4. Mi castaña

El billar que frecuento con Alex es un lugar donde rara vez hay mujeres y si entran llegan escasamente vestidas por lo que resulta obvio a lo que van.
Cada esquina tiene sus asuntos, están los que beben de más, los muy rudos, los que sólo se divierten como mi amigo y yo, y los que van a apostar y perder todo, categoría en la que encaja un pequeño idiota que está bastante ebrio y rodeado de chicos nada contentos, sentados muy cerca de nosotros.

Me distraigo del ambiente y del juego, divagando sobre pensamientos relacionados con Lana, y lo que hace pocas horas hicimos, no sé cómo actuar ahora, estoy bastante seguro que ella al igual que yo, no quiere una relación, quizás​ sea mejor no relacionarme más con ella, dar por terminado lo que sea que empezamos y aunque termine siendo el idiota de la situación, sé que a la larga es lo mejor.

El bullicio en la zona de las apuestas me regresa a mi tiempo, tal parece que el idiota no trae dinero y a todos ellos les debe, lo extraño es que los demás comienzan a poner atención y a murmurar cosas sobre una prima, no entiendo nada. En ese momento entra una chica en chamarra y pantalón, primera cosa que llamó mi atención, está bastante tapada, la segunda, su piel blanca resalta tanto por la chamarra negra y la tercera ese cabello ondulado y brillantemente café yo lo conozco. ¡Es mi castaña! Bueno no es mía, es Lana, ¿qué hace aquí?. La veo caminar decididamente hacia la parte de las apuestas, intento detenerla, ése no es lugar donde deba estar, pero me ignora completamente y todos parecen prestarle tanta atención, más sin embargo nadie le habla.

Se para frente al idiota luciendo bastante molesta.

—Maldita sea Alan ¿cuánto debes esta vez?

—$2,000.

—¡¿Qué?! No traigo ese dinero, voy a tener que hablarle a tu padre— le reclama Lana.

—¡Nooo! Ya sabes cómo se pondrá.

—Vete al carajo— le dice al que asumo es su primo.— ¿A quién le debe y cuánto le debe?— pregunta Lana dirigiéndose a los demás.

Tres chicos levantaron la mano, de tipos rudos a obedientes estudiantes pasaron en su presencia. Todos dijeron su cantidad e incluso bastante amables dijeron que podían tener su pago después, los chicos de las otras mesas no le quitaban la mirada, algunos se ofrecen a pagar, otros a llevarla a su casa, y a todos con una sonrisa despide negándose.

Reparte el dinero que traía y promete verlos otro día para pagarles el resto. Uno lo suficientemente valiente se le acerca, es uno de los rudos, estoy debatiendo entre sí la saco de este lugar o sí sigo observando, pero ella luce cómoda y el hombre plática muy confiado con ella, no la toca ni hace ademán de quererla lastimar. Al parecer a él si le permitió que la llevara porque juntos sacan al idiota. Ni siquiera me ve, todavía molesta se va y yo no entiendo exactamente qué pasó, es decir, es bonita, pero otras chicas más hermosas han entrado y ninguna llama tanto la atención.

Otros chicos comienzan a hablar de ella, capturó pequeñas frases, acerca de que ella siempre termina pagando las deudas de su primo, que nunca toma o acepta la invitación de alguien, que es agradable y siempre con una solución, con unas palabras arregla cualquier problema.

Interesante.

Isa

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