Cómo entrenar a Miles Edgeworth. Drabble

Notas de la autora

▶ Inspirado en el capítulo 13 del anime Gyakuten Saiban: Sono "Shinjitsu", Igiari!, El caso de la promesa; razón por la cual trataré de dar a conocer mi versión de cómo fue que Franziska von Karma "obtuvo" su fusta. De igual modo, pueden vincular o no este escrito con otro que previamente publiqué titulado El látigo hace al fiscal, ya que es ahí donde doy una posible explicación de cómo fue que obtuvo su tan icónico látigo. 

▶ Drabble ubicado cronológicamente después del incidente DL-6.

▶ La edad aproximada tanto para Franziska como para Miles es de dos y nueve años respectivamente. 

▶ Tengan en cuenta la brevedad de este relato, por ello es que no hago tanto énfasis en los detalles. Además cuento con que la mayoría de los lectores hayan jugado los juegos o por lo menos que sepan lo básico al respecto.   

▶ Los personajes de Phoenix Wright: Ace Attorney y Miles Edgeworth Investigations no me pertenecen, sino a Capcom Co., Ltd.

▶ Créditos al autor de la imagen que he usado para la portada de este escrito. Quien sepa del autor, le agradecería que me dijese su nombre para darle los créditos adecuados.

Y sin mayores dilaciones, espero que lo disfruten.


El día en que Manfred von Karma le mencionó que un tal Miles Edgeworth pronto formaría parte de la familia, la pequeña Franziska se mostró interesada por saber con qué clase de niño se toparía y porqué resultó ser tan especial como para que su padre hubiese considerado el tomarlo bajo su tutela; sin embargo, con el paso de los días no solo se enteró de unos pocos detalles sin cuidado acerca de la anterior vida del chico, sino que también pasaría a ser una especie de "tutora" por órdenes del fiscal invicto.

¿Ella? ¿Una tutora? Bromean, ¿cierto? No, su padre nunca bromeaba, su palabra era absoluta incluso en los tribunales, así que solo le quedaba preguntarse... ¡¿En qué clase de mundo idiota vive para que un niño estúpido necesite de su guía?! ¡¿No se suponía que Miles Edgeworth tiene el talento necesario como para ser un von Karma?! ¡¿Es que acaso él no es perfecto?! Pse... ¡Inconcebible! ¡No debería ser parte de esta familia si no está a la altura! 

"¿En qué rayos estabas pensando al traerlo a casa, papá?".

No obstante, de nada le será útil el quejarse ante Manfred (ni siquiera en sus peores pesadillas se atrevería a levantarle la voz), pues la decisión ya estaba tomada y por mucho que le disgustase, debía llevar a cabo esa tarea... aunque puede que al final resulte ser divertido tener a alguien con quién pasar las horas de estudio, así ya no se sentiría tan sola.

Con la fecha de llegada de Miles Edgeworth marcada en un círculo rojo en el calendario, la pequeña Franziska se tomó demasiado enserio su papel como tutora al estar preparando con antelación todo el material necesario para los estudios en el salón principal de la mansión familiar. Sin embargo, de entre todos los objetos que pudo recopilar, hay uno en particular que destaca de entre los demás... uno que, según la niña, puede que le resulte de utilidad a la hora de imponerle correctivos a su nuevo hermanito cada que cometa un error.

"Si tanto desea ser un von Karma, debe aprender a ser perfecto".

Se trata de una fusta revestida con cuero negro, la cual encontró en la oficina de su padre por mera casualidad mientras revisaba qué libros podía usar en sus propios estudios. Mostrando la curiosidad de cualquier niño, aquel día fue a preguntarle el origen de este objeto a Manfred, quién solo se limitó a comentarle que en su juventud tomó clases de equitación, pero que ahora no era más que una herramienta obsoleta que no le sirve en absoluto pese a que no mostraba desgaste alguno.

En ese momento de la conversación se formó un silencio absoluto, en donde Franziska tuvo la oportunidad de examinar a mayor detalle la fusta que llevaba entre sus pequeñas manos. Firme y a la vez flexible, de un color neutro que le otorgaba ese toque de elegancia que solo el cuero podía ofrecerle. En definitiva era como estar frente a una obra de arte... una muy "particular" que se acoplaba bastante bien a su agarre, como si hubiese sido hecha para ella y nadie más.

— ¿Puedo quedármelo?- inquirió de repente la infante, quien ahora veía con ojos de cachorro a su padre, esperando que este vil truco sucio funcionase al menos una vez en su vida.

El fiscal, en cambio, no le tomó importancia al comportamiento "inadecuado" de su hija, se trataba de una niña de tan solo dos años después de todo... además, no siempre le daba obsequios (sus razones tendrá). Claro que tampoco es como si quisiese tener que soportar a Franziska yendo tras él con una de sus típicas rabietas por haberle negado el que se quedase con la fusta, lo mejor es dejar que haga lo que quisiese... es una von Karma al fin y al cabo.

"Niños...".

Feliz por haber obtenido su tan ansiado premio, la hija de Manfred von Karma se prometió que le daría un buen uso una vez que Miles Edgeworth llegase a la familia... aunque es posible que no solo se limite a su hermanito, puede que le sea útil en un futuro próximo para cualquier situación dada.

"Pronto aprenderás a ser un von Karma".

Así pues, llegó el día marcado en el calendario, por lo que tendría que estar presentable, especialmente por el hecho de que Franziska decidió acompañar a su padre para recoger al pequeño Edgeworth en persona; por ello no fue una sorpresa que la niña se hubiese levantado más temprano de lo habitual... la vanidad ante todo. Un vestido negro junto con una blusa de manga larga con chorreras en color blanco, medias que llegaban justo encima de sus rodillas combinaban a la perfección con los zapatos y los guantes negros, y por supuesto, no hay que olvidar la diadema blanca al igual que el moño que portaba sobre su cuello.

Mientras se acomodaba el cabello estando frente al espejo de su habitación, el fiscal le avisó que era momento de partir, por lo que Franziska se apresuró en tomar su amada fusta antes de salir disparada hacia la entrada de la mansión en donde su padre la esperaba junto al auto. Si quería que Manfred no se diese cuenta de la emoción que desbordaba, tendría que llevar encima varias bolsas de papel, al menos el trayecto le serviría para poner en claro sus pensamientos.

"¿Qué clase de niño será?". Esa era la única pregunta que rondaba por su cabeza y de tan solo imaginar las distintas posibilidades con las que podía encontrarse, su corazón no dejaba de latir con fuerza. "¿Por qué el tiempo no pasa más rápido?". Comenzaba a impacientarse, sin embargo, necesita mantener la calma, su padre se encontraba al volante y no quería distraerle con sus sentimientos absurdos de niña risueña.

Criada para mantenerse impasible ante cualquier situación, para ser perfecta, para no cometer ningún error y siempre tener altas expectativas con todo el mundo, nadie que la conociese creería que un acontecimiento como éste sería capaz de hacerle sonreír... quizá porque anhelaba tener algo de compañía, la que su padre no le daba desde hace tiempo, un hermano, un amigo en quién confiarle sus secretos más íntimos, sus deseos y sueños... necesitaba una familia y nada más, por esa razón sonreía, estaba segura que Miles Edgeworth sería ese rayo de esperanza que su corazón pedía a gritos.

"¿Qué clase de niño será?".

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Mientras la hija de Manfred von Karma aguardaba paciente dentro del auto a que regresase junto al joven Edgeworth, su corazón no dejaba de latir con fuerza al verse expectante ante la situación dada,  llegando a su punto cúspide cuando por fin la puerta del vehículo se abrió. Su respiración se detuvo al encontrarse con los ojos grises del niño, ¿era esto lo que en verdad esperaba? 

"¿Por qué estará tan triste?", pensó con la inocencia de cualquier infante al notar ese sentimiento rodeando al niño. 

Sea como fuere, con el tiempo descubriría la historia detrás de Miles Edgeworth, por ahora solo quedaba presentarse como era debido para tratar de animarlo un poco. 

— Me llamo Franziska von Karma- la pequeña esbozó una sonrisa en tanto movía de un lado a otro la fusta que llevaba en sus manos —Yo te enseñaré todo lo que no sepas- 

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