —acomodó un poco mi cabello, con toque gentil. Si no fuera por eso, esto tendría que considerarse tortura—. Ahora intenta curarlo.

Yo hice cómo él me pidió, con la mente en total blanco. Kakashi se agachó para tomar la mano que se me había caído, ahora fría, y la hecho en un recipiente de metal dónde le esperaban otras dos.

Después se acercó a revisar mi estado. Tomó mi temperatura, mi pulso, revisó mi nueva mano y observó el estado de mi expresión. Supe que todo estaba en orden cuando me acarició levemente la cabeza, para darme ánimos.

—Creo que puedo hacerlo una vez más —hablé, decidida.

(...)

—¿Te encuentras bien? —cuando desperté, ya estaba desatada de la silla. Kakashi estaba a un lado limpiando mi sangre de la cuchilla que había usado. No había más manchas en el suelo.

—No me está agradando mucho eso de ser un caso especial —me espabilé, tomando una toalla y una botella de agua que tenía a un lado. Me limpié la cara primero, y después di un largo trago.

—Te has desmayado unos segundos por el dolor. Vamos a parar aquí —indicó él, yo no me opuse.

—¿Tenemos que deshacernos de estas cosas? —me levanté de la silla con la toalla colgada en el cuello, e indiqué hacia el objeto de metal con cinco de mis manos—. Esto es bastante perturbador, ¿sabes? —tomé una de ellas y moví sus dedos. Reí un poco—. ¿Quieres que te dé una mano con eso, Kakashi? —volteé hacia él, extendiéndola.

—No juegues con eso —me la quitó de encima. Seguido, se le quedó mirando, ladeando la cabeza. Yo esperé a que dijera sobre qué se había dado cuenta—. Tienes las manos más pequeñas de lo que esperé —aguantó una risa.

—No la tomes solo para burlarte —se la arrebaté nuevamente. Cuando la volví a tener en manos me le quedé mirando—. ¿Tan pequeñas tengo las manos? —y Kakashi esta vez no aguantó la risa—. No te burles de mí —y le tiré la mano hacia su cara, aunque la atrapó antes.

Tomé el bote dónde estaban las demás manos, y lo removí con cierto desagrado al ver toda la sangre.

—Se supone que están hechas de chakra, intenta regresarlas nuevamente a tu cuerpo —indicó Kakashi.

—Eso suena asqueroso —me quejé, tomando de regreso la mano que ya habíamos sacado de bote. La miré por todos lados, no veía la forma de regresarla nuevamente.

—Por ahora intenta usar el jutsu con el que absorbes chakra, después veremos si mejoramos el método.

Yo asentí, e hice lo que me pidió. No creí que funcionara tan fácilmente, pero la mano se deshizo poco a poco, hasta desaparecer por completo.

—Es bastante útil para recuperarme después de cortarlo —comenté, tomando otra de las manos del bote—. Sería genial encontrar la forma en la que también otras personas pudiesen obtener el chakra. Servirían como una especie de revitalizador para quién esté peleando —me quedé mirando la mano por unos momentos, antes de que desapareciera.

—A mí no me parece. Te estarías cortando una parte de tu cuerpo por un pequeño alivio de la otra persona —puntuó. Yo suspiré.

—Pero ya que no puedo realizar ninjutsu médico, ¿no es eso lo único que puedo hacer para ayudar?

—El hecho de que apoyes en la pelea ya es suficiente ayuda. Ahora, es momento de ir casa.

(...)

No me entusiasma la idea del entrenamiento de Verónica, ha decir verdad. O sea- no, que doloroso. Safo.

Esto es todo por ahora, feliz navidad~

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