Capítulo Único

*Esto salió hace un buen rato, de cuando escuché está canción y me traumé por una semana.
* La parte Negrita y en Cursiva son partes de la cancion.



Les voy a contar la historia de dos muchachos que en su juventud solían llevarle serenata al mismo chico. El tiempo los separó y fue también el tiempo el que se encargó de reunirlos otra vez y esto fue lo que sucedió al rencuentro.

Caminaba por las abarrotadas calles de Nueva Jersey a ningún lago en particular, simplemente seguía el rumbo que los demás marcaban, demasiado absorto en sus pensamiento como para prestar la debida atención al camino. Pensaba en todo y nada, dando vueltas a lo que había sido de su vida.

Tan absorto iba que no notó que una persona, también distraída, se atravesó en su camino. Ambos chocaron, haciendo que los papeles que el segundo sujeto traía en las manos cayeran al suelo. Sin pensarlo dos veces se agacho ayudándole a recogerlos ya que, en parte, había sido su culpa. Cuando se acercó al hombre para regresárselos se llevo una grata sorpresa
– ¿Bert? ¿Bert McCracken? ¡Hombre! ¡Que bueno verte! – se acercó al otro, alegre de ver después de tantos años a su amigo
– ¡¿Iero?! ¡Cuánto tiempo ha pasado! No has crecido nada – estrecho a su viejo amigo, riendo ante su propia broma
– Ja-ja ¡eres un idiota! Y tu... ¡dios! Te ves tan viejo – se separaron quedando de pie uno frente a otro, todavía con aquella sonrisa
– Si claro, siempre me envidiaste Iero
– Vamos, te invito una copa – se ofreció Frank al ver que estorbaban al paso de las demás personas
Ya no tomo, gracias – Le miro incrédulo ¿Robert McCracken rechazando una bebida? ¡Mierda! ¡Si que había pasado el tiempo!
– ¿¡Que!? Pero si era la persona más perdida que conocía ¿Qué paso?
– El tiempo Frank... supongo que madure
Bien, te invito un café – insistió no queriendo darse por vencido
Bueno – aceptó después de unos segundos

Anduvieron juntos unas cuantas cuadras hasta llegar a una pequeña, pero acogedora, cafetería. Era un lugar que Frank conocía muy bien, lo visitaba casi todos los días. Entraron y al instante una muchacha de no más de 18 años les atendió, ordenaron y una vez que la chica se fue comenzaron a hablar
– Bien Frankie, ¿Qué hacemos aquí?
– No sé, hace mucho tiempo que no te veo y quiero recordar la época loca de ayer cuando teníamos 16 – terminó su frase con una diminuta sonrisa pendiendo de sus labios. Al instante Bert supo a lo que se refería
– Bien.... dime que ha pasado con tu esposo – pronto la sonrisa de Iero desapareció, Bert tenía la idea de porque su amigo le había invitado aquel café. Necesitaba hablar con alguien
Mmm...– dudó un momento entre si decirle o no la verdad, al final la mirada comprensiva de su amigo le amigo a continuar – Nos divorciamos "¡Mierda!" pensó al instante Bert al ver como Frank desviaba la mirada al otro lado de la cafetería. Le iba a contestar cuando la chica llego con sus bebidas, espero a que se fuera para poder hablar con más comodidad. Trató primero de aligerar un poco el ambiente que se había instaurado después de aquella confesión
Seguro te dejó por ser infiel – Frank regresó su mirada a él. Una sonrisa se volvió a dibujar en su rostro y sus ojos brillaron ante los recuerdos alocados de su juventud y como había roto el corazón de muchas chicas, como les había engañado a algunos, pero con él fue diferente, con él todo cambio
– No exactamente... – bajo la mirada a la taza de café humeante que tenía frente a él
– ¿Te engaño? – preguntó de repente – ¡No lo puedo creer! Si él jamás... si él no quiso que...
– ¡NO! – se apresuró a rectificar – Nada de eso... simplemente nos divorciamos... las cosas no funcionaron como esperábamos...
– ¿Entonces que paso? Sabes que puedes confiar en mi Frankie... no por nada fuimos los mejores amigos desde el jardín de niños... somos – le aseguro con una gran sonrisa mientras tomaba su mano y le daba un apretón, transfiriéndole confianza

Frank soltó un gran suspiro para continuar con su historia – Las cosas no funcionaron... llevábamos dos años de casados cuando las cosas se fueron por la borda... yo trabajaba mucho, él... no es fácil llevar el control de una empresa ¿sabes?
– ¿Tu padre te dejo la empresa? – le pregunto incrédulo de lo que escuchaba – Pensé que jamás te la dejaría, él juro no dejártela cuando comenzaste a salir con... Gerard... ¿Qué paso?
– Arreglamos todas nuestras diferencias... terminó adorando a Gerard... no sé porque hizo tanto drama en un principio – rio ante el recuerdo de su padre despreciando a quien fue su esposo, y el amor de su vida, y después como este lo adoraba e incluso defendía
– Pero no nos desviemos del tema ¿Qué paso después?
– Nuestra relación se comenzó a enfriar... se volvió muy monótona, él trató de hacerme entrar en razón pero... ya sabes lo terco y orgulloso que soy – miro a su amigo asentir dándole la razón a sus palabras – Él se canso... no quise luchar y bueno... lo mejor que pude haber hecho fue dejarlo ser feliz con alguien más
– ¿Tenía a alguien más?
– Según sé... no, pero espero lo haya encontrado, merece ser feliz – más que decirlo trataba de convencerse a si mismo

Se quedaron en un cómodo silencio, ambos sumergiéndose en sus recuerdos. Cuando iban a la preparatoria, y siendo amigos de hacia muchos años, se enamoraron del mismo hombre, un chico alto y pálido de cabellos azabaches y unos bellos ojos color verde. El muchacho, Gerard, como habían averiguado que se llamaba, era tan solo un año mayor a ellos y no muy sociable.

Y a pesar de todos los pronósticos que indicaban el fin de su amistad, cada uno, a su manera, lucho por conquistar al pelinegro sin perder su gran amistad, de hecho esto la había fortalecido y lo único que los separó fue la distancia. Bert se había ido a estudiar la universidad en Londres y Frank no lo había visto desde su boda, hacia poco más de cinco años.
¿Recuerdas que yo le mandaba rosas? – preguntó de repente Bert, sonriendo mientras miraba su taza de café ya a la mitad. Frank sonrió ante los recuerdos, asintiendo – Pero lo conquistó más tu clavel
– Si – dijo con una enorme sonrisa – ¿Recuerdas que le llevamos juntos serenata?
– ¡oh dios! ¡SI! – se tapo por un momento los ojos ante el recuero que comenzaba a colorear sus mejillas de rojo – Su hermano casi nos mata de una neumonía, era un lunático... no sé como podía ser hermano de Gee si él era puro amor
– Como no iba a hacerlo... le queríamos quitar a su único hermano, además... ¡cantábamos horrible!
– Eso dilo por ti.... ¡yo canto como los ángeles! – comenzó a reír escandalosamente – Además hice todo el trabajo
– ¡claro que no! También canté...
– Yo era el que tocaba la guitarra y cantaba mientras ¡TU! – le apuntó con un dedo acusador – solo movías las estúpidas maracas y le sonreías... ¡ahora sé porque ganaste!
– ¡Gane porque nadie se resiste al encanto Iero! Soy el más guapo de nosotros dos
– Si claro, lo que digas – le desestimo con una mano – Fuiste tu el que compro al pequeño Mikey con aquel unicornio... ¡por eso ganaste!
– Aunque sabes... solo por ser mi amigo te confieso
¿Qué pasa? – se preocupó al ver el cambio radical en el semblante de Frank
Me divorcié mas nunca lo olvidé – Bert le miraba con comprensión, asintiendo levemente – Extraño su mirar, sueño el regreso, tenerlo junto a mi al despertar... escuchar su voz decir "te amo" – soltó un largo suspiro – Le amo más que cuando me casé – finalizó con una gran sonrisa.

Bert le miro por unos segundos, ideándolo todo en su cabeza para después levantarse y tomar la mano de Frank, jalándolo para que se pusiera de pie y comenzaran con el plan
– ¡Pues vayamos! No hay que perder el tiempo ¿sabes donde vive ahora?
– ¡¿Qué?! ¿Dónde vive quien?
– ¡Pues Gerard, idiota! ¿¡Quién más sería!?
– Si, se fue a vivir con Mikey... ¿Qué piensas hacer? – se preocupó al ver la cara de lunático de su amigo ¿Qué estaría tramando?
– ¡¡Llevémosle serenata!! – respondió como si fuera lo más obvio, pero sin perder la emoción
– ¡¿Qué?! ¡No! no tiene caso – bajo la mirada, aun si ponerse de pie. Bert se volvió a sentar solo que más junto a él
– ¡Vamos Frankie! ¿Dónde esta ese chico testarudo e idiota que era mi amigo? ¡Esto lo debe de saber!
– ¿Saber que? No lo creo – miró hacia la puerta
– ¡Mierda Frank! O vas a conquistar de nuevo a Gerard y eres feliz de una buena vez y dejas de molestar... ¡o voy yo y lo conquisto!
– No te atreverías... – Bert no contestó, simplemente mantuvo la mirada fija en Frank, dándole a entender que hablaba enserio
– Frankie – comenzó con tacto – Sabes muy bien que Gerard realmente te amaba... por eso te escogió la primera vez, ¡ahora será lo mismo! Sé que aun te ama y si se separaron es porque ¡eres un idiota! Pero aun estas a tiempo... ¿Qué dices?

~*~

Gerard Way dibujaba mientras escuchaba música con los audífonos bien puestos, estaba en la sala del hogar que compartía con su hermano menor, Mikey, se había mudado hacia ya un tiempo debido al fracaso de su matrimonio. Había insultado, odiado, extrañado e incluso se había deprimido el primer año y medio de su separación, su vida se había vuelto todo un caos y en realidad lo seguía siendo, solo que ahora se distraía con su trabajo, evitando pensar en el pasado y en Frank. Deseaba de todo corazón que fuera feliz a pesar de que aun lo amara, no habían luchado lo suficiente por su amor y ese era el resultado.

Movió su cabeza tratando de despejar su mente de aquellos recuerdos, como su hermano decía, no ganaba nada recordando y lastimándose, las cosas había sido de esa manera por algo, tal vez Frank no era el adecuado, tal vez no debieron casarse tan jóvenes, tal vez...
– ¡Mierda! esto es como un deja-vu... Gerard, sal a callar a esos idiotas o les tirare un balde de agua fría como la otra vez – al ver la falta de respuesta de su hermano se acercó a él y le quito un audífono de un jalón, provocándole un zumbido en el oído por el cambio de sonido
– ¡Hey! ¿Qué te pasa Michael? – calló al escuchar el sonido de una guitarra junto con unas voces conocidas en la calle, entonando una canción ya antes escuchada – ¿Qué es eso?
– Eso debería de preguntarte yo... ¿que mierda hacen Iero y McCracken en la calle, y sobre todo cantando? ¡Dios! Solo escúchalos... alguien llamará a la policía si no se callan...
– ¡¿Qué?! – de un empujón quito a su hermano del camino y corrió a la ventana del departamento que daba hacia la calle. En efecto... ahí estaban... como aquella vez...

– ¡¡GEEERAAAAAARD!! – gritaba Frank cual maniaco
El corazón de Gerard dio un salto y comenzó a latir más rápido al verlo después de tanto tiempo, ¡no había cambiado nada! Todos los sentimientos que trataba de mantener alejados de si regresaron como una fuerte ola. Una gran sonrisa se dibujo en su rostro al ver a Bert acompañando a Frank con la guitarra ¡Como aquella vez! Sin poder evitarlo una lágrima se le escapo al verlos después de tanto, pero en especial al ver a Frank y saber que aun lo recordaba...
– ¡GEEEERAAAAARD! ¡¡TE AMOO GEE!! – y saber que aun lo amaba - ¡GEEE! ¡PERDONAME POR FAVOR!
– ¡PERDONALO POR SER TAN IDIOTA GEE! – grito por su parte Bert – ¡O MEJOR NO E INTENTEMOSLO NOSOTROS!
– ¡CÁLLATE MCCRACKEN O TE GOLPEARE! – a pesar de estar uno junto a otro, Frank no evito el gritarlo, robando una carcajada a Gerard quien veía todo desde arriba, en e segundo piso de un edifico de cuatro, y aun no decía nada. Al escuchar la risa de quien más amaba en el mundo volteo a verlo, buscando sus ojos y sintiendo aquella corriente eléctrica cuando sus miradas chocaron ¿Cómo pudo dejarlo ir? – ¡GEE PERDONAME! ¿¡TE GUSTARÍA SALIR CONMIGO?
– ¡NO NOS IREMOS HASTA QUE DIGAS QUE SIII! – volvió a gritar Bert
– ¡DI QUE SI PARA QUE SE CALLEN!
– ¡HABEMOS PERSONAS QUE QUEREMOS DORMIR! – gritaron dos sujetos del edifico de en frente, molestos por todo el ruido
– ¡LLAMARE A LA POLICIA SI NO SE CALLAN! –grito la mujer del piso de arriba al de Gerard
– ¿¡QUE DICES GEE?! – preguntó esperanzado Frank, la guitarra de Bert entonaba la canción todavía y cantaba no tan alto para que sus gritos se pudieran escuchar, Sentía su corazón encogerse al ver a Gerard pensándolo ¿y si le decía que no? ¿ y si había llegado demasiado tarde? Su corazón se estrujo al ver que Gerard entraba a su departamento y no salía. Por unos segundos pensó en decirle a Bert que dejara de cantar, que no había valido la pena.

Se dio media vuelta, con el corazón roto e iba a pedirle a Bert que se detuviera cuando alguien lo tomo de la espalda y le abrazó con fuerza. Reaccionó a tiempo y se volteó lentamente, atrapando a Gerard entre sus brazos, fundiéndose en un fuerte abrazo para después, y con cierta timidez, juntar sus labios en un ansiado beso
Nada importaba a su alrededor, no importaba que Bert hubiese cambiado de canción por una mas rápida y agresiva, no importaba que algunos vecinos les aventaran papel higiénico y gritaban para que Bert se callara, no importaba el sonido de una sirena de patrulla acercándose porque al fin y después de tanto tiempo estaba juntos
– Te perdono Frankie... también te amo – le susurró Gerard cuando se separaron – Espero que le pidas a Mikey permiso para que salgamos – sonrió ante los recuerdos de su primera cita – ¿Nos vemos mañana? – se separo y comenzó a caminar de vuelta al edifico, dejando a Frank con una enorme sonrisa
– ¡Claro! – le vio alejarse y perderse mientras él seguía parado en media calle, con Bert a su lado cantando – Hasta mañana
– ¡Woo! ¡¡¡Frank!!! Lo has logrado ¡SEEEEE!
– ¡Cállense de una buena vez! – un furioso Mikey se asomo por la ventana con una cubeta de agua fría en las manos, arrojando el contenido a los desprevenidos muchachos
– Si, como aquella vez... cuando teníamos 16

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top