Capitulo 13

Los personajes de Naruto, no me pertenecen, yo solo los uso para escribir esta historia sin fines de lucro.

Los ojos luna veían con horror como las llamas devoraban la casa que aprendió a querer como a su propio hogar.

Todo fue tan rápido y confuso, que ni siquiera pudo hacer algo para impedirlo. Aún se hallaba molesta por la conversación que mantuvo con Madara y para distraerse, continuó preparándose para volver a su pequeña casa. Deseaba terminar lo mas rápido posible y antes de lograr hacerlo, Mirai llegó buscándola. La niña se veía muy alterada, poniendo en alerta a la Hyuga, quien no dudó en seguirla.

Hinata trataba de caminar rápidamente, pero todavía se encontraba adolorida por el accidente. Apenas salió de la mansión, vislumbró a los trabajadores corriendo de un lado a otro y fue justo en ese instante, que sus orbes se dirigieron al sitio de donde venía el espeso humo.

Sin importarle el dolor, intento correr, pero Itachi, quien acababa de llegar, le tomó el brazo con suavidad impidiendo que hiciera una tontería.

Horas mas tarde, el incendio cesó, pero las llamas habían acabado con casi toda la propiedad, misma que ella se esmeró en arreglar y adaptar para sentirse cómoda.

—¿Como pudo pasar algo así?—cuestionó casi llorando. Obito la miró con pesar, él había sido testigo de cómo ella se esforzó por arreglar esa propiedad y ahora todo había quedado reducido a cenizas. Sin duda debió sentirse devastada.

—La edificación era muy vieja y creemos que hubo un corto circuito en el alambrado—Itachi frunció el ceño, no obstante, se mantuvo en silencio, ya que no creyó una sola palabra de lo dicho por su primo.

—No puede ser, la mayoría de mis pertenencias se encontraba dentro y ahora lo he perdido todo—la joven se mordía el labio intentando contener los sollozos que estaban por salir de su boca, pero le estaba costando mucho hacerlo.

—Tranquila, ya encontraremos una solución—Itachi trataba de consolarla, pero ella sólo pensaba en lo que debía hacer. Había perdido todo, incluso el lugar donde vivía.

—¿Que sucedido? Miré el humo desde mi casa y pensé lo peor—Hashirama llegó repentinamente. Su rostro demostraba miedo ante la perspectiva de que algo malo le hubiese ocurrido de nuevo a la ojiperla, no obstante, al mirarla, soltó un suspiro de alivio.

—¡Hashi!—Hinata fue directamente hacia sus brazos y escondiendo su rostro en el pecho masculino, se permitió llorar de tristeza—¿Que voy a hacer? Se quemó mi casa con todas mis cosas—declaró sin dejar de sollozar.

—No te preocupes, lo material se puede reemplazar, aquí lo importante es que tú estás a salvo. Fue una suerte que no hubieran estado adentro cuando inició el incendio—le dijo mientras le acariciaba el largo cabello a la joven.

—¡Hinata!—la llamó Kurenai y ella se alejó un poco del castaño para encarar a la fémina—Parece que la pronta reacción de tu esposo le permitió sacar todas tus cosas... míralo tú misma—efectivamente, los trabajadores habían llegado con una camioneta donde se encontraban las pertenencias de la ojiperla—Itachi y Hashirama, intercambiaron miradas. Algo andaba mal y ambos se percataron, sin embargo, Hinata se veía tan consternada, que ni siquiera se tomó el tiempo de pensarlo.

—¿Que harán con todo?—cuestionó la ojiluna al recuperarse de la impresión.

—El señor ordenó que lleváramos todo a la habitación que usted estuvo ocupando—respondió uno de ellos y tras dar la respuesta, prosiguió con sus compañeros a realizar el mandato del Uchiha.

Poco a poco, el humo se fue acabando y la mayoría de las personas se fue marchando, quedando sólo las mas allegadas, incluyendo a Hashirama. Él junto a Itachi, se ocupó de tranquilizar a Hinata, hasta convencerla de comer algo. Poco después , ella y tres varones, se sentaron en la mesa del comedor situado dentro de la mansión. Ima y Kurenai, sirvieron la cena a las cuatro personas.

El melancólico ambiente que se posó durante la tarde, se fue disipando con la agradable conversación. Hinata se permitió reír en varias ocasiones, mientras escuchaba a Obito y a Hashirama, incluso Itachi, sonreía en ocasiones tras las contagiosas carcajadas del Senju.

Sin planearlo y tras haber tenido un duro día, las cuatro personas pasaron una agradable velada, especialmente Hinata, quien encontró un pequeño oasis en medio del desierto de tristeza en la que se había tornado su vida desde el primer día que puso un pie en Konoha.

[...]

—¿No crees que fuiste demasiado lejos? Digo, es evidente que no ibas a poder retenerla en la mansión y en cierta manera la entiendo, pero provocar un incendio para que no tenga opciones, me parece algo exagerado—reprochó Izuna a su hermano mayor, luego de dejar atrás la destruida estructura—además, ella no es tonta y no tardará en atar cabos.

—Está propiedad no era segura para ella y ahora que no se encuentra del todo bien, es mejor que se quede donde se ha estado recuperando—respondió dirigiéndose a las minas, ya que además de requerir su presencia, también quería evitar otra confrontación con su esposa.

—Eso no fue lo que pensaste cuando la trajiste de la ciudad, de hecho, la casa era mucho peor y ni siquiera te importaba si era segura o no—Madara chasqueó la lengua, no le gustaba que le cuestionaran sus acciones y últimamente, todos se creían con el derecho de hacerlo.

—Como sea, de todos modos ya está hecho—Izuna suspiro frustrado. Su hermano había dado fin a la conversación, no obstante, sus actos estaban yendo demasiado lejos y cada vez le iba costar más solucionar los errores.

...

Ambos hermanos se reunieron con el jefe de las excavaciones, quien se encargó de guiarlos dentro de una de las minas, donde conocerían a los otros trabajadores.

Los Uchiha escuchaban al encargado de la seguridad aclarar sobre las rutas de escape, las máscaras de oxígeno colocadas en lugares estratégicos y mas detalles referentes al tema, ya que a pesar de lo mucho que se esforzarán para no cometer errores, siempre pueden ocurrir accidentes.

Durante la tarde, fue Izuna el que hablaba con todos y se adentraba en los pequeños detalles, dado que Madara, no lograba dejar de pensar en su esposa. No podía dejarla que abandonara la mansión para volver a esa casucha. A pesar de sus errores y de lo mucho que daño a Sasuke, él no quería volver a verla como los días posteriores al accidente, con sólo pensar en que hubiera muerto daba pie a un ardiente dolor en su pecho. Si bien es cierto que no debía amarla, también era cierto que en el corazón no se manda y terminó loco de amor por ella.

—¿Me estás escuchando Madara?—Izuna sonrió apenado hacia uno de los ingenieros que comandaba esa zona de las minas. Su hermano parecía perdido en sus pensamientos y cuando le hicieron preguntas sobre su opinión, este ni siquiera parecía escucharlos—¿MADARA?—finalmente el mencionado volvió su atención hasta Izuna.

—¿Que pasa? ¿Porque gritas?—cuestionó con molestia.

—Tenemos un rato tratando de llamar tu atención y ni siquiera nos escuchabas—reprochó el menor de los hermanos.

—Hmph... seguramente estoy distraído por lo que sucedió hoy—se apresuró a responder—además, es algo tardé y será mejor regresar—con apenas un asentamiento de cabeza, se despidió del ingeniero, mientras que su hermano volvía a sonreír apenado.

—Así es él—le soltó Izuna al otro varón, antes de seguir a su hermano y subir al lado del conductor. Con lo distraído que estaba Madara, no dudaba que se estrellaran antes de llegar.

No demoraron mucho en arribar, encontrando todo tranquilo, no obstante, el menor de los hermanos, dirigió su escrutinio hacia un vehículo que no conocía y optó por guardar silencio, después de todo, Madara aún continuaba perdido en sus pensamientos, incluso lo tuvo que volver a llamar cuando ya había estacionado y bajado del vehículo.

—¡Buenas noches señores!—ambos vieron a uno de sus empleados frente a ellos y le respondieron el saludo—¿Podría hablar con usted?—se refirió directamente hacia Madara y esté asintió.

—¿Pasa algo Jugo?—le pareció extraño que quisiera hablar con él.

—Se trata del accidente de Hi- de su esposa—ellos la llamaban por su nombre, pero no sabía si al él podía molestarlo y prefirió corregirse.

—¿Que pasa con eso?—fue obvio que apenas escuchó lo del accidente y no tardó en ponerse alerta.

—El caballerango me comentó que la noche de la caída, ya había empezado a remover las monturas de los caballos ensillados, incluyendo a Tenseigan, en el que se hallaba cuando ella salió corriendo.

—¿Y que más?—Madara se ponía mas ansioso, su corazón le latía con irregularidad, ante la expectativa.

—Bueno, el caballerango piensa que fue él, quien aflojó las correas de Rennegan, tal como lo hizo con los otros caballos—el azabache lo pensó por un momento y pronto, todo comenzó a tener sentido. Esa noche, ella iba tan asustada, que ni siquiera prestó atención al caballo que eligió, simplemente tomó el primero que vio. Todo sucedido tan rápido, que seguramente, el encargado de los caballos ni siquiera tuvo tiempo de advertirle y aunque lo hubiera hecho, ella no iba detenerse, no en el estado en el que iba—Kotetsu se siente muy apenado, no tuvo el valor de hablar con usted y mucho menos con la señora—añadió Jugo, atrayendo la atención del Uchiha.

—Se que no debería molestarme porque se trató de un lamentable accidente, sin embargo, Hinata estuvo a punto de morir y...—negó con la cabeza, no tenía casó molestarse, después de todo, él fue el responsable de hacer que huyera llena de miedo—sólo dile que esté preparado para declarar frente al agente Nara, ese tipo está empeñado en buscar culpables—soltó con desagrado al recordar a Shikamaru.

—Él pidió permiso de Obito y se fue a la cuidad dos días después del accidente de la señora, por lo tanto, apenas regresó, se enteró de lo sucedido y no dudó en ir personalmente a aclarar las cosas.

—En ese caso, dile que puede continuar encargándose de los caballos, tal como lo ha estado haciendo—Jugo asintió antes de retirarse.

—Con eso quedará aclarado que tú no hiciste nada para dañarla—Izuna había escuchado todo y finalmente entendió que todo se debió a un lamentable accidente—ambos se adentraron en la mansión y fueron recibidos por sonoras risas. No tenían que ser genios para saber a quien pertenecía esa alegre manera de reír... Hashirama Senju.

Con pasos apresurados, Madara se dirigió hacia el comedor y se detuvo en el marco de la puerta sin ser notado. Todos se hallaban disfrutando de la amena conversación, al igual que del té y los dangos. Apretó la mandíbula, notando como el castaño lograba hacerla reír, cosa que él no había conseguido, ni siquiera cuando comenzó a cortejarla.

—¿Ustedes comenzaron la cena sin nosotros?—bromeó Izuna, con la intención de disipar la furia que contenía su hermano mientras observaba sin ser visto por los otros—Y déjenme decirles que con ese delicioso aroma, me da mas apetito.

—Tu siempre tienes hambre—reprochó Obito, siguiéndole el juego y haciéndole una seña a Ima para que trajera la cena de sus tíos.

La risa de la Hyuga, desapareció instantáneamente al ver a Madara y recordar que debía quedarse en ese lugar. Pensarlo, no hacía mas que molestarla mas. Tanto Itachi, como Hashirama, notaron el cambio en la chica y compartieron miradas.

—No sabía que te vería de nuevo aquí Hashirama... tal parece que pasas mas tiempo en mi rancho que en el tuyo—soltó Madara con tono mordaz y sin dejar de mirar a Hinata.

—¿Tienes problemas con eso?—cuestiono el Senju, dejando atrás la alegría que había compartido durante la cena.

—No ¿porque había de tenerlos?

—¿No lo se? Me pareció que mi presencia te incomodaba—el azabache volvió a negar sin responder—En ese caso, me alegró mucho, ya que posiblemente me verás muy a menudo por aquí—el castaño jugaba el mismo juego que el Uchiha, después de todo, él era de las pocas personas fuera de la familia en conocer su verdadera naturaleza.

—No veo el motivo, que yo recuerde, no tenemos negocios en común—sin romper el duelo de miradas, recibió el plato que le entregó Ima.

—Tu lo has dicho, nosotros no tenemos negocios en común, pero mis visitas no serán para ti, sino para Hina—sonrió con ternura al mirarla. Acto que no pasó desapercibido para Madara.

—¿Y como encontraron las actividades de las minas?—Itachi sabía que era cuestión de tiempo, antes que esos dos se agarrarán a golpes, así que se vio obligado a intervenir. Izuna fue quien respondió y mientras estaban distraídos, Hinata se puso de pie.

—Hashi, Itachi y Obito—llamó a los tres varones que lograron levantarle en ánimo—muchas gracias por acompañarme—ellos le sonrieron y Hashirama se puso de pie, siendo imitado por Itachi.

—Ni lo digas, ya sabes que siempre estaremos aquí para ayudarte—repuso Itachi.

—Y después de un largo día, lo mejor es que descanses—ella asintió sin prestarle atención a su esposo, no era tonta y durante la tarde, estuvo pensando en lo ocurrido. Había algo extraño en ese supuesto accidente y lo dedujo al mandar a un empleado a buscar su celular, el mismo que no logró encontrar. Era mucha casualidad que de entre todas sus pertenencias, la única faltante fuera precisamente eso.

—Eso haré, estoy algo cansada, con permiso—se despidió y se giró para volver a la recámara que había estado ocupando.

—Mientras estuviste cenando con ellos estuviste sin molestias y ahora de pronto te sientes cansada—la voz irritada de su marido la hizo detenerse, no obstante, se negó a voltear a verlo y en segundos continuó su camino ignorándolo por completo.

—Bien, yo también me despido, buen provecho—anuncio Hashirama tras la partida de la Hyuga. Itachi no vio la razón para quedarse por más tiempo y siguió al castaño.

—Vaya, tal parece que nuestra llegada puso fin al buen humor que tenían—añadió Izuna, algo desconcertado e incómodo por interrumpir.

—No fue exactamente tú llegada la que los incomodo—replicó Obito, siendo el único en quedarse sentado. El menor de los hermanos volteó en dirección a Madara y esté a su vez, se hallaba con la mirada perdida, al mismo tiempo que sostenía el tenedor con furia.

—Entiendo—murmuró—¿Crees que duden del incendio?—a pesar de todo lo dicho por su hermano, Izuna sabía que esa chica no era ninguna tonta para aceptar que se trató de un simple accidente.

—Es obvio—Obito se puso de pie y se marchó dejándolos a los dos en el comedor.

...

El día siguiente, Hinata envió un mensaje a Hashirama para disculparse por no poder acompañarlo, ya que debía ocuparse de organizar sus pertenencias. Afortunadamente para ella, Obito le prestó su celular y aprovechó para llamar a su tío. Hizashi no respondió y optó por comunicarse con Ko.

¡Hinata!—la chica escuchó extraña la voz de su tío—¿Cómo estás? Nos tienes muy preocupados—a ella se le formó un nudo en la garganta y no tuvo valor para cuestionar el motivo de su ausencia cuando despertó.

Estoy bien, no se preocupen por mi—evitó mencionar sobre el incendio—el médico ya me dio de alta y ya comencé a retomar mis actividades diarias... Traté de llamar a tío Hizashi pero no respondió ¿están todos bien?

—Te lo dire, pues de todos modos te vas a enterar—ella frunció el,ceño y se preocupó—Natsu sufrió un accidente bajando las escaleras—tal como lo esperaba el varón, Hinata se puso muy aprensiva tras escuchar sobre el incidente.

¿Como que se cayó? ¿Ella se encuentra bien? Por favor tío, háblame, dime algo—su voz se escuchaba muy preocupada inclusive no pudo evitar llorar.

Tranquila mi niña... tú tía está bien, sólo sufrió unas fracturas en el brazo y deberá guardar reposo durante unos días, pero fuera de eso, ella se encuentra bien—la joven soltó el aire y dio rienda suelta a las lágrimas.

Haré todo lo que pueda para ir a verla—Ko reaccionó de inmediato, ella no podía viajar, apenas se estaba recuperando y un viaje improvisado podía resultar en retroceder su mejoría.

De ninguna manera, tú aún no puedes viajar y como ya te lo dije, Natsu esta bien—la joven no tuvo mas remedio que aceptar, no obstante, se quedó muy triste luego de concluir la llamada.

—¿Se puede?—la joven asintió tratando de verse bien, dado que lloró en la soledad de su habitación—¿Que te pasa? ¿Te sientes mal? ¿Quieres que mandémoos llamar al médico?—Kurenai se acercó a ella y la evaluó, no obstante, se sorprendió con el acto de la Hyuga, quien se arrojó a sus brazos y volvió a llorar.

—Me enteré que mi tía Natsu sufrió un accidente cuando bajaba las escaleras—Kurenai entendió el porqué ella se veía tan afectada.

—Espera aquí, te prepararé un té para que te calmes—le dijo la mayor en cuanto logró calmarla. Mas tardé, Karin llegó y entre las tres terminaron de acomodar las pertenencias de la ojiluna, mientras Ima y Samui se encargaron de la habitación de Madara, la cual, ya contaba con la mayoría de sus cosas, pues él se encargó de trasladar la mayoría de ellas.

Llegada la tarde, Karin se despidió y Kurenai se marchó a su habitación con su hija, dejando mas tranquila a Hinata.

Recordar el motivo por el cual su tía no la pudo acompañar al rancho, le dio mucha tristeza y tratando de no llorar, buscó entre sus cosas un libro para leer. Extrañaba mucho a su familia y a Ino, ella siempre encontraba la manera de hacerla sentir mejor y estar alejada de quienes la querían, poco a poco, estaba haciendo estragos en su estabilidad mental.

Miró el libro y cuando llevaba las primeras páginas, la puerta se abrió—Hinata ¿estás bien? ¿Te hace falta algo?—quien preguntó fue Madara y a pesar de sentir su corazón a punto de estallar, ella se mostró indiferente.

—¿Para que preguntas? Ya sabes que no quiero estar en este sitio y aún así...—pensaba reclamar sobre el incendio, pero eso no los llevaría a ningún lado, después de todo, ya no había nada que se pudiera hacer—de todos modos a ti no te importa lo que yo necesito, así que no hay motivos para fingir hospitalidad.

—Te estás recuperando y me enteré que pasaste el día ordenando la recámara—camino un poco mas cerca, dejando un espacio razonable entre ambos—Te veo muy pálida y no quiero que vuelvas a recaer—su tono era sereno, incluso suave, lo cual ella encontró divertido. Él si que sabía como fingir, pensó para sus adentros.

—¿Que quieres Madara? Di lo que se te ofrece y sal de aquí por favor.

—Jugo me informó que el caballerango fue quien aflojó las correas de mi caballo, como ya era tarde, no creyó que alguien lo pudiera montar—ella lo encaró y a pesar de todo, sintió un gran alivio al saber que no habían atentado contra ella—él regresó hace poco de la cuidad y en cuanto se enteró, se presentó con Shikamaru Nara... como verás, nadie intentó asesinarte—aclaró sin dejar de verla. Se veía tan linda, que lo único en su mente era estrecharla entre sus brazos para luego hacerle el amor.

—¿Algo más?—cuestionó ella sintiéndose incómoda por la manera en que la veía.

—Me enviaron unas cajas que compre y en ellas vienen unos celulares—se enteró que ella buscaba su celular y en esta ocasión, no fue él quien lo tomó, no obstante, lo mas seguro era que se hubiera quedado en la casa y no lo miró cuando saco todo, por lo tanto, no dudó en comprar un par de ellos equipados con cargadores para que ella dispusiera de ambos.

—Felicidades, bien por ti, así podrás comunicarte con tus socios y amigos.

—Yo tengo el mío, esos son para ti.

—No, no tienes que molestarte, después de que el mío desapareciera la primera vez y apareciera como por arte de magia en tu chaqueta—Madara suspiro frustrado, ella no se lo ponía fácil—luego, curiosamente vuelve a desaparecer, ya no los necesitó.

—¿No?—se sorprendió con el rechazo.

—No... con celular o sin él, de todos modos me voy a ir de aquí—respondió con tranquilidad.

—Mira bonita, como ya te lo había dicho, yo estoy tratando de llevar la fiesta en paz, pero tú no quieres dar tregua—su tono suave continuó y eso la molesto mas.

—Y como yo también te dije antes—se puso de pie dejando el libro a un lado—no trates Madara, no te esfuerces, de verdad—dijo sin mostrar emociones—igual, dentro de poco, te vas a quedar con todo el rancho para ti y por supuesto, con todo tu dinero.

—¡Hinata!—ella ignoró su llamado y continuó mirando la ostentosa decoración de la recámara que ocupaba.

—Como cambian las cosas ¿no crees Madara? Antes nadie se ofrecía a prestarme su celular, supuestamente porque no había señal y ahora hasta cuentas con computadoras y faxes, no dudaría que hasta Rinnegan tenga su propia tableta.

—Con el dinero todo se puede—soltó el Uchiha desviando la mirada hacia otro lugar.

—Si, si se me olvidaba que nunca dejaste de ser millonario—ella sonrió con falsedad—¿como pude ser tan tonta? Perdóname, olvide que todo lo fingiste para no gastar en algún que no merece nada, pero no te preocupes, no tengo intención de robarte tu presida fortuna—su risa poco a poco desapareció y volvió al semblante inexpresivo—lo único que yo deseaba de ti, era tú amor, nunca me importo si tenías fortuna, creí que con amarte nada iba faltarme—lo miró con despreció antes de continuar—que equivocada estaba.

—¡Hinata!—el Uchiha no pudo evitar el dolor que le causaron sus palabras, ademas de esa mirada llena de desprecio.

—Hinata ¿que?—lo retó ya cansada y muy molesta—Deja de verme como si yo te importara Madara, en serio, quita esa expresión de santo, no te queda, recuerda que a mi, ya no me vas a convencer—el Uchiha se quedó en silencio y no respondió—Con esa expresión no eres tú, incluso pierdes el ya dudable estilo de hombre del que te enorgulleces... vamos, Uchiha, no caigas mas bajo.

—Hmph—el azabache se descompuso al escuchar sus burlas, era obvio que ella trataba de provocarlo y él estaba aguantando.

—No te temo Madara y te advierto que estoy dispuesta hacer lo que sea para marcharme de aquí y nunca mas volver a encontrarte—el autocontrol del Uchiha desapareció y ya no pudo continuar inmóvil.

—A mi no me adviertas nada—la tomó de los brazos con brusquedad y ella se removió queriendo liberarse—aquí quien manda soy yo y si te quieres ir, vas a tener que convencerme, lo cuál no funcionara con tu altanería y desprecio.

—Suéltame—ella sintió dolor, aún no se recuperaba del todo.

—Esa actitud te lleva a muy mal camino—la apretó más sin ser consiente y ella jadeo, pero no demostró dolor frente a él.

—¿Como es posible que te portes así conmigo? ¿Sólo sabes utilizar la fuerza para querer someterme? Nada mas falta que quieras golpearme.

—Esta es la única manera que existe para mujeres como tú—sin querer, recordó a Gaara y lo dicho sobre controlar por la fuerza a las mujeres rebeldes.

—Yo no soy Karin, así que no pretendas ser Gaara—el azabache se sorprendió, aparentemente, estaban pensando en las mismas personas—y de todas maneras no podrás impedir que me vaya—finalmente reunió fuerzas y lo alejó de ella.

—Entiende que yo no te tengo aquí porque me agrade tú presencia y de hecho, me resulta bastante desagradable—afirmó Madara.

—Que coincidencia, porque yo siento exactamente lo mismo de la tuya, sin embargo, sigo sin entender ¿porque si tan desagradable encuentras mi presencia te empeñas en querer retenerme aquí?

—Ya te lo dije... si te quieres ir vas a tener que convencerme.

—¿A sí?—se burló Hinata—¿Y como puedo hacerlo?—ella sonrió divertida—Espera, ya lo se... debo rogarte, humillarme y quizás adorarte como a un "dios" ¿no es cierto?—el varón no respondió—Pues puedes irte poniendo cómodo, porque no pienso hacerlo y temo que te canses de esperar—había sarcasmo en ella y sin previo aviso, Madara la beso.

—No es bueno retarme—le dijo al separarse un poco.

—¿Que demonios te pasa? Suéltame—le ordenó la Hyuga.

—Te guste o no, eres mi esposa y a pesar de tu actitud, se que me amas—se sentó con ella en la cama y le habló con la voz ronca—tu has estado deseando mi amor, me lo vienes pidiendo desde hace mucho tiempo y ahora ya no tendrás que hacerlo—ella lo miró con asco.

—Vete al demonio—lo retó queriendo alejarse—¿no entiendes que te odio con toda mi alma?—la furia se reflejó en ambas orbes—Suéltame o gritó.

—¿Y quien vendrá a someterme?—sonrió con suficiencia y ella aprovechó para deshacerse de él y subir hacia la cabecera de la cama—Todo esto es tu culpa Hinata—ella sintió miedo al verlo acercarse mientras se peinaba el cabello con sus propios dedos.

—No te acerques—le pidió la joven, con un deje de miedo.

—Hinata ¿que no entiendes? Yo te amo de verdad, estoy loco por ti, ya no puedo más con esto—si ella no estuviera tan afectada, quizás le hubiera creído, sin embargo, sentía dolor y miedo—¿No miras lo que estoy sufriendo por este amor?

—Ya cállate Madara, deja de decir estupideses—era evidente que ella no le creía absolutamente nada—Ahora resulta que es mi culpa ¿verdad?—aún tratando de alejarse, lo encaró molesta.

—Bonita, ya no puedo más con esto—le tomó el rostro con una de sus manos—yo te amo, podemos ser felices... eres mía y si nos proponemos a olvidar, podemos ser muy felices, tal como has querido que sea—las orbes color luna no dejaron de verlo con despreció.

—Nunca ¿me escuchas? Nunca.

—¿Porque cambiaste de opinión?

—Primero muerta... yo no soy un juguete—él no se pudo contener ante el miedo de perderla y la volvió a tomar en sus brazos. La beso de manera apasionada y en lugar de lograr seducirla, la llenó de miedo al no poder hacer nada para evitarlo, no obstante, se negó a llorar y a darse por vencida.

—Te deseó tanto—reiteró entre besos y tras escucharla soltar un jadeo de dolor, se detuvo abruptamente. El miedo a haberla lastimado le hizo soltar un poco el agarre y fue ahí que ella aprovechó para salir corriendo. Quiso seguirla, no obstante, recordó lo ocurrido la noche del accidente y optó por dejarla calmarse.

...

La Hyuga no supo a donde ir y como no podía montar, continuó corriendo hasta salir del rancho Tsuki. No tardó mucho en estar frente a la puerta de Itachi, la única persona que apareció en su cabeza para buscar consuelo—ITACHI—sonó la puerta y gritó su nombre—ITACHI... ITACHI—lentamente sucumbió a la melancolía y entendió que el azabache no se encontraba en su casa. Tenía frío y sin pensarlo mucho, se volvió a poner en marcha, necesitaba movilizarse, sabía que había exagerado en su repentina salida del rancho, pero el miedo la invadió y aún no lograba tranquilizarse.

No supo por cuanto tiempo camino, hasta que sus piernas sucumbieron y se sentó bajo un gran árbol. Se abrazó las rodillas y mantuvo la cabeza pegada a sus piernas.

—¡Hina!—al principió no logró reaccionar—¿Que haces aquí en medio de la noche?—Hashirama salió a revisar los alrededores, luego de ser alertado, de un jinete merodeando la propiedad. Llevaba un rato buscando y fue entonces que le pareció ver a alguien, sin embargo, nunca se hubiera imaginado que se trataba de ella—Háblame ángel.

—Hashi—ella lo abrazó y se sintió segura—estaba buscando a Itachi pero no lo encontré y no sabía a donde ir.

—Ven conmigo—la guió hasta el vehículo y pronto estuvieron entrando a la majestuosa mansión Senju—Espera aquí, te traeré algo caliente de beber, estás temblando—la condujo a un cómodo sillón cerca de la chimenea situada en la sala.

El calor fue bien recibido, al igual que la manta con la que la cubrió el castaño. Se perdió en sus pensamientos mirando las llamas en los troncos. De nuevo salía huyendo de Madara ¿hasta cuando iba continuar así? Escuchó pasos y en breve Hashirama le ofreció una humeante taza de té.

—Gracias.

—Ahora dime ¿que te hizo Madara para que volvieras a salir a estas horas?—ella se sintió apenada y evitó el contacto visual—¿Hina? No tienes nada que temer, aquí estás a salvo y como ya te dije, tú siempre podrás contar conmigo.

—Él... bueno, él se puso muy agresivo y...—el sonrojó y los nervios de la joven, sólo lo conducían a una respuesta.

—¿Intentó forzarte?—ella no tuvo que responder, pues su actitud le dejó muy claro que así había ocurrido—Maldito enfermo ¿no se da cuenta que aún no has mejorado? Le romperé la cara—la Hyuga entró en pánico al verlo listo para salir y se apresuró a tomarlo del brazo.

—No por favor—el Senju reaccionó—él no lo hizo y quizás mi estado contribuyó a exagerar los hechos—el castaño negó mentalmente. Estaba tan enamorada de Madara, que aún después de todo lo que él le ha hecho, ella lo defendía.

—Está bien, tranquila, me quedaré aquí contigo—ambos se volvieron a sentar—pero esta noche te quedarás aquí.

—No—de nuevo se alteró—no sería correcto que pase la noche con usted.

—Hina, tengo suficientes habitaciones y puedes estar segura que yo te respetaré—a pesar de no deprimirse, ella notó que interpretó mal sus palabras.

—Hashi, se perfectamente que usted es un caballero y después de lo mucho que me ha ayudado, no puedo ponerlo en una situación como esta—el Senju arqueo una ceja pero seguía sin entender—Madara enloquecerá si se entera y es capaz de cometer una locura en su contra.

—No te preocupes por mi, no le tengo miedo a ese energúmeno—ella lo miró y asintió, aunque no estaba del todo segura de creerle—sin embargo, eres tú quien debería estar alerta.

—¿Yo?

—Así es, hablé con Itachi y ambos coincidimos en que ya no deberías permanecer aquí, lo mejor para ti, es regresar a con tú familia—se veía preocupado y ella lo notó—conozco a Madara y por lo mismo, temo por tu seguridad—la joven pensaba decir algo, pero él continuó—Esta es la segunda vez que te ves en la necesidad de escapar, la primera, terminaste hospitalizada y no quiero pensar en lo que pasaría si yo no hubiera salido a revisar mis terrenos—Hinata se quedó pensando y llegó a la conclusión de que él tenía razón, no obstante, aún no había limpiado su nombre y no quería verse como una cobarde, dado que al irse, dejaría claro que si era culpable—Dime ¿encontraste tú celular? Lo pregunto, porque esta mañana recibí el mensaje que me enviaste de un número desconocido.

—Obito me prestó el suyo—confesó, mirando hacia otro lado.

—Eso significa que no tienes el tuyo ¿verdad?

—No, pero ese no es un problema y de verdad le agradezco mucho que se preocupe por mí, pero yo aún no me puedo ir de Konoha—Hasirama pensó que era por el amor que sentía por Madara y ella se dispuso a aclarar un poco las verdaderas razones—No es lo que usted piensa, yo necesito aclarar muchas cosas y créame, una vez que eso pase, me marcharé con la frente en alto—el Senju suspiro derrotado, pero sintió admiración por ella, por lo tanto, no tuvo mas remedio que apoyarla.

—Está bien, pero mañana iremos a comprar un celular para ti y no aceptó negativas, esa es la única manera de mantenerte en comunicación con nosotros—ella quiso negarse, pero entre aceptar los que Madara le ofreció y aceptar la opción del castaño, optó por la segunda opción—y ya estando allá, te mostrare la pequeña oficina que estoy remodelándo para recibir a futuros clientes ¿que dices?

—Está bien, aceptó.

—Con permiso—se acercó a ellos una mujer de segunda edad—ya está lista la recámara que ordenó—él agradeció y se puso de pie.

—Vamos, debes descansar—Hinata lo siguió agradecida de haberse encontrado en su camino a ese par de hombres. De no ser por Itachi y Hashirama, no sabía que hubiera sido de ella en ese lugar.

[...]

Luego de la huida de la ojiluna, Madara salió un rato después y de inmediato comprobó que todos los caballos estaban en sus caballerizas. A donde hubiera ido, tuvo que hacerlo caminando, por lo tanto, no debía estar lejos y necesitaba hallarla, ella no podía volver a sufrir un accidente.

—Ya se donde debes estar—habló en voz alta y ensilló a Rinnegan. En pocos minutos llegó a las afueras de la propiedad Senju, no obstante, no había rastro de ella—debes estar aquí, no pudiste ir a otro lado—estuvo un rato mirando, pero las posibilidades de hallarla con Hashirama se esfumaron y volvió a replantearse a donde más pudo ir—Itachi ¿como no lo pensé? Debes estar con mi sobrino—jalo las riendas del caballo y se alejó a todo galope. La noche era fría y necesitaba dar con su paradero.

Llegó a la propiedad de su sobrino, sólo para comprobar que no había nadie. Se frustró más y estuvo buscandola durante horas, hasta que entrada la madrugada regresó derrotado al rancho.

...

A los primeros rayos del sol, volvió a salir en su búsqueda, después de todo, no había logrado dormir y ni siquiera intentó hacerlo.

Llegó a la propiedad de su sobrino y encontró a varios empleados realizando las tareas matutinas. Sabía que el muchacho siempre se levantaba al alba y desmontó para ir a buscarlo.

—ITACHI—tocó la puerta sin importarle que estaba llamando la atención de las personas a su alrededor—ITACHI, HABRÉ LA PUERTA, SE QUE ESTÁS AHÍ—el Uchiha mas joven se hallaba tomando un café y al escuchar el alboroto, frunció el ceño.

—¿Que pasa?—abrió la puerta y lo miró con molestia, no obstante, Madara no se inmutó y se adentró en la casa sin que el chico pudiera evitarlo.

—¿Donde está? Se que la estás escondiendo y será mejor que no lo hagas.

—¿De quien demonios hablas? ¿A quien estás buscando?

—No te hagas el desentendido, se que Hinata esta aquí y no me iré sin ella—el azabache de coleta cambio el semblante molesto, a uno de total preocupación.

—¿Donde está Hinata tío? ¿Porque la buscas a estas horas? ¿Que le hiciste?—lo enfrento sin temerle.

—Anoche tuvimos una diferencia y ella volvió a salir huyendo.

—¡Con un demonio tío!—al ver su reacción, Madara entendió que ella no estaba con su sobrino y eso lo dejó mas preocupado—Tú eres el único culpable... sabes que ella quiere irse y tú te has empecinado en hacerla pagar, la sigues humillando, incluso quemaste la casa que ella misma renovó.

—No estoy aquí para recibir regaños, así que no intervengas—habiendo comprobado que no se hallaba con Itachi, Madara se dirigió de nuevo a su caballo.

—No has entendido que Hinata es una mujer que prefiere la muerte antes que humillarse y tú, sigues con la idea de castigarla—lo siguió hasta donde volvía a montar—lo que le pasé a ella, será únicamente tú culpa—Madara no respondió y se alejó, mientras Itachi sacaba su celular, necesitaba dar con ella.

[...]

—Sigo pensando que no debió comprar un celular tan caro—Hashirama había hecho lo que dijo la noche anterior y después de desayunar, ambos se dirigieron al centro de Konoha.

En la misma tienda donde la ojiperla compro un cargador, encontraron de nueva cuenta a Tenten, misma que se alegró mucho de verla recuperada, ya que llegó a sus oídos lo sucedido con la caída y el regreso tan apresurado.

La castaña les recomendó el celular que acababa de llegar y a pesar de las protestas de la Hyuga, Hashirama, lo tomó sin dudarlo. Tenten le volvió a dar su número y quedaron de salir al día siguiente.

—Tu misma escuchaste lo que dijo tu amiga, es el mejor—el Senju le abrió la puerta de la que decía ser una pequeña oficina, lo cual, estaba lejos de serlo.

—Esté lugar es enorme—la joven miró en todas las direcciones y sonrió apreciando el buen gusto de Hashi.

—¿Te gusta?—ella asintió—Ven, quiero mostrarte esto—caminaron a un pequeño cubículo situado en el lado derecho de la oficina y Hashirama abrió dos puertas de madera oscura, revelando los estantes diseñados para botellas. Cada uno tenía el nombre de la botella que descansaba con elegancia sobre la madera.

—Wow—la joven sonrió impresionada—creí que apenas estaba comenzando, pero por lo visto, su negocio ya está muy adelantado.

—Quizás si, pero aunque no lo creas, después de mí, tú serás la primera en probarlos—no mentía, pues solamente los expertos que trabajaban para él, habían probado los vinos. La familia Senju tenía conocimientos en las bebidas alcohólicas desde tiempos antiguos y aparentemente, el talento se heredaba de generación en generación, siendo él, quien se inclinó en continuar con el legado familiar, mientras su hermano se encargaba de otros negocios pertenecientes a la familia.

—Entonces me siento privilegiada—aceptó la copa con una muy pequeña cantidad, pues ella no solía beber y era muy temprano para hacerlo. Lo bebió de golpe y pronto resonaron las carcajadas del castaño, al verla haciendo gestos divertidos.

—¿Que te parece?—cuestionó entre risas.

—Es muy bueno—declaró aún sintiendo su garganta arder.

—Eres muy mala mintiendo—continuó riendo hasta que terminó de cerrar el lugar de los vinos. Regresaron a la oficina y le pidió tomar asiento frente a la computadora para mostrarle los diseños que llevaría cada botella, mientras él permaneció de pie cerca de ella.

—Así que aquí estás—la atención de ambos se dirigió hacia la furiosa voz del recién llegado. Hinata no mostró miedo y se puso de pie.

—Y de aquí no me iré hasta que me comunique con mi familia—el Uchiha trataba de tranquilizarse, sin embargo, ver a Hashirama tan cerca de ella, le hizo hervir la sangre.

—Hashirama, te estás metiendo en algo que no deberías—dirigió su atención al castaño.

—Es posible Madara, de hecho es muy posible, sin embargo, estoy dispuesto a continuar metiéndome—el Senju se veía tranquilo e ignorando a su amigo, volvió a acercarse a la Hyuga, quien se había sentado donde estaba antes de ser interrumpida.

—Ustedes dos ni siquiera tomaron la precaución de cerrar la puerta—les soltó a los dos.

—No teníamos porque cerrar, de igual manera, no estamos escondiendo nada—replicó la ojiperla.

—Ya lo escuchaste Madara, ella está tratando de comunicarse con la familia Hyuga.

—Está bien, entonces yo me quedaré aquí, con "mi esposa" hasta que lo logré—sin más, el azabache se sentó en una de las cómodas sillas frente al escritorio—así si alguien viene a buscarla, la encontrarán aquí, juntó a su marido.

—Madara ¿que es lo que pretendes?—lo encaró Hashirama.

—¿No te parece que esa pregunta la debería hacer yo? Además ¿que pasó durante la noche entre ustedes?—se escuchó un golpe en la madera del escritorio y en segundos, Hinata se había puesto de pie.

—Basta Madara, a mí no vas a ofenderme y mucho menos a Hashi—ella ya había perdido la paciencia.

—Por mi no te preocupes Hina—soltó el castaño, molestando mas al Uchiha.

—Vaya, vaya—Madara se puso de pie—mi esposa pasa la noche en casa de otro hombre ¿y resulta que son ustedes los ofendidos?—la tensión se sentía en el aire mientras los tres se enfrentaron.

—En lugar de hacer tus berrinches, deberías agradecer que fui yo quien la encontró y la llevé a un lugar seguro, dado que no se puede decir lo mismo del que tú le ofreces, de lo contrario, ella no se vería obligada a escapar.

—Hinata tiene su casa, no tiene ninguna necesidad de causar lástima, así que deja de comportarte como su noble caballero.

—Y tampoco tengo porque seguir aguantando tus abusos—Madara se acercó a ella, quedando sólo el escritorio que los dividía.

—¿Abusos? Antes no lo considerabas abuso—las orbes de diferentes colores se miraron desafiantes.

—Vete al diablo—incluso Hashirama se sorprendió con lo dicho por la ojiperla, aunque no era de extrañarse, después de todo, ya se había contagiado de Madara.

—Hinata... ven conmigo al rancho—el moreno rodeó el escritorio y se acercó a ella.

—Olvídalo y mejor lárgate de aquí.

—Hinata por favor—sin previo aviso, le tomó el brazo y la obligó a caminar junto a él en dirección a la salida.

—Detente Madara—ordenó Hashirama con un tono de voz que sorprendió a la chica—no olvides que Hina no está sola y si continúas, tendrás que enfrentarte a mi.

—En ese caso, lo lamentó por ti—Madara sonrió con suficiencia, no obstante, la risa desapareció al ver como Hinata logró liberarse para correr al lado del tarado—Regresa aquí Hinata, no me obliges a traerte yo mismo.

—No me amenaces, tu eres muy bueno por las buenas ¿verdad? Pues yo también, así que retírate, ya bastante alboroto estás haciendo.

—Yo no voy a permitir que le vuelvas a faltar al respecto, no sigas hablándole como un cobarde—ambos varones, mostraban un llamativo brillo de diferente color en sus ojos.

—Te lo dire otra vez, tu no tienes porque inmiscuirte en los asuntos de nuestro matrimonio, ella es mi esposa, mía, que te quede claro.

—Antes que ser tu esposa, Hinata es una dama y como tal, merece todo el respeto, incluso de un neandertal como tú, que no hace mas que ponerla en peligro.

—¿Que insinúas?—Hinata se asustó al ver como su esposo sostuvo el cuello de la camisa que vestía Hashirama.

—Madara por favor suéltalo—demasiado tarde, pues el Senju se limpió el labio donde recibió un golpe. Ella lo miró con preocupación, pero no por mucho tiempo, ya que Hashirama devolvió el golpe y en segundos, estaban listos para continuar—Deténganse—sin medir las consecuencias, la Hyuga se puso en medio de ambos, estaba consiente de poder recibir golpes, sin embargo, no le importó.

—Señor Uchiha—se escuchó una voz femenina—señor Uchiha—Hinata aprovechó que su esposo se giró y alejó a Hashirama de él—llegaron los artículos que pidió y no los dejaran si usted no firma—la ojiluna frunció el ceño al percatarse de la presencia de Samui. Seguramente lo había acompañado al centro y aún así, tenía el descaro de ir a buscarla. Diferentes pensamientos se apoderaron de ella y uno en especial fue el que mas asco le causó. Ellos debieron pasar la noche juntos en un hotel y mientras pasaban, encontraron el vehículo de Hashi—Venga conmigo—Samui se aferró al brazo del Uchiha y él se lo permitió.

—Esta bien Hinata, si no quieres regresar a nuestra casa por tu propia voluntad, me iré, pero no dudes que voy a regresar y será mejor que tú no estés aquí—apuntó al Senju—Vámonos Samui—la Hyuga lo miró con despreció y optó por no responder nada, después de todo, no valía la pena.

—Rápido Hina, después de esto lo mejor será que vayas con tu familia, al menos por unos días, mientras Madara se calma—ella lo ignoró y se dirigió al baño donde encontró la caja de primeros auxilios, no obstante, al regresar con ella, se veía distante y con la mirada perdida, se dejó caer sobre una de las sillas—Hinata ¿me escuchas? Llámale a tus tíos—le acercó el celular.

—Se fueron juntos—murmuró molesta y el Senju comprendió a lo que se refería.

—Escucha, no creó que Madara se entienda con esa mujer, pero ahora no es el momento de comprobarlo—ella reaccionó y cuando estaba por marcar, volvió a dejar el,celular sobre el escritorio.

—No conocen el número y no van a responder.

—Entonces envía un texto y diles que eres tú—Hinata asintió y la única persona que se le ocurrió, fue su tía Natsu. Fue algo corto, sólo explicaba que no estaba bien en su matrimonio y le pidió que le diera el número a su tío Hizashi. Luego de enviarlo se concentró en curar las heridas de Hashi.

—Siento mucho ponerlo en esta situación—él la veía de cerca mientras le limpiaba el labio y por primera vez, sintió envidia de Madara.

—No te preocupes, para mi es gratificante considerarme como tu salvador—la hizo sonreír y antes de terminar, el celular vibró anunciando un mensaje de texto—rápido, debe tratarse de tú familia.

—Si, tiene razón—con la sonrisa en el rostro, Hinata deslizó la pantalla del celular y accedió al mensaje—es de tía Shizune—le informó aún sonriente, pero luego de leer, la sonrisa desapareció dando paso a la tristeza.

—¿Que pasó? ¿Porque lloras?

—Este es uno de los motivos por el cual no estaba segura de regresar—le entregó el celular y Hashirama se sorprendió al leer la respuesta.

Hinata, me alegro de tener noticias tuyas—leyó el varón en voz alta—sin embargo, debes estar consciente de que nuestras vidas no giran a tu alrededor. Tu elegiste casarte con ese hombre y dejarnos atrás. Te pido por favor que no continúes dándonos preocupaciones, sabes que Hizashi se metería en muchos líos legales si se enfrenta con tu marido y a ti parece no importarte. No fue suficiente que la pobre de Natsu se encuentre postrada en una cama por querer ayudarte, sino que ahora también pretendes arruinar la vida de la persona que mas te quiere. Te ruego que trates de solucionar tus conflictos matrimoniales por tu cuenta y no sigas dándole preocupaciones a tu tío—¡Ángel!—Hashirama se acercó a ella y le limpió las lágrimas.

—Ella tiene razón, yo decidí seguir a Madara y no puedo simplemente llamarlos para pedir que solucionen mis errores—había olvidado lo que dijo su tío antes de casarse, cuando literalmente amenazó a Madara si no la trataba bien.

—Pero no es justo, estoy seguro que Hizashi no piensa lo mismo.

—Lo se, pero eso no cambia nada—suspiró y se puso de pie—lo mejor será regresar al rancho Tsuki y enfrentar lo que venga—debía prepararse para el día que regresará a la cuidad, ya que no pensaba volver a la mansión Hyuga. A pesar de ser doloroso, su tía la hizo abrir los ojos antes de cometer una locura que pusiera en riesgo al hombre que consideraba como a su propio padre.

—No necesito decir, que cuando quieras ayuda, sólo tienes que llamarme y correré hacia ti—ella sonrió y le acomodó la pequeña venda sobre el hinchado labio.

—No tengo como agradecer todo lo que ha hecho por mi—caminaron hacia la puerta y al abrirla, se encontraron con Itachi a punto de tocar.

—Hinata... que alivio saber que estás bien—el Uchiha había mandado mensajes de texto al Senju y esté le confirmo que ella estaba a salvo, por lo tanto, no dudó en ir personalmente a buscarla. El muchacho se ofreció a llevarla de regreso y ella estuvo de acuerdo. Ambos se despidieron del castaño y partieron.

—Supongo que Madara también te hizo pasar un mal rato—espetó la joven—tú fuiste a quien busque primero pero no te encontré.

—Salí a buscar el veterinario para que atendiera a una yegua, no sabes como lamento no haber estado ahí para recibirte—ella negó diciendo que no era su culpa—y en cuanto a la visita de tu marido, no fue algo que no pueda manejar—él la miró de reojo mientras conducía—pero cuéntame ¿que pasó para que volvieras a salir huyendo?—su vergüenza le confirmó que se trataba de algo grave—Sabes que puedes decirme lo que sea ¿verdad?

—Madara quiso forzarme a... bueno, ya sabes.

—Degenerado, no pensé que caería tan bajo—a pesar de no alterarse, se notó la molestia en su tono de voz.

—Quizás yo exageré, después de todo, él es mi marido, pero verlo tan fuera de si, me asusto.

—El que sea tu marido, no le da derecho a forzarte, sólo los cobardes se aprovechan así de una mujer—la ojiperla se preguntó ¿porqué Madara era tan distinto a Itachi? De hecho, ni siquiera Sasuke tenía la caballerosidad que poseía su hermano mayor y lo mas cómico, era que ella se enamoró de ambos cuyo carácter era tan similar, incluso consideraba la conducta posesiva, como un encanto extra. A eso se debía que con la llegada de Madara, dejara de lado a Neji y pensándolo bien, Itachi tenía mucho en común con su primo.

[...]

Madara se derrumbó en el sofa después de firmar el envío, estaba muy cansado luego de pasar la noche sin poder dormir. La mansión estaba en silencio, ya que su hermano y sobrino, salieron temprano hacia las minas y las empleadas se hallaban acomodando lo que llegó.

Serró los ojos y estaba quedándose dormido, cuando Samui se acercó a él con algodones y alcohol—Señor, se ve muy cansado ¿quiere que le prepare un baño?—Madara gruño al sentir el algodón sobre la adolorida piel del rostro.

—No, sólo termina y déjame en paz, quiero estar solo.

—Ya están acomodando las cajas y dejaron las de su esposa en la recámara que ella ocupa—declaró antes de finalizar con el rostro del azabache y continuar con la mano, que también resultó herida durante el enfrentamiento con Hashirama.

—Quizás ella ni siquiera llegue abrirlas—soltó con tristeza.

—Señor... me da mucha pena verlo sufrir tanto por ella—Samui ya no intentaba limpiar la herida, mas bien, comenzó a darle un masaje muy sugestivo, mismo que de a poco, fue avanzado hasta quedar parada tras él, dándole atención al cuello y los hombros.

—Estoy muy cansado—el Uchiha serró los ojos y se olvidó de todo.

—Le duele que ella se marche, pero para eso me quedó yo, para atenderlo en todo lo que necesite y no extrañe el calor de una mujer—Madara frunció el ceño, pero continuó con los ojos cerrados—Escuché, si usted quiere, yo puedo mudarme a la habitación cercana a la suya y puedo lucir como una dama, tal como su esposa y pues, si ella también abandona a su caballo, yo puedo montarlo y así saldremos a pasear por el campo—el azabache ya no estaba prestado atención, pues debido al cansancio, sólo escuchaba palabras lejanas.

...

—¿No quieres pasar?—Itachi negó con la cabeza.

—Prefirió regresar mañana y si quieres te puedo llevar a reunirte con Tenten—ella le contó sobre la chica y el azabache estuvo de acuerdo, después de todo, no le haría daño socializar con chicas de su edad.

—Esta bien, nos veremos mañana—se despidieron y ella se adentró en la mansión. Antes de entrar, logró escuchar a Samui. Se puso furiosa y aunque su intención era pasar sin ser notada, en cuanto escuchó mencionar a su caballo, ya no logró permanecer en silencio.

—Pues lamento mucho estropear tus planes Samui, pero para tu desgracia ya estoy aquí—Madara quedó parado tan rápido, que incluso la Hyuga tuvo que guardar su asombro—y nadie mas que yo, monta a Tenseigan, así que pídele a tu amante—se detuvo un momento y sonrió hacia ellos—perdón, perdón, que descuidada soy... pídele a mi esposo que te compré uno para ti, después de todo, el dinero no es un problema para él.

—¿Hinata?—Madara la miraba y su corazón amenazaba con salírsele del pecho, la felicidad de verla regresar, fue inexplicable, pero de pronto cayó en cuenta de lo que ella acababa de decir ¿Le estaba dando mas importancia al caballo que a él?

—¿Se sorprenden de verme aquí? Ahora veo que no contabas con mi regreso y ya pensabas acomodar a tu amante en mi lugar—la rubia bajo la cabeza.

—Hinata, estás equivocada, ella no es mi amante—se apresuró a hacer la aclaración, pero ella ni siquiera lo dejó terminar.

—¿Te pedi explicaciones? No ¿verdad? Así que evítame los pormenores de sus encuentros sexuales, como el que estuvieron a punto de exponer aquí mismo... Cielos, cualquiera pudo verlos, por lo tanto, la próxima vez, hagan lo que hicieron anoche y alquilen un hotel lejos de aquí—Madara intentó aclarar las cosas, pero ella no se lo permitió. Él no había llevado a la rubia, de hecho, fue Suigetsu, quien lo fue a buscar por orden de Ima, pero Samui se empeñó en acompañarlo—de lo contrario, dímelo para pedirle a los trabajadores que me arreglen una de las cabañas.

—Bonita, esta es tu casa, tú eres la señora y puedes hacer lo que desees aquí—Madara incluso hablaba con torpeza al verla tan fría.

—Así es, soy la señora y como tal, quiero que te encargues de revisar el desorden que ocasionó el gran pedido que realizaste—se enfocó en la rubia y volvió a molestarse por lo que la escuchó decir—Hay mucho por hacer y esto interrumpirá el excitante masaje que ella te daba, pero la necesito en mi recámara y también en la cocina.

—Señor—Samui la ignoró y buscó la opinión del Uchiha, después de todo, desde que llegó, era él quien daba las órdenes y no esa mujer.

—¿No escuchaste? Te di una orden y si no la acatas, ni siquiera mi marido impedirá que te marches de aquí—ella no solía ser dura con nadie, pero permanecer al lado de Madara, comenzaba a afectarla. La rubia se marchó y ella volvió a enfocarse en el azabache—¿Y tú que? ¿Te quedarás ahí parado?

—¿Tu regresó significa que?

—Que deberías darte un baño, incluso traes la misma ropa de ayer en la mañana—Madara se sintió insultado, sobre todo, porque era cierto, aún no se duchaba y debía lucir fatal.

—Espera—ella pensaba ir a la recámara y se volteó al escucharlo.

—¿No piensas arreglarte para acompañarme a comer?—el Uchiha no supo que responder y sólo asintió—Bien, yo también me daré un baño, te veo en una hora—sin mas, ella se alejó y cuando él estaba por seguirla, apareció la rubia.

—¿Entonces que señor? ¿Quiere que lo acompañe a su recámara? Así puedo ayudarlo a ducharse.

—¿Que demonios dices? ¿Acaso no escuchaste a mi esposa? Ella cree que tenemos algo.

—Pero ¿entonces cuál es el problema? De todos modos ya lo sospecha.

—Basta Samui, yo no estoy interesado en otra mujer que no sea ella y si no quieres irte, es mejor que la respetes—la rubia apretó los puños y lo vio irse.

...

Una hora después, la mesa estaba puesta y Madara se acercó hasta su esposa para sentarse cerca de ella. La joven vestía un vestido hasta la rodilla, acompañado de botas vaqueras. Para él, era simplemente irresistible.

—Gracias Ima—Hinata se concentró en la comida y se mantuvo indiferente a la presencia del Uchiha.

—Hinata—la Hyuga levantó el rostro para encarar a Obito, quien llegó acompañado de Izuna—aquí hay alguien que quiere verte—lentamente, se fue haciendo presente la figura de Neji y ella no dudó en levantarse.

—Neji—el chico la levantó con el abrazo y aún cuando la volvió a poner en el piso, la ojiperla no lo soltó. No quería dejarlo ir.

—Suficiente Hinata—ella salió de la burbuja de felicidad en la que se enfrascó y cuando estaba por lanzar un comentario hiriente para desquitarse de su esposo, se tapó la boca con incredulidad.

—Malvada ¿acaso no me extrañaste?—Ino corrió haciendo un gran alboroto y cuando ambas se abrazaron, los gritos aumentaron. Izuna, Obito y Neji, las veían sonriendo, mientras que Madara, supo que esa visita sólo complicaría las cosas con su esposa.

Continuara.

Bueno, este capítulo me quedó un poco mas largo, pero quizás no lo noten. Lamento los posibles errores de ortografía que seguramente se me quedaron sin que los notara, apenas los encontré y los iré corrigiendo. 😊💕

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top