Capítulo 41.
Entre heridas y secretos.
-Encontré un nuevo apodo para ti -Matt me recibió con una enorme sonrisa, abriendo la puerta de Grimmauld Place.
- ¿Ah, sí? -musité, un tanto indiferente.
- ¡Lottie! -exclamó de forma infantil, como sí hubiera hecho el descubrimiento del siglo.
Entré en la casa, que tenía más resquicios de luz y felicidad que la última vez que la había pisado. Todo parecía muy limpio, y atribuí todo aquello a Alenna. Yo sabía que se esforzaba por agradar y alegrar a Sirius. Era una chica excelente, algo extraviada, pero excelente.
-Me gusta más Charlie -dije, un tanto desconcertada. Observé a mi amigo, que me miraba. Y lo hacía como siempre; con cariño.
-Bueno, Charlie.
-Pero eres Matty así que, trátame como quieras -le insté con una pequeña sonrisa, intentando no verme tan amargada. Matt era alegría pura, ¿por qué tratarlo mal? -, ¿Dónde es la junta?
-En el comedor -Matt apuntó con la mano el corredor.
- ¿Ha ocurrido algo? -Interrogué, mientras andábamos hacia la reunión. La verdad hacía mucho que no pasaba nada nuevo, desde el ataque del señor Weasley.
-Pues, ah, no sé, yo no estoy muy bien enterado -el rubio se colocó a mi lado-. Pero Kingsley tiene sospechas de todo el mundo, y creo que avistó algo hoy, quiere dar parte a la orden.
-Oh...-murmuré, cavilando en mis pensamientos. ¿Sería qué...?
No, no era posible.
Matt me abrió la puerta; adentro no estaba del todo abarrotado. Apenas el matrimonio de los Weasley, Sirius y su novia se disponían a sentar. Saludé en voz baja, a la vez que ocupaba mi lugar al fondo de la mesa, entre lo más oscuro y menos importante. Quizá para algunos no fuera sitio bueno, pero para mí y mis razones, era más que suficiente.
Poco después, gozando de gran puntualidad entraron los aurores, Hestia Jones, los Bones, y todos los que constituían la orden, exceptuando al profesor Dumbledore que se había visto desaparecido desde que Dolores Umbridge asumiera el cargo como directora del colegio. Al principio, juré y perjuré que había sido una broma. No obstante, cuando lo confirmaron, no supe si sentir tristeza o pena por Hogwarts. Con la nueva amenaza, y sin su director, era un lugar muy propenso a ataques siniestros.
La junta comenzó. Y él no llegó. Había estado preparándome desde el día anterior, cuando me avisaron de la reunión. Me había prometido ser indiferente, como siempre, pero cuando vi que no sería necesario, una extraña sensación embargó mi pecho. Esa sensación me impidió pensar, y poner atención al tema que se trataba. Mi mente en cambio, no dejaba de rememorar la nieve, el frío, el calor, y después... Los besos de diciembre.
Por supuesto que cumplí lo que auguró Remus. Desaparecí. Todo bajo el creíble pretexto de mis estudios, de mi preparación como medimaga. Nadie preguntó por mí, porque hacía mucho que le había dejado de importar a alguien. Exceptuando, quizás a mi amigo inseparable, al rubio que por alguna razón, no captaba que ya no era la misma joven que se graduó de Hufflepuff. Hice una mueca al pensar en mi antigua casa, y en lo que solía ser... ¿Estaría orgullosa, Charlotte Studdert la chica a punto de cumplir dieciocho de lo que soy ahora? No, sé lo que me diría "Pedazo de porquería".
Pero eso no importaba. No en aquel momento en el cual, la junta se alargó dos horas, y él, él no había asistido. ¿Por qué? Él era siempre el hombre más atento y dispuesto a ayudar después de Sirius. ¿Por qué se perdería algo así de importante? No debería de importarme, no después de haberme ido de aquella choza sin despedirme, pero importaba. Me importaba más de lo que podía permitirme.
-Lottie -dijo el rubio de pronto-. Tierra llamando a Lottie, 1, 2, 3. ¿Alguien ahí?
- ¿Qué ocurre? -descubrí que mis ojos observaban un punto al infinito, fijamente.
-La junta acaba de terminar -noté como todos se levantaban, sin prestarme la más mínima atención-, y pareciera que estás muerta.
Oh, Matty, sí supieras.
-Sólo desperté del lado equivocado de la cama.
-Es Junio, un mes alegre y veraniego, no deberías estar así -me animó-. ¡Ya sé! ¿Vamos a los columpios?
-Sabes que voy ahí sólo de noche -le espeté.
-Se me olvidaba tu complejo de morticia -y rió como sí hubiera dicho un chiste divertidísimo. Se despeinó el cabello, y soltando un suspiro, negó con la cabeza-. ¿Vamos a tomar un café? ¿A bailar? ¿A duchar ancianos? ¡Vamos a donde sea! Pero ya no estés tan seria.
De pronto todo el piso se me movió. Me encontré mareada, con cierto dolor de estómago. Me levanté con prisa, y antes de salir, miré a Matt intentando componer la mejor de mis sonrisas. Qué era sólo un patético intento.
-Iremos a un... Café... Pero, debo... ir al baño -articulé con apenas voz. Él sonrió de manera amplia.
-Muy bien, ve y refrescate, aquí te espero, ¡Eh!
Salí corriendo por las escaleras al tercer piso, ya que en el primero, Amelia Bones se encontraba. Entré, y me apoyé en el lavabo con fuerza; mis manos temblaban, cosa que no era muy rara en mí desde hacia tiempo. Alcé la mirada para toparme con mi reflejo. Una loca era todo lo que quedaba de Charlotte. Y me daba miedo, porque a las locas nadie las quería, aunque claro eso no debería ser preocupación mía.
Me lavé las manos, y mojé mi rostro. Busqué una toalla para secarme, mientras afuera unas risas que comenzaron como murmullos, terminaron estruendosas. Fruncí el ceño, pensando en quien podría reír en medio de lo que parecía ser el inicio de una guerra. Abrí el pomo de la puerta, y al fondo del pasillo, la última habitación dejaba entrever un rayo de luz. Opté por bajar, ya que Matt me esperaba, pero mi curiosidad al oír las risas más fuertes todavía.
Caminé, y al llegar al final, pude ver por la puerta entre abierta; el sol de la tarde bañaba la habitación de oro. Sobre una vieja cama, sentado y sin camisa, se encontraba mi ex profesor con una sonrisa discreta de lado a lado. Me pregunté cuanto hacía que no lo veía sonreír así de sincero, así de feliz. De pronto, otra voz llenó la estancia; femenina, divertida, cálida.
- ¡Y listo! -dijo aquella voz-. Pareciera que la Luna ni siquiera pasó éste mes en ti -con la puerta entre abierta, sólo pude ver como unas manos pequeñas se posaban en el pecho de él, con un pequeño trapo-. No te rasguñaste, y sí lo hiciste, son apenas pequeños.
Remus se movió un poco. Había varias cicatrices recientes. Me preguntaba porque decía aquello la mujer que le curaba las heridas. Aunque a él no le parecía importar la sarta de mentiras que le decía, hasta parecía agradarle.
-Eres muy buena curando -le dijo el castaño, mientras veía aquella mano tratar sus heridas-. ¿Dónde aprendiste a hacerlo?
-Soy muy torpe -respondió ella-. Me tuve que aprender a curar yo misma.
-No sé como pagarte.
-No debes hacerlo -la mano se posó sobre la mejilla. Y mi corazón se estrujo al ver como el pulgar de ella, acariciaba con cariño la mejilla de él-. Para mí es un gusto, además no tenía nada mejor que hacer.
-Eres auror -replicó con su voz profunda y tranquila-. El tiempo de un auror en éstas épocas vale oro.
-Exageras, Remus -yo conocía esa voz, pero ¿dónde? -. Estás listo para sobrevivir un mes más -Remus asintió a la figura que cubría la puerta-. No, espera... Falta algo...-Remus frunció el ceño-. ¡Ah, ya! -la mano de la voz conocida, peinó el cabello castaño de él hacia un lado-. ¡Listo! Tan atractivo como siempre.
¿Atractivo? Wo, wo,wo. Sí, lo era, pero... ¿Quién se lo decía? No tuve tiempo de indagar, ya que pasos provenientes de la escalera, me obligaron a esconderme en el armario que por suerte, yacía frente aquella habitación. Me acomodé en el armario, abriendo apenas una rendija para espiar afuera. Logré esconderme a tiempo para que la señora Weasley no me viese. Tocó en la puerta donde había husmeado.
- ¡Hola, Remus! ¿Cómo estás? -saludo efusiva-. Abajo te he preparado una vitalizante comida.
-Hola, Molly. Eres muy amable, te lo agradezco -dijo con su habituada voz tranquila, soltando un suspiro pequeño.
-No es nada. Tonks, cariño, Kingsley me mandó a decirte que es hora de partir, ya que el ministro tendrá una reunión y requiere de tu colaboración.
- ¡Ya parto contigo, Molly! -pude ver una cabellera rosada moverse-. Remus, fue un gusto, cuando desees puedo volver a ayudarte, ¿sí? ¡Ten un lindo día!
Casi al momento, salieron ambas, cerrando la puerta de la habitación. Las vi alejarse, y justo antes de que comenzaran a bajar las escaleras, logré extraer una frase suelta hecha con la voz de la señora Weasley.
"Hacen una linda pareja".
Salí del armario, sintiendo mi corazón estrujarse de nuevo. Las lágrimas de impotencia se agolpaban en mi rostro, mientras me obligaba a no dañar la pared. A no dañarme. Sí, no dudaba de que Remus Lupin hiciera linda pareja con cualquiera menos conmigo. No dudaba de que sería feliz con cualquiera y menos conmigo. Y Tonks, no la conocía mucho, pero se veía que era linda, y que querría a Remus con cada latido de su corazón.
Así como yo lo hice alguna vez...
"Autocontrol" Me dije a mi misma, mientras me cubría la boca para contener sollozos. Pero no era sólo el hecho de que Remus no pudiera estar junto a mí lo que me ponía mal; era todo. Era la vida de mierda que me había tocado tras salir del colegio. Las personas cometíamos errores, pero jamás nos dábamos cuenta de ellos hasta que se nos eran cobrados. Y a mi la factura me había salido muy alta. De pronto, volví un año atrás, cuando todavía creía que pidiendo perdón durante las noches, cuando nadie me oía era mi salvación. Volví a los días de infierno. A las noches oscuras sin una sola luz que me alentara y dijera que todo estaría bien. Volví al encierro, la soledad. Volví al momento en el que me convertí en una mentirosa, una porquería para sobrevivir. Pero no me arrepentía, porque todo lo hice y seguía haciendo por amor.
No obstante, mi cuerpo tembló con más violencia. Mi cerebro explotaba. No podría contenerme mucho tiempo; mi vida era un inmenso secreto, que sabía sí lo decía, me costaría la vida. Aunque a aquellas alturas, perder mi vida era lo de menos. Pero la de ellos...La de mi razón de ser, jamás.
"Te vigilo". Resonó en mi mente, como bramido.
Negué varias veces con la cabeza, mientras me armaba de valor. Él era el único que podría entenderme. El único que no me juzgaría. ¿Y que sí me odiaba después de contarle aquello? ¿Y que sí decía que era una tonta y una cobarde? Lo era, no hay porque mentir. Tonta, tonta, tonta. Mordí mi dedo para evitar que algún ruido extraño saliera. Asentí, intentando llenarme de valor. Era sencillo, sólo dos palabras, y listo. Sólo dos malditas palabras. No pasaría nada, él guardaría el secreto... Sí, lo guardaría, debe de guardarlo... Lo guardará.
Abrí la puerta de su habitación. Se apretaba la corbata, viéndose al espejo. El ruido de la puerta lo hizo voltearse. La sonrisa que había tenido con Tonks se había dispersado. Su rostro al verme estaba contraído, pálido, sorprendido.
Sus manos bajaron del nudo de la corbata, a sus costados. Me miró con fijeza. Me sentía intimidada, me sentía una hormiga. Quería arrepentirme. Podría vivir con el secreto. Él no tendría porque enterarse. Estuve a punto de dar media vuelta, pero él habló.
- ¿Ocurre algo? -su voz sonó seca. Indiferente. No me habló como lo había hecho con la chica de cabello rosado. Otra puñalada a mi corazón. Me lo merecía.
Son sólo dos palabras.
Abrí la boca, pero nada salió.
- ¿Señorita Studdert? -mordí mi mejilla por dentro, evitando o intentando evitar las lágrimas a toda costa-. Le he hecho una pregunta, y sí no me dice el porqué de su visita, me temo que tendré que despedirla -gélida cortesía para la persona que le conocía mejor. Quería gritar. Quería tirarme al piso. Pero no, yo era valiente. O por lo menos, trataría de serlo una vez en mi vida.
Con el cabello hecho un desastre, lágrimas de dolor, y rostro trastornado, asentí. Su cara seguía imperturbable.
-Estoy casada -dije despacito. Ese me parecía un buen comienzo para toda la historia.
Me sentí tranquila, pero las lágrimas no paraban de manar.
En cambio, en la cara de mi profesor, se comenzaban a dibujar olas y nubes de gris tormenta.
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¡Hola!
Perdón por tardar tanto pero estamos en finales, ¿a ustedes se les hacen fáciles?
Espero les guste el capítulo (también había sufrido bloqueo)
Quiero agradecer por todas las lecturas, comentarios, votos. La verdad son mi motor para seguir adelante, chicas.
Las adoro, y espero les guste.
XoXoXo
W.
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