XLVII

Pónganse cómodos y agarren algo para tomar que este capítulo va para largo. Yo solo aviso.

(...)

—¡Suéltala en este momento! —Inoichi fue quien primero reaccionó, y en un momento ya tenía un par de kunai en sus manos.

—He dicho, que no hagan movimientos imprudentes —recalcó uno de los Pain, mientras que tiraba de Ino. No de su cabello o de su piel, si no que fuimos testigos de cómo una especie de "alma" o figura de chakra empezaba a salir de su cuerpo. Ella se quejó y forcejeó, pero solo lo empeoraba aún más—. ¿Dónde se encuentra el jinchuriki del Kyubi?

—¡No vamos a contarte nada sobre él! —intervino Shikamaru.

El hombre, inconforme y molesto, tiró aún más de Ino, mientras ella perdía la conciencia.

—¡Yo te puedo decir dónde está, pero suéltala! —reaccioné, y todos me voltearon a ver sin poder creerlo, cómo si los hubiera traicionado. Sin embargo, capté el interés de él, que me hizo una seña para que siguiera hablando—. Ahora él se encuentra escondido en una prisión bajo tierra, que está cerca de la torre del Hokage. ¡Eso es todo lo que sé! —alcé las manos, aparentando inocencia, necesitaba ganar tiempo en lo que Naruto y Jiraiya regresaban, y si podía impedir que toda la aldea volara en pedazos, lo consideraría más que una victoria.

—Mientes —siseó, precavido.

—No podría mentirte si mi amiga está en peligro —me veía como entrando en pánico—. Yo solo- yo solo sé que uno de los Sannin descubrió que el líder de Akatsuki vendría pronto, y ocultó a Naruto bajo tierra para evitar que le hicieran algo. Él dijo que el líder era su ex-alumno, y por eso-

—Es suficiente —gruñó entonces.

Yo sabía que me veía como una novata entrando en pánico, que había soltado todo lo que sabía. Pero solo había dicho cosas sobre él haciendo que pensara que había obtenido buena información. Entonces, el cuerpo de Pain que estaba frente a nosotros sonrió, como si estuviera satisfecho.

Y de un último tirón, terminó de sacar el chakra de Ino, y su cuerpo cayó desplomado frente a nosotros antes de que el Akatsuki desapareciera.

—¡Ino! —su padre fue quien primero la sujetó, entre confundido y en pánico, intentando revisar si se encontraba herida. Pero ella no reaccionaba. Tomó sus signos vitales de inmediato y se quedó pasmado, en blanco, antes de negar hacía nosotros.

Shikamaru y él compartieron una mirada, antes de que Inoichi negara y Shikamaru se resignara, impotente

Yo quería interrumpir su momento para decirles "¡Eh, que les traiga sin cuidado, que la van a revivir!", pero, en primera, eso no tenía ningún sentido. Y en segunda, Naruto aún no había llegado, y nada me aseguraba que él conseguiría salvar a todos como en la historia original.

Incluso a mí me había entrado algo de impresión al ver al gran Inoichi inclinado sobre el cuerpo de su hija, sosteniendola como lo más precioso que tenía, sin poder aguantar las lágrimas. Su dolor de sentía tan intenso que era casi palpable, mientras Shikamaru estaba pálido sin saber qué hacer.

—Hay que movernos antes de que el Akatsuki regrese —interrumpió Sasuke al ver que nadie se movía, como si no le afectara en lo mínimo lo que acababa de pasar. Yo había olvidado que él seguía aquí.

Miré a Shikamaru enojarse, sin embargo, antes de reclamarle algo a Sasuke, se detuvo y se mantuvo callado.

—Él tiene razón —Inoichi se contuvo, y se alejó un poco de Ino. Sentía como si de repente se hubiese bloqueado, pero yo aún lo seguía viendo desamparado—. Tenemos que llevar a los civiles a un lugar seguro. Yo voy a reunirme con la Hokage para... —siguió dando indicaciones, mientras yo no lo veía lo suficientemente bien mentalmente como para llevar a cabo nada de lo que decía.

Se sentía tan extraño solo ignorar que el cadáver de Ino se encontraba justo a un lado nuestro, para seguir adelante con la misión. Sobretodo cuando aún veía las caras consternadas de quienes me rodeaban, como si quisieran vaciar su cena ahí mismo.

(...)

Perder a Ino de repente había sido un gran golpe a la moral. Inoichi se retiró a reunir a sus hombres y, reunido el equipo Ino-Shika-Cho mayor, se podía notar una mejora en la situación.

Tuve que hacer un clon para encargarme de que el cuerpo de Ino estuviera en un lugar seguro, por si la destrucción de la aldea llegara a suceder.

Inoichi se había llevado a Shikamaru, pues él podría ser más útil ayudando a crear una estrategia que en combate (ya que el equipo Ino-Shika-Cho de su generación estaba ahora incompleto). Sin embargo, yo, al tener el jutsu de clones de sombra, se me encargaron los civiles junto a otro montón de genin y chunin.

No me había encontrado con muchos de los de la generación. Francamente, todo era un desastre y ni siquiera sabía si habían pasado días, horas, minutos o solo unos segundos, pero me encontraba agotada tanto física como mentalmente. Parecía que Pain estaba haciendo un desastre en toda la aldea hasta hacer aparecer a Naruto, y había de sus invocaciones en todos lados.

Lo mejor de la situación tal vez eran las babosas que se encontraban por todo el lugar, que no sabía si eran de Tsunade o Sakura, pero que estaban ayudando mucho a los otros ninjas a mantenerse en combate. Aunque a mí no me podían curar (tampoco es que lo necesitara), mi trabajo se aligeraba al haber más hombres en pie.

—¡Verónica! —escuché la voz de Chouji, que con todo el desastre ni siquiera me había ocupado en estar alerta del chakra de los demás. Lo único en lo que estaba ocupada en prevenir era al de Pain—. ¡Necesitamos refuerzos cerca del hospital de Konoha!

—¡De inmediato! —contesté por reflejo, pero no estaba preparada para entrar en combate con nadie.

Pero, francamente, ahora nadie lo estaba.

(...)

La situación era aún peor mientras más te adentrabas a los edificios principales. Al llegar al lugar, no encontré a más que a Kurenai y a Asuma aún de pie dando pelea contra dos Pain. Uno de ellos era el principal.

Un pensamiento casi fugaz sobre Tsunade pasó por mi mente, pero no me pude detener mucho en eso porque tenía que contentarme en mi próximo movimiento.

La situación era tan mala como lo podría intuir. Uno de los Pain, pelón y con muchos piercings, ya estaba lastimado, pero Kurenai tampoco podía estar en pelea mientras estaba embarazada y Asuma no se veía en mejores condiciones. Volteé a los alrededores y, además de un Ambu inconsciente, al maestro de Konohamaru muriendo del agotamiento y a un Kakashi en peores condiciones, no me traía nada bueno.

Pasé de estar en un lugar seguro a meterme en el ojo del huracán en dos segundos.

—¡Asuma, llévate a Kurenai y al herido! —le advertí, pues hasta ahora ellos no podrían hacer nada. Era mejor que un ninja médico los tratara y pudieran regresar a la pelea lo más pronto posible.

Sin embargo, Kurenai se negó, y Asuma no tenía entre sus planes dejarla sola.

Chouji había ido por más refuerzos, por lo que yo debía ganar lo que pudiera en tiempo.

A Pain ni siquiera le importaba que habláramos frente a él, más bien se veía aburrido e indiferente. Ahora, él debería de estar buscando a Naruto, y también debería de saber que yo fui quien soltó la información sobre él, ya que comparten sentidos, además de que, tal vez, él ya sepa que eso era falso.

Y como para confirmarlo, él mencionó:

—Parece que Naruto no se encuentra en la aldea.

Kakashi me volteó a ver a mí, como si me estuviese preguntando con la mirada qué pendejada había hecho, y yo no sabía qué decirle.

—¿Dónde se encuentra el jinchuriki del Kyubi? —preguntó esta vez a Kakashi, ya que probablemente no encontraría mi respuesta convincente.

—Verónica, lleva a Kurenai y al herido a un lugar seguro —indicó, poniéndose en guardia contra el pelirrojo.

—¿Crees que soy idiota?

—A veces.

Gruñí, frustrada, al no poder ayudarlo en este momento. Él y Asuma se veían agotados, y sinceramente Ebisu no sería de mucha ayuda. Pero yo tampoco lo sería, aún menos cuando tengo tan poca reserva de chakra desde que Naruto no había vuelto.

—Iré, y volveré de inmediato. Así que hagan tiempo.

(...)

Me preguntaba si Naruto realmente estaba entrenando con Jiraiya, o si a esos idiotas se les ocurrió dejar un sapo para comunicarles si algo pasaba. Pero yo estaba segura de que sí, que ellos tenían que venir porque, de no ser así, sería aceptar que estábamos perdidos.

Me sentía tan impotente en este momento.

Kurenai, por suerte, cooperó conmigo al darse cuenta que lo mejor era alejarla de ahí, pues Asuma no podría concentrarse por intentar protegerla. Terminamos lo más cerca de las estatuas de los Hokages que pudimos, al encontrarnos con un par de ninjas médicos que se encargaron de terminar el trayecto.

—¡Verónica! —con ellos, me encontré a Sakura, que ayudaba con sus invocaciones y jutsus médicos a algunos ninjas heridos. Ella se encontraba más cerca de la pelea que los demás médicos—. ¿Has visto a alguien de nuestra generación? ¡No me he encontrado a nadie! —se miraba nerviosa, pero seguía haciendo bien su trabajo y los ninjas que curaba regresaban a la pelea o, si estaban inconscientes, los pasaba a otros médicos para moverlos a un lugar seguro.

—Eh, Shikamaru está con el escuadrón de inteligencia, Sasuke estaba ayudando a evacuar a unos ninjas, Chouji estaba buscando refuerzos... —no paré de hablar y caminar mientras ella me seguía, evadiendo lo que le sucedió a Ino.

—¿Refuerzos?

—Voy a allá ahora. Necesitaban que sacara a un herido y Kakashi- Mierda, ven conmigo —de repente me vino a la mente lo que sucedía y la tomé del brazo para que se apurara.

(...)

—No está —advertí, más bien para que yo me diera cuenta de la situación. Pain ya no se encontraba en el lugar, aunque uno de ellos estaba destruido en una parte de los escombros.

Asuma tosió sangre, él se encontraba recargado en una de las paredes de lo que antes era el hospital. Sakura de inmediato se acercó a tratarlo.

—¿Dónde está Kakashi? —pregunté, sin querer buscarlo, porque si lo buscaba, podría encontrarlo y-

—Está allá —Asuma, sin fuerzas, se esforzó por indicarme la dirección de dónde se encontraba la mayor parte de los escombros.

Podría encontrarlo y verlo así.

Él, enterrado hasta el cuello de escombros y tierra, tenía la cabeza baja, colgando sin fuerza. No pude evitar echarme casi sobre él, intentando quitar los escombros circundantes.

—Él- él no puede respirar, porque todo esto hace presión en su pecho. Y creo que tiene una herida abajo, hay- hay demasiada sangre —no sabía porqué estaba llorando, si él estaría bien. Él debería estar bien.

—Verónica.

—Yo no puedo hacerle ninjutsu médico, le haría- le haría más daño. Sakura-

—Verónica.

—Sakura, por favor, solo- Él necesita ayuda.

—¡Verónica! —exclamó, tomándome del rostro por la fuerza para que voltee a verla. Y negó.

Y mis esperanzas se fueron para a abajo.

Sentí el exterior tan ajeno a mí que incluso pude estar tranquila por unos minutos, como si estuviese sumergida en agua, antes de que me obligaran a salir de golpe y chocara abruptamente con la realidad.

Kakashi está muerto.

(...)

—Él tiene- tiene una varilla atravesandolo por el costado izquierdo, se puede herir cuando despierte —las lágrimas se habían secado, y realmente no me sentía triste. Había algo que me bloqueaba a sentirme triste—. Sakura, ayúdame a sacarlo.

Ella me miraba con lastima, como si ya no tuviera caso.  Ya habían retirado a Asuma y, afortunadamente, parece que estaría bien. Pero Sakura me estaba ayudando a terminar de sacar a Kakashi de entre todos los escombros.

Sentía la garganta seca y los oídos tapados, había un pitido de fondo que no terminaba de molestarme porque ahogaba todos los demás sonidos del desastre. Si no me enfocaba en ello, no podía oír a las personas gritar ni las explosiones que ocurrían de aquí a allá. Si no me concentraba, podía ignorar sentir todo el chakra revuelto en el lugar.

No necesitaba darme cuenta que la piel de Kakashi estaba más fría de lo que debería.

Podía ignorar que Naruto no había llegado.

Terminé de sacar a Kakashi seguro, y lo recosté con cuidado en una loza de piedra que estaba en el lugar. Cuando alcé la vista a Sakura para preguntar por vendas, ella se encontraba gritándome y haciendo ademanes extraños desesperada. No alcanzaba a escucharla bien, y vino otra explosión.

—¡... ica, tenemos que salir de aquí!

—¿Por...-?

Otra explosión, mucho más fuerte que la de antes, arrastró todos los escombros junto con nosotras en una onda expansiva enorme.

El tiempo pasó aún más rápido cuando yo no podía reaccionar, y pronto el pitido de mis oídos se puso peor. Estaba mareada y adolorida. Había perdido a Kakashi, y no podía sentirlo porque él estaba... Porque él no estaba.

Escuché a Sakura gritarme, entre tosiendo e intentando buscarme. Apenas pude respónderle.

—¿Cómo te encuentras? ¿Estás herida en algún lugar? —alzaba la voz, casi gritando, pero apenas podía escucharla entre todo el ajetreo.

—Estoy bien —no lo estaba, me dolía cada parte del cuerpo y me sentía muy cansada. No tenía el chakra suficiente para curarme, pero si ella intentaba hacerlo solo terminaría tirando de su chakra y dos personas sin chakra era peor que una.

Además, en esta situación, siempre es mejor que una médico sea capaz de trabajar. A diferencia de mí, que no podía hacer mucho.

Tenía la mente lo suficientemente clara para darme cuenta lo que estaba sucediendo, mientras Sakura se impactó cuando el polvo terminó de bajar. Los Pain se habían reunido en el centro de la explosión, como si estuvieran haciendo gala de que no podíamos hacer nada contra ellos. Aún quedaban cuatro.

Todo el desastre que causaron, y aún quedaban cuatro de ellos.

—¿Cuántos ninjas siguen en pie?

—Todavía- todavía debe de haber los suficientes para seguir peleando —respondió Sakura, sin estar segura.

A nuestro alrededor no había nadie, entonces no podía estar segura. Pero deberían de haber supervivientes. La mayoría de ninjas médicos estaban seguros, y las babosas deberían de haber ayudado a los ninjas a salir ilesos.

¿Pero cuántos de ellos estaban en las condiciones para darle pelea a Pain?

Originalmente, Naruto había sido el único que les pudo vencer. Y fue con ayuda del Kyubi. ¿Qué podíamos hacer un montón de imbéciles que apenas podíamos estar en pie?

—Eres una ninja sensor, ¿no puedes encontrarlos?

—Son solo 50 metros. ¡No puedo sentir al rededor de toda la aldea! —estaba intentando pensar, pero no encontraba ninguna solución a esto—. Tenemos que encontrar alguna forma de- alguna forma de comunicarnos con Naruto. Invocar a un sapo sería la mejor opción, pero-

—¿Tú no puedes hacerlo? —insistió Sakura.

—No creo que eso sea buena idea. Las movidas con otros seres vivos y mi chakra nunca salen bien, y ni siquiera tengo un contrato con ellos, así que- no, no puedo.

—Si encontramos a Lady Tsunade-

—Tsunade no está aquí por una razón —le señalé. El campo estaba desierto y, si es que sigue viva, no estaría en condiciones para luchar—. Estoy segura de que, si ella pudiera luchar, sería la primera en defender la aldea. Así que no debemos depender de que ella estará.

Sakura se veía muy afectada, o más bien desesperada. No parecía estar encontrando ninguna alternativa tampoco.

—Tsunade está inconsciente, no muerta —nos interrumpió Sasuke, él venía de la parte de los escombros más profunda. Sakura se veía muy aliviada, pero no supe si era por las noticias de Tsunade o por verlo.

Sin embargo, él terminó de los escombros, se sacudió, y volvió a agacharse para traer consigo una de las babosas. Dentro de ella pudimos ver a Tsunade, inconsciente justo como había dicho.

—Y si están buscando un sapo, está muerto.

—¿Qué...?

—Estaba en la oficina del Hokage. Pasé por ahí cuando la explosión-

—¿Qué hacías en la oficina si deberías de haber estado ayudando a evacuar? —le interrumpí—. No me digas... ¿Intentaste ir por Danzō con todo este desastre ocurriendo?

Él se mantuvo callado, dándome la razón, pero no se veía para nada arrepentido. Tuve que pasarme las manos por la cara para intentar calmarme.

—Ignoraré eso. Por ahora, necesitamos una forma de traer a Naruto aquí o para enfrentarnos a esa cosa, y no tenemos ninguna de las dos. A menos que alguien de aquí sepa revivir sapos.

—¿Para qué necesitamos a Naruto? Yo puedo-

—Sasuke —inesperadamente, Sakura fue quien le detuvo—. Necesitamos pensar bien las cosas.

—Por una vez, estoy de acuerdo contigo. Necesito a Shikamaru o a alguien con más de dos neuronas aquí —Sasuke me vió molesto, pero no dijo nada—. Por lo que sé, él estaba cerca de el edificio de inteligencia, y se debió de haber desplazado hacia la izquierda de dónde estamos... Podríamos llegar ahí si no llamamos mucho la atención, ahora que Pain está dando su discurso —la verdad, es que el pelirrojo estaba dando un discurso de acuerdo a sus ideales o todo eso, pero no me podía importar menos lo que decía cuando estoy a punto de morir.

—¿Y qué esperamos? —confirmó Sakura.

(...)

—Ya lo encontré —cuando nos acercamos lo suficiente, pude sentirlo. Estaba junto a una mujer con lentes, ambos heridos. Sakura se acercó a ayudar primero a la mujer, ya que se veía en peores condiciones.

En poco tiempo lo puse al día, intenté contarle todo lo que sabía sin ningún tipo de tapujo.

—Y para contraatacar, solo estás tú, que parece que tienes una pierna rota, yo, que no tengo chakra, este imbécil y Sakura.

Él suspiró sin energía.

—Verónica, no hago milagros.

—Pues deberías ir aprendiendo cómo, porque necesitamos uno.

Él se echó el cabello hacía atrás con desesperación, y yo apenas me di cuenta que lo llevaba suelto.

—Estamos muy jodidos.

—Este- —la mujer de lentes, nerviosa, interrumpió. Yo la reconocía, porque sabía que hacía parte del departamento de investigación con Shikamaru—. Si hablan de las invocaciones de sapos, sé dónde podríamos encontrar uno —comentó ella, sin estar segura.

¿Será este el poder del guión que hace que por alguna razón todo salga bien? Casi podía ver iluminarse el cielo al oír lo que dice.

—¿Dónde? —pregunté sin dudar.

—La señora Shima, la- la madre del camino sabio, normalmente pasa por al rededor de Konoha antes de la hora de la comida.

—¿La... hora de la comida? —estaba muy confundida, pero decidí creerle, pues no teníamos muchas opciones. Si no me equivocaba, era la pequeña rana que se paraba en uno de los hombros de Jiraiya cuando los invocaba, y también quien los trae en el anime.

El problema es, ¿cuál mierda es la hora de la comida y cuánto faltaba para eso?

El sol estaba hasta arriba en el cielo, por lo que debería de ser alrededor de medio día.

—No debería de faltar mucho, solo deberíamos mantenerlo entretenido un rato y tal vez sea suficiente.

—Pues yo lo veo muy entretenido —mencionó Sasuke, y todos volteamos a ver a qué se refería. Pain, que ya había terminado con su discurso, se encontraba peleando con algunos ANBU que habían terminado por aparecer.

No parecía que iban a durar mucho más peleando. Y probablemente, después de eso, solo termine demoliendo lo que quedaba de aldea con todos nosotros en ella.

—Voy a hablar con él.

—¿Qué?

—¿Te volviste loca?

—Sí. Pero no tenemos muchas opciones y, si Naruto pudo hablar con él, yo podría hacerlo solo lo suficiente para que Shima se de cuenta.

—¿Naruto ha hablado con él?

—Eh- algo así —tecnicamente no, pero lo haría—. Solo confíen en mí. ¿Qué es lo peor que podría pasar?

—¿Que te mate?

—Ojalá —contesté en broma, pero el me mandó una mirada de "no es momento para tus tonterías"—. Ya les dije que confiaran en mí. Y si no lo logro, Sasuke ya estaba dispuesto a ir a pelear. Que él sea el segundo sacrificio.

—Espero que sepas lo que estás haciendo —mencionó Shikamaru, desistiendo.

El problema es que no tenía ni idea.

(...)

Me acerqué con calma, al menos toda la que podía aparentar. Pain, indiferente y taciturno, me siguió con la vista hasta que estuve frente a él.

—La niña de Itachi —es lo mejor que hizo como un saludo hacía mí. Me quedé en silencio para que siguiera hablando y para hacer más tiempo. De alguna forma, Pain era ese tipo de villano que tendía a dar un discurso de cada una de sus acciones antes de llevar a cabo su plan—. Él tenía una extraña fé en ti, creía fervientemente que eras apta para ser parte de nuestro propósito.

—¿Por eso me perseguían? —él no respondió, pero eso era prácticamente una afirmación. Intenté mantener la calma aunque no creía que nada de eso tuviera sentido—. Entonces, ¿por qué creía que era apta?

—Porque compartes el mismo dolor que nosotros.

—Irónico —se me salió, y quise corregirme, pero era muy tarde. Entonces terminé por completar—: Ahora todas las personas que quedan en la aldea pueden comprender tu "dolor", ya que tú mismo lo causaste, ¿deberíamos entonces hacer un súper equipo de Akatsuki?

—El dolor que comparten es lo que los hará aprender, crecer y comprender el dolor de otros. Si no comprendes el dolor de alguien, nunca podrás entenderlo.

—Entonces ya debería entenderte, según tú, ¿no? —había algo solemne en su expresión, como si esperara todo lo que iba a decirle—. Yo lo único que entiendo es que eres un imbécil —hubo un largo silencio después, que alargué incluso más para mirarlo fijamente—. Porque entonces, si necesito causar dolor para que me comprendan, después de esto solo deberíamos juntarnos todos los que quedamos vivos en la aldea, y atacar la aldea de la lluvia, para que ellos comprendan como nos sentimos. Y entonces, posteriormente, ellos harán lo mismo. ¿En qué se diferencia eso de una guerra, que es lo que quieres evitar?

Él, tranquilo, solo logró atinar.

—Necesitas conocer y aceptar el dolor para conocer la verdadera paz. La guerra es algo cotidiano en este mundo, y mientras sigan viviendo, la gente lastimará a otros sin darse cuenta, por lo que siempre existirá el odio. No importa cuánta cooperación mutua prometan o cuánto se esfuercen por ello, al final, siempre terminarán en guerra entre sí.

—¿Es eso lo que te pasó con Yahiko? —fue entonces que le ví reaccionar, aunque solo un poco, pues no se esperaba que sacara el tema de la nada—. Se prometieron estar juntos, se esforzaron por eso, ¿y terminaron en guerra? ¿Por eso él murió? —es su cara era visible la desaprobación a lo que decía, como si no hubiese aprendido nada—. Porque, sabes, tú acabas de matar frente a mí a dos amigos que quería mucho, y destruiste todo el lugar en dónde vivo. Entonces no podrías decir que no te comprendo. En todo caso, serías tú quién no ha sufrido lo suficiente para entenderme a mí, ¿no? De tus dos amigos, Yahiko es el único que ha muerto. Pero estás aquí, matando a quien se te cruce por enfrente repartiendo una filosofía hipócrita sobre que deberíamos sufrir más, maldito masoquista.

No sabía si él iba a decir algo. Pero poco podría importarme cuando yo ya había soltado todo y, encima, sentí el chakra de una invocación. Mis sentidos se avivaron y yo quería echarme a llorar al identificar el cálido chakra de Naruto.

—¡Verónica! ¡¿Qué está pasando, 'ttebayo?!

—¡Eres un tonto, Naruto! —le contesté gritando, pues él seguía hasta arriba en sus sapos. Pronto, de un salto, ya estaba a mi lado—. ¿Dónde está Jiraiya?

—El gran sapo no lo dejó venir. Dijo algo sobre el destino y discípulos, y bla, bla, bla.

—Entonces, yo te resumo lo que ocurrió acá. El tipo detrás de mí destruyó toda la aldea, y por ahí ya hay algunos muertos. Te lo encargo, yo me voy de aquí.

—¡¿Ah?!

Sin embargo, contrario a lo que él creía que iba a irme, solo terminé por desplomarme en el suelo. Sentía mis músculos tan débiles como nunca antes, estaba toda golpeada y necesitaba recuperar el chakra que no tenía para recuperarme. Por suerte iba a ser una tarea más fácil ahora que estaba Naruto aquí.

(...)

Pude descansar como por cinco o diez minutos, cuando la pelea iba en la dirección que esperaba. Claro, originalmente, Naruto necesitó ayuda de Kurama para lidiar con la situación, y todos sabemos porqué se desencadenó esto.

¿El problema? Hinata no estaba por ninguna parte. Además de que Sasuke había desaparecido nuevamente como para que me sirviera de mula de sacrificio.

Ese imbécil seguro estaba buscando a Danzō.

La verdad es que no tenía las energías, ni las ganas, de hacer toda la escena de "¡Naruto, voy a ayudarte y protegerte, porque no estás solo! ¡Oh, no, me han matado!". Ese tipo de drama no era lo mío y, encima, no sabía qué pasaría si llegaba a morirme. ¿Reviviría con el jutsu de Nagato, si algo llegara a pasarme?

Los ninjas que se encontraban en condiciones se estaban juntando para empezar a ayudar a los supervivientes que habían quedado atrapados en los escombros. Y no me quedó de otra más que enojarme, viendo toda la situación, cuando Naruto había empezado a perder, ellos no pensaban en ningún momento en ayudarlo. Entendía que no pudieran hacer mucho, pero era una confianza desmedida la que tenían en él.

Y no me quedaba de otra. Porque no dependía de mí, ni de Pain, ni de Naruto, ni de nadie de nosotros. Nuestra vida realmente dependía del poder de Kurama.

Entonces avancé hacía dónde Naruto estaba retenido, decidida. Me agaché a su lado antes de que Pain reaccionara de alguna forma.

—"Ninguno de ellos es el verdadero" —era un mensaje que a este Naruto nunca le había llegado, y me alegraba por eso, porque eso significaba que Jiraiya seguía aquí—. Confío en ti.

Y después, era ir directo por Pain. No planeaba pelear contra él, solo necesitaba causarle un gran impacto a Naruto sin morirme.

Entonces, cuando Pain, que me miraba como una especie de basura que no valía la pena, intentó atravesarme con una de las varillas, yo la tomé y la dirigí hacia mí abdomen. Seguro que era doloroso, y sería lo suficientemente impactante para Naruto si me hacía la muerta, pero podría sobrevivir a ello si después me regeneraba.

Él me empujó y empaló contra el suelo, terminando por atravesarme por completo y yo deseaba poder perder la conciencia para poder dejar de sentir, porque me dolía como el infierno. Pero necesitaba estar despierta para seguir tirando del chakra de los alrededores, y seguir viva.

Me autoconvencía pensando en que, si hacía esto, Kakashi e Ino seguramente volverían, además de todos los que habían muerto en la aldea. Debía de valer la pena.

Segundos después, cuando Naruto procesaba lo que estaba sucediendo y yo ya me sentía desfallecer, el chakra de Kurama reaccionó más fuerte que nunca. Tan intenso que mi cuerpo se inundó de ello y pronto la curación era algo que se empezaba a hacer en automático, sin ninguna intervención mía. Cómo si el chakra me rebasara lo suficiente como para no caber en un cuerpo herido.

Y fue cuando pude relajarme e irme. Ahora sí, dependía solo de Naruto y Kurama.

(...)

Me pregunté si al final me había muerto.

Y si estaba muerta, no podría molestarme menos.

Nunca había estado tan calmada y en paz como ahora. A pesar de que no sabía dónde estaba, ni quién era la persona frente a mí.

Concentré mi mirada en él.

Veía en sus ojos, profundos, oscuros y redondos, una soledad indecifrable. Todo en él era algo escalofriante, desde la piel grisasea casi transparente, hasta en la forma en la que no paraba de mirarme, ni siquiera para parpadear.

Si se supone que estaba muerta, podía concluir que, ni aún en la muerte, podré traspasar eso que me mantiene aquí, en este mundo. Por lo que encontrarme con mi familia no era una esperanza que aguardaba. Pero pensaba que encontrarme con Kakashi para conocer a mi suegro en el más allá al menos era una posibilidad.

En su lugar, ese joven me recibió con una parsimonia anormal.

—¿Quién eres? —pregunté, adormecida, sentándome en el suelo junto a él.

Aún cuando toda la situación era extraña y caótica, había algo que me adormecida y me mantenía en una paz profunda. Me preguntaba si esa era la sensación de la muerte en mi cabeza, tan abrumadoramente calmada, como si no tuviera nada de qué preocuparme (y no debería de haberlo, pues ya estaba muerta, ¿qué más da?). Me hizo cuestionarme si en serio habría algo por lo qué irme, o si realmente importaba que no hubiese nadie más que ese extraño niño de ojos saltones conmigo.

—¿Quién eres tú? —me regresó la pregunta él. Me le quedé mirando, sin contestar, durante un largo rato, sin pensar en nada, como si estuviera dormida con los ojos abiertos. Entonces él fue el primero en reaccionar, parpadeando dos veces, como si se diera cuenta de algo—. Ah, eres ella —pronunció, manteniendo la voz baja.

—¿Ella, quién?

—Ella, la del otro mundo.

—Ah, entonces lo sabes —en mi cabeza hacia tanto sentido que él lo supiera, que me parecía una ridiculez siquiera haberlo cuestionado. Entonces volví mi vista a él—. Pero, ¿tú quién eres?

—Soy el de este mundo.

—Ya veo... Sin embargo, sigo sin comprenderlo.

Él me observó de lado, algo confundido.

—¿No lo recuerdas?

—Estaba ebria y confundida... Tampoco tuve mucho tiempo. Fueron solo unos segundos. No lo entiendo.

—Oh... —él parpadeó dos veces, bajó la vista a sus manos y se mantuvo así un tiempo. No sabría decir si fueron unos segundos u horas en absoluto silencio, hasta que por fin habló—: Fueron ellos, los de las máscaras.

—Siempre son ellos.

—Sí... Ellos me hicieron algo, nos hicieron algo.

—¿Qué fue?

—No lo sé —y otra vez silencio, y mi mente estaba muy nublada, pero estaba impaciente sobre toda esa bruma—. Necesitaban mantenerte aquí. Me necesitaban a mí, y desde entonces estoy aquí.

—¿Para qué te necesitaron?

—Para mantenerte aquí.

—¿Cómo?

—No lo sé —y volvió a guardar silencio, pero esta vez me sacudí y fruncí el entrecejo.

—¿Por qué?

—No lo sé.

—¿Y qué es lo que sabes?

—Que yo soy el de este mundo y tú eres la del otro mundo.

—Eso no me dice nada.

—¿Dónde estamos? —preguntó él entonces.

—Estamos muertos.

—No, tú no lo estás.

—¿Por qué no?

—Porque si no, ya no estaríamos aquí.

—¿Aquí, dónde?

—Atrapados.

—¿Dónde?

—En ti, en mí. En nosotros.

—¿Dónde?

—En nosotros.

—¿Tú estás atrapado en nosotros?

—Y tú también, porque no estás muerta aún.

—¿Y qué es "nosotros"?

—Nosotros es esto, lo que ves alrededor.

Alcé la vista, pero todo estaba oscuro. No había nada más que eso.

—¿Y por qué?

—Porque ellos lo hicieron. Nos encerraron.

—¿Ellos, quiénes?

—Los de las máscaras.

—No entiendo.

—Ellos lo hicieron, el nosotros.

—No lo entiendo.

—Ellos no te necesitaban, pero decían que sí. Y me necesitaban a mí, mi cuerpo, porque te querían a ti, ahí, para ellos.

—¿Los de las máscaras?

—Sí. Necesitaban mi cuerpo, pero mi mente sigue aquí.

—Estás muerto.

—Lo estoy.

—No lo entiendo.

No lo entendía. Mi cabeza no pensaba. Me sacudía e intentaba espabilarme, pero por tiempos sentía que la vista se me nublaba y volvía a ese letargado estado de paz.

—Estoy mitad muerto, y tú estás mitad viva.

—¿Cómo?

—Eso es nosotros —él se levantó, y me dió la espalda. Fue hasta entonces que pude ver sus manos, que tenían las uñas más largas que había visto, y su cabello se arrastraba por el suelo.

—¿A dónde vas? —sentía la respiración acelerada y mis sentidos opacados. Él empezó a caminar en línea recta.

—Yo no me voy, tú lo haces. Yo estaré aquí —siguió avanzando, y con la vista borrosa y entre toda la oscuridad me parecía tan fácil perderlo. No quería perderlo.

—¡Espera! —me levanté, para ir detrás de él, pero al primer paso que di me mareé y caí al suelo, intentando inútilmente sostenerme con la respiración errática. Intenté subir la vista para seguirlo aún.

—"Verónica" —me nombró él desde su lugar, apenas volteando de perfil, con una voz que no era suya. Yo no podía enfocarlo bien.

(...)

—¡Verónica!

—¡Creo que está despertando!

—¿En serio?

—Hey, ¿cómo te sientes?

—¡Está viva, wuajajajaja!

—Naruto, no es momento para bromear.

—Verónica, ¡estábamos tan preocupados!

—Solo... Cállense la boca — entonces me di la vuelta y me volví a dormir.

(...)

Yo solo sé decir de nADAAAAA, nananananana~

Me dió un terrible golpe de inspiración y me la pasé escribiendo desde el momento en el que publiqué en capítulo en la mañana.

Pasaron tantas cosas que siento que esto va a estar calmado hasta nuevo aviso, ksksjajs

Ahora sí, ¿qué les pareció?

Y por último, por segunda vez el día de hoy, hasta pronto~

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