Capítulo 52.
Cupido no es lo mío.
—No quiero. Por favor. No.
—Matt, no seas infantil.
Mi mejor amigo torció la boca, viendo por encima de mí hacia el fondo de la cafetería. En una mesa del rincón estaba una chica de cabellos rubios, que miraba risueña a todos lados. Había crecido bastante, ¡Y ni que decir de su forma de pensar! Yo apenas había tenido cinco minutos a solas con ella, antes de por suerte, ver a Matt tratando de huir de la cafetería.
—No soy infantil —dijo, volviendo su mirada azul hacia mí—. Pero, mi corazón aún late cuando la ve.
Tomé a Matty de ambas mejillas y deposité un beso en las dos.
—Tengo que darles una noticia importante. No serán más de diez minutos —él frunció el ceño—. Por favor, por mí.
—De acuerdo, diez minutos —accedió, asintiendo. Su rostro estaba lleno de completa consternación, y sí yo era su mejor amiga debía de haberlo dejado marchar.
Pero era la última oportunidad de ayudarlo. Elizabeth pronto se casaría con Jack Slopper, muy a mi pesar. ¿No había sido el tipo que nos había separado cuando estábamos en Hogwarts? En fin, aun no entiendo cómo pudo haber vuelto con él, y ¿Qué había pasado con Boot? Definitivamente, por más linda y madura que se viera ahora, no había cambiado en nada.
Y Matty tampoco. No conocía a nadie que lo hiciera feliz, y siempre estaba con el nombre de Lizzie en su mente. Podía apostarlo. No sabía sí era obsesión, o amor de verdad, pero de algo estaba segura; Elizabeth Dukes no se casaría sin saber que había alguien que la quería de buena forma. Alguien que jamás la maltrataría o la usaría.
Entré en la cafetería, tirando del brazo de Matthew. En mi estómago sentí un pequeño hormigueo, y aunque todavía fuera demasiado pequeño, pensé que era mi hijo dándome apoyo. Algo absurdo, más lo necesitaba para aferrarme a algo.
Elizabeth nos vio. Tenía una sonrisa fresca pintada en sus labios. Sus facciones eran más afiladas y le daban un toque más seductor; su cuerpo se había torneado mucho más. Parecía una diosa con su cabello rubio al viento, y su rostro con poco maquillaje la volvía implacable.
Vi a Matt de reojo; el pobre tenía la boca abierta. Seguro era la primera vez que la veía desde el tren que nos trajo a casa.
— ¡Matt! —Exclamó feliz. Se levantó y besó ambas mejillas de mi amigo rubio. Ella olía a rosas. Él estaba aturdido, pero podía adivinar en su sonrisa a medias que sentía un placer insólito de solo mirarla. Y sé que él podía ser feliz sí sólo la miraba toda su vida.
Lo que estaba completamente mal.
—De nuevo juntos —dijo Lizzie, para romper el silencio. Tomó asiento, y Matt junto a mí—. Los extrañé mucho chicos. Han crecido, sobretodo tú —señaló a Matty—. Pareces una jirafa.
— ¿Una qué?
—Jirafa. Es un animal muggle que mide varios metros de alto —colocó su rostro terso sobre sus manos, observándonos alternativamente. Una sonrisa cínica se pintó en sus labios—. ¿A qué se debe tan importante reunión? Ni para Navidad nos juntamos así.
—Charlotte tiene algo que decirnos —respondió Matt. Su voz sonó gruesa, no como en Hogwarts. Me encontraba sentimental y no sabía por qué.
—Oh, sí —murmuré al sentir ambas miradas presionarme—. Sólo quería decirles que yo... Eh, ah...
El mesero muggle me interrumpió y puso ante Lizzie y mí lo que parecían dos capuchinos.
—Cortesía de aquel hombre —dijo señalando a un sujeto que estaba a tres mesas de nosotros, y se alejó. Me quedé desconcertada. Nunca antes nos habían obsequiado algo. Y menos un sujeto. Me gire a verlo; tenía como treinta años. Una sonrisa burlona y coqueta bordeaba su rostro, acompañada de unos intimidantes ojos verdes. Era atractivo.
—Vaya —murmuró Elizabeth, tomando el café—. Es todo un bombón —dio un sorbo al café y le guiñó un ojo. El hombre alzó su taza de igual forma, dedicándole aquel trago a su próxima conquista.
Me sentí algo enfurecida. Pude notar la mirada dolida de Matt sobre mí. Le había prometido diez minutos, no más.
—Venimos a pasarla como amigos, no a ligar —le dije, algo brusca. Ella asintió, colocando con dificultad su mirada sobre mí.
—Habla, ¿qué pasa, nena?
—Estoy embarazada chicos.
Silencio. Se miraron entre ambos, y después de varios segundos Matt sonrió de lado a lado.
— ¡Felicidades! —Me abrazó con fuerza—. Y yo pensaba que seguías virgen.
—Alguien no perdió el tiempo —Lizzie se había levantado y me abrazaba por la espalda. Yo estaba entre reír, llorar, o gritar de los nervios. Me gustaba sentir su contacto cálido, eran mi otra familia. ¿Y qué sí eran extraños? Nadie éramos perfectos, y para mí eran perfectos a pesar de todo lo malo y lo bueno.
Me soltaron tras unos segundos. Estábamos sonrientes y algo agitados. La felicidad mía parecía habérseles contagiado. Y eso me daba gusto, porque quería decir que estábamos bien.
Por ahora.
Lizzie se había sentado de nuevo en su lugar. Su melena se había despeinado un poco.
—Bueno, ¿Y quién es el afortunado papá? —Cierto, a Lizzie no le había contado toda mi aventura con Remus.
Miré de reojo a Matt, él asintió.
—Remus John Lupin —respondí, dando un sorbo al capuchino.
Lizzie ladeó la cabeza.
—Yo conozco ese nombre, espera...—se llevó una mano a la sien, y cerró los ojos—. ¿No se llamaba así el vejestorio que nos daba... Defensa contra las artes oscuras en último año?
Sentí la rabia correr por mi esófago hasta mi boca. Matt me colocó una mano en el hombro.
—Sí. Ese. Es mi prometido.
— ¿Estás jugando conmigo? —Negué con la cabeza, y ella soltó una risita histérica—. ¡Wow! ¿Todavía le funciona el amigo?
—Es mi prometido. Es el mejor hombre que he conocido, y no tienes derecho a mofarte de él —sin pensarlo alcé un poco mi voz. Ella rodó los ojos. No había cambiado en nada.
—Lo siento —bufó—. Es sólo qué, merlín. Creí que había sido algo de la adolescencia, una estupidez, una fantasía —me vio con seriedad por primera vez—. Mírate. Eres tan joven, tan bonita. Y le estás dando todo eso a...Merlín —negó con la cabeza y bebió medio café en un solo trago. Yo sólo la miraba. Sentía un odio profundo manando por todo mi sistema nervioso.
—Slopper es joven. Y te apuesto a que sólo te quiere para follar —susurré, sintiendo salir mi odio—. Te vas a casar con alguien sólo porque es guapo. Merlín. No sé quién está peor con sus fantasías adolescentes.
La tensión incrementó entre ambas. Elizabeth me miraba con frialdad. Y yo a ella. De pronto toda la felicidad había desaparecido y sólo quedaban los rencores de ambas.
—Jack me ama. Quizás a la que quieran para follar solamente es a otra —se levantó, herida. Yo también me levanté, viéndola retadora.
—Es suficiente, chicas —Matt alzó ambas manos, alternando la mirada—. Estamos aquí como amigos. No puede ser que estén hiriéndose tras años de no verse.
—Cállate, Bones —espetó Elizabeth, cruzándose de brazos—. Cállate. Tú sólo empeoras el ambiente. Sal a ver sí encuentras algún juguete y déjanos a nosotros los adultos arreglar nuestros problemas.
Por suerte, no había mucha gente en la cafetería pero la que estaba nos veía atentos. Matt bajó los brazos y dirigió su atención a Elizabeth. Noté como su respiración se volvía más agitada, como... Como cuando deseas llorar y no debes.
— ¿Adultos? ¿Tú una adulta? No digas estupideces —su voz sonaba molesta, y lastimada—. Eres la persona más inmadura de éste maldito mundo. Y no sabemos porque seguimos queriendo tu amistad, sí lo único que haces con ella es pisotearla, y nos escupes cada vez que se te presenta la oportunidad.
— ¡Ow! —Elizabeth hizo un puchero con los labios—. El bebé Matthew quiere llorar —Se balanceó de un lado a otro como una niña pequeña, haciendo burla de mi amigo—. ¡Pues sí al bebé tanto le molesta mi amistad, ya sabe que hacer! Vete. Y no me busques más, sí no quieres que te pisotee y te escupa.
La situación cada vez subía más de tono. Me acerqué a Matt, y lo tomé del hombro. Le había prometido menos de diez minutos, pero él no quiso verme. Su mirada sólo se centraba en ella. Me preguntaba que pasaba por su mente.
El hombre atractivo que nos había obsequiado los capuchinos se había puesto en pie. Se colocó detrás de Elizabeth, y le rodeó el cuello con un brazo.
Fulminó a Matt con la mirada.
—Ya oíste a la señorita. Lárgate.
¿Ese qué se metía en nuestros problemas?
—No me iré —chilló Matt, y dio un paso en dirección de Elizabeth—. Y tú, eres una maldita víbora —la apuntó con la mano—. Me arrepiento de haber despertado el día en que te conocí, y los días posteriores. Me arrepiento de ti. Me arrepiento.
El sujeto del capuchino salió en defensa de Elizabeth. Pero no con palabras, sino que tomó a Matt de los hombros. El rubio, con silenciosas lágrimas depositó un rodillazo en la entrepierna del moreno. Éste se dobló por la mitad, y Matt tomó ambas tazas con capuchino de la mesa.
— ¡Toma tus putos cafés! —se arrodilló, y dejó caer el contenido en su boca. El sujeto comenzó a toser, y Matt para acallarlo le propinó un puñetazo en la quijada. Y otro. Y uno más.
Tomé a Matt de los hombros, y con palabras bondadosas logré separarlo de él. Intenté arrastrarlo fuera antes de que la policía muggle llegara y nos apresara a todos por armar escándalo. Él caminó, más que arrastrarse. Su mirada se clavaba en la figura de Elizabeth.
—Maldita —gruñó una última vez antes de salir a las calles londinenses. Estas estaban cubiertas de nieve blanca, no muy honda. Matt tenía los ojos rojos, y saliva salía de su boca. No había muchas lágrimas, y su cuerpo temblaba. Oh, vaya que sí temblaba.
—Debí de haberte dejado marchar —murmuré, tomando sus mejillas y obligándolo a verme—. Pero yo quería intentar hacerte feliz, así como tú me habías ayudado, pero... Pero ahora me doy cuenta de que el amor no está en todos lados —sonreí. Una lágrima rodó por mi mejilla, viendo a mi amigo rubio.
Él bajó la mirada, a la nieve. La nuez de su garganta subía y bajaba, extasiada.
—Está en mí —alzó su mirada, con cierto dolor—. En ella no.
Le di un beso en su mejilla. Justo escuché pasos detrás de nosotros. Al darme vuelta, vi a Elizabeth Dukes. Su rostro estaba imperturbable. Se acercó hasta quedar a medio metro de distancia. Matt se tensó.
— ¿Qué demonios te ocurre? —Susurró, roja de enojo—. Yo no te he hecho nada para que me maldigas, me insultes, o me odies. Siempre has querido más a Charlotte, y eso no es mi culpa, idiota —una lágrima resbaló por su mejilla. Pensé que era muy buena actriz, y una falsa de primera.
Vi a Matt, e iba a responderle, pero él me puso una mano en la boca para acallarme. Se soltó de mí agarre y caminó hasta quedar a pocos centímetros de Elizabeth. Él sonrió de forma amarga, muy amarga.
—Siempre he querido a Charlotte —murmuró, asintiendo con levedad—. Pero...No puedes quejarte...Porque... Porque siempre te he amado a ti —apretó los ojos, y los labios. Quise apoyarlo, más no sabía cómo—. Eres una maldita egoísta, superficial y estás loca. Pero así, así deseaba que te quedaras conmigo para siempre —abrió los ojos, y seguro vio el rostro de Elizabeth, cuya boca formaba una perfecta O—. Así deseaba verte a ti primero antes que a nada todas las mañanas; así eres perfecta, y única —mordió su labio inferior—. Quizás no soy ni seré jamás suficiente para ti. Y me importa porque me duele
—Matt, yo... —Ella dio un paso en su dirección, y Matt alzó la mano.
—No, no quiero tu lástima —se limpió las lágrimas con brusquedad—. He soportado toda mi vida. Puedo soportar lo que me resta, y un poquito más —sonrió ampliamente—. No iré a tu boda. Pero te felicito. Que Jack Slopper te dé más de lo que yo podía ofrecer.
No se despidió, sino que caminó y pasó de largo a Elizabeth. Ella se quedó petrificada en su sitio. Dio media vuelta, y vio la silueta de Matt alejarse.
— ¡Matt! —gritó, pero él no volvió jamás la cabeza.
Me acerqué a ella, conmovida y al borde del llanto por la escena anterior.
— ¿Para qué lo quieres? —Dije con brusquedad—. No necesita más daño. Ya le has hecho suficiente.
—Yo no sabía que él...Yo no sabía...
—Claro que no, Lizzie. Slopper tenía un amigo que te mantenía ocupada lo suficiente.
Lizzie apretó los labios y se despeinó el cabello. Parecía a punto de la locura.
Muy buena actriz.
—Lo lamento todo, Charlotte. Yo no sé...No sé porque soy así —se abrazó a sí misma, viéndome fijamente—. Jamás he podido cambiar. Lo siento. Lo siento, Charlie.
—No te disculpes conmigo, discúlpate con él —vi en dirección a donde se fue Matt—. Espero que comprendas sí no voy a la boda, me solidarizo con mi mejor amigo. Pero...Tú si estás invitada a la mía —le sonrío a medias—. Sí gustas ir...
Ella asintió, y después volvió la mirada a la nieve.
—Tengo que pensar —y sin más, se alejó de mí, hasta que desapareció por completo.
Toqué mi vientre, y solté un suspiro largo.
—Tienes un par de tíos demasiado locos y estúpidos —murmuré, para después volver a casa. Mi prometido tendría hambre, y yo ganas de estar junto a él.
|| I'll be back, porque ya sé más o menos como avanzar gggg
Para mí Matt es Diana Agron xddddd por eso el video (?)
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top