Capítulo 14.


Hacía una espléndida y lluviosa tarde. Sí digo espléndida, es porqué así le gustaban a Remus Lupin, grises, sin rastros de sol. Era el clima perfecto para una taza de chocolate caliente. No desecho del todo aquella idea, pero primero debía dedicarse a sus tareas. Sí como prefecto de Hogwarts nunca pospuso sus rondas, ahora como profesor, menos pospondría sus deberes.

Se encontraba en su despacho. Tenía la ventana abierta, porqué le gustaba oír la lluvia caer y oler el agua gris que goteaba por el techo y por los matorrales de nubes grises. Jamás había estado tan tranquilo. Puso todos los trabajos encima del escritorio (los cuales eran bastantes) y resopló al ver el enorme altero de pergaminos sin saber cuál tomar.

Quizás por coincidencia, o por una jugada del destino, pero Remus Lupin tomó el primer pergamino que tomó. Suspiró y lo desdoblo sin dificultad. Cuando lo hizo, se puso en posición para leer sobre los Vampiros, donde viven, como consiguen sus presas. Pero lo que encontró fue algo muy distinto a vampiros; Era una carta. La cual rezaba así:

'' Remus:

No me conoces, ni yo a ti. Y cuando digo no me conoces, me refiero a lo que hay dentro mío. Nunca platicamos, y cuándo lo hacemos es demasiado formal. No me gusta. Pero hoy por fin descubrí que por éste conducto puedo hablar sin tapadera, aunque se vea muy cobarde. Dirás que soy una loca, pero sólo quiero que sepas algunas cosillas.

1. Me gusta tú cabello. Es castaño claro, y con algunas canas. Siento que es difícil encontrar un cabello tan bien matizado.

2. Me gustan tus ojos. Son azul celeste, que combinan muy bien con el castaño matizado.

3. Me gustan las cicatrices que adornan tu cara. Sonará raro, quizás a ti no te gusten, y quizás me odies por ello. Pero se te ven lindas.

4. Me gusta tu forma de ser. Eres como esos antiguos caballeros de la época medieval que ya no existen. Tierno, dulce.

5. Y última; Me enloqueces.

Creo que nunca podré decir esto de frente. Pero aún así, estoy feliz, sabiendo que lo sabes. Y lo único que importa es que estés enterado.

Me despido. No sé sí solo te escriba ésta vez. No quiero molestar, pero hay veces en las que si no me desahogo, me podría ahogar con lo que llevo dentro y hacer una locura.

Honey. ''

Remus releía la carta una y otra vez. Pensaba que quizás no era para él. Pero no había dos Remus en todo Hogwarts. Suspiró y se quedó pensativo. ¿Quién podría hacer la autora de aquella carta? Se masajeó las sienes intentando recordar con qué profesora había hablado demasiado en últimas instancias, pero no había ninguna en especial... Aunque no... No podría ser.

¿Una alumna? Remus se rió de su misma proposición. Era, era tonto creer que una jovencita se haya enamorado de él. ¿Qué tenía de especial? Bueno, la carta lo decía, pero no lo creía del todo. Quizás sólo había sido una mala broma. Quizás sus estudiantes creyeron que podrían mover su corazón con aquella broma. Pero en realidad, no creía que alguien fuera capaz de hacer eso.

Releyó la carta de nuevo, intentando buscar un indicio de quien podría ser. ''Siempre cuando hablamos es muy formal y no me gusta'' Se quedó pensando. Una alumna, con la que haya hablado mucho últimamente. Negó de nuevo ¡Había muchas! Y ésa letra no la reconocía. De pronto sonrió y sacó su varita y la pasó por el pergamino.

—Homenum Revelio —Murmuró y rápidamente, la letra distorsionada comenzó a tomar su forma original. Sonrió y con prontitud entre toda la masa de pergaminos comenzó a buscar a la dueña de ésa letra. Tardó mucho en encontrarle, ya qué estaba casi al último. Al darse cuenta quién era la autora no supo que hacer. Suspirar, encogerse de hombros, o ir a exigir una explicación. Leyó la carta mil veces más, hasta que la noche lo sorprendió. Debía de terminar los deberes, pero aquello le resultaba más inquietante. Así que decidió salir a pedir consejo.

Se echó su capa al hombro, y con discreción salió del castillo. Se dirigió a la cabaña de Hagrid, y torció el camino al sauce boxeador. Entró por el hueco, después de inmovilizarlo y caminó por el escabroso y pequeño camino hasta la casa de los gritos. Al entrar miró a todos lados, y vio al enorme perro negro durmiendo. Negó con la cabeza y se sentó en el piso.

— ¿Canuto? —Llamó en un murmuro. El perro lo miró, no estaba dormido. Entonces le movió la cola y Remus sonrió—. Vamos, necesito hablar —Le dijo. El perro con movimientos flojos se paró y en un instante se transformó en el presidiario más buscado por todo el mundo mágico. Sirius Black, andrajoso y despeinado bostezó ligeramente.

— ¿Qué necesitas, Lunático? —Preguntó sentándose después frente a él. Remus sonrió y debajo de la capa sacó un plato con comida para su amigo y se lo tendió. Sirius lo tomó y sonrió caninamente. Tenía hambre.

—Verás, es qué hoy... mientras revisaba las tareas...

— ¡Remus John Lupin! ¿Revisas tareas? —Reprendió Sirius haciéndose el ofendido. Remus rodó los ojos.

—Sí Sirius...

— ¡¿Por qué?! —Exclamó al parecer molesto—. ¡Tú no debes de ser cómo los aburridos profesores de hoy en día! —Le dijo. Remus resopló.

— ¿Me dejas terminar? —Sirius asintió mientras comía— Bien. Resulta que mientras revisaba eso, me encontré con esto —Dijo y le tendió la carta. Sirius ladeó la cabeza y tomó con la mano libre la carta extendida— Léela — Le pidió Remus. Sirius ya la leía. Conforme los angustiosos segundos pasaban, el rostro de Sirius se tornaba divertido, y al termino de la lectura soltó una sonora carcajada

—Tú mamá te ama aún, Lunático —Bromeó Sirius. Remus rodó los ojos y negó.

—No es de mi mamá, baboso —Le espetó, medio molesto—. Es de una alumna.

— ¿Y tú sabes quién es la cegatona? —Preguntó devorando el pollo. Remus asintió.

—Sí, es de Hufflepuff. Se llama Charlotte...

— ¿Está buena? —Interrumpió Sirius mientras mascaba ruidosamente. Remus lo miraba atento.

—No te pienso responder eso. Es una alumna, es menor de edad, es...

— ¡Está loca por ti, Lunático! ¿Ya vez? Algún día llegaría la chica de tus sueños —Dijo Sirius tomando algo de hidromiel. Remus se masajeó la sien.

—Sirius, no puedo tener nada con ella. ¿Entiendes? ¿O azkaban te absorbió el poco cerebro que tenías?

— ¿Por qué no? Es más, trae pergamino y pluma y le vas a contestar a esa pobre chica que necesita lentes, anda... —Apresuró Sirius dándole el plato donde le había la comida. Remus abrió los ojos como platos y negó rotundamente.

— ¿Estás loco de verdad, Sirius Orión Black? —Contestó aún sorprendido — ¡No puedo hacer eso!

— ¿Por qué no? — Preguntó Sirius encogiéndose de hombros.

—Porqué... Porque le estaría dando ilusiones. No quiero ilusionarla y que salga herida. ¡ES UNA NIÑA! —Le gritó Remus desesperado. Sirius se tocó el oído.

—Sí alguien te escribe, es porque quiere ser respondida. —Le dijo Sirius con una sonrisa merodeadora, ladeando la cabeza. Remus se cruzó de brazos poniéndose de pie.

— ¿De cuándo acá tan poetas, mi querido Sirius Shakeaspeare? —Dijo en tono sarcástico Remus. Sirius se puso en pie aun sonriendo.

—Es que no conoces a las mujeres, Charles Dickens Lupin —Contestó en el mismo tono—. Ellas sólo quieren apoyo. Por ejemplo ésta chica lo necesita. Vamos Lunático, sólo síguele el juego.

— ¿Cómo?

—Pues, finge que no sabes quién es, y... Contéstale a... —Sirius tomó la carta y leyó el seudónimo—. Honey, como si nada. Como si fueras una columna de periódico muggle. Aconséjala, ayúdala —Remus asentía algo convencido— Y después ¡Te la tiras! — Exclamó Sirius en tono jovial. Remus rodó los ojos y le dio un zape.

—Nada de tirarse. Sólo seré su amigo. Sólo eso ¿Está bien?

—Está bien Lunático, como quieras —Sonrió Sirius. Remus suspiró.

—Bien, me voy a hacer eso. Y creo que no revisaré tareas por hoy, es tarde. Todos con buenas notas — irius sonrió y le guiñó un ojo a Remus.

—Hasta luego, profe —Se mofó Sirius. Remus le dedicó una última mirada y salió rumbo al castillo de nuevo.

Al día siguiente. El profesor Remus en clase con los de quinto se sentía ligeramente nervioso. No podía impedir que su mirada celeste de vez en cuando se fijara en la pelirroja que se sentaba justo en medio. Una vez, cruzaron miradas, pero ella rápidamente la despegaba. Por fin, diez minutos antes de salir, Remus puso los trabajos ''revisados'' sobre la mesa, y entre ellos una carta.

—Muy bien, quiero que todos recojan sus trabajos. Y escúchenme bien, no quiero ni un solo pergamino en la mesa. Así que sí alguien encuentra algo con su nombre, lo recoge, por favor. Mientras yo iré a hacer un asunto, regreso —Dijo y salió del salón, deteniendo su mirada unos segundos en la pelirroja. En cuanto el profesor hubo salido, los alumnos se acercaron al escritorio por sus trabajos. Matthew y Charlotte se miraron nerviosos entre sí. Se pusieron de pie al último y vieron que quedaban dos pergaminos y un sobre. Ambos tomaron sus trabajos, y casi se fueron hacía atrás cuando leyeron en el sobre ''Honey'' Charlotte tragó saliva sin atreverse a tomar el sobre. Matthew tuvo la iniciativa y lo tomó él. Rápidamente se fueron a sentar antes de que los vieran.

—Ábrela... — Dijo Matthew algo inquieto.

Charlotte suspiró y abrió el sobre, que mandaba un tal ''Lunático''

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Hola muchachas! Y chicos sí hay e.e

Agradezco sus comentarios y votos :3 Me gustaría responderlos, luego recuerdo que soy floja y que les actualizo y se me pasa xD



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