Tercera parte: pecado.

El sueño que esperaba, nos demostraron que jamás, este problema es de nuestra realidad. Que el tocarnos sería pecado, ya no habría vuelta atrás, y sin embargo no hay alguien igual en mi pequeño mundo.

La ansiedad se fundió en el amanecer y sé bien quellorar no servirá. Pero cuando escucho «todo estábien» tus lágrimas me hacen quebrarme.

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