XL
—Déjame introducirte —Tonbo había sido lo suficientemente amable para hablar por mí después de mi encuentro con Ibiki—. Ella es Verónica Hatake, estará ayudando aquí temporalmente hasta el examen Chunin. Por favor sean amables con ella.
Lo peor de todo no era que recalcó la palabra "amables" al hablar, sino que el día de hoy no solo había conocido a una persona, si no a otras 3 que no había visto nunca en el anime (o que nunca les había puesto atención), que estaban ahora frente a mí, sumándole a Inoichi Yamanaka, que también era parte del departamento.
—Mucho gusto —completé a las palabras de Tonbo, con una leve inclinación para no ser grosera.
Debía andarme con cuidado para, como dijo Tsunade, no terminar siendo yo la interrogada (aunque, conociéndome, no creo que dure demasiado).
—Hey, hola, mi nombre es Shimon, ¡un gusto! —me eché un poco para atrás, sin esperarme una actitud tan alegre.
—Mozuko —se presentó el segundo, inclinando levemente la cabeza después de ajustarse los lentes.
—Mi nombre es Shinobu Mibo, no lo olvides —mencionó un tercero.
Fue entonces que me di cuenta que no recordaría sus nombres para nada.
Sin embargo, me quedé parada ahí en medio con una sonrisa incómoda, esa que pones cuando tus padres te obligan a saludar a familiares que no les has visto ni la nariz en tu vida, pero que ellos aseguran que te limpiaron el pañal cuando aún eras un mocoso maloliente, y tienes que escucharlos hablando de tus heces frente a ti por horas.
—Mucho gusto, mi nombre es Inoichi Yamanaka. Tranquila, no te tienes que preocupar en aprenderte todos nuestros nombres ahora, tendrás el tiempo suficiente para ello después —me sonrió tranquilamente, y yo sabía que había encontrado a quién pegarme como garrapata para no morir en este lugar.
—No se preocupe, señor, yo ya conozco su nombre de memoria porque le admiro demasiado —sonreí cuál niña pequeña.
—¿Oh? —volteó a verme con curiosidad, ladeando levemente la cabeza.
—Es que, como ve, soy parte de la generación que se graduó con su hija de la academia, y ella se a encargado de contarme muchas de sus hazañas. Ve en usted un modelo a seguir, ¿no lo sabe? —indiqué con emoción, él se rascó la nuca con la cara sonrojada, complacido por lo que escuchaba.
Endulzarle los oídos a personas mayores era más fácil de lo que pensaba, concluí al ver que su gesto me recordó al de Jiraiya cuando le llenaba de halagos.
—No es justo, siempre es Inoichi quien se lleva toda la atención —murmuró el primero que se había presentado, cruzando los brazos en una pequeña rabieta.
Por lo que tengo entendido, todos aquí eran Chunins, a excepción de Inoichi, claramente Jounin, e Ibiki, que era algo llamado Tokubetsu Jounin. Eso explicaba su descontento.
—De todas formas, Verónica, ahora tienes que prepararte para tu prueba de bienvenida —indicó Tonbo, cortando el pequeño bullicio que los demás empezaron a armar.
—¿Prue... ba?
(...)
—Entonces, estas son las reglas —el chico momia me había llevado a una pequeña cúpula que se encontraba dentro del edificio, perfecto para una pelea, mientras los demás se mantuvieron al margen—. Solamente Taijutsu, nada de Genjutsu o Ninjutsu o quedarás descalificada. Puedes utilizar armas o cualquier herramienta ninja que tengas a la mano en este momento y está prohibido salirse de los límites —señaló una línea blanca que estaba al rededor, fue entonces que me di cuenta que los demás se habían detenido justo en la orilla exterior.
—¿Y qué pasa si me salgo?
—Estarás descalificada.
—¿Y qué pasará si me descalifican? ¿Me sacarán de aquí a patadas? —pregunté distraídamente, mientras revisaba las cosas de mi bolsa. Dos granadas de luz, unos cuantos kunai y un hilo de acero, nada realmente impresionante, no tenía ni siquiera algún sello explosivo. También estaba segura que tenía otro kunai en la suela de mi zapato derecho, y otro escondido con vendas en mi pierna izquierda (pero no soy paranoica, ajá).
—Si quedas descalificada, no solo no podrás ser miembro temporal de la Fuerza de Interrogación y Tortura de Konoha, sino que tampoco podrás ascender a Chunin o Jounin nunca más, siendo que estás aquí con ese propósito.
—Hmm... —las condiciones me parecían bastante parecidas a algo que yo ya conocía, pero me seguí haciendo la tonta—. ¿Y si me rindo a mitad de la pelea?
—Entonces será tomado como fracaso. En caso de que no quieras sufrir de las consecuencias permanentes, puedes rendirte ahora mismo, y solo sucederá que no harás parte de-
—¿Y si gano, qué obtengo? —le interrumpí.
—¿Uh?
—Sí, ¿qué obtengo? Si peleo y pierdo, tengo tres consecuencias negativas permanentes. Si gano debo obtener algo del mismo valor, ¿no? Es la ley de intercambio equivalente.
—Eso es, uh... —volteó a ver a los otros con urgencia, al no saber cómo reaccionar a eso.
—Si ganas, podrás conservar tu vida —desde atrás, la puerta del lugar estaba abierta y entró Ibiki, recto e intimidante—. Eso es lo mejor que puede obtener un ninja después de cada batalla.
—Ya que, tú eres el que manda —suspiré, rendida con las palmas arriba, pues no podía darle la contra abiertamente al jefe del lugar.
—Entonces, ¿te rindes? —preguntó Tonbo, recomponiendose.
—No, sigamos —asentí, y él le indicó a Inoichi a que hiciera de referi para nuestra pelea.
Nos separamos y pusimos en posición, sosteniendo nuestros kunais, y fue hasta entonces que, después de que el rubio diera unas indicaciones y verificara que todo estaba en orden, dió inicio a la pelea.
Menos de dos segundos después, yo estaba fuera del círculo.
—Entonces ya me voy, caballeros —hice una seña informal para despedirme, con dos dedos en mi frente. Todos se quedaron estupefactos algunos momentos en los que yo avanzaba a la entrada, después de haber salido por voluntad propia del círculo.
—¿Qué ha pasado? —preguntó entonces Tonbo, que se había quedado sin contrincante.
—Me he salido del círculo y perdí. Que extraño, ¿no?
—De hecho, sí, lo es. ¿Por qué aceptaste la pelea si ibas a perder a propósito? —preguntó confundido uno de los tres ninjas ahora desconocido para mí, pues ya no estaban formados en el mismo orden.
—Es fácil —sonreí como si me dieran lastima—. Primero, no tengo interés de estar ni aquí, ni de ser Jounin ni mucho menos Chunin, que pereza. Segundo, usaron básicamente el mismo método de manipulación que en los exámenes Chunin, que pasaron hasta mocosos de 12 años. Y tercero, Tsunade nunca me amenazó de ninguna forma para obligarme a permanecer en este lugar bajo sus órdenes y tampoco me mostró ninguna ganancia real, lo que probablemente quiere decir que, no fue a mí a quién chantajeó, si no a ustedes. ¿Qué les dijo? ¿"¡No dejen huir a esa mocosa de ese lugar ni aunque les ruegue y llore, o les corto la cabeza!"?
—Lo de la cabeza es un poco...
—Es una exageración —sonreí al ver que tragó pesado—. Entonces, ¿puedo tomar mi vida e irme de este lugar con mis, oh, tan terribles castigos?
—Lo lamento, pero eso no será posible —suspiró Ibiki, pobre—. La Quinta ha dado la orden de que te entrenemos en este lugar, así que lastimosamente no podrás tomar tu penalización.
—Me lo intuía —me alcé de hombros—. Pero todo el show ha sido un gasto de energía y tiempo. ¿Será que en verdad no tienen nada más que hacer?
—Nos han aligerado el trabajo para encargarnos adecuadamente de ti —respondió Inoichi—. Perdonanos por lo de antes, después de esa orden de la Quinta aún nos encontrábamos escépticos sobre tu ingreso aquí y decidimos probar tus capacidades.
Así que a eso se refería con lo de "Asegúrate de que no seas tú la interrogada", como le gustaba ponerme en aprietos.
—¿Y... no pudieron solo pedírmelo directamente? —pregunté, provocando que se mirarán entre ellos con cierta confusión, como si realmente no lo hubieran pensado.
—Esa es nuestra forma de hacer las cosas —sentenció Ibiki duramente.
—Y sin embargo, yo sigo aquí —mencioné, ya que si dependiese de él, probablemente ya estaría patitas en la calle y sin mi banda—. Por cierto, ¿qué hubiesen hecho si me rendía antes de la pelea?
—Te sacaríamos de aquí a patadas —usó mi frase anterior contra mí.
—Oh.
(...)
—Creo que quiero volver a ser una piedra... —suspiré, con mi cara apachurrada contra la mesa.
—De tanto que dices eso, ya te pareces a Shikamaru, 'ttebayo —rió Naruto.
—En cambio, él dice que quiere convertirse en una nube —aclaró Chouji, y ni siquiera me detuve a pensar del porqué estaba comiendo papitas dentro de un restaurante de ramen.
—Que sueños tan raros. En cambio, ¡yo sí podré convertirme en Hokage!
—Ay, ajá... —murmuró Shikamaru, que parecía estarse durmiendo en su silla.
—Yo sí le creo.
—¿En serio? La mayoría de las veces él solo suelta tonterías.
—¡Oye!
—Bueno, si yo puedo convertirme en una piedra, entonces Naruto puede perfectamente ser un Hokage.
—Sí, pero tú no puedes convertirte en una piedra.
—Pero de hecho, yo sí...
—No, no puedes —sentenció Shikamaru, y me jaló del hombro para susurrarme lo siguiente al oído—. ¿Sabes? Los ninjas normalmente no pueden convertirse en objetos inanimados.
—¿Ah? ¿Por qué no?
—No están vivos, es sentido común —murmuró, y volvió a su posición de antes—. De no ser así, yo sería una nube desde hace mucho...
—Poético.
—¡Eh, pero el punto es que yo sí voy a ser Hokage!
—Ya, si llegas a ser Hokage, Shikamaru será tu ayudante —contestó irónicamente Chouji, yo no pude evitar reírme. Es exactamente lo que pasaría.
—Uh, no me desees el mal —refunfuñó el flojo de mi lado.
—¿Tener un trabajo estable y ganar lo suficiente para subsistir? ¡Oh, no, que horror!
—Trabajar para ese descerebrado no podría llamarse "estable" —bromeó, antes de agregar—. Además, ya gano lo suficiente para subsistir y más.
—Ya, olvidaba que estábamos ante el gran señor Jounin —imité una reverencia, sin levantarme de la silla—. Pero Genins aquí no sabemos ni qué es eso —me señalé a Naruto y a mí.
—Lo entiendo, quisiera dinero para comprar aún más ramen —Naruto asintió, como si se tratara de un tema de suma importancia.
—Tú ya compras mucho ramen de por sí.
—¡Pero podría comprar más!
—Entonces está decidido, Shikamaru paga hoy —declaré.
—¡Estoy de acuerdo! —asintió Naruto. Shikamaru se dedicó a mirarnos cansado sobre su hombro, pero seguido de inclinó a la barra para pedirle la cuenta a Teuchi sin siquiera rechistar.
—No es ningún problema para mi cartera hacerlo una vez —se alzó de hombros cuando regresó la vista a nosotros, ya que yo y Naruto lo mirábamos estupefactos.
—Claro, el rico siempre humillando al pobre...
—¡N-n-n-no p-puede ser! —tembló Naruto, horrorizado—. ¿S-será que también le mandaste ese hechizo hipnotizador como a Kakashi-sensei? —se sujetó del hombro de Chouji, como si estuviese intentando protegerse de nosotros, pálido.
—Estoy segura de no haber hecho nada. Lo juro —alcé las manos ante la acusación, imitando inocencia.
—Shikamaru, ¿te sientes bien? ¿De qué sabor son mis papitas? —Chouji tendió la bolsa frente a él, como si de alguna forma eso pudiese verificar su cordura.
—Tal vez los delirios sobre ser una nube se le subieron a la cabeza y ahora quiere intentar algo extraño...
—¿Quién eres y qué hiciste con Shikamaru? —completé por último. Todos nos callamos y dimos un pequeño paso atrás como precaución, cuándo él dió un suspiro.
—¿Ahora no puedo pagar una sola vez, porque me convierto automáticamente en un alien?
—No.
—No.
—No, 'ttebayo.
—Que fastidio...
(...)
Alou
¿Qué les pareció?
Y adiou
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