Capítulo 3.


    «Estoy bien»  

El tiempo en Hogwarts transcurría volando, pues entre clases, amigos y charlas todo es más divertido. Sin duda alguna no podía existir un lugar mejor, además, éste año era especial para mí (una hija de muggles) Pues cumpliría dieciocho años, una edad (además de los diecisiete u once) muy importante para mí.

Había pasado ya una semana desde que hubiera entrado a Hogwarts, y con tristeza observaba que mi vida se iba quedando un tanto vacía; mi amiga se la vivía colgada del brazo del Gryffindor y Matthew estudiaba bastante dejando poco tiempo para hablar con él.

Un día jueves estaba sentada en los jardines, leyendo en silencio. Notaba que mis habilidades decaían, tanto en encantamientos, como en D.C.A.O, lo que era bastante extraño ya que siempre había sido una buena bruja, pero ahora, sentada, no encontraba el motivo por el cual me había degradado tan notoriamente, y esperaba fuera algo pasajero.

Dejé de leer un momento ya que sentí mis ojos cansados, levanté la vista y observé que ninguno de mis amigos estaba cerca. Suspiré, nostálgica y observé el reloj; debía de apresurarme a ir a clase de pociones o Snape me comería cruda. Cerré el libro y entré caminando lentamente mientras fijaba mi vista en la tapa del libro, que hablaba sobre Defensa contra las artes oscuras, pues tenía que aumentar mis calificaciones, de lo contrario me debería resignar a sacar un Troll en el examen.

Los solitarios pasillos del colegio (a excepción de alguno que otro estudiante) me parecían bastante acogedores, nada me distraía de mi libro, estaba por cambiar de hoja cuando al dar un paso sentí como chocaba con algo.

Mejor dicho, alguien.

— ¡Ay! —Exclamé quedamente. Alcé la mirada, sobándome el brazo y lo miré; tenía su cabello castaño con algunas canas, bien peinado; sus ojos azules y sus facciones prominentes, de inmediato di un saltito hacía atrás, apenada.

—Disculpe usted señorita no la vi —dijo algo agitado, viéndome y deteniéndose por unos instantes— ¿Está bien? — Me preguntó. Yo sólo lo miraba nerviosa.

—Sí, estoy bien...—respondí a la vez que me inclinaba a recoger mi libro, el cual había terminado en el suelo. Él observó mi movimiento y me ganó inclinándose para recogerlo.

—Gracias —dije, mientras recibía apenada el libro con la vista baja. Él se me quedó mirando, lo podía notar, e intentaba sonreírme, sin conseguirlo.

—Bueno, me retiro... Hasta pronto —se disculpó, creo recordando que llevaba apuro, yo asentí apenas con la cabeza y cuando levanté la vista para verlo, ya no estaba.

Me quedé mirando por donde seguro se había ido; sonreí como tonta y de pronto me llevé una mano a la boca ¡Snape ahora si me comería! Salí corriendo en dirección de las mazmorras ¡Todo estaba silencio! Decidí no entrar, pero ¿No sería un tanto mal? Entonces, armándome de valor, abrí la puerta. Noté que estaba de espaldas, varias miradas se posaron sobre mi figura, entré lentamente. Quizá no me notaría...

— ¿Se quedó dormida, señorita Studdert? —Reprendió Snape aun de espaldas. Yo sólo me quedé estática y lo miré; el profesor me infundía bastante miedo.

—Y ahora supongo que ha de necesitar que vaya a mostrarle su lugar —el sarcasmo que empleó me obligó a moverme. Me dirigí a mi lugar, pensé que lo peor ya había pasado, pues no me volvió a decir nada más en toda la clase.

Compartíamos clase con los Gryffindors por lo cual pude ver a mi amiga, que estaba muy embobada con Slopper, por lo que me senté junto a Matty, el cual me dedicó una mirada diciéndome ''Suertuda''. Por mi parte, intenté sonreír, pero no lo conseguí. Después saqué mis útiles para disponerme a trabajar, definitivamente, pociones no se uniría a la lista de ''Materias en decadencia''.

Después de terminar la clase, recogí mis útiles rápidamente para ir a clase de D.C.A.O pero antes de irme Snape me llamó.

—Señorita Studdert, acérquese —ordenó, antes de que lograra cruzar el umbral del aula. Puse los ojos en blanco y me devolví, arrastrando los pies.

— ¿Sí?

— ¿Por qué llegó tarde a clases? —Me preguntó.

— ¡Oh! Bueno, me topé con el profesor Lupin afuera y eso evitó que llegara a clase a tiempo —Respondí con la verdad, no soportaba estar muy cerca de Snape. Él asintió.

—De acuerdo. Pero la próxima vez no seré tan generoso con usted... Retírese.

—Está bien, con permiso —susurré. Di media vuelta y salí de ahí, aliviada.

Camino con paso apresurado a la clase de D.C.A.O. Mientras atravieso los pasillos voy pensando, ¿Cómo subiría mis calificaciones? Sí sacaba una nota baja o mal, de seguro no convencería a mis padres de una fiesta por mi cumpleaños que sería en cinco meses. Pero todos mis pensamientos se extinguieron en cuanto entré al aula.

Matty, el cual estaba sentado enfrente me hizo una seña con la mano para que me sentase con él. Yo asentí y dirigí mis pasos hacia la butaca. Por otro lado, el profesor Lupin charlaba animadamente con un chico, mientras esperaba a que los alumnos se sentaran.

—Bien, clase, a ustedes como alumnos de séptimo, les corresponde la Oclumancia y Legeremancia, ¿Alguien sabe para qué son estas dos cosas? —inició la clase, y yo tenía la respuesta. No pude evitar levantar la mano.

— ¿Sí? —me concedió la palabra.

—La Oclumancia sirve para resguardar los pensamientos, mientras que, la legeremancia es su contrario, pues es la habilidad de leer los pensamientos —respondí intentando recordar lo leído aquella mañana.

— ¡Perfecto! —Exclamó el profesor, entusiasmado—. Este año lo intentaran manejar, aunque la habilidad para estas dos cosas es muy extraña de encontrar en un solo mago —comentó mientras pasaba al frente— En la página ciento noventa leerán la teoría y por favor, escribirán...—pedía, yo no podía prestarle atención, clavaba mis ojos verdes en su figura, iba y venía y con ello mis ojos, no podía evitarlo, no podía prestar atención '' ¡Reprobare curso, de seguro! '' Pensé.

— ¿Queda alguna duda? —Preguntó. Nadie dijo nada, sin embargo, necesitaba que lo volviera explicar de nuevo, pero al igual que mis compañeros permanecí indiferente.

—Bien, entonces adelante, comiencen —yo me le quedé mirando por unos cuantos segundos más, hasta que Armand tosió un poco, lo vi y me di cuenta de que mis miradas las había notado el profesor. Intentando disimular bajé la vista y saqué mis utensilios, pero no conseguí concentrarme en la lectura, me distraía bastante con cualquier cosa. Noté una mirada sobre mi persona, pero hice caso omiso. Sabía de quien provenía, pero intenté no voltear. Debía disimular.

¡Por fin! Creí que nunca diría algo de una clase que no fuera la de Snape, había llegado la hora de irse. Guardé felizmente mis útiles y me dirigí a la puerta, y antes de irme, el profesor me llama.

—Necesito hablar con usted —Me dijo. Yo lo miré y sin remedio me acerqué.

— ¿Que desea profesor?

—Hablar, dígame, señorita...

—Studdert, Charlotte Studdert —completé y le tendí mi mano diestra. Él sonrió ligeramente y me contestó el saludo.

—Bien, señorita Studdert, noté que tiene ciertas dificultades para concentrarse, y quizás me juzgue un loco pero, ¿Está todo bien? ¿Algo le afecta? ¿Necesita algo? Yo le puedo ayudar en lo que necesite —Me hizo su ofrecimiento con sinceridad. Sonreí levemente, nunca nadie había mostrado un interés así por mí, ni siquiera mis padres.

—Estoy bien, solo que, bueno yo he estado trabajando en otras cosas —mentí. No sabía que responder.

— ¿En serio? —interrogó alzando una ceja, gesto que se me hizo tierno y cómico.

—Sí, se lo aseguro. Prometo poner más atención en clase, profesor —prometí, mientras pasaba una mano por mi cabello.

—Está bien —Dijo finalmente—. Puede irse señorita Studdert —asentí, viendo su sonrisa sincera. Tomé mis útiles y salí apurada del aula; notaba la intensidad de su mirada aun después de haberme alejado de ahí.


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