No había más que odio en todo su ser. Y esa noche fue gloriosa.

Había cortado tantas cabezas, y se había empapado de tanta sangre, que sentía su poder igualarse al de cualquier dios. Osó autoproclamarse el Dios de la Destrucción, mientras se deleitaba con el inhumano placer de sentir la espesa escencia carmesí de miles de víctimas descender por su garganta.

Se sentía como un vampiro. Como una bestia. Y era maravilloso.

Miró los cuerpos a su alrededor, y después de unos minutos, y al ver que no había más vida por arrancar, se preguntó qué haría a continuación.

No conocía otra cosa. No sabía hacer nada más.

¿A quién expresaría su gloria? ¿Quién sería testigo de su grandeza cuando no existiera nadie más en el mundo que él?

Dejó su espada caer al suelo, mientras soltaba lágrimas en silencio. Cuando la sangre se acababa, el vacío aparecía. Siempre fue así, y no sabía cómo evitarlo.

Pero entonces escuchó algo. Un pequeño gemido de dolor.

Caminó hasta encontrar detrás de unas cajas un pequeño cachorrito. Temblaba de frío, y se veía muy débil.

¡Una presa fácil! ¿Sería suficiente para saciar su sed?

¿Para al fin sentirse completo? ¿Sin temor al vacío sucesor de la acción impulsiva?

¿Podría, este perrito, darle alguna razón para seguir adelante? ¿Hacerlo... feliz?

Supo que sí, que podría saciar su sed, cuando el cachorrito se levantó, se acercó a su pierna, y se recostó ahí, buscando calor.

Un golpe en su corazón, le hizo sonreír.

Cargó en sus brazos a la criaturita, lo protegió en sus brazos del frío, y lo llevó a su casa.

Su casa, a partir de entonces, fue un hogar.

🌹🥀~

Si soy sincera, esta parte me gustó mucho n.n

¿Les digo algo raro? el capítulo anterior tenía 666 palabras :0

See u soon ;*

—Willow🍒