Capítulo 17.
Diciembre había llegado, y no hubo falta de consultarlo con un almanaque, ya que las nubes blancas que cubrían el cielo, lo decían todo. Aquella mañana hacía mucho frío, así que busqué varios abrigos y blusas abrigadas. Las vacaciones de invierno habían comenzado, y al llegar a la sala común pude comprobarlo al ver qué la mayoría de los alumnos llevaban su equipaje en un brazo, mientras que con el otro se abrazaban y despedían de sus amigos. Yo no tuve que hacer nada de eso, ya que no quería ir a casa el ambiente era demasiado tenso y además, Matthew me había pedido que por favor me quedará para ver que hacían de ''interesante'' Y él tampoco quería ir a casa ya qué...
— Papá tiene suficiente con los regalos de mis otros cuatro hermanos —susurró por cuarta vez en el mes, mientras desayunaban en el vacío gran comedor. Suspiré, no me gustaba ver a mi amigo así.
— Tranquilo Matthew, estoy segura de qué te mandaran un obsequio —lo animé. Él sonrió a medias.
—No quiero obsequio, Charly Charly, y sí lo tienen pensado, que se lo den a mis hermanos...
— Hablas como sí tu padre no fuera rico —espeté. Él se encogió de hombros.
— No sé trata de dinero, sino de paciencia —rió leve— Es decir, la última vez que todos mis hermanos estuvieron juntos, termino casi loco —sonrió de lado y yo rodé los ojos. Después nos quedamos en silencio. Yo comencé a ver a mi alrededor, ver como los bancos se vaciaban y los alumnos comenzaban a salir, algunos a sus salas comunes o los jardines, y la mayoría a la locomotora, rumbo a su hogar.
— ¿Vamos a Hogsmeade? —preguntó Matt después de terminar el desayuno. Yo me encogí de hombros, de igual manera, no tenía a donde ir.
— Vamos —dije asintiendo. Él me ofreció el brazo, y lo tomé. Gustosa. Atravesamos el gran comedor, y al hacerlo pude ver a Elizabeth de reojo. Hacía mucho que no hablabamos, de hecho dos semanas. Pero ella es lo que quiere, supongo que no puedo hacer nada contra eso, más que lamentarme en silencio.
— Vamos Charly, nos cerraran todo —animó mi amigo. Yo rodé los ojos.
— ¿A dos días de Navidad, cerraran? —Pregunté incrédula— Creo que es cuando tienen abierto, inclusive en la noche —dije mientras abotonaba más mi abrigo, en el jardín el frío era más fuerte.
—Creo que tienes razón —concedió mientras tomábamos el sendero que conducía al pequeño pueblo. Alcé una ceja, viéndolo de reojo.
— Siempre la tengo...
—Como que el ego está mañana fue el desayuno principal —comentó. Yo entrecerré los ojos, frunciendo los labios.
— No lo sé, en realidad, creo que casi no he hablado y por eso te sorprender de lo que digo...
— Tienes razón —concedió de nuevo Matt. Yo lo miré, algo sarcástica— Cómo siempre, claro —agregó. Reí leve, mientras obligaba a mis piernas moverse entre la profundidad de la nieve. Caminamos el largo trecho en silencio. Supongo, Matthew seguía pensando en su familia y en Navidad. Sé que le dolía mucho estar separados de ellos. Y por ello, no decidí hablar más.
Cuando llegamos al pequeño pueblo, una alegría comenzó a desatarse en mí. Estaba muy bien decorado, y la gente salía a pesar de que Sirius Black anduviera suelto por ahí. Las luces y algunos adornos escarchados inundaban el pueblecillo de felicidad. Una sonrisa escapó de mis labios.
—¿A donde quieres ir? —me preguntó Matthew sacándome de mi ensimísmenlo. Yo me encogí de hombros. Veía alrededor sin saber a dónde ir, o porque ir. De nuevo otra sonrisa me asaltó.
—Quiero compartir esto con el profesor Remus —murmuré inconscientemente. Pero del sólo recordar la tristeza que a veces invadía su rostro, me hizo pensar que quizás él necesitase algo de aquella felicidad que ahora me abordaba. Matt sonrió.
— Un poco difícil eso, Charly —murmuró. Yo asentí— Pero no imposible —fruncí el ceño mientras lo miraba de lado.
— ¿Cómo? —pregunté. Él me hizo una seña con la cabeza para que lo siguiera. Yo asentí y comencé a ir tras de él.
— Verás Charly, es aquí cuando entramos en la fase dos... —comenzó— Qué la nombré ''Preparando el cohete'' —Yo fruncí el ceño ante los nombres.
— Matt, me podrías decir el resto de las fases, se me hace extraño los nombres —pedí mientras lo seguía. Él asintió y comenzó a caminar girado hacía mi, caminando hacia atrás.
—Claro... —sonrió a medias— La primera fase era ''Yo para él'' ¿No? Ahora está se llama, ''Preparando el cohete'' Y luego... ''Volando por los aires'' para después finalizar en ''Llegada a La Luna'' Y sí tenemos éxito, haremos más —me guiñó un ojo y luego siguió caminando. Yo fruncí el ceño, por alguna razón, no quería saber de que se trataba cada uno de esos planes, así que me limite a asentir.
Entramos en una tienda, que nunca había entrado. Tenía muchas antigüedades. La mayoría polvorosas, yo miré extrañada a Matthew.
— Elige algo para tú prospecto —dijo y giró su rostro hacía mí de nuevo. Yo volví a mirar, el polvo no me convencía del todo de qué aquel era el lugar apropiado para comprar un obsequio.
— ¿Por qué aquí? —pregunté aún sin encontrar el porqué. Él sonrió leve.
—Porque está fue la tienda más moderna de su época —comenzó— Imagina la Navidad hace diecisiete años... Cuando él, venía a ésta tienda y veía los escaparates. Queriendo comprar todo, pero por alguna razón se iba con las manos vacías. Hay varios tesoros, comienza a buscar y quizás aciertes a lo que él siempre quiso. —Al oír su explicación, supe qué tenía razón.
— Es cierto, Matt —concedí y comencé a caminar por la tienda. El polvo acariciaba mi nariz, conforme entraba más pude notar varios artilugios raros. Todo me llamaba la atención, pero no podía centrarme en algo. No conocía muy bien al profesor Lupin, y tampoco sabía qué podría gustarle. De pronto, mis ojos toparon con algo. En el último pasillo, hasta el estante del fondo. Algo brillaba. Comencé a caminar hacia allá, hacía lo brillante. Al llegar, lo tomé. Mis manos se ensuciaron un poco, era un libro. Con tapa roja desgastada, muy desgastada, que había pasado de rojo a ocre debido al tiempo que tenía ahí, escondido. Lo abrí y comencé a hojearlo. No tenía título alguno, y estaba vació. Sólo al inicio tenía una inscripción;
''La mejor historia de amor no es la que ya está escrita en un libro por otra persona, sino la qué estás por escribir en él''
Fruncí el ceño. De alguna u otra manera, me agradó. Así que lo tomé y lo abracé contra mí. Eso le daría. Iba mucho con su personalidad, aunque no supiera cuál era su propósito. Comencé a caminar hacía la caja, y lo hojee de nuevo, y pude notar que estaba dividido en varias secciones.
— ¿Encontraste algo, Charly? —me preguntó Matt que examinaba una espada de cerca. Yo asentí y le mostré el libro. Él lo tomó, lo hojeo, y leyó lo que había al inicio. Después me miró con una ceja alzada.
— ¿Segura? —preguntó. Yo asentí de nuevo.
— Sí, es muy simple, pero me agradó algo de él —me encogí de hombros. Él asintió y se acercó a caja, dónde puso el libro en el mostrador.
— Señor, cóbrenos por favor —pidió. Un viejo, algo arrugado y muy canoso se acercó a la caja, y sonrió al ver el producto.
— Así que tiene novia, señor —dedujo mientras pasaba el libro hacía él. Matt frunció el ceño.
—Ah... No...
— ¿Entonces? —dijo echando el libro en la bolsa. Matt y yo nos miramos confundidos.
— ¿Cuánto es? —preguntó Matt. El anciano lo miró y rió levemente.
— Una promesa —susurró.
— ¿Promesa? —preguntó Matt, asustado. Yo me asusté igual, no entendía.
— La promesa, de volver aquí con el libro escrito —murmuró. Yo fruncí el ceño y me acerqué a Matt.
— Sólo dile que sí —le susurré a mi amigo.
— De acuerdo, lo prometo —dijo y el anciano le dio la bolsa. No nos había costado un sólo galeón, cosa muy extraña. Después, guardamos el libro y fuimos a Honeydukes a comprar algunas golosinas, y luego a Zonko, donde algunas plumas le explotaron a Matt en la cara. Reímos, mientras salíamos del local.
Al volver a Hogwarts, vimos el gran comedor tan vacío que hasta parecía nostálgico. Miré a Matt, cansada.
— ¿Vamos a la sala común? —le dije. Él asintió y echamos a andar hacía las cocinas, y pasamos por los barriles. Una sensación de alivio me invadió; La chimenea calentaba mis entumidos dedos.
— Bien, dame el libro para envolverlo y dejarlo —murmuró. Yo le pasé el libro y luego ladée la cabeza.
— Em, Matt... ¿Dónde se lo vamos a dejar? —pregunté mientras él con la varita comenzaba a envolverlo.
— Ah, pues lo voy a llevar yo —dijo despreocupadamente. Yo alzé una ceja.
— ¿En serio?
— Sí —contestó él— No le veo lo malo...
— Matt... Va a sospechar de mí —rodé los ojos. Él sonrió.
— Deja que se haga ilusiones, Charly —me susurró. No estaba segura de aquello.
— No sé, no me gusta que me cuides el romance...
—Tú tranquila —dijo mientras tomaba el libro, y comenzaba a caminar hacía la salida, yo lo miré algo dudosa.
— Sí algo sale mal, te mato —le murmuré. Él sonrió ladino.
— Y sí sale bien todo, serás mi esclava —dijo y acto seguido abandonó la sala común, mientras yo volvía a mis nervios. Aún no estaba segura de lo qué Matt estaba por hacer, pero igual, sólo era un regalo Navidad.
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