¿Kim o Lim?
—¡Dios! ¡¿Qu-quién te hizo eso?!
Fue lo primero que le pregunto la castaña cuando tomó asiento a su lado esa cálida mañana, y no podía culparla, una ligera tonalidad morada adornaba su ojo.
—Esa Kim Jisso. Es una pesada—se limitó a murmurar la peli negro aún enojada. La furia había vuelto a ella cuando al despertarse y observar su reflejo, se topó con ese feo moretón.
—¿Qué ti-tiene que ver esa chica contigo?—cuestionó su amiga sacando de su estuche un pequeño tubo.
—Me hecho bronca sólo porque yo iré al baile de primavera con Jun—explicó quejándose un poco cuando Hana terminaba de aplicar aquella pomada alrededor del ojo.
—Tienes su-suerte de que traiga esto conmigo—dijo divertida—Y de que Hanse siempre terminé lastimándose luego de jugar básquet.
—Mi papá ni siquiera se dio cuenta—susurro.
—¿No has hablado con tú ma-madre? MinA, debes disculparte con ella.
—No pienso hacerlo. No pienso ceder primero—dijo la peli negro con firmeza.
Hana la observó con desaprobación. Conocía a Kang MinA desde que tenía uso de razón, desde el principio congeniaron maravillosamente y se hicieron las mejores amigas. Tenían gustos muy similares, formas de pensar similares, siempre festejaban sus cumpleaños juntas, llegaban a tener disputas entre ellas, claro, como cualquier relación, pero siempre sabían cómo sobrellevarlas. Sin embargo, había algo en lo que MinA se destacaba: Su orgullo y terquedad. Desde siempre, en cada pelea, Hana terminaba cediendo primero, disculpándose y luego escuchando la disculpa de su amiga. Así que, no importaba cuantas veces tratara de hablar con ella, MinA no la escucharía.
—Mis padres ya han rentado el karaoke—mencionó dispuesta a cambiar de tema.
—Perfecto. He tratado de educar mi voz todo el año—soltó divertida, tratando de aclararse la garganta—¡Prepárate Hanse! Vas a perder.
—Nos veremos todos ahí, el sábado a las 6:00. Chae, Jungkook, sus amigos, mi hermano y los amigos de mi hermano—soltó con la emoción a flor de piel
—¿Jin no irá?—cuestiono con rapidez al no escuchar su nombre.
—Hanse dijo que ya tenía planes.
—Entiendo—murmuró con curiosidad.
—Después irás a mi casa y...
—Habra maratón de piratas del caribe como todos sus cumpleaños, mientras Hanse nos brinda sus puntos de vista negativos que cree, son lógicos, cuando claramente. No es así—interrumpió sonriendo.
—Está no será la excepción ¿Verdad?—pregunto sin despegar la mirada.
—Pero claro que no. No me lo perderé por nada.
—Sólo Hanse, tú y yo.
—Sólo Hanse, tú y yo. Como en los viejos tiempos.
—Bien, debo irme, el profesor de literatura me pidió ayuda con una tutoría—dijo Hana levantándose—Te veré después—finalizó antes de salir, dejando a MinA completamente sola.
—Wow, Do Hana—exclamó dejando caer su cabeza sobre la mesa—Mírate. Cuando creciste tanto.
Su respiración es tranquila. Tal mirada se centra en en la ventana a su izquierda, por ahí se podía observar el patio de la gran escuela, varios alumnos ocupaban la cancha de fútbol, y otros la de básquetbol, los demás estaban abiertos a la convivencia estudiantil en gradas o mesas de concreto pintadas en café, por parte suya, esa tarde prefirió no salir.
Lentamente posó su vista al cielo.
Esté estaba nublado, quizá llovería en un par de horas, tal vez sólo era cuestión de minutos, o quizá simplemente era una falsa alarma,..los profesores estaban en una reunión de imprevisto, así que se convirtió repentinamente en clase libre de todos, y estaba sola.
Unos murmullos se hicieron presentes, lo cuál comenzaba a fastidiarla, estaba a punto de colocarse los audífonos, pero algo, mejor dicho, alguien lo impidió, y cuando pudo reaccionar. Ya lo tenía frente a ella.
Sus ojos se quedaron mirándole aturdida. Y la boca se le abrió ligeramente.
—¿Estás bien?—le cuestionó señalando aquel moretón alrededor de su ojo, mientras sonreía ladino.
«Maldigo esos hoyuelos ilegales» pensó.
—¿MinA?—le interrumpió sacándola de aquel trance.
—¿Ah?—soltó acalorándose la garganta—Si, digo, perdón, ¿Qué dijiste?
—Pregunte si estabas bien, Jisso me contó lo que sucedió—le respondió Jun acomodándose en la banca—Ya sabes, que tropezaste y tiraste tu malteada encima, luego ella lo malinterpretó y bueno...
—Pero eso no fue lo que...
—Lo importante es que la directora lo dejó pasar ¿No?—interrumpió sin siquiera brindarle la posibilidad de explicar lo sucedido realmente—Ahora, no vine hasta acá para preguntarte eso, o bueno, en parte si, pero en realidad fue, porque quiero hacerte una invitación.
—¿Una invitación?—cuestiono sin terminar de entender.
—Si, el padre de Jaewon nos lleva a su cabaña cierto día de cada mes, debido a su trabajo. Su equipo laboral juega un partido de fútbol contra la empresa rival y nos hace formar parte. Como agradecimiento nos deja quedarnos todo el fin de semana para, hacer lo que queramos prácticamente y nos paga por jugar.
—¿Y entonces...?
—Quiero que vayas, tontita—exclamó revolviendo el cabello de la peli negro—Será bueno tenerte ahí conmigo. Y podríamos no sé, ir juntos a la playa.
—¿Juntos? ¿Hablas de...tú y yo? ¿Solos?
—Claro. Será divertido.
«Santa Virgen de las abdominales» gritó su subconsciente.
—Si. Sería divertido—contesto sintiendo el rubor adornar sus mejillas.
—¡Perfecto!—exclamó Se Jun levantándose de la silla—Entonces...pasaré por ti el sábado a las 6:00, mi bella durmiente—finalizó antes de salir de aquel salón.
—Claro, te veré el...¡Sábado!—grito aterrizando en tierra—Oh, por Dios. ¿Qué le voy a decir a Hana?
—¡MinA!—le escucha gritar a su padre desde la estancia, pero no responde—¡MinA, tú madre está al teléfono!
—¡Dile que no estoy!—responde la peli negro terminando de guardar sus cosas en aquella maleta color azul—O simplemente dile que no quiero hablar con ella aún.
Lo había debatido durante el resto de la semana, incluso horas antes de haber tomado la decisión definitiva:
Hana lo entendería. Esa había sido su conclusión.
Siempre habían pasado los cumpleaños juntas, haciendo lo mismo cada uno de ellos, este sería la excepción, ya encontraría la manera de recompensarla. Pero una invitación así, de Lim SeJun, no se daría todos los días, necesitaba aprovecharla ahora que podía y tenía la oportunidad.
—Cariño, no puedes evitarla toda la vida—le escucho decir a su padre entrando a la habitación—Es la última vez que te cubro en esto, debes ir con ella y arreglar las cosas.
—¿Es porque no te gusta tenerme aquí?—soltó MinA.
—No, sabes que amo tenerte aquí en casa. Pero, es tú madre MinA, no se merece esto. Cuando menos lo esperes, vas a terminar arrepintiéndote.
—Como sea—murmuró la chica cerrando la maleta.
—¿Dormirás con Hana como el año pasado?—cuestionó el hombre.
—Mmm si. Quizá pase todo el fin de semana con ella y Hanse. También irán unos nuevos amigos.
—Perfecto. Sólo no olvides llamarme cuando estés en su casa—pidió terminando de acomodarse la corbata.
De pronto, el sonido de un claxon hizo presencia.
—Deben ser ellos—dijo Kang sintiéndose repentinamente nerviosa.
—Bien. Ya iré a trabajar ¿De acuerdo? No hagas nada que tu padre no haría.
—Lo prometo.
Cuando su padre se fue, y ella subió al auto de Jun, dio comienzo al largo viaje. En realidad no se sintió pesado, ya qué se la pasó durmiendo las primeras dos horas, la siguiente escucho y canto música con su acompañante, sin siquiera notar que su celular sonaba dentro de su maleta en el asiento trasero.
Y así, hasta que llegaron a su destino.
—¡Ta dan!—exclamó Se Jun abriendo la puerta del copiloto, y luego la ayudó a bajar—¡Aquí es! ¿No es bonito?
—¡Wow! Es un lugar hermoso—expresó MinA con un destello en los ojos.
Ese día, el clima era simplemente perfecto. No hacía mucho calor, pero tampoco estaba lo suficientemente airoso como para que te diera frió. El lago afuera de la cabaña era como un espejo que reflejaba los árboles que cubrían los alrededores. Un lugar sin duda, mágico.
—Vamos. Los demás ya deben estar esperando por nosotros.
Kang no cuestionó ni dijo nada, simplemente se limitó a seguir al chico hasta entrar a la cabaña. Afuera era hermoso, pero ahí dentro, ¡Dios! Ahí dentro era un mundo completamente distinto. Tener mucho dinero definitivamente hacía una enorme diferencia.
—Oh, llegaron—soltó Jaewon levantándose del sofá de cuero, frente a esa televisión que parecía una pantalla de cine—¡Jin! ¡Tú amiga está aquí!
—¿Jin? ¡¿Hablas de Kim SeokJin!?—exclamo dejando que la sorpresa la invadiera por completo—No sabía que él vendría también.
—Si, el es uno de los mejores jugadores de fútbol que conozco—respondió Jun uniéndose a la plática.
—¿De fútbol? ¿También jugará con ustedes?
—El me reemplaza todos los años, yo odio jugar—respondió Jaewon dejándose caer al sofá—Pero Jin, es incluso mejor que ese cabeza hueca—explicó señalando a Lim.
—¡Vamos! Eso no puede ser verdad!—exclamo la peli negro suponiendo que el chico estaba bromeando.
—Es cierto—intervino Jun—SeokJin es quien me enseñó a jugar.
— ¿Y porqué no está en la selección de la escuela?—cuestiono sintiendo la verdadera curiosidad.
—Porque no tengo tiempo para eso—interrumpió esa voz que reconocería en cualquier lado al pie de las escaleras causándole un leve escalofrío—Vaya MinA, no esperaba verte aquí.
—Yo la invite—mencionó Jun tomándola por los hombros, y luego de eso todo se volvió de cierta manera incomodo—Bueno. Vamos. Los jugadores deben estar ansiosos por empezar.
El juego dio inicio un par de horas después, y aunque Kang MinA se esforzaba por apoyar a Lim SeJun como plan A, no podía despegar la mirada de Kim SeokJin, quien se había vuelto su plan B, sin siquiera considerarlo o saber de su existencia.
Hasta ese momento, MinA no se había detenido a mirarle con otros ojos más allá de su mirada grisácea, y antes de prestar atención a las líneas que delineaban su alargado rostro, observó la manera en que fruncía el entrecejo, arrugaba la nariz y colocaba ambas manos sobre su cadera al momento en que la pelota salía, en ese instante, los pensamientos se le desbordaban en sus expresiones. En esencia, Jin era el mismo chico con el que se topaba un par de veces en el pasillo, con el que compartía gustos en música, o en quien podía confiar sin temor a ser traicionada, en pocos palabras, un maravilloso amigo, pero por fuera...sus ojos se mantenían neutros como de costumbre, las facciones de su rostro eran las mismas, y los mechones de cabello aún seguían cayendo sobre su frente sudorosa. Sin embargo, por un instante, sintió su corazón desbordarse, y se abrazó así misma para protegerse de la ahora gélida brisa.
No sabía que pasaba con ella esa tarde, y se lo pregunto durante horas hasta que dio la noche y todos se fueron a sus respectivas habitaciones, no estaba en posición de permitirse sentir algo más por el por respeto a su bella amistad, y porque estaba completamente convencida de estar enamorada de Lim SeJun. Pero algo si era seguro y no hacía falta ser un genio para darse cuenta; Kim SeokJin era uno de los chicos más apuestos que había visto en toda su vida.
—¡Tú! ¡Kang MinA!—exclamó incorporándose en la cama—¡Más te vale detenerte ya! ¿Por qué no dejas de pensar en el?
Se cuestionó.
«Se veía increíblemente sexy antes, mientras jugaba fútbol» le respondió una voz en su cabeza.
—Si, se veía geni...¡Ya!—grito golpeando su cabeza una vez cobró razón—¡¿Cómo te atreves a decir eso?! ¡Vinimos aquí por Jun!
«Pero eso no te impide ver a Jin, después de todo, Jun y tú no son nada» respondió la misma voz de antes.
—No. Esto no va a funcionar—murmuró saliendo de la cama.
Ella bajó por las escaleras de cristal tratando de hacer el menor ruido posible, abrió el ventanal que daba paso al jardín trasero, y salió permitiendo que la fresca brisa nocturna golpeara directamente hacia su rostro. Necesitaba tomar aire fresco, para bajar el rubor que adornaba sus mejillas.
Repentina e inesperadamente, una cobija fue colocada sobre su espalda y al instante sintió el calor desprenderse.
—Debiste traer un suéter, aquí afuera hace frió—mencionó aquel peli negro causando que MinA se quedara enmudecida ante aquel acto—¿Qué haces aquí a estas horas de la noche?
Quería hablar. Pero las palabras se escondían. Así que, en su lugar, simplemente se le quedó observando, admirando cada mísero detalle que antes había dejado pasar desapercibido. Había salido para dejar de pensar en el, pero tenerlo a un lado no era de mucha ayuda.
—¿MinA? ¿Estás bien?
—¿Eh?—solto aterrizando en tierra—Si, estoy bien. Sólo...quería un poco de aire fresco, no podía dormir.
—Yo tampoco—respondió Jin sentándose sobre los escalones—No puedo dormir en lugares que no sean mi casa. Me siento incómodo.
—No sabía que jugabas, fútbol—mencionó la chica tomando asiento a su lado.
—Bueno. Me gustaba jugar, pero debido a mi trabajo se me dificultaba asistir a los entrenamientos, así que, preferí no entrar al equipo de la escuela. Supongo que, establecí bien mis prioridades, y mi madre es una de ellas, siempre ha sido la primera de todas.
—Nunca me has hablado de ella—susurro un poco indecisa.
—No hay mucho que decir al respecto. Es una buena mamá, me crió y cuido bien de mi, ahora me toca cuidar de ella. Es todo—respondió causando que en el rostro de la chica, una sonrisa apareciera.
—Ah. ¡El clima es muy agradable aquí!—expresó recargando su cabeza en el hombro del peli negro.
En el hombro correcto.
—Por cierto, ¿Te duele mucho? —interrumpió el.
—¿Qué cosa?—cuestiono, pero inmediatamente supo a que se refiera—Ah, ¿Mi ojo?
—Si.
—Pues, cada día se pone más morado y se extiende, pero supongo que es porque ya está mejorando—contesto comenzando a ponerse nerviosa—Ya no duele mucho.
—Es un alivio—respondió Jin con una sonrisa serena.
«Corazón, no es momento de latir así. Contrólate» se regañó mentalmente, mientras tomaba su pecho y así impedir que el corazón se le saliera.
—¿Sabes MinA?—habló el chico a su lado sacándola completamente de sus pensamientos—Hacía como un año y medio, durante el cambio de clase, en el pasillo, se le cayó un cuaderno color azul a una estudiante azabache y Jun le ayudo a levantarlo.
—Wow, ¿Cómo sabes eso?—exclamó separándose de él rápidamente para mirarle.
—Porque, la primera vez que te vi, no fue cuando te equivocaste de casilla—respondió girándose a mirarla, compartieron miradas que los dejaron absortos—Yo estaba ahí, estuve ahí todo el tiempo. Iba con él cuando eso sucedió. Desde entonces soy consiente de lo mucho que te gusta, ¿Sabes que eres demasiado obvia? Por eso, acepté ayudarte aquel día.
—Jin...
—Hoy. Qué precisamente la noche me vuelve más sincero. Repentinamente una pregunta se me vino a la cabeza—le interrumpió mirando al frente—Si en ese entonces, hubiese sido yo en lugar de Jun. ¿Él te seguiría gustando? O...
—¿O...
.
.
.
—Nada, sólo estoy divagado—soltó levantándose abruptamente, dejándola intrigada con el tema—Es tarde, entraré primero.
Dijo entrando a la casa sin siquiera darle la oportunidad de contestar. Dejándola ahí, con un solo pensamiento de confusión ocupando la mayor parte de su cabeza.
«Si en ese entonces, en lugar de Jun, hubiese sido Jin.
Me gustaría...¿Kim o Lim?»
Y entonces, supo la respuesta.
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