Esto... lo cambia todo.
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Otra vez me estaba oscureciendo mientras hacía mi patrullaje regular. La libertina, aventurera y poco temerosa de Astrid volaba por los vientos. Los lugares donde más paz sentía era cuando solo estábamos Stormfly, mis pensamientos y yo.
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—¿Por qué tardaste tanto? —le pregunté, con mi cuerpo helando y mis sentidos temblando.
—Oh, por Thor.
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Su abrazo... su piel y su calidez. Su pecho agitándose a la par con el mío y mis poros abiertos cerrando poco a poco con su calor.
A veces sentía que, en cosas tan pequeñas, hacíamos avances tan grandes. Y que, con miradas simples, era preciso para encender los sentidos de Heather y preguntarme si había algo más.
¿En verdad solo somos amigos? o a estas instancias, nuestros corazones pedían a gritos llegar a algo más. ¿El tuyo no, Hiccup? Porque el mío quiere explotar y salir de sí.
Quiere errar y desobedecer a Astrid, pero no se lo permito, no es más fuerte que yo.
—Cuadrante Alfa, revisado ya. —Taché de mi lista.
Supervisar mi trabajo me ayudaba a olvidar la ansiedad que me generaba el hijo del jefe, aquel hombrecito que para todos, una vez, fue insignificante; hoy, me removía el cuerpo y me agotaba el día.
Stormfly se inquietó. Desde mi catalejo divisé un barco pesquero en medio del mar. Pensé que sería bueno que yo volara hasta ahí y ayudar de ser necesario.
Pero al investigar, un mal oliente y sucio interior me deparaba. Mi cuerpo quiso flaquear y no supe dónde encontré las fuerzas para correr y salir de ahí lo antes posible. Lo visto por mis ojos era algo que yo jamás he de soportar por las memorias que significaba en mí.
Sentí toda la taquicardia de mi corazón y le ordené a Stormfly con miedo que nos sacara de ahí. Tenía tanto pavor que no me había percatado del daño que uno de esos adormilados y desafortunados sujetos tatuó en mi brazo con las uñas de sus dedos.
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Al ver mi cara de infortunio, rápidamente su atención fue a mí. Por Thor, quería abrazarlo, quería tenerlo conmigo ya mismo y no sabía por qué; sentía una raquítica energía, un corazón bombeando con ferocidad y mis ojos estaban firmemente abiertos, pero sentía que él sería la última penumbra de sus bellos ojos que alcanzaría a ver hoy.
Dioses, si algo me pasa, solo les pido que me dejen verlo antes de cerrar mi vista; de sentir su tacto antes que mi sagacidad cese. De que él al tocarme, pueda sentir mi suave, calinosa y brillante piel, y no algo reseco, morado y más frívolo que el propio ártico.
—El Azote de Odín. —supuso Fishlegs, a lo cual Hiccup calló con miedo.
Nadie quería aceptarlo. Yo no quería aceptarlo. Pero cuando la vida se fuera de mi cuerpo, mi alma sería la encargada de hacerlo.
—No menciones esa palabra así de fácil. —pidió Hiccup, nervioso.
Lo que menos quería es que los jinetes entraran en pánico, que fue justo lo primero que notó en Snotlout.
—No hay que entrar en pánico. No quemaremos ropa, ni comeremos pan enmohecido y mucho menos hiperventilarnos, Snotlout...
—No te contagias del Azote de Odín respirando. —informó Fishlegs.
—¡No ha habido un caso de Azote en siglos! Además, Astrid salió muy rápido. ¿Segura que estás bien?
Sus pasos fueron demasiado veloces hacia mí y su roce muy escalofriante. Lo que más me preocupaba, es que sus manos me daban escalofríos, y no escalofríos cualesquiera... quería temblar ahí mismo.
—Sí, claro que estoy bien. En serio. —Retiré su mano.
Sentí que se daría cuenta de mi situación con solo sentirme. Es decir, podía sentir como mi temperatura corporal disminuía a cachos.
Hasta qué punto tenía que llegar una mujer como yo... hasta la muerte, con tal de no preocupar a los seres que más ama, con tal de no preocupar a la persona que más aprecia y desea en el mundo. No quería que vieran a otra yo, porque esa que pronto conocerían, no era Astrid.
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Parte especial narrada por Hiccup
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Un estruendo me despertó. Más que éste existiera por afuera, creo que fue algo más interno, algo más de mis sueños. O eso pensé.
Pero el ver a la dragona de mi amiga derribando mi puerta, claramente me preocupé. Y por supuesto, no pensaría en otra persona que no fuera Astrid... Mi Astrid.
Demonios, a los pasos que daba, me maldecía a mí mismo por no haber actuado en el instante que lo noté. Ella no estaba siendo ella, ¡claro que no quería preocuparme! pero su piel estaba diferente, el rojo de sus mejillas estaba más leve que de costumbre y sus ojos... Thor, ¡qué tenían sus malditos ojos! ¿Por qué con ella, Thor mío? ¿Por qué a ella?
—Astrid.
—Hiccup... —llamó, jadeando. Su voz era débil.
Y el rasguño... el rasguño más rojo.
—¿Qué es lo que estás haciendo aquí? —renegó.
Por un demonio, cómo podía pensar que sería capaz de dejarla. Ni estando muerto, jamás. Está loca.
—Stormfly parece preocupada, así que...
Astrid tosió y volvió a cubrir su herida. Es que ya todos nos habíamos percatado de ella, Hofferson.
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Fishlegs la examinaba con sus notas y yo no dejaba de caminar de un lado a otro. Mi estómago me estaba matando de los nervios y no soportaba verla tendida en esa cama un minuto más. Quería tenerla conmigo, quería que lo que siento por ella fuera tan grande como para ser posible curarla con todo lo que tengo para darle, pero me sentía inútil, ¡no podía hacer nada por ella!
—Hiccup, ¿podrías dejar de caminar? —Me pidió, dificultosa.
Me pides demasiado, Astrid.
Fishlegs me dijo que si vi el rasguño. Ella dijo que no era nada, pero él me recordó cómo era ella y sí... realmente soy un estúpido.
—Supongamos que tienes razón, cuál es la cura... —solicité.
—No estoy seguro. Lo único que sé es que el Azote avanza rápido y se lleva a la víctima en menos de tres lunas.
—Y ya pasó una...
Mi garganta se cerró. Juro que se cerró.
Snotlout llegó con las notas de Gothi, pero nada era beneficioso para Astrid. Quería romperlas, quemarlas y hacerlas desaparecer porque todo indicaba que no ayudaban en nada. Pero mi enojo interno no quería transmitirlo a mi equipo, mucho menos a ella. Me necesitaba, me necesitaba firme y sobrio. Pero quería caerme con ella.
Astrid tomó sus pocas fuerzas y se levantó a explicarnos la historia de los Buffalords. Quise contagiarla con un poco de mi optimismo, porque mi fe seguía en buscar alguno de ellos, pero ella es necia, es testadura...
—Fishlegs, ya les dije que...
SANTO ODÍN.
— ¡ASTRID!
Conseguí tomarla entre mis brazos y me di cuenta de que no, que no iba a dar por perdida su muerte. Ella debía seguir gozando de vivir, porque es lo que yo quiero, lo que sus padres quieren y... lo que incluso Oliver hubiera querido.
Y no le voy a fallar a él, al único que demostró que su tesoro más grande era esta pequeña rubia. Él era un vikingo aclamado, yo solo era Hiccup. Pero algo teníamos en común, y es que nada importaba más que Astrid. Y ese tesoro que él protegía, también era mi tesoro...
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Continuación narrada por Astrid
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Era fatídico tener que esperar a tu muerte. Si tan solo me hubieran escuchado, ahora estarían aquí todos conmigo, porque es lo único que yo quería, despedirme de ellos...
Sé que lo mío no tiene remedio. Y realmente no sé por qué me duele tanto irme si, ver a mi hermano es lo que más he anhelado por años. ¿Acaso me duele no haber concluido nada con el vikingo que por años llama mi corazón? ¿Acaso es eso lo que tanto me frustra y hace que luche por quedarme unos segundos más con esperanzas?
Abandona esa esperanza, Astrid. Cada vez queda menos tiempo.
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Con esfuerzo me trasladaron hasta donde quedaba el último Buffalord. Ni yo me lo esperaba.
Hiccup se acercó a mí, y sus dulces palabras nunca las iba a sacar de mi mente, pues eran la poesía más linda que entró en mi ser y jamás se esfumaría.
—Aguanta, Astrid... solo un poco más. Por mí...
Y se generó un alboroto en el que yo no podía participar.
—Como te dije, Hiccup. Negocio es negocio. Matar al dragón es una pérdida que estoy dispuesto a aceptar, ¿y tú?
—Llévatelo, llévate al dragón, pero déjanos obtener lo que queremos. No me voy a ir sin eso, es una pérdida que no estoy dispuesto a aceptar.
—¡No... Hiccup! No se lo des... no por mí —a duras penas, articulé.
—Tenemos un trato o los dos nos vamos con las manos vacías... Tú decides.
» No puedo imaginar un mundo sin ti.
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Ahí es donde veo a mi padre, a mi madre, a mis hermanos... y hermanas. Me invitan a ocupar mi lugar entre las paredes del Valhalla, donde los valientes vivirán por siempre.
Y creo que así, yo pude liberar un poco de dolor hacia mi hermano... Hermanito, espero dejarte ir a partir de hoy, porque me he dado cuenta de que mi lugar es aquí. Y tu lugar, en mis recuerdos.
—Hiccup, quería darte las gracias... en verdad te debo una.
—No fue nada —sonrió —. Tú habrías hecho lo mismo por mí.
—Es que... tampoco puedo imaginarme un mundo sin ti.
Y así como él abrió su sensibilidad a mí, lo mínimo que debía hacer es... compartirla.
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Okay, quise que narrara Hiccup una parte porque también está chido saber lo que él pensaba en ese momento y, a través de Astrid, no íbamos a saber mucho.
Eso es lo que siento y me hubiera gustado, que Hiccup fuera más expresivo con Astrid y más cursilote, pero pues la franquicia no iba de eso, así que, con dolor lo entiendo x'd.
Para ser el capítulo más emotivo, es el más corto. Olvidé decirles que no me iba a centrar mucho en conflictos que no involucren a Astrid e Hiccup, por lo que conflictos, peleas y guerras están fuera bai.
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