Capítulo N° 14
| ADVERTENCIA DE CONTENIDO |
Este capítulo contiene una escena de abuso sexual.
Si sentís que te hace daño no dudes en frenar la lectura y saltear a otro capítulo, o abandonar la lectura definitivamente.
Tu bienestar siempre es más importante.
~ • ~
Durante las siguientes semanas la relación entre Guille y Nora mejoró, aunque continuaban sin hablar de lo sucedido en Santiago del Estero, por lo que Guille creía que a ella no le había importado, y Nora creía que él continuaba sin recordar.
Muchas de sus conversaciones habían pasado a nombrar a Leo, pues Nora le contaba sobre el intento de música que hacían, con una gran carcajada por el desastre que era.
Ya estaban en septiembre y tenía que entregar unos trabajos prácticos, por eso no pudo salir con Nora, pero Clap iba a tomar mate con él a la casa y le ayudaba con los trabajos de literatura al resumir los libros que, se suponía, Guille debía leer.
—Conocí un chabón en la facu —dijo Clap, acostada en la cama de Guille con sus brazos tras el cuello—. Un hippie con rastas pero sexy, me invitó a estudiar juntos.
—¿Qué tienen las punks con los hippies? —se rió Guille.
Clap le dio un puntapié desde su posición, pues Guille estaba sentado frente al escritorio mientras escribía su trabajo y, a la vez, preparaba mate.
—A mí no me caen mal, excepto que sean súper hincha pelotas con «sí al amor, no a la violencia» —dijo con una voz chistosa—. Violento les va a quedar el culo de las patadas que les voy a dar.
—¿Pero por qué odian a los hippies? Nora se pone tan histérica que nunca puede explicarme cuando le pregunto, solo me dice «¿y por qué no odiarlos?».
Clap se mantuvo en silencio por un momento, balanceando su pierna que colgaba de forma rítmica.
—Decime alguna guerra o revolución que se haya logrado mediante la paz y el amor.
—Gandhi —dijo Guille con una sonrisa al pasarle un mate.
—Gandhi, okay. ¿Y cuánta gente murió por su capricho de no violencia? ¿A cuánta gente dejó morir como mártir por enseñarles a no defenderse? —Se sentó para poder tomar el mate en su mano y darle un largo sorbo—. E incluso aunque Gandhi dijo «no violencia», muchos la usaron y de no haber sido también por ellos no habrían logrado nada. Creer que Gandhi logró todo con paz y amor es de inocentes, querido Guillín.
—Sos caprichosa, ¿eh? —se rió Guille.
—El caprichoso sos vos. Los hippies son blancos privilegiados que no se quieren ensuciar las manos, pero algunos caen bien igual. Puedo pensar que son unos blanditos y a la vez tener amigos hippies —dijo ella con una risita y sorbió la bombilla por última vez, para luego darle a Guille—. Vos sos medio hippie «no violencia» y acá estoy con vos tomando unos verdes.
Guille se rió mientras preparaba otro mate para él, lo tomó despacio para poder disfrutarlo mejor, transcribiendo unas respuestas a su trabajo.
—El próximo trabajo te lo cobro, tramposo —se rió ella al ver que copiaba sus respuestas.
—Dale, culeada, no soy bueno en literatura —se quejó él—. Y hablame del hippie con rastas.
—Me invitó a estudiar con él a su casa para los finales, pero no sé si es una invitación para estudiar de verdad, o es una invitación más divertida —resopló—. Capaz pueda llevar mi mochila y una tanguita sexy, ¿eh?
—Sos una chica muy linda, Clap, no creo que sea solo para estudiar.
—Pero le gustan las tetonas y yo tengo de tetas lo que tengo de normal —resopló otra vez.
Guille dirigió su mirada hacia ella, específicamente a su escote e hizo un sonido de aprobación, pero Clap le dio un golpe mientras él se reía.
—Estás bien, culeada, yo creo que es un tamaño adecuao, perfectas para la mano —se rió con la mano en el aire.
—¡Bueno, me miraste las tetas, puedo morir en paz! —se rió Clap y sorbió su mate—. Ya hasta creí que podías ser gay y no me lo decías. Nunca me hablás de chicas, ni garches o aprietes.
—¡No soy gay, hijueputa! ¡Me gustan las mujeres! —se quejó, muy ofendido—. Solo... no me siento muy cómodo hablando de eso.
—Pero conmigo hablás de casi todo, no te veo incómodo.
—No sé, me siento a gusto con vos, por eso hice el comentario de tus pechos pero ahora... sí estoy empezando a sentirme algo incómodo, no debí haberlo hecho... —dijo casi en un susurro y bajó la mirada.
Clap palmeó a su lado en la cama para invitarlo a sentarse con ella, y con un suspiro Guille se acomodó ahí pero recostado. Ella se recostó a su lado mirando las fotos que él tenía pegadas en las tablas de la cama superior, había incluso una foto de ellos dos juntos que la hizo sonreír.
—Conmigo podés hablar de lo que sea, Guille, soy tu amiga —dijo ella con suavidad sin mirarlo, con su vista fija en las fotos—. Sé que soy pesada y hago muchas bromas, pero si algo te molesta yo no voy a bromear sobre eso, ni te voy a presionar. Y solo para que sepas, no me molesta que dijeras eso de mis tetas, incluso me hizo sentir mejor.
—¿Te hizo sentir mejor? No tiene sentido.
—Mis ex se quejaban de que eran muy pequeñas, tengo complejos con mis tetas por eso, que me digas que son perfectas se siente bien —confesó con una sonrisa—. No sé, tal vez no tenga sentido, pero así lo siento, Guille.
Él se acomodó de costado para poder ver su perfil, miró sus ojos rasgados y marrones que tenían en ese momento delineador negro. Miró sus labios finos curvados en una sonrisa.
—Tus ex novios son unos tarados —dijo él y le dio un empujoncito amistoso—. Sos muy linda, culeada.
Clap se acomodó de costado también y le dirigió una sonrisa.
—Gracias, Guille —dijo con alegría y le pellizcó una mejilla—. ¿Ahora me vas a hablar de la chica que te tiene tan loco o no?
Él sintió su rostro arder.
—No estoy loco por nadie...
—Y yo soy Pamela Anderson.
Guille le dio un empujón que la hizo chillar al casi hacerla caer de la cama, pero también se rió con ánimo.
—¡Ah, es un sí! —se rió Clap y volvió a acomodarse a su lado—. A ver, contame, no es necesario saber su nombre. ¿Te hace sentir más cómodo así?
—No quiero hablar de eso...
—¿Te hace sentir incómodo o pensás que me voy a reír? Porque no me voy a reír, solo quiero que confíes en mí —dijo con una sonrisa cariñosa al verlo al rostro.
Guille se recostó boca arriba, con su vista fija en las fotos allí pegadas. Pensaba muy bien qué decir, porque Clap era muy insistente y también muy perceptiva, si le mentía se iba a dar cuenta.
—Estoy enamorado de alguien —dijo Guille por fin—. Tuve un encuentro con ella una sola vez y... eso lo empeoró.
—¿Qué tipo de encuentro?
Él la miró de forma irónica para no decir nada, y Clap entonces alzó sus cejas.
—Oh, ya entendí —sonrió—. ¿Por qué creés que empeoró?
—Porque ella actúa como si no hubiera significado nada, y yo... no puedo sacármela de la cabeza. No puedo verla sin pensar en eso, no puedo dormir sin recordar ese momento y me hace sentir muy culpable —dijo con un gesto triste—. Debo ser la peor basura si me excito por eso...
—Guille, mirame —Clap lo tomó del rostro con cariño—. No sos una basura por eso, es algo normal, cuando nos gusta alguien la atracción es tanto física y espiritual como sexual. No tiene nada de malo.
—No entendés, yo... tengo un problema —comenzó a decir en voz baja—, no puedo... hacerlo, el sexo, o sea a veces no puedo, y esta persona es alguien muy...
—¿Como yo?
—Sí.
—¿Por qué no podés hacerlo, te da vergüenza? —preguntó Clap con una voz cariñosa—. Yo puedo enseñarte a darle un orgasmo a una chica, el truco está en el clítoris.
Guille se cubrió el rostro con las manos, muy avergonzado.
—Eso lo sé, soy amigo de Nori, por Dios.
Clap sonrió y le corrió con suavidad las manos para poder verlo al rostro.
—No voy a hacer más preguntas si no podés hablar de eso, ¿sí? Si te avergüenza, si te da miedo, lo que sea que esté pasando en tu mente, Guillín, no dejes pasar las oportunidades porque no sabemos lo que nos depara el universo —le dijo con cariño.
—Prefiero mantenerme lejos y seguir siendo parte de su vida, que acercarme más y que me mande al pingo.
—No te va a mandar «al pingo», Guille.
—Sí lo va a hacer —dijo él con angustia—. No bien no pueda... satisfacerla, me va a mandar al pingo.
—¿Querés hablar de eso?
Él negó con un movimiento de cabeza desesperado.
—Está bien, pero sobre eso de que ella actúa como si no significara nada, no todas son tan mandadas y cara rotas como yo. No todas ven un chico sexy y dicen «qué onda papurri, vos y yo en cuatro, sacate el pantalón», otras son más reservadas, otras tienen miedo, otras se involucran sentimentalmente y no saben cómo actuar.
—Me llegabas a decir «vos y yo en cuatro, sacate el pantalón» en la fiesta esa y no estaríamos acá hoy en día.
—De la culeada que te iba a dar —dijo ella con una risotada y él la empujó.
—De la vergüenza que me hubiera dado, culeada.
—Igual sí, no estaríamos acá. No suelo volver a ver a los tipos de una sola noche. No seríamos amigos, no te querría tanto como te quiero. Me habría perdido de tu amistad, Guillín —dijo ella con una sonrisa dulce—. Pero cuando quieras reforzamos la amistad en cuatro, ¿eh? ¡Es broma, no te pongas tan rojo, estoy jodiendo!
Guille la tiró de la cama y ella lanzó un chillido fuerte, pero se arrodilló en el suelo para golpearlo con la almohada.
—¡El día que te cases voy a contarle a tu marido todo esto! —chilló él con el rostro enrojecido.
—Uy, sí, podré proponerle un trío.
—¡Asquerosa!
—Pero te hice reír —dijo Clap con una sonrisa dulce—. No me gusta verte triste, Guillín. Intentalo con esa chica, tal vez sea yo la que esté en tu casamiento y le diga a tu esposa, «¿sale ese trío o no sale?».
Guille sonrió y se acercó al borde de la cama para darle la mano y ayudarla a subir, pero Clap lo arrojó al suelo en medio de risas. Se quedaron ahí forcejeando para no dejar que el otro se escape, con una carcajada.
—Okay, interrumpí su momento. Mala mía.
Ambos levantaron la mirada para ver a Pablo ahí, con las manos en sus bolsillos y una sonrisa pícara.
—No interrumpís nada —se excusó Guille aún tentado por la risa y se sentó en la cama.
—Siempre podés unirte —dijo Clap mientras se recogía el cabello en una colita.
—Ah, no, no me gustan las raritas de pelo podrido —dijo él y se acercó a su cama para tomar de allí un paquete de cigarrillos que había dejado.
—Sos Pablito, ¿no? —dijo Clap con una sonrisa y se acomodó en la silla del escritorio.
—Pablo, nada de Pablito.
—Tengo una pregunta para vos de vida o muerte —dijo con el rostro serio—. Ya tengo la opinión de Guille, necesito la opinión de un tipo que me importe un carajo, y sos el ideal.
—Si es de vida o muerte lamento no poder salvarte la vida —se rió él y encendió un cigarrillo.
—¿Qué te parecen mis tetas?
Pablo se ahogó con el humo del cigarrillo y Guille se golpeó la cabeza con la cama de arriba.
—¡Clap, una cosa soy yo y otra muy distinta mi primo! —chilló Guille muy avergonzado, refregándose la cabeza.
—¿Es una pregunta trampa? —fue lo único que dijo Pablo con los ojos entrecerrados.
—Nop, me gusta un tipo pero a él le gustan tetonas. No soy tetona, pero ¿qué te parecen? ¿Son muy chicas o sirven? —dijo ella con una sonrisa y extendió los brazos, para darle una mejor imagen de su pecho.
Pablo alzó una ceja al mirarle el escote que se lucía con esa musculosa de The Ramones y un corpiño rojo que sobresalía por los bordes, luego miró a Guille con un gesto divertido, porque su primo estaba rojo como un tomate.
—Depende, ¿puedo tocar?
—Depende, ¿te vas a poner como puberto calenturiento o vas a darme una opinión objetiva? —se rió Clap con ánimo.
—Querida, soy un profesional —dijo él con una sonrisa pícara.
—Creo que mejor me voy a poner la pava —dijo Guille al ponerse de pie, algo nervioso, pero no pudo salir porque Pablo estaba en medio.
Clap se palmeó el pecho para invitar al chico a tocarla, y aunque Pablo dudó un instante, pues era algo sospechoso, terminó por hacerlo. Apoyó la palma en un seno y lo apretó en su mano. No era tan pequeño como se veía, y se sentía bien, por lo que sonrió al alzar sus cejas.
—Si te ponés calenturiento te voy a patear las bolas —dijo ella.
—Te lo dije, soy todo un profesional —Pablo alejó la mano para poder cruzarse de brazos—. No sé cuál fue la resolución de Guille, pero yo creo que están bien. Si el tipo que te gusta te dice que son muy chicas, decile que la de él es más chica, vas a ver cómo se calla.
Clap se rió con ánimo y le arrebató el cigarrillo de entre los dedos para poder darle una pitada, luego se lo devolvió.
—Me quedo más tranquila entonces, gracias, Pablito.
Sopló el humo del cigarrillo y se acercó a su amigo que miraba a otra parte, pero por el color casi violeta de sus orejas sabía que estaba más que avergonzado. Lo abrazó de la cintura y salieron juntos de la habitación para poder ir a sentarse al jardín delantero, ya que a Esther no le gustaba que fumaran dentro de la casa. Ambos se sentaron allí en silencio mientras que Clap encendía un cigarrillo.
—El veintiséis es mi cumple, pero como cae jueves hago una fiesta el siguiente día. ¿Vas a venir? Mi vieja invitó a unas bandas amigas para que toquen en vivo, va a ser un descontrol.
Guille la miró de reojo, Clap fumaba su cigarrillo con tranquilidad, como si el hecho de que su primo le hubiese tocado un seno no significara nada. Dejó ir un suspiro, pensando que seguro era como Nora, que tampoco había sido nada para ella.
—Obvio que voy a ir, culeada, pero más te vale que haya vino —dijo él con una sonrisa.
—Voy a tener para vos el vino más berreta y asqueroso que pueda existir —dijo con una risita y apoyó su cabeza en el hombro de él—. Podríamos decirle a tu prima para que venga con el Tati, van a haber bandas de punk y rock.
—¿Y le digo a Pablo? —bromeó con una ceja alzada.
—Ay, no, qué horror. Mejor decile a tu amigo el potro, ese sí que está sexy, ¿eh? Me siento pecadora porque parece Jesucristo versión hot.
—Pero si sos tremenda pecadora adicta a la fornicación —se rió Guille y esquivó el manotazo que ella quiso darle.
—Invitá a tu chica a mi fiesta, y si ese día no te animás a decirle que la amás, voy a pegarte tan fuerte que la mitad de tu cara va a rozar México.
Guille apretó los labios con la mirada baja, porque ese no era el problema. No tenía miedo de decir lo que sentía, el problema era otro, y eso podría perjudicar cualquier relación romántica.
~•~
Había decidido ir a visitar a Leo, los últimos días no lo había visto porque sabía que él estuvo estudiando mucho, pero ya lo extrañaba y quería tomar mate con él. Fue por el camino pensando en Nora y en las palabras de Clap, porque aún no sabía qué hacer.
Tocó el timbre y esperó ahí afuera, pero aunque el auto estaba ahí nadie se asomó por la ventana ni abrió la puerta. Golpeó la puerta, pensando que tal vez podría estar en el patio, pero de nuevo nadie salió.
La ventana del departamento de Andrea se abrió y ella le sonrió desde adentro.
—¡Guille! —dijo con ánimo—. Leito se fue con una chica justo cuando yo llegué, dijo que iba a volver a la noche.
—¿Con una chica? Uno de sus piques seguro —suspiró.
—Tenía el pelo azul y se vestía muy raro, muy mal gusto. No creí que a Leito le gustaran así. Espero no sea de las gritonas.
Guille abrió los ojos de par en par y sintió su corazón detenerse, incluso se mareó y tuvo que sujetarse de la pared para no tropezar. Sabía que Leo y Nora se habían hecho amigos, y que pasaban mucho tiempo juntos, hacían música, almorzaban e incluso a veces cenaban juntos, pero no creyó que iría a más. Sintió que Nora estaba cada vez más lejos de él, y Leo, alguien tan bueno y casi perfecto, era mil veces mejor para ella.
Estaba tan abatido que Andrea abrió la puerta para ver cómo se encontraba.
—¿Estás bien? —le preguntó al posar su mano en la espalda de él.
Respiró hondo un par de veces y asintió para evitar que se preocupara.
—Vení, Guille, sentate.
Andrea lo hizo entrar al departamento y sentarse en una silla, mientras que le servía un vaso con agua.
—Perdón, solo me bajó la presión, estoy bien —dijo él intentando respirar mejor.
Ella se sentó frente a él y apoyó su rostro en el puño, mientras lo observaba fijo. Estaba algo más pálido de lo normal, muy distinto a su usual piel trigueña. Vio que poco a poco se iba tranquilizando.
—¿Estás mejor?
—Sí, perdón, no quería molestarte, Andy —dijo él e intentó ponerse de pie, pero ella apoyó su mano sobre la de él.
—No molestás, te dije que me visitaras pero no lo hiciste —dijo ella con una sonrisa—. ¿Querés tomar algo, mate, té, café? ¿Tal vez una cerveza?
Él la miró con curiosidad, como si recién se diera cuenta en verdad de que ella estaba ahí. Como si acabara de notar su presencia y su esencia tan seductora. Andrea le sonreía, con sus labios libres de rojo pero sus ojos maquillados en violeta.
—¿Qué querés tomar vos? —preguntó con un poco más de confianza.
—Si me acompañás con una cerveza estaría bien —dijo ella y rozó con sus uñas la mano de Guille—. Tengo el día libre.
Él asintió mientras miraba alrededor, Andrea había colgado bonitos cuadros en las paredes blancas, aunque ninguna foto familiar, pese a que sabía que tenía varios hermanos. Los cuadros eran de paisajes hermosos, un lago con una cabaña se veía en uno de ellos.
Bebieron un vaso de cerveza mientras conversaban sobre su semana. Guille intentaba no hablar de la escuela en presencia de Andrea, para no intimidarla por verlo más chico, así que le contó sobre sus amigos, sobre las salidas a jugar fútbol o los mates con Clap.
Estaban conversando sobre el trabajo de ella en una gran tienda de ropa, cuando Guille vio unos estantes apoyados en el suelo sin colgar. Buscó con la mirada dónde podrían ir pero no encontró una posible ubicación.
—Disculpame, Andy, ¿pasa algo con esos estantes? —preguntó al señalarlos con la barbilla.
—Oh, iba a ayudarme Leo a colgarlos porque yo no sé usar el taladro, pero al final siempre tiene algo que hacer y una nueva chica que atender —resopló—. Y los boludos de mis hermanos siempre prometen venir y nunca vienen.
—¿Querés que te ayude? —sonrió—. Yo sé usarlo, ¿lo tenés acá?
Andrea sonrió al asentir y se puso de pie para tomar de una caja el taladro. Guille buscó la mecha adecuada para la pared, al igual se aseguró de tener el tarugo y tornillo correspondiente. Ella le mostró dónde quería ponerlo, y luego de marcar la pared con un lápiz Guille se puso a trabajar. Hizo los agujeros necesarios para los distintos estantes, colocó los tarugos con ayuda de un martillo, los estantes y atornilló correctamente todo.
Ella lo observó trabajar, la forma en que se marcaban los músculos de sus brazos al hacer fuerza, su espalda ancha y sus bonitos hombros torneados, incluso sus glúteos tonificados. Era alto, mucho más que ella, aunque no tanto como Leo. Sonrió al pensar que se veía muy sexy trabajando.
Entre los distintos estantes, agujerear las paredes y hacer todo el procedimiento tardó bastante, por lo que Andrea le agradeció al servirle otro vaso de cerveza.
—Y decime, Guille —ronroneó mirándolo fijo a los ojos café—, ¿cómo es que estás solo? No lo entiendo, incluso en mi fiesta rechazaste a la mitad de mis amigas.
Él la miró con algo de confusión.
—Es que no soy de los que se van con cualquier mujer que se cruza.
—Eso puedo entenderlo, pero ¿siempre solo? ¿No tenés deseos, necesidades? —dijo y rozó con sus uñas la mano de Guille—. ¿Nunca tenés ganas de llevarte una mujer a la cama y suplir ese deseo animal?
Él comenzó a ponerse nervioso, sintiendo su corazón latir muy rápido, por lo que se puso de pie enseguida hasta casi tropezar con sus propios pies.
—Gracias por recibirme, tengo que... que irme.
Andrea puso una mano en el pecho de él de una forma insinuante, sin dejar de mirarlo fijo, con ojos de fuego y lujuria tan obvios que Guille empezó a marearse.
—¿No querés quedarte un rato más conmigo? —ronroneó nuevamente.
Guille se quedó congelado en su lugar, quería irse pero sus pies no se movían, ningún músculo le hacía caso, ni siquiera su corazón que bombeaba ferozmente. Su respiración era tan acelerada que el mareo había comenzado a empeorar, y sintió su estómago retorcerse cuando ella bajó con la mano, llena de anillos y pulseras tintineantes, por su abdomen hasta llegar a la ingle.
—No, no, esto no... está bien —dijo Guille, jadeante, y logró retroceder un paso—. Estás confundida, solo eso...
—¿Por qué estás tan nervioso? —dijo ella y posó una mano en su hombro y con la otra continuó bajando—. ¿No te gusto? ¿No pensás que soy sexy? Te oí decirlo varias veces...
Guille apretó los labios e intentó respirar bien, intentó controlar ese pulso alterado y los molestos pálpitos en su pecho, pero luchar contra las náuseas era incluso más difícil.
Andrea era sexy, sí, y había pensado mucho en ella como una opción para olvidarse de Nora, pero intimar con ella no estaba entre sus planes.
Quiso decirle algo, repetir que se iría a casa, aún cuando su cuerpo no lograba moverse, sin embargo ella lo tomó del rostro y lo beso en los labios, profundamente. Guille llegó a sentir el sabor de su lengua, y se hizo hacia atrás casi de un salto. La miró con ojos abiertos de par en par, con su respiración jadeante, con los temblores incontrolables de sus manos, y ella ahí como una depredadora natural, como un tigre acechando a su presa.
Andrea volvió a besarlo, pese a que Guille intentaba hacerla a un lado, porque en la mente de ella no concebía la idea de que un hombre rechazara tener sexo. Para ella esa resistencia inicial solo era parte de un coqueteo, de un juego.
Pero a pesar de sus miedos y sensaciones, el cuerpo de Guille había comenzado a responder ante los toques, roces y lengua de Andrea. Abrió los ojos por un instante, antes cerrados y temerosos, para verla ahí frente a él. Era tan pequeña y a la vez tan temible, y a la vez tan hermosa. Seguía asustado, pero también pensó que una sola vez que se dejara, una sola vez que intentara relajarse y disfrutar no afectaría en nada.
Con sus manos temblorosas bajó por la delgada espalda de ella hasta sujetarla del trasero con fuerza, lo que la hizo suspirar de deseo en medio del beso.
—Ya no te hacés el difícil, ¿eh? —le dijo contra el cuello.
Guille apretó los labios, con una mezcla de deseo pero también de vergüenza y miedo. Quería huir de ahí, pero también quería quedarse.
—Sin hablar —dijo él en una orden y la tomó del rostro con una mirada distinta a la usual, sin ingenuidad, sin cariño. Era odio y lujuria a la vez.
Andrea volvió a besarlo y fue guiándolo entre besos hacia la cama allí cerca, pues su departamento no tenía una división improvisada como la de Leo. Lo empujó a la cama para luego subirse sobre él, donde comenzó a besarle el cuello mientras que con su mano recorría todo su abdomen tonificado hasta llegar a sus pantalones. Ella quiso agacharse en el suelo mientras desabrochaba el pantalón para complacerlo con sus labios, pero de un fuerte movimiento Guille la hizo levantarse, como si no pesara nada.
—No —le dijo en un gruñido.
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[
NOTA: Debido al cambio de reglas en Wattpad debí eliminar la escena que estaría acá, espero que de todas formas se comprenda]
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Luego, cuando ella pareció ser solo una masa gelatinosa en la cama, tan cubierta de sudor que parecía haberse metido en una piscina, Guille se hizo a un lado, jadeante. Se dejó caer en la cama boca arriba con una mano sobre su frente. Trataba de no pensar, de solo disfrutar de ese momento sin pensar dónde estaba, con quién y haciendo qué, porque de hacerlo iba de nuevo a marearse y sentirse mal.
Andrea estaba sorprendida y muy complacida, porque esperaba un encuentro sexual simple y no esa tremenda revolcada que recibió, como si fuera una muñeca de trapo que era manejada de acá hacia allá. Su cuerpo aún temblaba y seguía teniendo contracciones y espasmos por el intenso orgasmo.
—Dios, cuánta energía —dijo ella con un último gemido placentero.
Al oír su voz Guille se levantó de un salto y tomó su ropa, con la habitación que comenzaba a darle vueltas.
—Tengo que... tengo que irme —balbuceó y comenzó a ponerse la ropa interior y el pantalón a una velocidad sorprendente.
—Quedate un poco más —sonrió.
Se calzó tan rápido las zapatillas que ni siquiera le importó no haberse puesto las medias, ni siquiera sabía dónde estaban. Tomó la remera y salió corriendo de allí sin siquiera mirarla, lo que a Andrea la dejó muy confundida y preocupada.
Guille cerró la puerta tras de sí de un golpe y continuó corriendo con sus ojos que se llenaban de lágrimas. Cruzó la calle sin siquiera mirar y, luego de que le tocaron bocina, se dejó caer en la vereda para poder vomitar en las raíces de un árbol. Tenía el estómago revuelto y todo comenzaba a girar a su alrededor, con el temblor incontrolable de sus manos y piernas. Aún así se puso de pie y corrió una cuadra más, justo donde debía doblar en la esquina para poder llegar a su casa.
Su tía estaba tomando mate junto con Ana en la mesa, Omar y Ramiro miraban televisión en el sillón, y estos se rieron al ver el patético estado de su primo.
—¿Qué viste, un fantasma? —se burlaron con una risotada.
Guille se apresuró a ir hacia el baño, estaba ocupado así que caminó de un lado a otro mientras se rascaba el cuello y las muñecas con fuerza. Intentó respirar hondo varias veces para evitar llorar, para controlar todas esas sensaciones horribles en su cuerpo, y cuando Lolo salió del baño Guille prácticamente lo empujó para entrar. Se desnudó en un récord de velocidad y se metió en la ducha.
La lluvia de la ducha caía sobre su nuca, con Guille apretando los dientes con fuerza al no poder resistir las lágrimas que comenzaban a caer de sus ojos. Se refregó el cuerpo con odio, queriendo arrancarse la piel, cada músculo y carne de sus huesos. Tuvo que morderse el puño para que no lo oyeran llorar.
—Soy un estúpido —murmuró en un gimoteo—, un estúpido.
Él sabía que no era para tanto, es lo que todos le dirían y era muy consciente de ello. Solo había tenido un encuentro sexual, uno bueno e intenso, y aún así se sentía horrible, se sentía culpable y sucio. Tenía la necesidad de abrazarse a sí mismo y no salir de la ducha.
No supo cuánto estuvo ahí, pero alguien había empezado a golpear la puerta, por lo que se envolvió en una toalla y salió de allí con esta enredada en su cintura. No era algo que él hiciera a menudo, pero no había llevado ropa hacia el baño por su urgente necesidad de bañarse.
Ignoró las quejas por apoderarse del baño y se vistió en la habitación solo para recostarse en su cama, con la sábana y frazadas que lo cubrían hasta la cabeza.
—No estuvo mal, el problema soy yo —murmuró para sí mismo con angustia—, el problema soy yo...
Buenas, quiero dejar acá una pequeña explicación. Puse al inicio una advertencia de contenido por AS, y tal vez piensen que porque Guille terminó por "consentir" deja de ser un AS. Él JAMÁS va a admitir en ningún punto de la historia (tampoco lo hizo en Muñequita) que lo fue, pero necesito que ustedes tengan en claro que, aunque él terminó por "consentir" por presión y miedo, continúa siendo un abuso.
Que él se haya excitado solo es una respuesta natural de su cuerpo, y no simboliza verdadero consentimiento o deseo. Él solo aceptó por presión, por miedo y porque creyó que no le quedaba más opción y que "no pasaría nada por una vez", pues está acostumbrado a las continuas burlas por huir.
Sin hablar de que él en este punto de la historia tiene 17 años y es aún muy inocente, y ella tiene 22, más experiencia y claramente más poder para convencerlo.
Necesito que, aunque Guille NUNCA lo admita por miedo, ustedes sí comprendan que lo es.
Y no duden en dejar de leer si esta historia les hace daño, porque aunque tiene partes muy bonitas (especialmente todo lo relacionado a a Leo y Nora, que van a ser el oasis de esta historia), es también una historia más dura porque, si vienen de Muñequita, sabrán que Guille no la pasó bien.
Sin más que decir espero que les esté gustando, y espero leer sus comentarios. Me gustaría saber su opinión sobre cómo va, los personajes y todo lo que quieran decirme <3
Hice varios Picrew de esta historia, ¿les gustaría verlos?
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