♦3♦
— ¡Chimuelo!
Su voz fue lo que me despertó esta vez. Lo ví acercándose a mí con una cesta enorme, olía a pescado, además de un olor que no me gustaba.
— Te traje el almuerzo. Espero que tengas... hambre. Listo.
Dijo mientras tiraba todos los peces en el suelo. ¿Almuerzo? ¿Realmente estoy durmiendo tanto? Cuando los peces terminaron de caer un olor hizo que me ponga alerta y me alejé un poco de la canasta.
— ¿Uh? Sí, se ve asqueroso.
— No es eso. ¿Qué hay ahí?
— Tenemos Salmón, rico Bacalao Islandés y....
¿Hmm? ¿Acaso entendió lo que dije? Me pregunto si...
— Una Anguila Ahumada.
Eso me sacó de mis pensamientos.
— ¿Qué? No, no, no, no, no, no....
Empecé a gruñir sin darme cuenta pero cuando la sacó y me la mostró perdí el control.
— ¡¡ALEJALA!!
Rugí con miedo.
— ¡No no no no! ¡Tranquilo!
Dijo mientras tomaba la Anguila y la arrojaba lejos. Yo estornudé.
— Aquí entre nos, a mí tampoco me gusta la Anguila.
Olí otra vez los pescados para asegurar y no pude evitar llevarme uno a la boca.
— Rico.
Separé uno del resto para poder olerlo bien y asegurarme que no tenga restos de Anguila cuando lo oí.
— Muy bien eso es, eso es, tú concéntrate en lo sabroso.
— ¿Y tú qué harás?
Dije sin dejar de mirar el pescado ya que parecía estar llamándome y solo lo comí.
— Ah, no me pongas atención, solo voy a estar aquí atrás. No estoy haciendo nada.
Dijo sospechoso pero no pude prestarle mucha atención.
— ¡Salmón!
Empezaba a comer con desesperación. Esos días de hambre están pasando factura. Fue entonces cuando sentí que tocaba mi cola asique la agite un poco.
— Tranquilo.
Sentí que quería que me quedara quieto y eso iba a hacer de no ser por un pez que vi al Fondo de la canasta.
— Bacalao.
Dije metiendo mi cabeza en la canasta.
Sentí que se sentó sobre mi cola cuando habló.
— Ahora sí, a ver...
Sentí algo raro en mi cola, apretaba pero no dolía, decidí dejar la canasta de lado para concentrarme mejor. Luego de un primer ajuste en el inicio de mi cola hubo otro en el final. ¿Acaso estaba arreglando mi cola? Estiré mis alas preparándome para despegar.
— Ah... Ya está. No está mal, digo, podría estar...
Lo interrumpí alzando el vuelo de golpe lo que lo hizo empezar a gritar.
— Más te vale que funcione.
— ¡No no no no!
Claro que fueron pocos los metros que nos alzamos ya que empezamos a caer otra vez.
— ¡NOOOOO!
Podía ver como iba directo a la roca, si caía ahí el golpe me iba a matar pero justo cuando creí que era el fin el chico le hizo algo a mi cola y logramos elevarnos verticalmente.
— H-Hay por... ¡Funciona!
Luego, sin que yo lo quiera, mi dirección giró y volvimos a la Cala. Pero en realidad no me di cuenta porque estaba muy feliz rugiendo.
— ¡SII! ¡LO LOGRÓ EL HUMANO!
Cuando terminé de rugir escuché al humano en mi cola.
— ¡Sí! ¡Sí! ¡Lo logré!
Me giré y lo confirmé, estaba ahí. Un giro brusco fue suficiente para arrojarlo al lago de la cala pero justo después de arrojarlo sentí como perdía el equilibrio.
— ¿Pero qué? ¡¿Por qué no funciona?!
Me giré a ver mi cola y vi que no se mantenía extendida asique caí al agua justo como él. Pero luego lo oí.
— ¡¡SÍ!!
¿Eso fue un grito victorioso?
— ¡¿De verdad consideras ESO una victoria?!
Rugí mientras nadaba hacia la orilla.
— Oh vamos, pudo ser peor.
Dijo mientras se ponía a nadar a mi lado.
— Supongo, pero- Espera, ¿acabas de responderme?
— Sí.
— ¡¿Puedes entenderme?!
— ¿Me estás diciendo que en estos días no te diste cuenta?
— ¡¿Pero cómo es posible?!
— La verdad no lo sé. Siempre pude hacerlo pero no se lo dije a nadie porque me crearían loco.
Él alzó su cabeza para ver el sol y cuando lo hizo se asustó.
— ¡Oh no! ¡Voy tarde! ¡Adiós Chimuelo, vuelvo mañana en la mañana!
— ¡Adiós Humano!
Dije sin interés.
— Y soy Hipo, por cierto.
Fue lo último que oí de él ese día.
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