Capítulo 36.
Fase 3: recuperando la luna.
La junta fue tediosa.
Aburrida, y exasperante. Claro, ¿cómo no desesperarse? Era bastante difícil mantenerse centrado en el tema cuando había algo en lo que centrarse mejor.
Ella.
— ¿Qué opinas del plan de Dumbledore? —Preguntó Sirius a Remus.
—Opino que Fudge es un idiota que no cederá por nada del mundo. Está paranoico. —dijo Remus, sentado en aquella enorme y opulenta sala de estar de los Black Black.
—Lo que me preocupa es como esto pueda afectar a Harry.
—Es un chico fuerte, sabrá sobrellevarlo —Remus se recargó en el sofá, viendo por la ventana a las calurosas calles bañadas de verano. Se quedó pensando en nada y en todo a la vez. Por su mente pasó que quizás Harry sufriera de un pequeño contratiempo. Cornelius era capaz de todo con tal de que sus tiempos de paz no fueran interrumpidos—. ¿Durante cuánto tiempo tendremos casa llena? —La mayoría de los miembros de la orden se instalarían en Grimmauld Place.
—No lo sé, es cosa de Dumbledore —replicó Sirius. La sala era el único sitio donde se podía estar tranquilo; afuera había un tumulto de aurores instalándose. Remus sólo esperaba a que todo estuviera en paz. Sólo necesitaba cinco minutos a solas...
— ¿Cómo te sientes? —Le preguntó Sirius. Remus se contrajo de hombros.
—Bien.
— ¿De verdad? —el tono serio en su voz ronca le sentaba de maravilla—. Es decir, un año sin contacto o explicación suena... Duro.
—Quizás lo duro sea que vino a aparecerse hoy —murmuró Remus.
— ¿Por qué hoy?
—Por nada —Remus le dirigió una mirada de soslayo a Sirius, pensándose la respuesta para él mismo.
"Porque hoy amanecí con ganas de verle, de sentirle. Y también desperté con la esperanza muerta de no verla".
— ¿Seguro que no está mal que se quede a vivir aquí? —Sirius, bendito Sirius.
—Seguro.
— ¿Seguro? —la diversión reapareció en su voz, y Remus sintió de nuevo firme el terreno—. No quiero ser despertado a medianoche por un lobo con el corazón roto.
—Con la novia que te cargas, no te despertaría ni aunque estuviera siendo besado por un dementor.
—Novia es una palabra fuerte.
—Siempre el mismo, Sirius —Remus cerró los ojos con suavidad.
—Siempre el mismo, Lunático —repitió Sirius, poniéndose en pie—. Iré a ver que todo esté bien —le palmeó el hombro a Remus.
—Hazme un favor y dile a Bones que venga.
— ¿A Edgar?
—No, no —Remus colocó las manos detrás de su nuca—. A Matt.
—Tú nuevo mejor amigo, ¿verdad? —Al detectar el tono dramático en la voz de Sirius, Remus sonrió.
—Él no tiene pulgas.
—He sido tremendamente herido —Escuchó los pasos del pelinegro alejarse, y cuando creyó estar solo abrió los ojos y se inclinó sobre el asiento.
Había mucho que necesitaba una explicación. Pero Remus sabía que no tenía ningún derecho de pedirla; él mismo le había dicho que sí quería podía arrepentirse. No mandar nada, y alejarse de él por ser peligroso. Pero, algo en su interior le palpitó y le dijo que Charlotte estaría con él por el resto de sus días. Claro, no todo sería fácil, pero podría haber apostado todo lo que tenía a que Charlie iría. No entendía que se había jodido, ella parecía tan segura... Tan enamorada. Como él. Y sin embargo, no la volvió a ver hasta dos horas atrás.
De verdad no la esperaba. Remus se había hecho a la idea incluso de que se había ido del país. Quizás podría haber estado estudiando en América, y siendo feliz con algún chico guapo, alto y fornido como Zack. Esperaba todo de Charlotte, menos verla en Grimmauld Place en una junta de la orden del fénix. Entró después de Bones, pero parecía más su fantasma, más como un recuerdo de lo que había sido; su cabello castaño brillaba con fuerza, no obstante, no se podía decir lo mismo de sus ojos castaños; su cuerpo estaba más delgado, y claro ella estaba más alta y formada. Se había ido una pequeña mujer de sus brazos y había vuelto una mujer completa. Madura. Seria, y su rostro aunque duro y filoso, todavía tenía algo de dulzura e inocencia brillando.
Aunque estaba muy guapa, para él, Remus Lupin que la conocía de memoria, le parecía que estaba enferma o deprimida.
Entró y tomó asiento. Ni siquiera fijó su mirada en él. Eso le dolió un poco, pero no podía detener el asunto, así que se sentó junto a Sirius, y esperó a qué Arthur, Sirius, y Snape hablaran. Kingsley aportó varias anomalías que se cometían en el ministerio producto del regreso de Voldemort. A Remus le pareció bastante inapropiado el que no le importara lo que ocurriera en el ministerio. Se sentía culpable dejar de lado sus ideales unos momentos sólo por ver a la castaña. Sin embargo, intentó hablar todo lo que pudo.
Al final de la junta, se levantó apurado, pero sólo se quedó ahí. Charlotte le dirigió una mirada rápida. El corazón del castaño se detuvo un instante, más aquella mirada fue fría, dura. Increíble. La castaña salió tras su amigo, y Remus no se atrevió a seguirla. Después de todo, se la toparía por el resto del verano; la orden del fénix se instalaría en el cuartel.
Quién sí le dirigió la palabra, fue Tonks, la prima de Sirius, pero sólo fue una disculpa ya que había tropezado con él. Remus sonrió amable, y le dijo que no se preocupara.
Tenía peores dolores que el que pudiera ocasionar un simple tropezón.
— ¿Profesor? —Una voz gruesa, que tenía vestigios de una voz conocida lo sacaron de sus pensamientos—. No, no, eh... ¿Señor Lupin?
Remus elevó la mirada topándose con el nuevo Matt. Un chico de metro noventa, barba, voz gruesa e ideales bien plantados, o eso esperaba Remus. Se preguntó sí sería el mismo que hacía un año.
—Dime Remus —pidió—. Siéntate, Matt —el rubio le hizo caso—. Mírate. Ya eres un hombre fuerte.
—Ni tan fuerte —Una sonrisa nerviosa; seguía siendo el mismo.
—Claro que sí —dijo Remus, estrechando sus manos por encima de su estómago—. ¿Qué tal éste año? ¿Qué has hecho?
—Nada interesante —mejillas rojas, sudor por la mejilla. Obviamente mentía.
—Qué raro. Tú padre era de los que traficaban travesuras en su adolescencia —arqueó una ceja, sacando una tableta de chocolate del bolsillo de su saco. Lo partió a la mitad y le ofreció el otro trozo a Matt, quién lo tomó con mano temblorosa.
— ¿Ah, sí? —sonrió de lado, metiéndose la tablilla.
—Sí —asintió Remus.
Silencio. Sólo se escuchaba los dientes del rubio mascar el dulce. Remus se relamió los labios, sin saber como empezar el tema. Sabía que Matt le diría lo que quisiera saber, o... Eso esperaba, de verdad.
— ¿Bueno, verdad? —interrogó Remus, dando una mordida al suyo.
—Sí, mucho —respondió Matt, relamiendose los labios.
—Me alegra —El castaño lo inspeccionó entrecerrando los ojos—. Tengo algunas cosas que preguntarte, Matt. ¿Te molestaría?
—Eh...—tragó el chocolate—. Bueno, está bien. Aquí entre nos, me gusta la cotilla.
Remus ocultó una sonrisa.
—Seré directo —se cruzó de brazos—. ¿Qué tanto ha pasado con Charlotte Studdert?
La sonrisa se desapareció del rostro de Matthew Bones. El color rojo de las mejillas salió ahuyentado y una mueca se formó en su boca.
—Sí...Sí le soy sincero, no lo sé profesor —dijo tras varios segundos en silencio.
—Por favor, Matt —Remus se apretó la rodilla, descruzando los brazos—. Dime lo que sepas.
—Es que yo...
—Matt —la mirada de Remus se aseveró. El rubio hizo una mueca indeciso. Ambos ojos azules colisionaron, con diferentes sentimientos.
Al final, ganaron los dolidos.
—Hace seis meses que me topé a Charlotte vagando por las calles —dijo Matt—. Fue casualidad pura. Ella no me había escrito desde que bajamos del andén, tampoco la había visto —se encogió de hombros—. Yo le escribí varias veces, pero tampoco tuve respuesta. Creí que me odiaba o algo así. Pero cuando me la topé parecía una loca —frunció el ceño, viendo el suelo, como recordando—. Le pregunté que porque no me escribía o visitaba. Ella sólo... se disculpó y dijo que no fue su intención. Me pidió perdón. Lo acepté, ¿por qué no? Después la invité a un helado en Florean Fortescue, hablamos, y ya. Me dijo que vivía sola en un departamento en Londres. Estudiaba medimagia, y que cumplía sus sueños.
A Remus le sonaba todo muy ilógico. Pero Matt no mentía.
— ¿Y que piensas tú? —dijo sin pensar.
—Creo que Charlotte omitió contarme algo —se encogió de hombros—. Aunque no sé qué.
—Probablemente, su vida de verdad —murmuró Remus para sí—. ¿Y ahora forma parte de la orden del fénix?
—La invité —dijo Matt—. Mi papá dijo que Charlotte sería un buen elemento. Yo lo aprobé. Ella accedió. Me parece que cree en nuestra causa.
—Sí, es una buena chica —la boca de Remus hormigueaba—. Y... En lo que llevan conviviendo, ¿No te ha dicho nada de mí?
Matt sonrió, como sí hubiera recordado un buen momento.
—No... En realidad, apenas sí hablamos —hizo una mueca—. Aunque siempre hablábamos de usted, no se sienta mal.
— ¿Ah, sí? —La ceja derecha de Remus se arqueó con suspicacia.
—Sí —Matt asintió, divertidísimo al parecer—. No le diga a Charlotte que le dije, pero en aquellas épocas, era usted el centro de nuestra vida.
Remus sonrió afable. Se imaginaba a los dos adolescentes ingeniándoselas para captar su atención.
— ¿Fue muy difícil?
—Fue divertido —admitió Matt—. Teníamos un plan. Se llamaba...—cerró los ojos, intentando recordar—. Alcanzar la luna, y consistía en varias fases...
Matt soltó una risita. Y Remus recordó sus días de joven adulto, cuando había salido de Hogwarts y se había convertido en un hombre. Estaba igual que el rubio; risueño y estúpido, porque no podía creer las tonteras que había hecho con sus mejores amigos. Soltó un suspiro, nostálgico; estaba en un punto donde tenía demasiadas preocupaciones. Y demasiado dolor. Y demasiadas cosas.
— ¿Ya no me quiere, verdad? —Remus pensó en voz alta.
—Yo...—Matt abrió la boca, al parecer, no sabía que decir ante aquello. Lo había cogido desprevenido—. No lo sé, Remus.
Remus sonrió triste.
— ¿Y sí no lo hace? ¿No se puede hacer nada en contra de ello? —elevó la mirada. Se sentía tonto charlando aquello con un chico. Pero era un chico sensato.
Matt se encogió de hombros.
—No lo sé, ella era la que luchaba por usted y los papeles se han invertido. ¿Qué se puede hacer?
El castaño se recargó en el sillón. Viendo al techo, a la nada, intentando eludir los recuerdos. Pero Matt que se había quedado pensando, su cerebro dio a luz a una idea. Loca, y perfecta. Una idea que muy seguro, Remus Lupin no aprobaría.
—Nunca creí volver a decir esto de nuevo —Se puso en pie, viendo desde arriba al ex-profesor. Su gesto era muy serio—. Pero ha llegado la hora.
— ¿De qué? —Remus se cruzó de brazos, frunciendo el ceño.
Matt sonrió de lado.
—De activar la fase 3 —Asintió seguro de sí—. Ex-profesor... Recuperaremos la luna.
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Capí nuevo 7u7r
Este es un buen momento para advertir; hace años que no abro un libro de Harry, sí, decepcionante lo sé, pero es que no tengo tiempo. So, no recuerdo bien lo que ocurría en la orden del fénix y se me van algunos nombres de personajes. NO, NO SOY UNA SQUIB. Sólo que se me va el avión, ¿no les pasa que van al refri, lo abren pero se les olvida que iban a comer? asdfg ;-; soy de esas personas, pero me pasa a diario.
Gracias por su apoyo, os quiero a todas!
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