➸❛Troublemaker❜

¿Porqué acepté a venir aquí?

Era la pregunta que rondaba en la mente de Emil quien estaba sentado en un sillón de cuero rojo redondo con una mesa redonda enfrente que tenia bebidas alcohólicas en ella unas estaban servidas en vasos pero otras estaban en lata. Emil recordó que su mejor amigo Leo de la Iglesia le pidió que fuera con él al antro que estaba a unas cuantas cuadras de su hotel porque todos los patinadores irían a festejar...nada, sólo iban a tomar en aquel antro donde la música se podía escuchar una cuadra antes de llegar al antro y donde los bailes eran sugerentes pero enérgicos. Emil aceptó acompañar a su amigo porque —además de no querer dormir— ya no tenia nada más que hacer pues no era temporada de competencias. Grave error.

—Oh dios....—murmuró sin despejar su mirada de alguien en específico.

En la pista de baile se encontraba el hermano gemelo de su amiga Sara Crispino, Michele Crispino. Éste se movía con energía mientras chocaba los costados de sus caderas con Jean Jacques Leroy —otro amigo suyo— mientras levantaban sus cervezas y coreaban a todo pulmón la canción que se reproducía que si mal Emil no recordaba era Troublemaker de Olly Murs. Y Emil sentía que esa canción era dedicada a el italiano pues era un problemático en todos los sentidos pero más en el sentido de la sensualidad pues Michele era conocido por la sensualidad que desprendía al bailar tanto fuera como dentro del hielo además de que ropa siempre mostraba un pedazo de su piel o aunque no usara ropa que expusiera su cuerpo la sensualidad seguía saliendo de su cuerpo. Para el checo eso era un problema tanto mental como hormonal, Michele era todo un problemático.

🎶Es como si siempre estuvieras ahí,
En los rincones de mi mente

Veo una silueta cada que
cierro los ojos

Debes de haber veneno en la
punta de tus dedos.

Porque sigo volviendo a ti por más.

Proble Problematica ése es tu
segundo nombre.

Sé que no eres buena pero estás
en mi mente.

Y quisiera saber...

¿Porque se siente tan bien pero duele demasiado?🎶

Y ese fragmento de la canción representaba lo que Emil pensaba del italiano. Michele siempre estaba en sus pensamientos sin importar que, siempre aparecía él en su mente justo cuando más lo podía llegar a necesitar, al cerrar sus ojos lo único que podía ver era la esbelta figura de Michele mientras patinaba, bailaba, caminaba o se quedaba quieto. Por más que Michele se portara tosco con él siempre regresaba a sus brazos apesar de lo que pasaría, sabía que Michele se cargaba la fama de nunca tener pareja estable pero eso no le importaba en absoluto incluso si lo rechazaba una tas otra vez Emil siempre regresaría a sus brazos, porque con verlo era suficiente para que el checo se enamore más de lo que ya está del italiano. Dios, ahora que lo pensaba parecía una especie de relación tóxica sin estar en una relación.

No manches, Emil...—Leo se sentó a un lado de su amigo—, deja de comértelo con la mirada, esta bien que le tengas ganas pero disimula un poco.

—Yo no estaba comiéndome a Mickey con la mirada, Leo.—El checo tomó de su cerveza—, yo estaba admirado su belleza y...

—Y aquí vamos de nuevo.—Leo rodó los ojos para volver a tomar su bebida.

—Yo sólo admirando su belleza al bailar, amigo.—Emil regreso a ver a Michele—, sus hermosos ojos violáceo, sus labios tan perfectos, esa tez morena brillosa junto a ese movimiento tan enérgico pero sensual simplemente me vuelve loco, Leo, es todo.

A al chingada, Nekola.—El medio latino se acercó a su amigo y lo abrazó por los hombros, señalando con su mirada a el italiano—, admite que no estaban admirandolo de esa manera tan romántica lo estabas haciendo de manera lujuriosa, amigo. Y déjame decirte que no eres el único que se lo está sabroseando porque muchos aquí lo están haciendo, mira.

Leo movió un poco la cabeza de Emil quien se dio cuenta de que era verdad las palabras del medio americano pues algunos —hombre y mujeres— no despejaban su mirada del hermoso italiano y de su hermana Sara quien también se movía con energía junto a la patinadora rusa Mila Babicheva los dos eran comidos por las personas por la sensualidad y energía que desprendían. Darse cuenta de que alguien miraba de manera indecente a sus dos mejores amigos le hirvio la sangre, nadie tenía derecho de verlos de esa manera tan indecente, ni siquiera él. Así que se paró de su asiento y se acercó a la pista de baile, tomando a esta de la muñeca con delicadeza, parando su baile.

—Preciosa es hora de regresar al hotel.—Emil miro la hora en su teléfono—, es tarde.

—Emil~~—la italiana barrio sus palabras, alargandolas—, es temprano sólo unos minutos más, ándale, ¿Si?

—Sara por favor, ya son las dos de la mañana..—Emil miro de reojo al italiano—, además ya estas borracha y no quiero dejarte, por favor vámonos.

—¿Y que gano yo?—pregunto mientras se reía—, si no gano nada no hago nada.

Igual que Michele, sí no ganaban algo no haría nada pero por lo menos Sara era más comprensiva. Al menos cuando no estaba borracha porque cuando lo estaba era como Michele.

—Además de poder descansar de una vez.—Emil pensó—, te ganas un desayuno en cualquier restaurante cerca de la playa junto a un helado, ¿Que dices?

—Esta bien, me voy...—Sara le picó el hombro a Mila, llamando su atención—, Mila ya vámonos, Emil es un aguafiestas.

—Bien Sara, ya vámonos el coche esta estacionado afuera.—la rusa tomó a su amiga por los hombros, abriéndose paso entre la gente, pero no se fue sin mirar al checo—. Yo me encargo Emil la llevaré a su cuarto y me aseguraré de que se duerma, mejor ve con Michele.

La rusa se fue y Emil giró su vista a donde estaba el italiano, pero ya no estaba en aquel lugar bailando con JJ así que eso le dio un terror horrible pues su mente empezó a pensar desde que habia ido al baño hasta que lo obligaron a hacer cosas indecentes aprovechando su ebriedad. Comenzó a buscarlo por todo el antro pero no le encontraba ni en la pista ni en la barra y mucho menos en el sofá por lo que salió para ver si ahí estaba y en efecto. Michele estaba sentado en un escalón de la escalera de entrada al establecimiento fumando un cigarrilo negro que Emil reconoció a la perfección que pertenecía ala marca de cigarrillos Gold famosa marca por sus cigarros negros y con la punta dorada además de que unos tenían cápsulas dentro que al explotarlas dejaban el sabor mezclarse con la nicotina, eran tan raros pero únicos. El checo se sentó a un lado de su amigo y le quitó el cigarro de los labios.

Michele lo miró con enojo pues le habia quitado su cigarrillo y eso no se hacía. Aunque tampoco es como si fuera bueno lo que estuviera haciendo.

—Pensé que ibas a dejar esto...—Emil agito el cigarro entre sus dedos—, Sara, tú y yo prometimos hace un año dejar de fumar cigarrillos de cualquier sustancia.

—No es tu asunto Nekola,—el italiano se abalanzó en el checo en un intento de recuperar su cigarrilo de los dedos largos del hombre, pero nada más no lograba quitárselo. Su paciencia comenzó a agotarse y era más agresivo estando ebrio—, ¡Por un carajo Emil!¡Regrésame mi cigarrillo!

—Michele no.—y con fuerza, aventó el cigarrilo lo más lejos que pudo—, regresemos al hotel, estas ebrio y ni siquiera estas consciente.

—¡Claro que estoy conciente, tú no estás consiente!—Michele se alejó de Emil, volviendo a sentarse en aquel escalón, cruzado de brazos y con las piernas estiradas—, ¡Tú eres el borracho y no sabes lo que dices!¡Eres un aguafiestas!

—Vamos Mickey.

Emil se levanto de las escaleras y cargó a Michele en su espalda dejando la cabeza del italiano en el hueco de su hombro y cuello además de que lo sostenía por sus muslos. El italiano comenzó a moverse de un lado al otro pero cuando casi se cae se aferró a la tela de la playera del más alto para finalmente sujetarse del cuello del checo quien comenzó a caminar por las calles de Chicago que eran iluminadas apesar de la hora pero eso hacia más hermoso el viaje a los azulados ojos de Emil que se imaginaba en la escena de alguna serie donde el novio carga a su pareja en su espalda porque esta está cansada o no quiere caminar además de que el ruido del mar le ayudaba a su imaginación a seguir reproduciendo esa idea en su cabeza haciendo que un sonrojo leve se posara en sus mejillas al pensar en eso, Michele y él siendo pareja, parecía tan improbable pero a la vez probable si Emil se dedicaba a confesarse al italiano.

Después de 10 minutos caminando, Emil llego al hotel donde todos los patinadores se hospedaban además de que todos estaban en el mismo piso. El Corad Chicago era el nombre del hotel, era un hotel de cinco estrellas que ofrecía habitaciones lujosas pero clásicas, tiene un finísimo restaurante con tres exquisitos tiempos además de un gimnasio, spa de lujo y piscina con bar en la azotea pero los lujos eran tan grandes como su precio que rondaba los $281 US por noche pero lo mejor era que los entrenadores les pagaron dos semanas en el hotel con todo pagado, una delicia además de que la playa Ohio Street Beach quedaba a unos quince minutos en carro y tiendas de Guuci, Luis Vuitton y Versace estaban cerca. Un lujo enorme pero bien merecido por el esfuerzo que los patinadores daban en sus entrenamientos.

Al entrar al hotel lo primero que hizo el checo fue tomar el elevador y pulsar el número de su piso, cuando hizo eso las puertas metálicas se cerraron para comenzar a subir con lentitud con la música típica de elevadores. Michele aún estaba despierto pero no pronunciaba palabra alguna pero se le veía pensativo, más de lo normal pero Emil lo achacó al hecho de que estaba tan ebrio como lo estaba su hermana así que se limitó a mirar las puertas hasta que llegaron a su piso correspondientes saliendo del elevador y girando a la izquierda, caminando por los pasillos de porcelanato blanco hasta detenerse en una puerta de madera negra con una placa dorado donde el número 503 estaba grabado en negro.

—Mickey, necesito la llave...—Emil giro un poco, quedando cerca del rostro del italiano—, ¿La tienes contigo?

Michele como pudo se bajó de la espalda del checo hasta que su pies tocaron el piso blanco, busco entre su sudadera la tarjeta que abría la puerta así que cuando la encontró la sacó y la insertó en su debido lugar pero no se abrió ni esa vez ni cuando probó otras cinco más pues el foco rojo le aparecía cada que deslizaba la tarjeta. Lo volvía a intentar pero nada.

—Deja lo intento yo.—Emil retiro con delicadeza la targeta de los dedos de Michele—, con permiso Mickey.

Cuando Emil probó la puerta se abrió descubriendo que el problema es que Michele metió la tarjeta con la línea negra arriba en vez de abajo. Ambos entraron a la habitación siendo Michele el primero en entrar y Emil el último, cerrando la puerta a sus espaldas y dejando la tarjeta dentro de su propia sudadera.

Tan pronto como se dio la vuelta, Michele lo acorraló contra la puerta dejando ambas manos a cada lado de la cabeza de el de barba causando que Emil pasara saliva de manera ruidosa al no saber no reaccionar ante aquello pues era la primera vez que el italiano se le acercaba a él de esa manera. Los ojos violetas pasaron de mirar los zafiros ojos del checo a sus boca que estaba abierta por el asombro de la acción de Michele y de manera inconsciente, la lengua de Michele humedecío sus labios dejando expuesta la perforación de calaverita dorada que el italiano poseía. Emil se puso mucho más nervioso.

—Mi-mickey...—tartamudeo—, ¿Que haces?

Pero jamás recibió respuesta verbal pero si una respuesta física.

Los labios de Michele se fundieron con los de Emil. Michele comenzó a mover su boca sobre los labios del otro varón quien se tardó en entender lo que pasaba pero al final decidió seguirle el beso a Michele comenzando con un beso lento que con una mordida en labio inferior de Emil por parte de Crispino se volvió un beso francés lleno de pasión por parte de ambos, quienes no estaban conscientes de lo que estaban haciendo quizás gracias al alcohol, la adrenalina y la pasión que inundaban sus seres pidiendo más de cada uno. Michele dio un pequeño salto y Emil lo cargó por los muslos para despues recargarlo contra la pared con algo de brusquedad pero los dos se separaron un poco para recuperar el oxígeno.

—Emil...—jadeo el italiano, sin despejar su frente de la del hombre contrario.

—Esto esta mal Mickey...—Emil bajo a Michele de sus brazos—, muy mal.

—No está mal Emil...—Michele se acercó al checo, acercándose a su rostro—, si nadie se entera no está mal.

—No Mickey, porque yo lo sabré y tú no.—dijo firme, separando al varón—, estas ebrio, no sabes lo que haces ni dices y por más que desee hacer el amor contigo o de besarte no es correcto aprovecharme de tu ebriedad prefiero que hagamos todo eso cuando estés en tus cinco sentidos y lo recuerdes con detalle. Compermiso, pero antes me llevo esto.

Emil metió la mano a la sudadera del italiano sacando la cajetilla de cigarros para después abrir la puerta y irse de aquella habitación, cerrando la puerta a sus espaldas. Se fue a su propio cuarto que era el número 509 justo a un lado de la de Leo de la Iglesia. Inserto la tarjeta y cuando el foco verde parpadeo entro a su cuarto y cerró la puerta con los seguros. Camino a oscuras por la habitación hasta prender la lámpara de noche dejando la tarjeta de acceso del cuarto de Mickey a un lado junto a su propia tarjeta, y se acercó al balcón de su cuarto, abriendo las cortinas para después abrir las dos puertas de cristal. Salio al balcón, recargando sus codos en el barandal y se dedico a mirar a la hermosa luna que era acompañada por sus hermanas las estrellas que juntas se dedicaban a hacer brillar la noche apesar de la distancia. Saco de su sudadera la cajetilla de cigarrillos negros con dorado para tomar uno y ponérselo en los labios que hicieron presión para mantenerlo firme mientras que Emil sacaba el encendedor que estaba en la cajetilla, prendiendo el cigarro y siendo una calada dejando que la nicotina entrara en su sistema después de mucho tiempo. Guardo el encendedor en la cajetilla y metió esta en el bolsillo de su sudadera.

Estuvo mal lo que hizo hace unos minutos de seguirle el beso a el italiano pero se dejó llevar por un momento hasta que su cerebro le recordó que Michele estaba bajo el efecto del alcohol por lo que no razonaba lo que estaba haciendo. Y Emil no quería aprovecharse de su condición para saciar sus más profundos sueños queria besarlo sí, quería hacer el amor con él sí pero lo quería hacer cuando ambos estuvieran consientes y fueran más que amigos no queria realizar algo tan personal siendo sólo amigos o novios de chocolate —como Leo decía— y sabía que Michele posiblemente dejo de ser virgen en muchas cosas pues ya habia tenido muchas parejas pero nunca llego a cumplir los dos meses de relación.

Pero Emil no olvidaría el sabor a cerveza y nicotina que poseían los labios del moreno ni tampoco como sus lenguas se entrelazan y menos como aquella perforación en la lengua del mayor pasaba por sus labios. Esos cinco minutos no los iba a olvidar nunca y aunque Michele no lo recordará al despertar eso le dolía un poco al checo pero al menos tenia recuerdos.

Recuerdos sólo para él.

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