I
-¡Déjenme en paz! -grité mientras me levantaba con dificultad. Mi ropa estaba sucia y me faltaba el aliento.
Algunos ANBU de Konoha me habían encontrado durante mi estadía en algún hostal cerca de la aldea de la arena. Y, por más que intenté perderlos en una huida apresurada, solamente desencadenó un enfrentamiento entre ellos y yo.
Ellos eran varios, alrededor de cinco. Tenían bastante experiencia en combate y cometían pocas o nulas equivocaciones.
En el anime sus habilidades no se destacan, aunque cuando luchas contra ellos cara a cara te das cuenta de su verdadero potencial. Eran rápidos y silenciosos; lo que quería decir que se especializan en combates cortos.
Por el contrario, yo había alargado la lucha.
Uno saltó en mi dirección, yo me fui para atrás, balanceando mi arma. Otro vino de mi derecha, volví a esquivar.
No tenía la suficiente fuerza como para contraatacar. Mi cabello, aunque actualmente lo dejaba rapado de mi lado derecho, opacaba en su totalidad la visión de mi ojo izquierdo, en un intento mío de cubrir la grieta que ocasionó el Shukaku.
Volví a esquivar otro de sus golpes. Intenté contraatacar, la guadaña que cargaba me lo facilitaba, dada su forma, no era necesario usar tanta fuerza física. La había conseguido desde hace un tiempo, ahora estaba un poco astillada y le faltaba filo, pero aún así era útil.
Suspiré cuando me di cuenta que el combate no llevaba a ningún lado. Ellos eran más que yo y, aunque eran ANBU, su chakra era de muy mala calidad, así que no podía regenerar el mío correctamente.
-¿Qué sucede, mocosa? -se burló de mi el Shukaku. Lo ignoré.
Ciertamente, me había mal acostumbrado al estar constantemente expuesta al chakra de los bijuu, por lo que ahora el de esos ANBU me parecía insignificante.
Por otro lado, me iban a dar una paliza si no hacía algo pronto.
Escuché las carcajadas del Shukaku en mi cabeza. Con el tiempo había aprendido a lidiar con él, aunque no dormía mucho por culpa suya. Con el tiempo y a medida que luchaba, él iba perdiendo poder sobre mí.
-Creo que es hora de despedirte, Shukaku -sonreí. El apenas pudo reaccionar-. ¡Jutsu multiclones de sombra! -exclamé y, consumiendo lo último de su chakra, sentí mi conciencia liberada de las garras del Shukaku.
(...)
-¡SAQUEME DE AQUÍ, MALDICIÓN! -me retorcí entre las cuerdas.
Finalmente y, casi sin chakra, los ANBU terminaron por capturarme con un estupido jutsu de contención. Ahora me encontraba amarrada hasta por partes que no sabía que tenía, y me llevaban en la parte de atrás de una carreta vieja. Ellos en ningún momento se quitaron las máscaras ni me voltearon a ver, sin importarles el escándalo que estaba montando.
Según lo que sabía, los ANBU no deberían de tener mucha experiencia al momento de capturar a alguien (lo que era cierto, dado que no se molestaron en cubrirme la boca). Tal vez de esa forma, podría conseguir una oportunidad de escapar.
Solo tenía que pensar racionalmente.
Respiré profundo. No era algo que no me haya pasado antes, solo tenía que idear algo.
Claro, ahora estaba más cansada, con muy poco chakra, sin armas. Pero seguramente encontraba una manera de escapar... ¿Verdad?
¿Verdad?
(...)
-¿En serio tengo que caminar por mi cuenta? -le pregunté al ANBU que ya se notaba fastidiado.
No tenía sentido escapar, en mis condiciones iba a ser atrapada inmediatamente después. A menos que los venciera en una lucha directa, pero ya me habían ganado una vez, además, ¡ahora tenían refuerzos!
¡¿Cómo va a ser congruente que entre diez ANBU estén llevando solo a una adolescente?! ¡Que además, desde el principio ya estaba atada!
El hombre que me llevaba parecía pensar lo mismo. Tal vez creía que sus habilidades habían sido subestimadas, por lo que estaba ahora molesto. Lo podía sentir en su chakra. No, más que molesto, estaba fastidiado.
-Hey, hey, ¿en serio tengo que caminar yo? Ustedes me tienen así atada, y no puedo dar pasos largos... -le seguí molestando-. Hey, ¿y si mejor me cargas? No quiero salir de aquí, que flojera...
Él, ya hastiado de mi actitud, empujó mi cuerpo por el piso de la carreta con su pie, hasta que caí de bruces al suelo.
-¡Hey! ¿Qué coño sucede contigo? -me removí en el suelo. Sus compañeros no hicieron nada, se mantuvieron observando.
Por lo general, no es normal que uno de ellos perdiera la razón. Son entrenados para soportar las situaciones más estresantes.
Él me sostuvo de mi corto cabello y me alzó del suelo, acercando su máscara a mi rostro.
Sí, había sido irritante todo el camino (tres días), pero no era para tanto...
-Sueltala. Tenemos que terminar la misión y llevarla con La Quinta -otro ANBU apoyó su mano sobre su hombro, y lo detuvo, apenas dirigiéndome una mirada. Yo le sonreí.
Seguramente se estaba preguntando porqué yo no estaba muerta; como he dicho, ellos no suelen capturar a los criminales, solo... los matan.
Por otro lado, a pesar de lo que pensaba, no tenía ninguna intención hostil. Como un robot; solo hacía su trabajo.
A escondidas de su vista, guardé el kunai que tomé de la bolsa del ANBU que me sostuvo del cuello, en mi espada, asegurandolo con la pretina del pantalón y cubriendolo con mi camisa.
-¡Vamos adelante! -dio la orden el ANBU que me había salvado, movilizando a todos los demás.
Solo tenía que esperar mi momento.
(...)
El lugar era oscuro y decadente. Había una gotera a lo lejos, lo que me recordaba un poco a mi espacio mental, pero esto solo era por lo viejo de las instalaciones.
La sala de interrogatorios.
Había entrado varias veces aquí antes, aunque nunca como la interrogada. Solo paseaba; el lugar era terrorífico, por lo que me parecía divertido curiosear por aquí y allá.
Ahora realmente no era tan divertido.
Después de un par de horas, escuché la puerta crujir. Me aseguré en la silla a la que estaba atada, sintiendo mi corazón bombear y la expectación aumentar a cada segundo.
Oí sus pasos detenerse al visualizar a Tsunade frente a mí.
-¿No estás muy enana? -fue lo primero que dijo después de un momento de silencio.
-Ah, gracias -contesté irónicamente, intentando no sostener una conversación.
Realmente, en los últimos tres años no había crecido en gran medida. Se supone que estoy en un cuerpo de dieciséis años, pero realmente no parecía así. Es como si apenas hubiera crecido un par de años desde que llegué aquí.
Tsunade se quedó en silencio por otro largo momento, buscando las palabras correctas para decir algo.
-Escupe de una vez lo que quieres -hablé sin muchas ganas. Estaba sostenida a la silla por mis muñecas y tobillos, por lo que realmente no podía hacer nada, menos ante la presencia de un Hokage.
-Me gustaría que te quedaras en la villa -habló por fin.
Más silencio.
-¡Espera, espera! ¿Lo estás diciendo en serio? -contesté divertida cuando me di cuenta que su expresión no había cambiado. No se sorprendió por mí reacción, pero tampoco hizo algún movimiento que indicara que lo que acababa de decir fuera falso-. ¡Oh, por favor! ¡Eso es lo más ridículo que he escuchado salir de tu boca! -terminé entre risas sarcásticas.
Ni mierda volvería a este lugar.
Ella se mantuvo firme, como su personalidad lo demandaba. Tan altiva incluso en estos momentos, pues el orgullo de un Hokage es algo valioso.
Ah, el orgullo... Es algo que he perdido desde que llegué a este lugar siendo atada, al igual que mi integridad como persona.
Te lo agradezco, Konoha.
-Por cuestiones políticas, pienso que es razonable efectuar un trato que beneficie...
-Piensas, piensas que es razonable, eh... -intenté reírme un poco más, en un vano intento de mantener mi poca compostura. Pero terminó siendo una risa seca y amarga-. ¡Pues piensas mal, Tsunade! ¡Es una estupidez siquiera pensar en arrastrarme aquí en contra de mi voluntad para esto!
-Tranquilízate, Verónica. No estás pensando coherentemente.
-Tranquilizarme, tranquilizarme... ¿Tranquilizarme, dices? ¡Por favor! ¡¿Crees que existe algo en este lugar que yo necesite?! ¡¿Algo por lo que quedarme?! -no quería llorar, pero aún así sentía las lágrimas empujando para salir. No lo iba a hacer, no frente a ella.
-... Está Naruto.
-Oh, no. No me salgas con eso ahora, Tsunade.
-Él es tu amigo. Siempre te apoyó cuando tuviste problemas, pero ahora lo dejaste solo...
-Sasuke también era mi amigo. Hiruzen era más que eso, era como un segundo padre para mí. Y aun así... Es curioso, ¿no? Nunca lo fueron, y me apuñalaron por la espalda en cuanto tuvieron la oportunidad.
-Pero tú no eres así.
-¡¿Y tú qué coño vas a saber de cómo soy?!
-Sabías lo que Naruto contenía y aún así seguiste a su lado. ¿Ahora lo vas a traicionar?
-Entonces así son las cosas, ¿eh? Vas a usar a Naruto como una herramienta para obligarme a quedarme. Que buena Hokage eres...
-No te estoy obligando.
-¿Estás segura de eso? -la miré con lástima falsa-. ¿Crees que esto es no estarme obligando...? -moví un poco mis muñecas, que se estaban tornando rojas por la fricción del metal en ellas. Yo seguía inmóvil-. Esto parece tan fácil para ti.
Ella frunció el ceño, como si realmente no se hubiera dado cuenta de lo que estaba haciendo hasta ese momento.
Si lo mirabas de un punto externo, ella parecía la mala. Tsunade, la quinta Hokage y la persona en la que toda una aldea depositaba sus esperanzas, era la villana.
- No, no es nada fácil para mí. En el pasado cometí bastantes errores, los que ocasionaron muchas desgracias. Por eso, lo siento, pero no puedes quedarte en el pasado. No puedes enojarte para siempre por una equivocación de hace años. Tienes que superarlo e intentar hacer lo mejor. Por eso, aunque en contra de tu voluntad, te he traído aquí, para poder enmendar tus errores y...
Le escupí en la cara, parando su charlatanería.
-¡Tu maldito error me costó la vida, imbécil! ¡Claro que me puedo enojar!
Ella bajó la mirada y yo esperé su reacción. Probablemente estaba enojada, pero no explotaría.
Se limpió el rostro pero, antes de que dijera algo más, alguien tocó la puerta de la sala de interrogación.
-Ehm... Quinta, ya ha llegado -comentó nerviosamente un ninja, sin querer revelar mucha información. Salió rápidamente después de dar ese aviso.
Aunque de todas formas, ya sabía de quién hablaba, pues todos mis sentidos estallaron y mi chakra se elevó exponencialmente. Me sentí revitalizada.
Naruto y Kurama estaban de regreso en Konoha. Vaya sincronización de mierda.
Por otro lado, Tsunade entró en desesperación. Al parecer convencerme había sido un trabajo más difícil de lo que creyó.
Y ahora sí estalló.
-¡TE VAS A QUEDAR EN KONOHA! -exclamó a la vez que, con gran fuerza y rebosante de ira, estrellaba su puño en la pared, agrietandola.
-No. Lo. Haré.
(...)
AAAHHHH, NO SÉ QUÉ TÁ' PASANDO. AIUDA.
Jajsjaja, seh, volví a escribir el primer capítulo:D
¡Pero ahora sí, oficialmente es el primer capítulo de la segunda temporada!
¿Por qué demonios hago una segunda temporada si ni tiempo tengo? Porque estoy pendeja :D.
Pero bueh, ¿qué se le va a hacer?
Entonces, ¡espero que les haya gustado!
HASTA LUEGOOOOOOOO<3
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