Introducción

Por: uutopicaa

Son varios los elementos que componen a las historias, pero de todos ellos, vamos a centrarnos en la creación de personajes, su evolución e importancia.

A lo largo de los siguientes capítulos, podremos ver diversos formatos de creación de personajes, planeamiento de su evolución, ejercicios para comprenderlos mejor, tips para escoger sus nombres y muchísimo más. Enfocaremos todo esto para el género juvenil porque, aunque las diferencias son pocas, hay elementos que forman parte de uno u otro género en particular.

Pero antes de lanzarnos de cabeza al océano de posibilidades, hablemos un poco sobre por qué es importante tomarnos el tiempo de crear a nuestros personajes.

Cuando nos sentamos a pensar en nuestra historia, dos son los factores primordiales: de qué se trata y quién la protagoniza.

Ambos elementos están estrechamente relacionados ya que cada persona (o personaje) reacciona diferente ante una situación. Y cada situación, por su parte, tiene un efecto distinto en las diversas personas. No todos los personajes afrontan la pérdida de un ser querido de la misma forma, por ejemplo, tampoco ven al amor de la misma manera. Hay tantas posibilidades de creación de personajes como diversidad entre nosotros, los seres humanos.

No es lo mismo un personaje adulto que un niño, un hombre que una mujer, una persona de clase alta que una de clase baja, una persona que vivió hace varios siglos y una contemporánea, un local y un inmigrante, y así podríamos seguir por un buen rato. Crear un personaje es darle vida a alguien, es pensar en su pasado, su presente y su futuro, en cómo es que llegó a ser quien es al momento de comenzar la historia.

Hay mucho más detrás de la creación de un buen personaje que ponerle un nombre bonito y un rostro definido, porque después de todo, las personas somos mucho más que una palabra y una imagen: somos el resultado de años de experiencia de vida, de influencias recibidas y de aprendizaje obtenido; somos el reflejo de nuestro pasado y de todo lo que ha ocurrido en él. Y los buenos personajes también son así.

Si tu personaje odia al amor, ¿por qué es? Si tu personaje le tiene miedo a hablar en público, ¿qué ha causado esto? Al igual que cualquier ser vivo, los personajes son una compleja red de causas y consecuencias, de experiencias reflejadas en sus acciones y reacciones.

No, claro que no son el único elemento importante en una historia, pero a veces los escritores subestimamos la importancia de crear buenos personajes.

Si bien una novela con un gran protagonista puede fallar en otros aspectos de su estructura, el rol del personaje principal es primordial —ya sea uno solo o varios que comparten el foco de atención—. Son los protagonistas quienes toman a la trama de la mano y la guían a lo largo de la aventura. Un personaje principal no tiene por qué caerle bien al lector, lo que sí es necesario es que sea palpable, que las personas puedan imaginarlo y sentir que podrían encontrarlo en algún momento, que ese protagonista puede existir, que sea imperfecto —con sus defectos y sus virtudes, con sus aciertos y equivocaciones— y que pueda seguir creciendo como persona.

A veces, los escritores tendemos a exagerar. Buscamos crear personajes que rozan los extremos de algo hasta alcanzar el borde de lo ridículo. Nos pasa a todos, porque queremos que ellos sean especiales (tanto en su físico como en su personalidad). ¡Y no hay nada malo con tener protagonistas que se destaquen en algún aspecto! El problema radica en que, cuando nos alejamos mucho de las posibilidades de personalidad normal, el lector no empatiza, no cree en la posible existencia el personaje y esto puede arruinar su lectura. Si nuestro protagonista es perfecto en todo lo que hace (deportes, ciencias, arte, cocina, etc.), es reconocido en todo el mundo como el mejor tenista/estudiante/pintor/chef/etc. ¡y encima es tan sexy como un modelo de ropa interior!, el lector no podrá tomarlo en serio. La idealización extrema suele ser una de las falencias más comunes dentro de nuestro amado género juvenil, porque los autores suelen depositar en sus protagonistas todo lo que ellos quisieran ser o encontrar en otros.

¡Claro que un protagonista puede ser un gran deportista! ¡O el mejor chef del mundo! ¡O incluso muy atractivo! Pero si es bueno en deportes, posiblemente tenga ciertos contratiempos con otros campos como podrían ser las artes. Y claro, puede ser muy bueno en algo sin alcanzar el título de "el mejor del mundo", ¿no?

Crear un protagonista es siempre un gran desafío, pero es también una de las cosas más importantes a la hora de pensar en una historia. Tenemos que cuidar cada detalle de su diseño, cada factor de su personalidad. Puede parecer complicado a simple vista, pero a medida que avancemos con el libro, verán que hay muchas formas de lograrlo sin rompernos la cabeza contra la pared pensando en ello.

Otro aspecto importante para destacar es que no toda novela necesita un antagonista, eso es algo que a veces los escritores olvidamos y que puede causar un gran desequilibrio. Acostumbrados a ciertos géneros o estilos, los autores buscamos poner la culpa de todo en un chivo expiatorio, en un "alguien malvado" que sea el némesis de nuestro protagonista. Y en esta falsa necesidad que sentimos, a veces forzamos la creación de un personaje innecesario.

Nuestros protagonistas pueden luchar contra sus propios demonios, contra la realidad en la que viven, contra una injusticia social, contra el sistema en sí, contra temores personales, contra sus sentimientos románticos o simplemente contarnos cómo logran llegar del punto A al punto B en su vida. Una historia no necesita de una madrastra malvada, de un hermano acosador, de una chica popular que le hace bullying al protagonista ni nada de eso. Se puede escribir una buena novela sin recurrir al elemento antagonista y es importante que el escritor sepa cuándo se necesita crear al némesis de nuestro personaje y cuándo no.

No podemos olvidarnos de los personajes secundarios, que aunque tampoco son infalibles, juegan un papel importante en casi toda historia y le ponen sabor a lo que ocurre. Quizás, el mayor problema de los personajes secundarios dentro del género juvenil es que los autores tendemos a olvidar su existencia. Aparecen dos o tres veces, cuando son totalmente necesarios, y luego los borramos del resto de la novela. Ya más adelante les hablaremos de cómo equilibrar al cast secundario para evitar que esto ocurra.

Al igual que con los protagonistas, los personajes secundario deben ser palpables y equilibrar al cast central. Pueden ser pensados en forma de amigos, de familiares, de personas a las que conoceremos poco a poco a medida que avanza la historia, etc. Y otra vez, no siempre tienen que caerle bien al lector. Una madre exigente y controladora es tan válida e importante en el desarrollo de una trama como una madre que actúa casi como la mejor amiga de la protagonista. De una forma u otra, los personajes secundarios interactúan con nuestro cast principal; existen para brindarles apoyo a nuestros protagonistas o antagonistas, equilibran sus falencias y marcar el camino de su evolución.

Sí, evolución también es otra palabrita importante a la hora de hablar de personajes. Muchas veces la vemos en reseñas de opinión y en reseñas críticas, pero ¿a qué se refiere?

Los personajes no son los mismos al comienzo y al final de las novelas. Los hechos que golpean su vida a lo largo de la historia logran marcar ciertos cambios (positivos o negativos) en cada miembro del cast. En algunos casos, estos cambios podrían ser enormes, pero no siempre es así.

Siempre se recomienda que, al comenzar a escribir una novela, el autor sepa cómo es el personaje al comienzo y cómo lo imagina al final. Luego, es solo cuestión de hacerlo llegar de un punto al otro de su vida. Estos cambios evolutivos no suelen ser bruscos, pero para todo hay excepciones y ya hablaremos más del asunto en otro capítulo.

¿Qué más se puede decir de los personajes? ¡Muchísimo! Y es por eso que hemos creado este apartado. Poco a poco, hablaremos sobre la importancia de darles objetivos a los personajes, sobre el valor de ponernos en sus zapatos, sobre cómo comprender mejor a nuestras creaciones y sobre cómo saber repartir nuestra propia personalidad en todos ellos, sin hacer que el cast completo se parezca demasiado al autor. Veremos formas de crear fichas de personaje, ejercicios para poder darles un diseño complejo y un montón de cosas más. ¿Están preparados?

Los invitamos a acompañarnos en esta maravillosa aventura de ser un escritor.

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