Treinta y seis


Durante el viaje de regreso, por más que lo intenté, no tuve un momento para poder hablarle directamente a Tsunade (por Naruto, que estaba terco en llegar lo antes posible a la aldea), así que no me quedó más opción que esperar hasta llegar.

Así que, al llegar de regreso a la aldea, lo primero que hice después de instalarme de nuevo en el departamento, fue dirigirme a la torre del Hokage. Dentro de ella era un desastre, algunos jounin iban de un lado a otro acomodando las cosas del viejo Hokage y muchos otros intentaban mantener el orden de las misiones. Por supuesto, durante la invasión esta vez no se perdieron muchas vidas, por lo que la cantidad de personal para cumplir las misiones no era un problema, aunque sí la falta de organización que había entre los ninjas.

—¡Hey, Verónica! —entre los pasillos, Gai vino hacia mi arrastrando a Shikamaru. Una combinación rara de ver, si me lo preguntas.

—¿Qué hacen por acá? —pregunté, Shikamaru me miró un poco receloso. ¿Ahora qué hice? Apenas acabo de llegar aquí.

—Vinimos a dar unas vueltas —me contestó perezoso—. Que fastidio...

—¡Y que bueno que te encontramos! —Gai siguió corriendo en su lugar mientras hablaba—. ¡Tienes que venir con nosotros!

—¿Es necesario en este momento? —no quería ser grosera, pero mi prioridad en ese momento era ir a ver a Tsunade—. Estaba a punto de ir a ver a la Hokage...

—¿Hokage? —Shikamaru se exaltó.

—Sí, necesito ir a hablar con ella urgentemente.

—Mmm... En ese caso, no hay otra forma. ¡Nos vamos yendo, Verónica! —y así como apareció, también se fue, arrastrando a Shikamaru que con flojera apenas podía seguirle el paso.

Preferí no pensar mucho en lo que querían y entré a la oficina del Hokage. Dentro algunos ninja movían todo el lugar y retiraban las cosas del viejo, dado que ya no se iban a utilizar por la quinta. Tsunade, para mí suerte, también estaba ahí, dando algunas instrucciones a los jounin, aunque verdaderamente todavía no se había instalado.

—¡Disculpe! —llamé la atención. Ella me volteó a ver con su mal humor habitual al tener que estar obligada a trabajar.

—¿Qué quieres, mocosa?

—No soy una "mocosa" —por algún motivo, la forma en la que ella mencionaba la palabra me molestaba—. Venía a hablar con usted sobre algo, si es que me puede dar un poco de su tiempo —de todas formas, intenté ser educada. No podía tratarla igual que al anciano, además de que no estaba como para recibir uno de sus golpes. No soy tan resistente.

Ella me miró unos segundos sin decir nada, pero aún con el entrecejo fruncido.

—Mmm... Estoy ocupada —y simplemente se dió la vuelta.

¿Qué?

—Disculpe...

—¡Ah, aquí estás! —Naruto interrumpió en la habitación antes de que yo pudiese decir algo—. ¡¿Lo has olvidado?! ¡Tienes algo que hacer! —se dirigió a Tsunade.

—¿Qué? —le contestó ella sin mucho interés.

—¡¿Sí lo olvidaste?! ¡Tienes que ir con el cejotas!

Me alarmé con la mención de su nombre. ¡Lo había olvidado! Como no había sucedido al mismo tiempo que en el anime, me había relajado hasta ahora y después me distraje con lo de la invasión, seguido de la muerte de Hiruzen y después ir por Tsunade. ¡Lo que era peor, no lo había visitado ni una sola vez!

De inmediato, mis prioridades cambiaron.

—¡Tenemos que ir con Lee para curarlo! —dije seguido de Naruto, decidida.

Sin duda me sorprende, aún con todas estas cosas sucediendo, Naruto no se olvidó nunca de sus amigos, buscando por su bien. Mientras que yo... Bueno, yo solo estaba preocupada por mí misma.

—Ah, sí, sí —Tsunade sacudió la mano, sin oponer resistencia.

(...)

Entramos al hospital y preguntamos rápidamente donde se estaba hospedando Rock Lee. La recepcionista nos indicó con gusto dónde se encontraba y Naruto no esperó mucho en llegar a su habitación, nosotras detrás de él.

Al tocar la puerta, Neji la abrió. TenTen estaba con él, sentada en una silla a un lado de la camilla donde intuyo que estaba Lee, vendado casi en su totalidad. Por supuesto, al ser la herida aún reciente, él todavía no se había sanado lo suficiente como para caminar.

—¿Qué hacen aquí? —preguntó precavido.

—Ahm... ¿Venimos a ver a Lee? —contesté como si fuese obvio.

—¡Sí, 'ttebayo! Ella es una gran médico, ¡así que viene a curar al cejotas! —Naruto apuntó a Tsunade, que se mantuvo con los brazos cruzados.

—¿Quién es, Neji? —preguntó TenTen aún en la silla. Él en lugar de contestarle, nos dejó pasar.

—¡Ah, chicos! —Lee contestó desde la camilla al vernos. Se me revolvió el estómago al verlo tan demacrado—. Que bueno que vinieron... No los había visto, así que pensé que no iban a venir —trató de sonar igual de animado que siempre. Yo no sabía si acercarme más a la camilla—. ¡Ah, Verónica! Lo siento mucho, pero... Parece que nuestro combate va a ser pospuesto, ¿eh? ¡Ah, pero no se preocupen! ¡Sanaré pronto con el poder de mi juventud!

—Apartence —interrumpió Tsunade, intuyendo que algo no andaba bien. Probablemente las heridas de Lee tenían el mismo nivel de gravedad que como sucedía originalmente (y rogaba para que no sean incluso peor).

Todos se apartaron de su camino al saberla médico, y ella solamente hizo su trabajo. Un brillo verde emanó de sus manos cuando las colocó en el pecho de Lee.

—¿Él va a estar bien? —preguntó Neji.

—Me gustaría que salgan de la habitación.

(...)

Tallé mi cuello para relajarme un poco.

—¡¿Pero qué le pasa?! ¡Ella solo nos echó, 'ttebayo! —Naruto, enfurruñado, se cruzó de brazos.

—¡Guarda silencio, este es un hospital! —le regañó TenTen

—¡¿Ah?! ¡Pero sí tú también estás gritando!

—Guarden silencio los dos —medió Neji.

Yo sentía como me empezaba a doler levemente la cabeza. A estas alturas, no podía asegurar que Lee estaría bien y, en caso de que él no se pueda sanar, la culpa recaería completamente en mí.

—Hey, oye, dattebayo —me susurró Naruto—. ¿Qué crees que le estará diciendo la anciana al cejotas? Tengo curiosidad...

—No puedes escuchar —contesté, al saber sus intenciones—. No es correcto.

—Que aburrida, 'ttebayo...

—Una aburrida que no te invitará un ramen, "'ttebayo".

—¿Ah? ¡No, no, no quise decir aburrida! ¡De veras! Yo quería decir, ahm...

Neji chisteó con molestia. A su lado, TenTen, parecía compartir el sentimiento.

—¿Pero qué le pasa? Comportándose así en un hospital... Que inapropiado —susurró ella. Sus palabras no me molestaron hasta ver que iban clara y únicamente dirigidas a Naruto. Neji no le hizo caso y le contestó con un simple "vámonos".

Preferí no meterme en otra discusión. De todas formas, se supone que yo no escuché eso.

—¡Vamos, Verónica! ¡Quiero comer ramen, 'ttebayo! —animó, y yo accedí. Aunque prácticamente él me jaló por los pasillos para salir lo más pronto de ahí.

—¿Ustedes que hacen aquí? —en nuestro camino de salida, Kiba nos interrumpió, molesto.

Bueno, pues, ¿que todos andan de mal humor hoy?

—¿Acaso no podemos venir al hospital? —le pregunté extrañada. Según recuerdo, a él no le había hablado desde...

Oh.

—¡Tú no, así que lárgate! —me contestó él, enfurecido.

Aunque no lo culpo.

—Kiba, tranquilízate —Shino salió de una habitación al oír la exclamación de Kiba.

—¡¿Cómo se supone que me tranquilice?! ¡Tengo que darle su merecido! ¡Ella...!

Mi migraña se intensificó un poco. Naruto no entendía nada.

—Ella la venció en un combate limpio. No hay nada que discutir —Kiba, en cambio, gruñó. Parecía que ahora eran ellos los que iban a comenzar a pelear.

—Disculpen... —les interrumpí, sintiéndome culpable—. ¿Puedo pasar a ver a Hinata?

Lo siento, Naruto, pero tu ramen tendrá que esperar.

(...)

TENGO UN CHINGO DE IDEAS, AMIKOS.

Jjasjajs, sorry por tardar, me tomé un tiempito para pensar todo claramente y eso (además de que no sé manejar a Gai-sensei :'v)

Ahora, ¿qué les pareció?

Regresé recargada y sin tiempo para escribir, sí que sí.

En las malas noticias, descompuse mi PC cuando ya me había acostumbrado a escribir ahí :'c (triunfando en todo).

So, creo que eso es todo por hoy.
Bye, byeeeeeeeeeeeeee~

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