Capítulo 15: Hoy estabas muy guapa

Cruzamos el instituto camino al campo de fútbol, lo rodeamos por los extremos laterales traspasando la cafetería. Estaba cerrada. Miré melancólica ese lugar y rápidamente me recompuse en la conversación que se estaba llevando a cabo justo a mi lado. Era algo claro, los viernes de partido no abrían, por lo contrario, Nikki me había contado que había gente que vendía comida y bebida paseándose por las gradas. 

Desde aquí ya se oían los gritos de la gente que estaba viendo el partido; saqué el móvil para mirar la hora en un rápido movimiento, faltaba un minuto para que comenzara el partido. Cogí a Nikki de la mano y la llevé corriendo tras de mí, escuchando varias de sus quejas y apresurando su paso Jenny la seguía detrás sujetada por la mano de ésta.

El escándalo cada vez se oía más alto y fuerte, trompetas, tambores y saxofones llenaban el instituto y el campo de música, gritos y aplausos indicaban que los equipos tenían que estar entrando al campo: había que apresurar el paso mucho más.

—¡Vamos chicas o no llegaremos a tiempo! —grité acelerando más el paso. Era curioso, era a la que menos le gustaba el deporte, pero sin embargo me estaba marcando un sprint inigualable. Por otro lado, Nikki tenía que ver a su hermano y Jennifer a su novio, y la que corría era yo, ¿curioso verdad?

Después de un par de segundos ya veíamos el campo, faltaban pocos metros para llegar a las gradas. Me paré en seco en cuanto lo vi: era gigantesco. Ya lo había visto, pero nunca como ahora. Cientos de personas estaban en las gradas con todo tipo de cosas animando a su equipo, y sí, había gente con bufandas con colores del equipo. Se me abrió la boca de par en par y los ojos parecía que se me iban a salir de las órbitas. Jennifer me tapó la boca y me cogió de la mano. Comencé a correr detrás de ellas, me había quedado parada en la mitad y las chicas me habían avanzado. Los linces ya estaban comenzando a entrar, Ashton y su gran disfraz de lince era el primero en entrar. Al verle no pude evitar reír a carcajadas y las chicas me acompañaron en ello. El disfraz era más grande que él, y la cabeza con diferencia, a momentos parecía que le fuera a llevar al suelo. Comenzó a marcarse un bailecito que hizo reír a todas las gradas, pasándolo desde el hip-hop, a un baile sensual y dar saltitos como si fuera un niño pequeño. Desde luego bailar no era el punto fuerte de Ashton, pero si su objetivo principal era entretenernos y divertirnos lo había conseguido sin menor lugar a dudas.

Al acabar su espectáculo los jugadores fueron entrando uno por uno al campo, sus nombres resonaban por todo el estadio a través d un altavoz.

«Thomas Carson, William Folch, Nate Duncan, Chad Bennet, John Berkley, Mark Jhonson...»

Todos los jugadores del equipo estaban presentes, iban saliendo poco a poco marcándose un sprint algo mejor que el mío minutos antes y colocándose en fila. Todos salían con una gran sonrisa, parecían jugadores de fútbol totalmente equilibrados mentalmente y educados, no los neandertales que muchos eran.

«... y, por último, un gran aplauso para nuestro capitán, ¡Tyler Jones!»

Las gradas se volvieron locas con su entrada, incluyendo a su equipo, donde ver el orgullo de sus compañeros era digno de ver, y las animadoras, las cuales daban grandes saltos y gritos, moviendo sus pompones al son de la orquesta. Aún no me había fijado en ellas, Chloe estaba ahí, con una corta falda negra y amarilla dando saltitos con las demás chicas, Rachel también estaba. Todas babeaban por los jugadores, y automáticamente una mueca de asco se insinuó en mi rostro y no pude hacer nada por evitarlo.

—Está guapo Tyler eh... —insinúa Nikki, dándome un breve codazo en el brazo y echándose la melena hacia atrás. Una tonta sonrisa aparece en su rostro y en el de Jennifer, las que reían entre ellas.

—¡Chicas! —les chillo, y bajo el volumen de mi voz para no causar alboroto—. Es mi amigo solo, no se porque os ponéis tan pesadas.

Les giro la cara tratando de no parecer brusca y miro de nuevo el campo, los ojos de las chicas siguen mis movimientos y ríen, haciendo que consiga hacer desaparecer mi sonrisa causada por sus comentarios fuera misión imposible. Busco con la mirada de nuevo a Tyler: si que estaba realmente guapo. La equitación le favorecía, mucho, la camiseta le apretaba lo suficiente como para marcar sus músculos y dejar su tatuaje al descubierto, sin olvidarnos de los pantalones que... Basta.

Tengo que dejar de pensar en esas cosas.

Un movimiento interrumpe mi objetivo de vista, la mano de Tyler se agitaba de un lado al otro. Me estaba saludando a mí. Imité su gesto lo más rápido que pude acompañado de una amplia sonrisa y el me dedicó un guiño de ojo. Atravesando el campo con una ojeada rápida divise a Rachel, llevaba el uniforme de animadora y estaba en primera fila. Comencé a reír disimuladamente, a pesar de que lo hubiera hecho libremente en aquel momento, al darme cuenta de que Rachel había creído que Tyler la saludaba a ella, llevo una mano a su coleta y trató de disimular enrollando sus dedos en su cabello, dándole vueltas creando pequeñas ondas.

Antes de que pudiera retirar la mirada Chloe me vio, repitió el gesto que anteriormente me había hecho Tyler como salutación, solo que algo más tímido. Le dediqué una sonrisa tranquilizadora y le alcé la mano en signo de victoria, rápidamente noté como se le animaba el rostro y esbozaba una sonrisa enorme. La acción duró poco en cuanto Rachel y Beth se giraron a hablar con ella, señalando a los chicos y luego llamando al equipo: eran las siguientes en actuar después de la entrada de los chicos.

La orquesta comenzó a sonar de nuevo y las chicas hacían la cuenta atrás para comenzar su baile. Una sensación me hizo perder la atención en ello, me sentía observada. Al principio pensé que podía ser Nikki y Jenny, pero me giré hacía ellas y hablaban tranquilamente señalando a los jugadores. Seguí con la mirada más al fondo, bajé un par de filas en las gradas y allí estaba. Jake Evans en su absoluta y magnífica presencia. Me miraba desafiante, una coqueta sonrisa se le insinuó en el rostro y me guiño el ojo. El guiño de Tyler no me había causado ni la mitad que el de Jake, y eso me hacía rabiar. Le dediqué una sonrisa, la cual no pude fingir; era verle y tener un flashback en mi mente de la noche de ayer. Giré la vista de nuevo hacia la pista para que no viera mis tontas sonrisas que automáticamente cubrían mi rostro.

—¿De qué ríes? —pregunta Nikki frunciendo el ceño

—Si sí, de nada... —añade Jennifer esbozando una amable sonrisa. Nikki me mira extrañada, y sin haberle dicho nada dirige su mirada a Jake, la devuelve a mí y me mira poco convencida. No habíamos hablado ni una vez de Jake y yo y sin embargo parecía leerme el pensamiento.

—Va, callar, ¡que empieza el partido! —finalizo dándole un pequeño empujón a Nikki, llevándome a Jennifer a la vez la que me devuelve el gesto conteniendo la risa. Jennifer era pura alegría y ahora entendía porque nadie quería arrebatársela.

La actuación acababa de terminar y las gradas llenaban a las chicas de aplausos, a pesar de no haber visto más de un cuarto de actuación me uno a ellos. El arbitro da comienzo al partido ya con todos los jugadores en sus posiciones y comienzan a correr a velocidad del viento. Parecían un montón de hormigas en búsqueda de una miga de pan, y metafóricamente, lo eran. 

Nunca había sido muy fanática del fútbol americano, me gustaba, sí, pero nunca había visto un partido al completo. Se me pasó antes de lo que tenía previsto, tanto yo como Nikki o Jennifer estábamos pendientes de cada movimiento que hicieran los chicos como si fuera el último episodio de Gossip Girl. Muchas veces no entendía al cien por cien el juego, pero gritaba cada vez que los Linces hacían una carrera o algún jugador hacía un touchdown, el que aún no había sucedido. Faltaban menos de cinco minutos para acabar el partido y ganábamos solo por una diferencia de dos puntos que podía ser derribada en cualquier momento: todo dependía de Tyler. Se habían tomado ambos equipos un pequeño descanso y las chicas y yo decidimos pedir algo de comer.

Nikki tenía toda la razón, las gradas estaban llenas de gente vendiendo agua, patatas o perritos calientes entre otros. Jennifer alzó la mano y junto al silbido de Nikki hizo que el camarero se acercara a nosotras.

—Eres... ¿Kate Campbell? —pregunto el chico que llevaba la bandeja de perritos calientes. Miré a las chicas y todas nos miramos sorprendidas, ¿Cómo sabía mi nombre? Devolví la mirada al chico de los perritos calientes, rodearía los diecinueve años y se le veía una persona sencilla, aunque quizás parecía un pelín apagado, pero eso cambió rápidamente al responderle cuando una gran y segura sonrisa le apareció—. Bien, ¡no estaba seguro de si eras tú la chica! Cuando me habéis llamado he dicho, "esta es mi oportunidad" —río en tono tranquilizador, imité su gesto, pero mi mirada era poco convincente—. Ten, esto es para ti —añadió ofreciéndome un perrito caliente, que una no podía negar que tenía una pinta deliciosa.

—Oh, gracias, pero aún no...

—Con ketchup y mayonesa, pero un poco más de ketchup ¿verdad? —dijo alegremente, parecía que los ojos le iban a salir d un momento a otro. Me di medio vuelta y articulé en silencio hacia mis amigas «¿qué cojones?».

—Sí, sí. ¿Cómo has...? Bueno, espera que saco el...

—No, no. Es una invitación, un chico me ha dicho que era para ti —insistió ofreciéndomelo de nuevo antes de que sacara el dinero de mi cartera. Le miré incrédula y el me lo acercó más, lo cogí y las chicas comenzaron a soltar pequeños gritos y comentarios por lo recién sucedido. Pestañeé varias veces entrecerrando los ojos con una mezcla de desconfianza y sorpresa—. Ah, y también una bebida. ¡James! —chilló hacia el chico que llevaba bebidas con gas al otro lado de las gradas. Éste tardó menos de medio minuto en aparecer en frente mío—. La Fanta de limón, ¿recuerdas? Es para esta chica.

—Sí, claro, ten — añadió ofreciéndome la bebida con una pícara sonrisa—. Así que tu eres la afortunada... Felicitaciones, es un chico muy apuesto —Todas reímos por el comentario de James y la forma en la que nos lo dijo. Le puso a su compañero una mirada feroz y hizo el sonido de un león antes de irse, acompañado por un movimiento con su mano. Todas reímos a grandes carcajadas, incluido el chico de los perritos calientes.

Las chicas comenzaron a charlar mientras pedían un perrito caliente para cada una. Observé el mío con precaución, como si fuera una especie de tesoro antiguo y buscaba alguna respuesta de su procedencia. A punto de probarlo, encontré un papelito debajo de él. Lo abrí tratando de que no lo vieran, me eché a un lado y apoyé mis codos en las rodillas, leyendo el papelito.

«Hoy estabas muy guapa, minoide. Espero que te haya gustado la comida, no se podía aspirar a mucho más...».

Llevaba segundos mirando el mensaje y no podía parar de sonreír. Me sentía tonta, pero era algo inevitable. Joder, si es que por mucho que quisiera evitarlo era adorable. Sabía que no estaba bien, sabía que no debía, que tenía novia y yo no podía permitirme el lujo de ponerle en mi vida de esa forma, pero su presencia y su forma de ser me lo ponía muy difícil.

Me recompuse cuando vi que las chicas volvían a sentarse y el chico de los perritos calientes se iba, escondí el papel en el bolsillo trasero de mi pantalón y sin quitar la gran sonrisa y lo sonrojada que estaba me dirigí hacia mis amigas. Ambas me miraron extrañadas y fruncieron el ceño.

—¿Por qué sonríes tanto? —preguntó Nikki encarando una ceja. Ella se olía algo y quería que se lo contase, pero en realidad ¿Qué era eso que había que contar? Ciertamente no había nada.

—Pues es obvio, ¡porque tiene un admirador secreto! Si es que normal, ¡para no tenerlo! —chillo Jennifer con entusiasmo, moviendo las manos con energía y diciéndolo como si fuera algo obvio.

—Así que admirador secreto eh... —bromeó Nikki. La observé frunciendo el ceño descolocada sin saber que hacía, se manchó el dedo índice de ketchup y sin darme cuenta, en cuestión de segundos tenía la nariz llena de ketchup. Imite su gesto con la mayonesa y Jennifer reía mientras nos miraba juguetear como niñas pequeñas.

—¡Comienza el partido! —Nikki y yo dejamos de jugar entre nosotras en cuanto oímos la voz de Jennifer y nos sentamos bien, apoyé mi espalda en el respaldo de la silla y miré con atención al campo.

La orquesta sonó de nuevo, las animadoras daban saltitos y agitaban los pompones dándoles la bienvenida a los jugadores que entraban de nuevo al campo. En esta ocasión Tyler no se giró a saludarme, pero Chad y Trevor si lo hicieron y Mark mandó un beso a Jennifer, la que fingió que lo cogía en el aire y se lo llevaba al corazón. Nikki y yo nos miramos y con el dedo índice en la poca hicimos una mueca de asco tras la cual comenzamos a reír.

Yo estaba totalmente tranquila, pero podía notar la tensión en el campo. En realidad, este partido era importante, era el primero, era la primera impresión que iban a dar frente a la temporada. Todos se colocaron en sus posiciones y el arbitro volvió a dar la señal de comienzo. Mis iris seguían cada movimiento de Tyler, y de vez en cuando seguían a mis amigos. Trevor era bueno, Mark no era tan malo como pensaba, pero Chad y Tyler eran brillantes. Hacían pases perfectos y recepciones brutales, salvaban las malas pelotas y conseguían de las peores hacer las mejores jugadas, ellos y los números 4 y 13.

El equipo contrario, los Águilas nos empataron, fue algo que nuestro equipo no se veía venir. A través de sus cascos se veían sus miradas de preocupación, estaban colgando de un hilo entre la victoria y la derrota.

60 segundos.

Ojalá pudiera ser capaz de explicar cada movimiento, lo rápido que hicieron la jugada y la merecida victoria que obtuvieron, pero a duras penas era capaz de diferenciar los claros conceptos de córner y quarterback. Les sobró tiempo, la victoria ya era suya y el sudor que habían obtenido tras el partido era merecido. En esos sesenta segundos habían pasado tantas cosas que parecían flashes continuos, uno detrás del otro, pero si hay una cosa que podía explicar bien.

Tyler estaba a punto de marcar el último punto, sabía que su equipo dependía de él. Desde aquí, si te fijabas en sus manos al sujetar el balón temblaban, pero era Tyler Jones, ¿Cómo no lo iba a conseguir? Su equipo lo alzó en brazos y le llevaban sobre ellos dando grandes saltos y gritando "Linces, Linces, ¡Linces!". En ese momento, Tyler suelta la frase mas inesperada y qué más furor iba a causar, algo que nunca hubiera podido imaginarme. Nunca me habían dedicado un gol, pero Tyler lo acababa de hacer.

—¡Para ti Campbell! —gritó Tyler, señalándome con un dedo, mostrándose seguro y orgulloso. Había tirado el casco al suelo y tenía el pelo mojado, mechones le caían por ojos y se le movían de arriba abajo por el movimiento de los saltos de sus compañeros. Se llevo los dedos a la boca y me dedicó un beso, dejándome totalmente descolocada. ¿Qué acababa de pasar?

—Así que solo amigos eh... —dijeron al unísono Nikki y Jennifer. No pude ni responder, aún estaba alucinando.

Cientos de miradas estaban buscando a la chica a la que Tyler Jones había dedicado el punto que había marcado la diferencia en el partido. Me acurruqué en mi lugar y traté de hundirme en mi silla, evitando las miradas. Muchos no se dieron cuenta de que era yo, pero Chloe y las animadoras tenían un ojo que maldije desde el momento en que me di cuenta de ello.

Los jugadores entraron al vestuario y el murmullo de la gente aflojo, varias personas comenzaron a salir e irse de las gradas a paso ligero. Nosotras salimos cuando vimos que ya había menos gente y podíamos caminar con tranquilidad sin chocarse con gente y que Nikki saliera en nuestra defensa con cualquier persona que nos diera un pequeño e inconsciente empujón. 

—Voy al baño, esperarme fuera ¿vale? ¡Iré tan rápida como un rayo! —bromeé riendo, ambas asintieron y giré en dirección contraria camino al aseo.

Cuando salgo del baño me dirijo al espejo, a parte de mí había otras dos chicas a mi lado, hablaban entre ellas y se hacían un par de fotos. ¿Fotos en el baño del campo de fútbol? ¿De verdad? Las evité y abrí el grifo, con mis manos me refresqué la cara y la nuca, hacía una calor tremenda. Vestía unos tejanos largos y una camiseta blanca de manga corta simple, pero el llevar ya pantalón largo me estaba jugando una mala pasada. Las chicas llevaban mucho más rato que yo dentro, pero aun así salí primera, mi objetivo de hoy no era permanecer horas en el baño, sucio, del instituto.

Apresuré un poco el paso al salir para no hacer esperar mucho a mis amigas, aunque en realidad tendríamos que esperar mucho más pues Jennifer quería ver a Mark en la salida antes de que se fueran a la comida de equipo: una tradición para ellos.

Pocos metros de avance desde el baño, cerca del cruce de baños de chicas y chicos un golpecito en el hombro proveniente de unos pasos acelerados tras de mí me paró en seco.

—¿Te gustó el perrito caliente?

—Eres todo un romántico Evans, tu cartita...

—¿Casi supera el gran gol de Tyler? —me interrumpe. Mi cara en ese momento era un cuadro, abrí los ojos de par en par y traté de vocalizar, pero no encontraba palabras para responderle y no parecer estúpida—. Ya, bueno —añade, noto cierto cabreo en su voz. Me estremezco.

—La Fanta de limón ha sido un puntazo —digo esbozando una tímida sonrisa, desviando mi mirada de las bambas a sus ojos.

Se hizo un breve silencio, tan solo serían cinco segundos, pero se me hizo eterno. No quería romper ese silencio, era cómodo. Solo estaban nuestros ojos en la punta de mira del otro. Tragué saliva.

—Podríamos decir que te conozco muy bien...

Nuestra conversación se interrumpe con la vibración de su teléfono móvil, se mete la mano en el bolsillo de los pantalones, esta vez tejanos. Iba vestido diferente a como solía ir de costumbre, con unos tejanos azules, unas bambas negras y un polo blanco. Dios, como le favorecían. Me muerdo el labio y trato de ralentizar mi respiración, ¿Qué estaba haciendo? Sacudo la cabeza y vuelvo a mi postura principal, sin que se note mucho ojeo la pantalla de su teléfono antes de que se lo lleve a la oreja y nuestra conversación finalice de nuevo.

Amber Jones, cómo no.

Al menos no la tenía con un mote cariñoso. Já.

Señala su teléfono, la pantalla, enseñándome el nombre de Amber —muy bien Kate, no hacía falta mirarlo de reojo— y vocaliza en silencio: «el deber me llama, perdón», tratando de excusarse y dedicándome una media sonrisa junto a un guiño de ojo ya alejándose.

Jake Evans, a veces, como en estos momentos, te detesto.

Vuelvo a avanzar, no me doy prisa y disfruto del paisaje mientras tanto, aunque lo de disfrutar dura poco. Las gradas estaban desiertas salvo por un par de parejas dándose el lote en las esquinas, creyéndose que nadie los va a ver, o quizás les daba igual que los vieran. Para colmo, no era la única razón por la que no podía "disfrutarlo".

Objetivo: llegar donde estaban mis amigas.

Obstáculo: Alguien vuelve a cruzarse conmigo e imita el gesto que anteriormente había hecho Jake, me da un toquecito en el hombro. Sin embargo, era más suave y delicado.

—¿Oye Jake, pero tú no...? —pregunto sorprendida mirando hacia las airforces blancas.

—¿Jake? No sabía que ahora en vez de Dan me llamabas así.

—Dios lo siento, es que... antes... yo estaba... ósea... Da igual.

Jake llevaba unas negras, ¡si lo he dicho antes! ¿Dónde tengo la cabeza?

—Ósea que, ¿ese era Evans?

—No.

—Sí.

—Que va.

—Pero si me acabas de llamar... —le lanzo una mirada asesina y cede después de tanta insistencia—. Está bien, perdón señorita, ya decía yo que no sería propio de ti después del gol que te ha dedicado Jones.

—¿Tú también con eso?

—Tengo una vista privilegiada, me doy cuenta de todo, ya lo sabes Campbell

Esbozo una sonrisa y niego con la cabeza. Dan siempre ha sido bueno en todo lo que ha probado, a pesar de llevar gafas por astigmatismo, de lejos ve de muerte. En los estudios sobresale, y a pesar de no participar en ningún deporte hasta donde yo sé se le daban bastante bien. A demás, es rápido como una bala, o lo era cuando jugábamos al pilla-pilla en mi casa. Era muy mala en ese juego, mucho.

—Menos mal que ha sido Jones, si no hubiera sido humillante porque... Está bien, mejor dejemos ese tema de lado —rectifica al ver la molestia en mi rostro. Hablar de lo sucedido no era algo que estuviera pidiendo a gritos y él me entendía muy bien—. ¿A qué clubs te has apuntado? No me imagino a una Campbell en atletismo...

—¡Muy gracioso! —respondo haciendo una mueca divertida sacando la lengua—. Escogí ajedrez y...

—¿En serio? ¡Yo estoy en el club de ajedrez! —exclama asombrado, agitando los brazos con énfasis. Le miro incrédula y el asiente de nuevo—. Llevo un par de años, vencerme es casi como vencer al líder... Pero a Fred no hay quien lo venza, ¡está obsesionado! —musita como si alguien nos fuera a oír—. Ya sabes que se me daba muy bien.

Tenía razón, era muy bueno en ajedrez. ¡Incluso consiguió ganar a mi abuelo! Ganarle en ese juego o en el Dominó era misión imposible, y mira que estuve años intentándolo; hay cosas que nunca cambiaran.

Como siempre me pasa con Dan en un santiamén habíamos llegado donde estaban mis amigas. Ambos andábamos recordando anécdotas de nuestra infancia que nos hacían reír a carcajadas sin importar que la gente se nos quedara mirando. A lo lejos apoyadas en un árbol diviso a Nikki y Jennifer, ésta última hablando por teléfono. Miro a Dan para despedirme, pero insiste en acompañarme hasta allí, tenía sentido, si giraba hacia la derecha tendría que dar una tremenda vuelta.

Un coche con el volumen de la música al máximo pasa por nuestro lado, captando toda mi atención y la de Dan. La ventanilla de atrás se abre y el rostro de Kara aparece tras ella, sonriendo desprendiendo alegría, brillaba sola. Llevaba la melena alborotada y se había cambiado el piercing del labio por uno plateado. Habla con alguien a su lado antes de que el coche despegue de nuevo y Meghan se asoma, me manda un beso y una sonrisa se le insinúa en el rostro. Al mirar a Dan su sonrisa se vuelve débil, y éste tiene la misma en su rostro. Frunzo el ceño, devuelvo la mirada al coche y éste ya estaba lejos, a penas lo podía ver, tampoco llegué a ver quién lo conducía.

—Me voy para casa, acaba de pasar un buen día. —Dan se despide y su tono de voz es débil, revoloteándome la melena, haciéndome reír por el gesto y me guiña el ojo, alejándose.

—¡Por fin llegas! Pensaba que te había tragado el váter, no estaba preparada para eso... —bromea Nikki abrazándome—. Lleva cinco minutos discutiendo con Mark, se ve que habían quedado para ir a comer y ahora se va con su equipo. Típico.

—A mi no me mandes a callar, ¡llevo esperándote al menos quince minutos! —grita Jennifer. Si a su lado se escuchaba fuerte no quiero saber lo sordo que se habría quedado Mark a través del teléfono—. Búscate otra acompañante, ¡ya haré planes! —finaliza la llamada chillando acercando el teléfono a la boca. Nikki y yo comenzamos a reír y tratamos de sofocar las carcajadas. Era horrible reírse en esa situación, pero cuando Jennifer se enfadaba estaba muy graciosa—. ¿Vamos a comer juntas? —propone esbozando una gran sonrisa apagando el móvil y guardándolo en el pantalón.

Nikki y yo nos giramos hacia la otra entre risas, nos miramos con sonrisas cómplices y asentimos. Sabíamos donde iba a ser el nuevo sitio en el que Jennifer comería, descubriría, y se haría nuestro: Lolita.

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