XI
—Entonces... Me parece que ya ha llegado la hora —a primera hora de la mañana, me puse en pie de inmediato y en una mochila empecé a acomodar un par de cambios de ropa y algunas cosas que me servirían a lo largo del viaje. No fueron muchas porque, al fin y al cabo, mis pertenencias seguían en Konoha.
Los demás chicos también se estaban preparando para partir de nuevo a su hogar, a excepción de Naruto (que seguía durmiendo) y TenTen que al seguir aún incapacitada, el maestro Gai se a tenido que encargar se sus cosas.
Según nuestros cálculos, llegaríamos en tres días a Konoha, o menos, dependiendo de cuánto se emocione el maestro Gai con sus carreras a lo largo del camino. No podía evitar sentir un poco de lástima por TenTen, que iría en su espalda.
—¿Lista? —me preguntó Kakashi cuando salí de mi habitación con mi mochila puesta.
—Lista —aseguré, alzando el pulgar.
—Entonces ve a esperarme a la entrada, iré a despertar a Naruto y partiremos en seguida —señaló, con una expresión que indicaba de su disconformidad al tener que ser el cuidador del rubio.
Yo asentí y, seguido, me retiré del lugar.
🍥
Naruto, algo despeinado pero por fin despierto, fue quien se acercó primero a despedirse de Gaara con un significativo apretón de manos, señal de su estrecha amistad.
Mientras que yo, algo incómoda por el encuentro y sin saber realmente cómo interactuar con el pelirrojo después de nuestra pelea de ayer, me dedicaba a dar sonrisas tensas.
¿Debería hacer como que no sucedió nada y despedirme cariñosamente? ¿Debería actuar enojada? Aunque realmente no estaba enojada con él... ¿Él se habrá enojado por haber discutido conmigo?
Bueno, me alzó la voz y me habló feo. Para mí sonaba como si estuviese enojado.
—Entonces irás de regreso a Konoha —Temari me habló, con Kankuro a un lado de ella.
¡Se me había olvidado contarle a ellos!
—Eh, sí, bueno... Lo que sucede es que pasó esto y aquello, y pensé que... —intenté explicar apresuradamente, sin mucho éxito.
—Está bien —cortó mis divagaciones, sonriendo. Por un momento, pensé que se enojaría, pero no fue así.
—¡Relajate, hombre! —Kankuro exclamó, dándome un par de palmadas en los hombros—. Está bien, ya has hecho mucho por nosotros.
—Estamos muy agradecidos —continuó la rubia, con una sonrisa de lado—. Suna estará en deuda contigo y, si alguna vez no tienes un lugar a dónde ir, aquí siempre serás bienvenida. Gracias.
Me quedé, simplemente... sin palabras.
Como si el tapón que sentía en el pecho y mi eterna inseguridad acerca de si mis acciones estaban bien o no, se hubiesen despejado con solo una palabra; "Gracias".
Tal vez suene algo tonto, pero se sentía bien. Se sentía bien saber que ayudé a alguien y que, de hecho, no lo había arruinado. Ese sentimiento de gratitud me opacó por un momento, plasmando una sonrisa en mi rostro.
—Bien, creo que ya es hora de irnos —Kakashi avisó a la distancia, para que nos reuniéramos.
Los chicos se dirigieron hacia donde él, mientras que el maestro Gai, que cargaba a TenTen en la espalda y corría con entusiasmo en su lugar, se dirigió a su alumno favorito.
—¡Lee, ¿estás listo para demostrar la fuerza de tu juventud?!
—¡Estoy listo, maestro Gai!
Oh, pobre TenTen.
Entonces con un último grito de guerra, ambos se pusieron en marcha. Y tras ellos, todos los demás integrantes de la misión.
Cuando todos se pusieron en camino y llegó mi turno, volteé una vez más atrás. Quería despedirme de Gaara, pero realmente no encontraba las palabras exactas por la incomodidad tras lo que había sucedido ayer y él con su falta de comunicación no ayudaba mucho.
Tal vez era mala idea dejar Suna. Podría vivir tranquilamente el resto de mis días en esa torre, sin ningún tipo de adversidad (hasta la cuarta guerra ninja, y esperar a que esta se resuelva por sí misma), pero esa trama de princesa de Disney realmente no me agradaba. Oh, carajo, a mí me gusta la mala vida.
Pero era hora de enfrentar mi realidad, mi nueva realidad.
—¡Hasta luego! —contesté por fin, sacudiendo la mano, dejándo una pequeña oportunidad en mis palabras para no concluir así las cosas.
🍥
—¿Ya casi llegamos? —preguntó por séptima vez Naruto.
—¿Cuánto falta para llegar? —le seguí.
—¿Falta mucho?
—¿O poco? —completamos entre el rubio y yo, mientras que Kakashi se miraba cansado y Sasuke exasperado de nuestra actitud.
—Ugh, ¡cállense de una vez! —Sakura fue la primera en explotar.
—Lo que haga falta —Kakashi detuvo a Sakura antes de iniciar una pelea.
La verdad es que ya estábamos cerca, al menos entre los dos yo lo sabía, por ello disminuimos la velocidad de nuestro paso desde hace unos minutos atrás.
Por el contrario, Gai y Lee salieron corriendo a toda velocidad, con TenTen a cuestas.
—Estamos a unos metros de la entrada, chicos —obvió Neji, que prefirió quedarse el resto del camino con nosotros y no seguir al par obsesionado por la juventud.
—No todos tenemos una súper vista como tú, Neji —me reí al ver como Naruto volteó a ambos lados, esperando ver la entrada desde aquí.
—Yo sí —contradijo Sasuke.
—¡Por supuesto que la tienes, Sasuke! —afirmó Sakura, apegandose a él exageradamente.
Realmente pensaba que había algo mal en ella. Sí, muchos la odiaban porque de pequeña era algo intensa, pero cuando ocurrió el salto del tiempo realmente evolucionó como personaje. Mientras que ahora solo parecía una niña bonita que se preocupaba solamente por niños guapos. Si me preguntan, mucho peor que la Sakura en cualquier etapa de su vida.
¿Eso es lo que ocasionó no haber entrado al equipo siete?
—Uy, el chistosito —le contesté irónicamente a Sasuke, algo molesta por los repentinos cambios de actitud de la pelirosada que le daba la razón en todo.
—"¡Oh, Sasukeee!" —Naruto hizo una graciosa imitación de Sakura, haciéndome sacar una carcajada. Incluso Kakashi quiso reírse, pero no lo hizo para mantener la armonía en el equipo.
—Yo también tengo una "súper vista" —mencionó Kakashi de repente.
Sí me reí.
—¡Oye! ¿Por qué sí te dio risa cuando lo mencionó él? —se quejó Sasuke.
—Cállate, a ti no te sale —le recriminé, pues la ironía que alguien que a primera vista parece tuerto diga eso, era realmente gracioso.
—No le hagas caso, Sasuke. Solo está celosa porque no la quieres de "esa" forma —mencionó la nueva Sakura, con un tono de voz chillón.
—Perdona, ¿qué demonios? —puse la mejor cara de asco que he conseguido a lo largo de mi vida.
—Por eso le coquetea a Kakashi, está desesperada —siguió hablando, ignorandome.
—¿Disculpa? —puse cara de ofendida—. Ya quisiera poder coquetear con él, pero no lo he hecho. A mí no me levantes falsos.
Naruto se estaba riendo de nuestra pequeña discusión. Kakashi, por otro lado, la estaba pasando mal, intentando mantener el orden en vano.
—Seguramente es feo, por eso usa esa máscara —terminó de vomitar su mierda verbal.
—Oh, no querida, hasta aquí llegaste —en este momento se vería mejor si tuviera mis ambos brazos, me hubiese enrollado las mangas para verme más ruda, pero no todo en la vida se puede. En cambio, ahora llevaba una capa sobre los hombros para no obviar mi falta de extremidad; de todas formas me veía genial.
—Chicas, cálmense... —Kakashi habló, sin tener mucho éxito.
A él no le afectó el obvio insulto que dijo Sakura respecto a su apariencia, pero ya que se acercó a calmarnos, aproveché a tomar su rostro, para darle una clara explicación a Sakura sobre lo que hablaba.
—¿Estás bromeando? Es un papucho, su cara parece tallada por los mismos ángeles —hice un ademán con la mano, como si estuviese presentando el rostro de Kakashi.
—¿Qué rostro? —preguntó Sasuke.
Naruto se estaba quedando sin aire de tanto reírse.
—Ya hemos llegado —anunció Neji, que en toda la conversación prefirió no intervenir para no verse afectado. Sabia decisión.
Nunca pensé que iba a tener que participar en una pelea tan ridícula.
(...)
Al entrar en la torre del Hokage, pude notar que algunos ninjas que paseaban por ahí llevando documentos importantes, se detenían para observar dos veces en dirección a nuestro equipo. No sabría adivinar si es por la extraña aparición de una ninja renegada de la aldea en la torre del Hokage por su propia voluntad, o por los gritos de Naruto.
—¡Quiero ramen, 'ttebayo! —era la quinta vez que nos recordaba su obsesión con ese alimento.
—Ya nos lo has dicho, Naruto —contestó nuestro maestro, aún cansado.
—¡Verónica! ¿Después de salir de la oficina de la abuela, podemos por fin a Ichikaku? —se aferró a mí, mostrando unas grandes ojos con brillitos en ellos; como si su vida dependiera de ese futuro tazón de ramen que almorzará.
—Claro, si es que me dejan ir pronto —le contesté, tomando en cuenta la posibilidad de que Tsunade requiera de explicaciones del porqué regresé más allá del "se me dio la gana".
—Bien, entremos —indicó nuestro maestro, al observar al equipo de Gai salir de la oficina de la rubia tras entregar su reporte se misión.
Tenía que aceptar que estaba un poco nerviosa por el pronto enfrentamiento que tendría con la demandante rubia, pero no me echaría para atrás. No por el hecho de querer mis cosas de regreso o la necesidad de información perpetua sobre el motivo por el cual estoy aquí, sino por la supervivencia de mi propia convicción en un mundo que lo único que quiere es opacarla.
Anhelo vivir.
(...)
¡Buenos días!
Aquí son las tres de la mañana y les informo que le parece la hora perfecta para desayunar.
Y tengo que decir algo: Lo siento. La verdad es que los últimos capítulos me han parecido sosos, pues hasta ahora tenía una especie de bloque lector y escritor a la vez (¿Cómo demonios sales de eso?), pero los he estado publicando por el hecho de querer entretenernos durante la cuarentena.
Me esforzaré más en mejorar mis escritos y la planeación de estos. Muchas gracias por leerme.
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